-
¿Va a una boda?La Atalaya 1974 | 15 de mayo
-
-
a apreciar lo ciertas que son las palabras del apóstol en el sentido de que “la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas,” incluso la felicidad en el matrimonio.—1 Tim. 4:8.
Los que están pensando seriamente en casarse también pueden beneficiarse a asistir a una boda como ésta. El oír al orador señalar brevemente los deberes así como los privilegios de los casados debe ayudarlos a adoptar un punto de vista maduro del matrimonio más bien que solo un punto de vista romántico sentimental, como si el matrimonio fuese un lecho de rosas. Se les ayudará a ver cuánta de la felicidad de uno en el matrimonio depende de factores prácticos, como el ser considerados, altruistas y atentos el uno para con el otro. También, se les grabará en la mente que en el matrimonio la gente sí tiene “tribulación en su carne” y que por eso tienen que estar dispuestos a “recibir lo amargo junto con lo dulce.”
BENEFICIÁNDOSE DE LA RECEPCIÓN
Hay conocidos de una pareja que se casa que adoptan la actitud de que no tiene tiempo para asistir a la ceremonia matrimonial en el Salón del Reino, pero sí tienen tiempo para las festividades que siguen, cuando habrá de beber y comer y baile. Se pudiera decir que esto es poner lo de segunda importancia antes de lo de primera importancia. Realmente, raya en el error que cometió el antiguo cazador Esaú, que prefirió un tazón de guisado de lentejas a las bendiciones espirituales de la promesa que primero se hizo a su abuelo Abrahán. La presencia de uno en la boda es una expresión de que uno estima a los que se están casando, pero la presencia de uno solo en la recepción puede significar que el interés principal de uno en la vida es divertirse.—Heb. 12:16.
Muchas veces se ha hecho que las recepciones de bodas entre los testigos de Jehová sean ocasiones de provecho y edificación espiritual. Recientemente, en una de éstas hubo discursos breves en los cuales combinaron el humorismo con el consejo práctico varios amigos allegados de la pareja nupcial. También se cantaron excelentemente cánticos cristianos que eran especialmente apropiados para la ocasión, y, por supuesto, las festividades comenzaron pidiendo la bendición de Dios sobre aquella ocasión.
Aquí también debe ejercerse cuidado para que la recepción se mantenga en un tono elevado y no decaiga al nivel del vivir desenfrenado o la diversión estrepitosa con borrachera, como a menudo sucede entre los mundanos. En suma, que en las recepciones de bodas también se preste atención a este consejo del apóstol: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” Al proceder así, se hará tanto de la ceremonia matrimonial como de las festividades posteriores a ella no solo ocasiones de gozo, sino también ocasiones para edificación mutua y rememoración preciada.—1 Cor. 10:31.
-
-
El traje de bodaLa Atalaya 1974 | 15 de mayo
-
-
El traje de boda
● Una costumbre interesante que en otros tiempos existía en el Oriente Medio esclarece las palabras de Jesús en Mateo 22:11-13, donde dice que a los invitados a la boda se les daban trajes de boda. Individuos que han viajado por las tierras bíblicas informan que, antes que la influencia occidental modificara ciertas costumbres, recibieron trajes de boda cuando asistieron a banquetes de boda. Estos trajes eran mantos largos con mangas sueltas que ellos podían dejar colgar sobre su ropa.
Un sirio nativo informa que el padre del novio suministraba estos trajes, que se hacían de material barato pero de vivos colores. Esto se hacía por si algún pobre venía sin tener ropa apropiada para ataviarse. Si algún invitado no se ponía este traje, el gobernador de la fiesta podía reprenderlo.
-