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Jesús tenía tiempo para los niños¡Despertad! 1980 | 8 de mayo
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pescaditos. Pero ¿qué son éstos entre tantos?” Jesús multiplicó los panes y los pescados de modo que miles de personas, incluso “mujeres y niñitos,” fueron alimentados y hubo sobrantes. Pero el punto es éste: el niño confió en Jesús y gustosamente le dio sus escasas provisiones. Igual de significativo es esto: el niño estaba entre la muchedumbre para ver y oír a Cristo Jesús.—Juan 6:2-14; Mat. 14:14-21.
Hay quienes piensan que a los niñitos no se les debe instruir en asuntos de adoración, sino que se debe esperar hasta que tengan más edad y puedan decidir por sí mismos. Jesús no tenía ese punto de vista. Cuatro días antes de morir, Jesús entró en el templo de Jerusalén y echó a los cambistas y a los que vendían animales para sacrificios y obtenían enormes ganancias al hacerlo. Esto arruinaba los negocios faltos de honradez de los principales sacerdotes y escribas, y éstos, por lo tanto, se resolvieron a deshacerse de Jesús. Pero optaron por quejarse de que los niños estaban alabando a Jesús y llamándolo Mesías. Sin embargo, Jesús citó el clamor de los niños como el cumplimiento de Salmo 8:2. El relato dice:
“Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas. Y les dijo: ‘Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración,” pero ustedes la hacen cueva de salteadores.’ También, vinieron a él ciegos y cojos en el templo, y los curó. Cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las cosas maravillosas que hizo y a los muchachos que estaban clamando en el templo y diciendo: ‘¡Salva, rogamos, al Hijo de David!’ se indignaron y le dijeron: ‘¿Oyes lo que éstos están diciendo?’ Jesús les dijo: ‘Sí. ¿Nunca leyeron esto: “De la boca de los pequeñuelos y de los lactantes has proporcionado alabanza”?’”—Mat. 21:12-16.
Sigue siendo agradable para Dios y Cristo Jesús el oír a los niñitos alabar a Dios y reconocer a Cristo como el rey a quien Jehová nombra sobre los nuevos cielos y una nueva tierra donde la justicia habrá de morar. No hay duda de que millones de niños que han muerto en los pasados milenios oirán la voz de Jesús cuando éste llame, y saldrán de sus tumbas para vivir en una Tierra paradisíaca. Aun ahora, miles y miles de niños cantan las alabanzas de Dios y de Cristo, y tienen la esperanza de sobrevivir a la grande tribulación y entrar en ese paraíso.—2 Ped. 3:13; Juan 5:25-29.
En una prefiguración de ese tiempo de resurrección para muchos niños, Jesús, cuando estuvo en la Tierra, respondió a la súplica por ayuda de un padre angustiado. Su hija estaba grave. Mientras Jesús estaba en camino para sanarla, llegó el mensaje, “¡Tu hija murió! ¿Por qué molestar ya al maestro?” Pero Jesús continuó su camino, llegó a la casa y dispersó a la ruidosa muchedumbre afligida que lloraba y se lamentaba, y entró a la casa. “Tomando la mano de la niñita, le dijo: ‘Talitha cumi,’ que, traducido, significa: ‘Jovencita, te digo: ¡Levántate!’ Y al instante la jovencita se levantó y echó a andar, pues tenía doce años. Y en seguida estuvieron fuera de sí con gran éxtasis.”—Mar. 5:22-24, 35-42.
Nosotros ahora, como Jesús cuando estuvo en la Tierra, debemos tener tiempo para los niños, sacar tiempo para ellos, acogerlos y hacer que ellos sientan que pertenecen a nuestro grupo. Así, en una justa nueva Tierra, tanto los jóvenes como los de mayor edad, juntos, sentirán gran éxtasis.
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‘Actitud de los cristianos primitivos’¡Despertad! 1980 | 8 de mayo
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‘Actitud de los cristianos primitivos’
En su libro The Ancient World, Willis Mason West escribió: “La actitud de los cristianos para con la sociedad contribuía a su falta de popularidad. Porque Cristo había predicado la paz, muchos de ellos rehusaban unirse a las legiones, o pelear, si se les reclutaba. Esto parecía traición, puesto que uno de los deberes principales del mundo romano era repeler el barbarismo. Además, los cristianos eran insociales; se abstenían de la mayoría de las diversiones públicas, por considerarlas inmorales, y rehusaban iluminar sus casas o adornar sus pórticos en honor de los triunfos nacionales.”
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