¿Cuándo se hará la voluntad de Dios en la Tierra?
“VENGA tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:10.
Han pasado mil novecientos años desde que Jesús de Nazaret dijo por primera vez esas palabras como parte de una oración modelo que dio a sus discípulos. Desde entonces miles de millones de personas las han repetido, miles de millones de veces, por toda la Tierra.
¿Es lo que vemos en la Tierra hoy día un cumplimiento de esa oración? Obviamente la respuesta es: ¡No! Algunas personas quizás traten de asegurarnos que la humanidad está en condición excelente y que el futuro tiene buen aspecto. Pero sus declaraciones tienen un sonido falso cuando se comparan con la realidad misma.
No son fanáticos desesperados, sino presidentes, estadistas, científicos, historiadores y otros hombres a quienes se estima los que hoy día expresan grave preocupación por el futuro del hombre. Advierten que esta Tierra fácilmente podría convertirse en una tumba colosal para los hombres y los animales si no se halla la solución —y si no se halla rápidamente— para los problemas principales que afrontan los habitantes del planeta. No solo hay el posible comienzo de la III Guerra Mundial en la cual proyectiles intercontinentales que lleven bombas de hidrógeno crucen los cielos, sino también el ya existente envenenamiento por la contaminación en masa del aire, la tierra y el agua, el problema de alimentar a una creciente población mundial que presenta la amenaza de duplicarse en los próximos treinta años, además del derrumbe de respeto a la autoridad y a las normas de la conducta moral.
¿Qué solución, entonces, ofrecen los hombres? Recientemente, Carlos A. Lindbergh, tratando de la necesidad urgente de impedir que la tecnología moderna le haga más daño a la Tierra, dijo: “Necesitamos una norma y plan que abarque todo nuestro planeta y se extienda, hasta donde la capacidad humana permita, al espacio y el tiempo.”
Pero, ¿quién puede ofrecer un plan de esta índole que abarque toda la Tierra o formular una norma mundial que surta efecto y controle eficazmente las capacidades humanas? ¿Son los científicos —los que desarrollaron las armas atómicas y la tecnología moderna que ahora pone en peligro nuestro ambiente— los que deban formular dicho plan? ¿Y qué gobierno, o combinación de gobiernos, podría garantizar que se pondría en vigor esa norma si se produjera?
Si su mente se dirige a la organización internacional más extensa que los hombres han producido hasta ahora, las Naciones Unidas, ¿qué seguridad encuentra usted? Hablando ante un congreso de federalistas mundiales, el secretario general de las N.U., U. Thant, pidió reformas en las Naciones Unidas y un “cuerpo de ley mundial que se haga cumplir” respaldado por “las funciones ejecutivas, legislativas y judiciales necesarias,” diciendo: “La degradación de nuestro ambiente está tan grave ahora que a menos que se emprendan medidas inmediatas, la mismísima capacidad del planeta mismo para sustentar la vida humana estará en duda.”
Unos dos meses después, cuando inauguró la vigesimoprimera sesión anual de la Asamblea General de las N.U., Thant preguntó: “¿No es ya hora de que los líderes de este mundo se aparten radicalmente de los errores del pasado y se den cuenta de que el entendimiento, el amor y la tolerancia son las formas más elevadas de interés en nuestro planeta pequeño e interdependiente?”
“El entendimiento, el amor y la tolerancia”... ¿han progresado las Naciones Unidas en enseñar estas cualidades e inculcarlas en la mente y corazón de las personas por dondequiera, en toda la Tierra? Los hechos dicen: No. ¿Podemos confiar en que las religiones del mundo lo hagan? No cuando vemos el poco éxito que han tenido en sus siglos de existencia y observamos lo inestables y afligidas que están ellas mismas.
MODO DE DIOS PARA EFECTUAR EL CAMBIO NECESARIO
La Biblia muestra que el Creador de la Tierra, del hombre y de toda forma de vida, es el Único que puede proveer y proveerá la dirección global y la guía moral que los habitantes de este planeta necesitan tan desesperadamente. El medio que él ha escogido para efectuar esto es un gobierno, basado en el cielo y que tiene por cabeza a su propio Hijo, Cristo Jesús. Ese gobierno es el Reino por el cual se ha estado orando por siglos.
Pero quizás alguien diga ahora: “Pero, ¿es práctico el que cifremos nuestra esperanza en Dios para que enderece los asuntos de la Tierra si, después de diecinueve siglos, esa oración todavía no se ha cumplido?”
¿No sería mejor preguntar: “¿Cuán práctico es seguir cifrando la esperanza en los hombres imperfectos para que efectúen el trabajo cuando, después de todos estos siglos, sus líderes ahora confiesan su preocupación y hasta su inquietud por el futuro de la humanidad en conjunto?” En vez de pensar que es extraño dirigirse al Dios eterno para la esperanza del futuro, ¿no es mucho más extraño que la gente siga confiando en hombres moribundos para que la saque de la situación del mundo, que va empeorando?
Hombres de negocios reconocen que para que haya cualquier mejoramiento verdadero tiene que haber plena cooperación de parte de la gente, de los gobernantes y de los súbditos, en toda la Tierra. El egoísmo, nacional e individual, tiene que ser puesto a un lado. ¿Ve usted personalmente algún progreso genuino en esa dirección? ¿Está cambiando la gente de su vecindario y yendo en esa dirección?
Sin embargo, no se equivoque en cuanto a ello. La Biblia no dice que el cambio necesario se efectuará mediante la conversión mundial de todas las personas por las organizaciones religiosas. Predijo con términos llanos que las condiciones en la Tierra llegarían a su situación actual por la mismísima razón de que las naciones —gobernantes y gente en general— rehusarían obstinadamente someterse a la voluntad de Dios y poner su vida en armonía con ella.
En el último libro de la Biblia se muestra que las naciones de la Tierra, sus ejércitos, y la gente, tanto del ‘mundo libre’ como del ‘mundo esclavizado,’ están opuestos a que se lleve a cabo la voluntad de Dios para la Tierra por su reino. Por esa razón, a Cristo Jesús se le representa ‘pastoreando las naciones con una vara de hierro,’ librando a la Tierra de todos los que se oponen a la gobernación de su Reino. (Rev. 19:11-21) Esto es, de hecho, lo que usted pide en oración si ora: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”
1914, PUNTO DE VIRAJE
Tan remotamente como en su número de marzo de 1880, esta revista, La Atalaya, llamó la atención a las profecías bíblicas que enfocaban en el año 1914 como la fecha en que terminaría lo que Jesús llamó los “tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:24) Eso significaría que los sistemas de este mundo entonces entrarían en sus “últimos días” que llevarían a una “tribulación grande” en la cual terminarían para siempre esos sistemas, y serían reemplazados por un nuevo sistema hecho por Dios. (2 Tim. 3:1; Mat. 24:21, 22) Cada año que ha pasado desde 1914 ha servido para fortalecer nuestra convicción de que así ha sucedido.
Como dijo el historiador británico H. R. Trevor-Roper en 1954: “Desde 1914 el mundo ha tenido un nuevo carácter: un carácter de anarquía internacional.” Diez años más tarde, Konrad Adenauer, entonces canciller de Alemania, declaró: “La seguridad y la quietud han desaparecido de la vida de los hombres desde 1914.”
Esta revista también ha demostrado repetidas veces, usando las Escrituras, que las condiciones angustiosas que se han presentado e intensificado desde 1914 son prueba sólida de que vivimos en la generación que verá efectuada la voluntad de Dios en la Tierra. Sí, que ahora podemos hacer lo que dijo Cristo Jesús: “Levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca. . . . Cuando vean suceder estas cosas, conozcan que está cerca el reino de Dios. En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo hasta que sucedan todas las cosas.”—Luc. 21:28-32.
Los hombres de este mundo no le ofrecen a usted nada estable, nada seguro. Sus promesas y predicciones de cosas mejores han fallado vez tras vez. ¿Por qué dejar que lo lleven con ellos en un derrotero que va constantemente en descenso hasta el desastre final porque rechazan la voluntad de Dios? La Palabra profética de Dios no ha fallado. El tiempo ha confirmado su veracidad, su exactitud infalible. La generación que vio el principio del tiempo de angustia que comenzó en 1914 ahora va menguando. Antes que pase de la escena vendrá la “tribulación grande” profetizada. Usted puede hallarse entre los sobrevivientes gozosos, experimentar liberación de un sistema mundial que ha demostrado ser opresivo, impráctico y mortífero. ¿Por qué no investiga la Palabra profética de Dios y busca conocimiento y entendimiento que le proporcione la fe que necesita para aguantar con perseverancia ahora y conseguir el privilegio de la vida en el justo nuevo orden de Dios? Los testigos de Jehová ofrecen ayudarle a conseguir ese conocimiento fortalecedor, dador de vida. ¿Por qué no nos escribe pidiendo esa ayuda, que se da gratuitamente?
[Recuadro de la página 389]
“CUANDO VEAN SUCEDER ESTAS COSAS, CONOZCAN QUE ESTÁ CERCA EL REINO DE DIOS.”
“Se levantará nación Desde 1914 dos guerras mundiales
contra nación y reino han matado a más de 69.000.000
contra reino.”a de personas.
“Habrá escaseces de Se dice que la mitad del mundo
alimento . . . en un está desnutrida; 3.500.000 mueren
lugar tras otro.” cada año por desnutrición.
“En un lugar tras otro De 1918 a 1919 unos 500.000.000
pestes.” de personas fueron atacadas por
la influenza española; 21.000.000
murieron. Otras enfermedades hacen
sus víctimas.
“Habrá . . . terremotos Desde 1914 se ha registrado un
en un lugar tras otro.” número que es casi el doble del
número de terremotos importantes
que han acontecido durante los
200 años anteriores.
“Aumento del desafuero.” Una plaga de violencia y desafuero
barre ahora por la Tierra.
“Los hombres desmayan Se dice que el temor es “la más
por el temor.” grande emoción individual” que
hoy domina a la vida de la gente.
“Estas buenas nuevas del Los testigos de Jehová predican
reino se predicarán las buenas nuevas del reino en
en toda la tierra 206 países; su literatura se
habitada . . . y entonces publica en 165 idiomas.
vendrá el fin.”
[Nota]
a Estas profecías dadas por Jesucristo se encuentran en Mateo, capítulo 24, y Lucas, capítulo 21.