¿Qué debemos creer?
AL MUNDO le hace mucha falta dirección confiable. Los políticos, en su agitado esfuerzo por conseguir apoyo público prometen mucho pero en pos de ellos dejan esperanzas frustradas. La media verdad y la mentira cabal han venido a ser caballo de batalla del mundo, y esto ha arruinado las relaciones en los negocios y entre vecinos y miembros de familia. El resultado es que muchos se hacen cínicos y dicen que no creen a nadie.
Los que acuden a las religiones del mundo no hallan una perspectiva mucho más brillante. Los que dan instrucción religiosa no están de acuerdo unos con otros, tampoco están de acuerdo con la Biblia, de la cual ellos dicen que está llena de ‘fábulas’ y de declaraciones que ‘no son históricamente exactas.’
Ante todos está la pregunta: ¿Qué debemos creer?
¿Cómo sabemos que la Biblia es cierta?
Las profecías cumplidas son la prueba más fuerte. Los hombres no pueden predecir el futuro acertadamente. Si un libro está lleno de profecías fidedignas, no se originó del hombre, sino de Dios. Esto es cierto de la Biblia.—Sant. 4:13, 14.
Los profetas Jeremías e Isaías fueron impelidos a predecir la caída de Jerusalén con mucha anticipación. Jeremías dijo que la desolación duraría exactamente setenta años; Isaías predijo que Ciro, todavía no nacido, sería el libertador. (Jer. 25:11; Isa. 44:28) De las profecías que las Escrituras Hebreas contienen, se ha dicho que trescientas treinta y dos se cumplieron literalmente en Cristo. Daniel señaló proféticamente al año 1914 (d. de J.C.) como tiempo de crisis en los asuntos del mundo. Más de quinientos cincuenta años después Cristo predijo los sucesos visibles de ese tiempo de crisis. Ni una sola palabra de esto, ni de todas las otras promesas de Dios, ha fracasado. Esto es sólo una pequeña muestra.
Estos hechos ejercen gran poder para persuadir a personas sinceras a creer la Biblia. Si usted sinceramente busca la verdad, se sentirá impelido a probar que son ciertos.
¿No es cierto que la ciencia contradice la Biblia?
No, pero la Biblia sí contradice la pseudociencia, o teorías científicas que no pueden probarse. Aunque la Biblia no es un libro de texto sobre la ciencia, cuando trata de asuntos científicos es digna de confianza. Isaías hizo mención de que la tierra es redonda más de dos mil años antes de que Colón tratara de navegar alrededor del globo. (Isa. 40:22) La Ley mosaica, en uso quince siglos a. de J.C., incorpora el conocimiento más moderno de la higiene, con instrucciones respecto a la limpieza, los alimentos y la cuarentena.
Las Escrituras están en pleno desacuerdo con las teorías de la evolución de la vida, ¡y con razón! La evolución es simplemente una teoría, y ni siquiera es una teoría sólida. Dijo el evolucionista sir Arturo Keith: “La evolución no ha sido probada y no puede probarse.” No se puede decir eso del relato bíblico de la creación, el orden de la cual halla corroboración cabal en la geología y en la maravillosa operación de todo lo que existe, tanto lo animado como lo inanimado.—Génesis, capítulo l.
Otros campos de la ciencia también levantan la voz en confirmación del registro bíblico. Por ejemplo: “La arqueología todavía no ha dicho su última palabra; pero los resultados que ya se han logrado confirman lo que la fe sugeriría, que la Biblia no puede sino salir ganando por el aumento que se logra en el conocimiento.” (The Bible and Archaeology) Esta declaración no es lo que consta prueba de que la Biblia es digna de confianza, sino los hallazgos arqueológicos en que se basa dicha declaración.
En vista de este breve examen del tremendo volumen de evidencia que hay que confirma la autenticidad de la Biblia, ¿qué debemos creed? La respuesta es clara: ¡Creer la Biblia!
¿Se contradice la Biblia, como se dice tan a menudo?
No, pero sí contradice las enseñanzas o doctrinas religiosas de muchos que usan la Biblia. Si no contradijera a la mayoría de estos intérpretes religiosos, entonces, necesariamente, se contradiría ella misma, porque los maestros religiosos de la cristiandad no están de acuerdo los unos con los otros. El que emprende el estudio de la Biblia con una mente sincera e indagadora hallará que ésta presenta de manera clara y consistente el propósito de Dios para el hombre.
Dado que las supuestas contradicciones reciben gran publicidad gracias a los esfuerzos de los críticos, consideremos un ejemplo. Mateo 20:29-34 menciona que Jesús sanó a ciertos mendigos ciegos al partir de Jericó; Lucas 18:35-43 dice que lo hizo al entrar en la ciudad. El primer relato menciona dos mendigos, mientras que el segundo sólo se refiere a uno. ¿Contradicciones? No. Pudo haber sido dos diferentes ocasiones. Pero aunque tal no fuera el caso, en los días de Jesús Jericó era una ciudad doble, estando la antigua ciudad judía como a kilómetro y medio de la ciudad romana. De modo que lo relatado pudo haber acontecido al salir Jesús de una ciudad en camino a la otra. En cuanto al número de personas: Lucas relata la experiencia de una persona, pero Mateo suministra un detalle al decir que había otra persona allí también. Casos como éste hacen patente que no hubo colusión entre los escritores de la Biblia, de otro modo seguramente hubieran quitado declaraciones como las citadas que aparentan ser obvias contradicciones. Más bien declararon los hechos verídicamente.
Jesús dijo respecto a la Palabra escrita de Dios: “Tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17) Para que sea la verdad tiene que ser consistente. ¡Lo es!
¿Basta con tener fe?
“Sin fe es imposible lograr su buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser el galardonador de los que con sinceridad le buscan.” La fe es esencial, pero no es lo único que se necesita. “Si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, yo soy nada.”—Heb. 11:6; 1 Cor. 13:2.
Fe no es simplemente creer. La fe se funda en conocimiento. Requiere, no sólo creer, sino una razón para creer. “Fe es la expectativa segura de las cosas esperadas, la demostración evidente de las realidades aunque no se ven.” La fe en Dios y en sus propósitos se funda en la Biblia. La persona que no haya aprendido lo que la Biblia dice no puede ejercer fe en ella. Cuando sepa lo que dice, hará lo que dice si tiene fe en ella. Si no actúa, no tiene fe. “La fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.”—Heb. 11:1; Sant. 2:17.
Así que, junto con la fe, se requieren obras para hacerla válida. Y si las obras han de ser dignas de aceptación, tienen que ser impulsadas por amor.
¿Qué religión es la correcta?
La respuesta a esa pregunta puede ser una de varias, ya que depende del ente a quien usted quiere servir. La religión es servicio. Si usted quiere servirse a usted mismo, escogerá la religión que a usted le agrade. Si le interesa contar con la aprobación de sus vecinos, elegirá la religión que les agrade a ellos. Pero, si el deseo de usted es servir a Dios, querrá agradarle a él.
“La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el punto de vista de nuestro Dios y Padre” se explica en la Biblia. En Lucas 3:22 la Biblia nos dice que cuando Jesús se bautizó, Dios dijo: “Tú eres mi Hijo, el amado, yo te he aprobado.” La religión que Jesús practicó es la correcta. Él engrandeció el nombre de su Padre celestial, Jehová. El ‘no era parte de este mundo’ ni de sus movimientos políticos. Él predicó que el reino de Dios es la única esperanza del hombre. Él no simplemente afirmaba que tenía una religión; la practicaba. Los que practican la religión correcta hoy día siguen en sus pisadas.—Sant. 1:27; Juan 17:6, 16; 18:36.
No hay muchas religiones que estén en lo correcto. “Angosta es la puerta y estrecha la vía que conduce a la vida.” No es una vía amplia que permita que haya muchos diferentes conceptos de lo que Dios requiere. El apóstol Pablo aclaró esto, al decir: “Ahora los exhorto, hermanos, por medio del nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos ustedes deben hablar de acuerdo, y que no debe haber divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos con la misma mente y con la misma forma de pensar.” Esto es posible cuando dejamos “que sea Dios hallado veraz” por medio de aceptar la Biblia.—Mat. 7:14; 1Cor. 1:10; Rom. 3:4.
¿Qué nos sucede cuando morimos?
El fuego del infierno hace temblar a muchos; tratan de borrar la terrible perspectiva diciendo que no creen en eso. ¿Hay un alma inmortal que va al cielo cuando uno muere? Los que hallan la idea grata esperan que sí, de modo que dicen que lo creen.
Lo que le sucede al hombre cuando muere se explica claramente en Salmo 146:4 (margen): “Su aliento sale, él vuelve a su tierra, en ese día ciertamente perecen sus pensamientos.” Usted ha observado esto. Sabe que cuando una persona muere deja de respirar y dejan de funcionar sus procesos de pensar. Sin duda usted ha visto como bajan el cuerpo del difunto dentro de la tierra, y usted sabe que se vuelve polvo. ¿Se fué al fuego del infierno o fué arrebatado al cielo? Usted no vió ninguna evidencia de eso, ¿verdad? El cuerpo se colocó de nuevo en el polvo de la tierra; eso usted lo sabe. Pero, ¿no fué posiblemente el alma lo que fué a otro mundo? No. Ezequiel 18:4 dice claramente: “El alma que pecare, ésa es la que morirá.” (Mod) De modo que usted sí sabe lo que le sucede al hombre cuando muere; es decir, lo sabe si cree lo que ve.
Sin embargo, existe la esperanza de vida futura. Es por medio de la resurrección de los muertos que tienen la perspectiva de vida futura a base del sacrificio de rescate que Cristo Jesús pagó. (Mat. 20:28) “No se maravillen de esto, porque la hora viene en la cual todos los que están en las tumbas memorialescas oirán su voz y saldrán.” (Juan 5:28, 29) ¿Y cómo sabemos esto? ¿Qué prueba hay de ello?
¿Cree usted que Jorge Wáshington fué el primer presidente de los Estados Unidos de la América del Norte o que Alejandro Magno fué un gobernante griego? ¿Por qué? Porque eso es lo que nos dicen registros históricos dignos de confianza. Tal vez aquellos registros contengan muchas discrepancias, pero los hechos a que nos referimos se destacan con tanta claridad que los aceptamos. Bien pues, registros históricos dignos de aun más confianza, registros que no contienen ninguna discrepancia y que se hallan en la Biblia, nos dicen que hombres han sido resucitados de entre los muertos. El más sobresaliente de éstos fué Jesucristo. Él es el que, habiendo experimentádola él mismo, dice que una resurrección a vida futura, sea como criaturas espirituales tal como él o como humanos sobre la tierra, aguarda a todos los que Dios tiene en su memoria.—Apo. 1:17, 18; 1 Cor. 15:20, 21.
Estas cosas las podemos creer. Satisfacen el raciocinio. Están fundadas sobre evidencia que invita investigación. Se enseñan en la Biblia.
¿Qué cosa es el reino de Dios? ¿Cuándo vendrá?
Por más de 1.900 años hombres de fe han orado: “Venga tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” Aun antes de eso, fieles siervos de Dios esperaban “la ciudad que tiene fundamentos verdaderos y cuyo edificador y creador es Dios.” El reino en que cifran su esperanza los cristianos es el gobierno de Dios, “uno que pertenece al cielo,” pero que administrará los asuntos del género humano en justicia. Este lo establece Dios, no los hombres.—Mat. 6:10; Heb. 11:10, 16.
El establecimiento del Reino no es un suceso que se realizará en el futuro. ¡El Reino ya está establecido! De acuerdo con las profecías cumplidas de la Biblia, Cristo fué entronizado como Rey celestial y ha estado gobernando en medio de sus enemigos desde 1914 d. de J.C. Satanás y sus demonios, sabiendo que les queda poco tiempo, han fomentado el derrame de sangre y las calamidades que caracterizan a esta generación. En la batalla del Armagedón, que se peleará durante el tiempo en que vive esta generación, Cristo Jesús peleará victoriosamente y pondrá fin a los demonios y a toda su organización inicua.—Mateo, capítulo 24; Apo. 12:7-12.
Los súbditos de ese reino ‘no aprenderán más la guerra.’ La enfermedad y la muerte serán borradas de la tierra. Bajo la justa administración de ese gobierno del nuevo mundo la corrupción, la delincuencia y los hogares desbaratados serán algo del pasado.—Isa. 2:4; 11:1-5.
¿Podemos creer promesas tan maravillosas como éstas? ¡Sí! No es razonable cifrar uno su esperanza en las promesas que hacen los gobiernos humanos nacionales e internacionales de que ellos corregirán los males del mundo. Ellos no son nada más que hombres y no están en la debida posición ni tienen suficiente fuerza para hacerle frente a la causa de todo ello, Satanás el Diablo, el “dios de este sistema de cosas.” ( 2 Cor. 4:4) Pero Jehová es el Dios Todopoderoso, el Creador del universo, la Fuente de vida. Él se ha propuesto el Reino para la vindicación de su nombre y la bendición de los hombres obedientes, y su palabra no vuelve a él sin fruto.
El Dios Todopoderoso ha hecho toda provisión para satisfacer la mente indagadora de los que buscan la verdad. Nos invita a pedir: “Si alguno de ustedes carece de sabiduría, que siga pidiéndole a Dios.” Y nos aconseja que escuchemos cuando él habla: “Jehová empero está en su santo Templo: ¡guarde silencio delante de él toda la tierra!” Nos protege de la mentira equipándonos con la verdad y diciéndonos cómo contestar a los que dicen hablar en nombre de él. “No crean toda expresión inspirada, sino prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios, porque muchos profetas falsos han salido al mundo.” Dichas enseñanzas deben ser confrontadas con la Biblia.—Sant. 1:5; Hab. 2:20, Mod; 1 Juan 4:l.
Es vital conocer y creer la verdad. (Juan 17:3; Ose. 4:6, Mod) No cometa el error de razonar que porque cree en Dios y en su Palabra eso basta. Asegúrese de que usted conoce lo que cree y por qué lo cree. Siga fortaleciendo su fe por medio de estudiar la Biblia y seguir la dirección que ésta le da. Es urgente hacerlo ahora. Los testigos de Jehová considerarán un privilegio el ayudarle a conseguir este conocimiento que significa la vida de usted.