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Pedro, vivaz apóstol que tomó la iniciativaLa Atalaya 1967 | 15 de noviembre
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mismo y ¡luego prosiguiendo a hacerlo! ¡Y es muy probable que también los otros se abochornaron cuando Jesús comenzó a lavarles los pies, pero solo Pedro habló, pues simplemente no parecía correcto que su Amo estuviera lavándole los pies a él! Y en el jardín de Getsemaní sin duda los otros también sintieron indignación justa, y por lo menos otro tenía una espada, pero fue Pedro quien impulsivamente actuó en defensa de su Amo.
Un repaso de la vida de Pedro tan llena de animación es muy edificante espiritualmente. Sobre todo, fortalece la fe. Por ejemplo, hay el candor que despliegan todos los escritores de la Biblia que nos relatan acerca de Pedro, los cuatro escritores de los Evangelios y el apóstol Pablo, que establece sus relatos como verdad. ¡Aquí está una persona especialmente escogida por el Hijo de Dios para disfrutar de privilegios sobresalientes entre los apóstoles y no se encubren sus faltas en lo más mínimo! Solo en la Biblia podemos encontrar un retrato tan convincentemente verdadero de una persona de tan interesantes contrastes, tan fuerte y no obstante débil en algunos respectos, sí, ¡tan parecido a tantos de nosotros! Aquí estaba un hombre franco, de fe firme y no obstante estorbado por las debilidades de una naturaleza emocional fuerte, impulsivo, yendo de un extremo al otro. El registro bíblico no lo glorifica ni lo excusa. Su propia honradez brilla en el hecho de que el registro que trata más severamente de sus faltas, el de Marcos, ¡es aquel que se basa en lo que él mismo dijo! Verdaderamente es un registro honrado.
También hay una lección de fe y estímulo para todos los cristianos en el hecho de que Pedro permaneció fiel hasta el fin. A pesar de sus errores repetidos, no se desanimó ni se amargó y renunció, y, en lo que toca a eso, ni Jehová ni su Amo, Jesucristo, se impacientaron con él y lo desecharon. ¡Qué lección para los cristianos cuando se hallan inducidos a desanimarse por haber sido vencidos por una falta! Pero nuestro arrepentimiento tiene que ser genuino como el de Pedro, pues leemos que “lloró amargamente.”—Mat. 26:75.
Y en el relato de Pedro también vemos la magnanimidad de su Amo, Jesucristo. Jesús no rechazó a Pedro a causa de su impulsividad. Jesús a todo tiempo se gobernaba por el amor que se basa en principios, agape, no por afecto ni sentimientos personales. Por eso aunque prefería al apóstol Juan, teniéndole cariño especial, dio a Pedro muchos privilegios maravillosos. ¡Verdaderamente, puede hallarse mucho de provecho al considerar el registro bíblico de tal persona como el vivaz apóstol Pedro!
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MINISTERIO DEL CAMPO
Los seguidores verdaderos del Señor Jesucristo son edificadores. Construyen personalidades cristianas sobre el fundamento correcto de Jesucristo. (1 Cor. 3:11-13) Ellos saben que uno de los problemas que estorba el que algunos sean edificados como personalidades cristianas es el no poder entender por qué es que Dios permite la iniquidad. Algunas personas, que han tropezado a causa de esta cuestión, han llegado a ser presa fácil de enseñanzas falsas. Estas personas necesitan ayuda, y los testigos de Jehová tienen el medio para ayudarlas... el recién publicado libro Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios. Durante el mes de noviembre lo ofrecerán junto con un folleto por 50c de dólar a todos los que sinceramente buscan la verdad.
ESTUDIOS DE “LA ATALAYA” PARA LAS SEMANAS
3 de diciembre: Desarrollando y desplegando gobierno de uno mismo, §1-23. Página 681.
10 de diciembre: Desarrollando y desplegando gobierno de uno mismo, §24-26, y El gobierno de uno mismo es vital para progresar. Página 686.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1967 | 15 de noviembre
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Preguntas de los lectores
● ¿Cuál es el significado de la declaración de Jesús, en Mateo 17:26, de que los “hijos son libres de impuestos”?—E. D., EE. UU.
Jesús estaba mostrando mediante ilustración por qué él, como el Hijo de Dios, no estaba obligado a pagar el acostumbrado impuesto del templo entre los judíos, los recaudadores de cuyo impuesto visitaban cada población de Judea anualmente a determinado tiempo. Después de la caída de Jerusalén, los romanos recaudaban este impuesto, respecto a lo cual Josefo dijo que César impuso un “tributo sobre los judíos dondequiera que se hallaban, y mandó que cada uno de ellos trajera dos dracmas cada año al capitolio, como solían pagar lo mismo al templo en Jerusalén.”—The Jewish War, VII, 6, 6.
El relato es singular del Evangelio de Mateo y dice: “Después que llegaron a Capernaum se acercaron a Pedro los hombres que cobran el impuesto de los dos dracmas y dijeron: ‘¿No paga el maestro de ustedes el impuesto de los dos dracmas?’ Él dijo: ‘Sí.’ Sin embargo, cuando entró en la casa, se le anticipó Jesús diciendo: ‘¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos o de los extraños?’ Cuando dijo: ‘De los extraños,’ Jesús le dijo: ‘Entonces, realmente, los hijos son libres de impuestos. Pero para que no los hagamos tropezar, . . . dásela a ellos por mí y por ti.’”—Mat. 17:24-27.
Posiblemente en un esfuerzo por implicar a Jesús en alguna violación a la costumbre aceptada, Pedro fue interrogado en cuanto a la posición de Jesús. Al hablar más tarde del asunto con Pedro, Jesús indicó que, según el proceder normal de las cosas, los reyes de la Tierra no imponen contribuciones a sus propios hijos, sino, más bien, imponen contribuciones a otros, los extraños. Los hijos son libres de impuestos.
El punto que Jesús recalcó fue que como el Hijo de Dios, según la práctica normal, él podría reclamar exención. Esto era sobre la base de que el hijo del rey pertenece a la casa real para quien se recauda el impuesto y no por quien se rinde. De manera semejante, el Padre de Jesús, el Rey del universo, era el Dios que se adoraba en el templo, por eso el Hijo no estaba obligado a seguir la costumbre, no siendo un requisito legal. (Éxo. 15:18; 1 Tim. 1:17) No obstante, no queriendo hacer tropezar a otros sugiriendo que él no apoyaba la adoración que se llevaba a cabo en el templo, Jesús se encargó de que se pagara el impuesto.
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