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Cuándo ser como pequeñueloLa Atalaya 1973 | 15 de enero
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fornicadores, adúlteros, homosexuales y sadistas de la vida real, al grado que uno pueda hacerlo. Pero también significa excluirlos de la mente por medio de no pensar en cuanto a esa clase de individuos, no leer acerca de ellos por placer sensual, no verlos en TV ni en la pantalla cinematográfica. El corazón humano es traicionero y fácilmente puede adquirir un gusto por esas cosas y ser tentado a ir más allá del disfrute imaginario de ellas hasta la participación verdadera. Es mucho mejor evitar todas esas tentaciones permaneciendo como pequeñuelos en cuanto a la maldad.—Jer. 17:9; Fili. 4:8.
PEQUEÑUELOS EN CUANTO A CONFIANZA COMO LA DE NIÑOS
En una ocasión oró Jesús: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos.” Jesús oró así inmediatamente después que los setenta evangelizadores a quienes había enviado habían regresado alborozados por lo que pudieron efectuar, como el poder expulsar demonios.—Luc. 10:17-21.
Los discípulos humildes de Jesús eran como pequeñuelos en comparación con los hombres de enseñanza superior, los escribas, fariseos y saduceos que eran “sabios e intelectuales.” Pero Dios les reveló cosas a estos discípulos que los opositores religiosos de Jesús no podían entender a pesar de su enseñanza superior, y lo hizo porque los discípulos eran como niños todavía en otro sentido.
Jesús llamó esto a la atención de sus discípulos en una ocasión después que le habían preguntado: “¿Quién realmente es mayor en el reino de los cielos?” Evidentemente él discernió en el hecho de que hicieron la pregunta un grado de orgullo y ambición. Por eso, para darles una lección llamó a un jovencito a él y “lo puso en medio de ellos y dijo: ‘Verdaderamente les digo: A menos que se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos,’” ¡mucho menos ser el mayor en él! “Por eso, cualquiera que se humille como este niñito es el que es el mayor en el reino de los cielos.” (Mat. 18:1-4) Sí, en vez de desplegar orgullo como los líderes religiosos “sabios e intelectuales,” los discípulos tenían que desplegar humildad como la de niños, confianza como la que muestran los niños en su Padre celestial que ahora les estaba revelando estas verdades por medio de su Hijo.
Claramente, entonces, la madurez mental, la madurez física y la madurez emocional son importantes y deseables; y particularmente lo es la madurez espiritual. Pero la madurez espiritual requiere que nos ‘volvamos’ y lleguemos a ser como niñitos en estos aspectos: que seamos “pequeñuelos en cuanto a la maldad,” que tengamos fe y confianza a manera de niños y que nos mantengamos libres de orgullo ambicioso.—1 Cor. 14:20.
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La bondad y la prudencia... lo que pueden efectuarLa Atalaya 1973 | 15 de enero
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La bondad y la prudencia... lo que pueden efectuar
PARA muchas personas el obrar sin bondad es la regla más bien que la excepción. Al obrar así por lo general inician una reacción en cadena, ya que sus víctimas devuelven golpe por golpe. Sin embargo, los cristianos verdaderos ‘se esfuerzan por vestirse de bondad.’ (Col. 3:12) Al efectuar esto, pueden abordar la falta de bondad de manera sumamente eficaz. El resultado gozoso de la siguiente experiencia de una testigo de Jehová subraya este hecho:
“Un día, mientras hacía visitas personales, toqué una puerta y contestó una muchacha alemana. Me deleité porque pude presentar mi sermón en alemán, pues no hablaba inglés muy bien en ese entonces. Después que comencé a explicar el propósito con que visitaba su hogar, me interrumpió y dijo de manera muy falta de
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