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Conmemorando la muerte de CristoLa Atalaya 1964 | 15 de marzo
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para que también seamos glorificados juntamente.”—Rom. 8:16, 17.
Los que tienen este testimonio en sus vidas, que tienen evidencia de que el espíritu santo de Dios los está preparando para esta recompensa celestial, tienen la seguridad de esto. No tienen dudas. La realización de esta meta celestial les significa más a ellos que lo que cualquier perspectiva terrestre jamás pudiera significarles. Se llamó especialmente a los de esta clase celestial antes de 1931, durante cuyo período Dios extendía solamente una esperanza celestial a los que se dedicaban como cristianos. Los que tienen esta esperanza deben participar del pan y el vino. Pero aquellos cuya esperanza es la de vida eterna en un paraíso terrestre, también prometido en la Palabra de Dios, obviamente no deben participar de ellos; pues no están en el nuevo pacto ni en el pacto para el Reino.b
¿Significa esto que Jehová Dios es injusto, desleal, parcial, y concede diferentes destinos arbitrariamente a distintos individuos? De ningún modo. Como les dijo el amo de casa de una de las ilustraciones de Jesús, un amo que contrató obreros para su viña, a los que se quejaron porque los que habían trabajado solamente una hora recibieron el mismo salario que los que habían trabajado todo el día: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con mis propias cosas?”—Mat. 20:15.
Jamás podemos olvidar que todo lo que recibimos de mano de Dios es una bondad inmerecida. Nadie merece nada. Esto es especialmente cierto de los humanos pecadores, la prole de Adán. Si Jehová desea recompensar a algunos con vida eterna en los cielos y a otros con vida eterna en la Tierra, ésa es su prerrogativa. Adán no fue tratado injustamente al ser creado humano en lugar de ángel; Juan el Bautista no fue tratado injustamente por llegar a ser meramente el amigo del novio y no parte de la clase de la novia. De igual modo hoy día, ninguno de los que obtengan la vida eterna sobre la Tierra tendrá motivo alguno de queja. Si somos sabios apreciaremos lo que se nos ofrece.
Entonces, ¿por qué estar presente si uno no ha de participar del pan y del vino? Debido a lo que se dirá en esa ocasión. Se nos recordará de cuánto ha hecho Jehová Dios por nosotros, cuánto ha hecho Jesucristo por nosotros y del ejemplo maravilloso que estableció para nosotros. Reunirnos en tan seria y no obstante gozosa ocasión también sirve para acercar más a los cristianos unos a otros.
Este año los testigos de Jehová por toda la Tierra se reunirán para conmemorar la muerte de Cristo el sábado 28 de marzo después de las 6 de la tarde (o las 18 horas). Se invita a todas las personas de buena voluntad hacia Dios a asociarse con ellos en esa noche y beneficiarse por lo que oigan y vean.
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Si Jesús volvieraLa Atalaya 1964 | 15 de marzo
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Si Jesús volviera
Eila Pennanen, autora, tratando este tema en un almuerzo de congregación en Lauttasaari, Finlandia, concluyó así, dijo la publicación auspiciada por clérigos Vartija, en el número indicado Núm. 5-6, de 1962: “¿Cómo respondería la gente a Jesús hoy día? Los hombres de organización de la iglesia lo ignorarían con una sonrisa en sus labios, los fariseos lo denunciarían en la prensa, los escribas exigirían que los Concilios del obispo lo castigaran por herejía, los saduceos lo considerarían como un hombre no educado y simple y la autoridad seglar lo silenciaría de una manera mucho más eficaz que lo que lo hizo la crucifixión. La publicidad por sí sola es asesina. Hay razón para esperar que Jesús no vuelva.” Poco extraña que ésta sea la actitud, pues ¿qué diría Jesús acerca de la apatía espiritual, la voracidad materialista, la inmoralidad y las guerras de la cristiandad? ¿Qué diría de los líderes religiosos que se unen a los políticos en exaltar a las Naciones Unidas en vez de al reino de Dios?
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