¿Qué se necesita para hacerlo feliz a usted?
“Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.”—Mat. 5:3.
1, 2. ¿Qué determina lo que la criatura requiere para disfrutar de felicidad?
¿QUÉ se necesita para hacer feliz al polvo? Nada, porque el polvo carece de la facultad de sentir. Pero, ¿qué hay si el Creador toma ese polvo y hace un organismo vivo? Entonces, ¿qué se necesita para hacerlo feliz? Depende de lo que Dios haya hecho de ese polvo. Si ha hecho un organismo unicelular no se necesitaría mucho. Un poco de oxígeno, un poco de humedad, una pequeña cantidad de alimento, y las necesidades de tal organismo quedarían plenamente satisfechas.
2 Pero, ¿qué hay si Jehová tomase ese polvo e hiciera de él un hombre? ¿Qué se necesitaría para hacerlo feliz? Se necesitaría cierta porción de aire y agua y alimento, pero se necesitaría mucho más que eso. El hombre es más complicado que un organismo unicelular y sus necesidades son mucho mayores. Dios lo hizo con ciertos apetitos y si el hombre ha de ser feliz éstos tienen que ser satisfechos. El hombre hace automóviles para que funcionen con gasolina que necesita aire mezclado con ella y una chispa para encenderla. Satisfaga usted estas necesidades y el motor zumbará; permita usted que se introduzca agua en la gasolina y el motor chisporroteará y se apagará. Asimismo, Dios hizo al hombre con necesidades que tienen que satisfacerse si el hombre ha de funcionar felizmente. Se necesita más que sólo aire y agua y alimento. El hombre no vive sólo de pan, de provisiones materiales solamente.
3. ¿Por qué son mayores las necesidades del hombre que las de otras criaturas terrestres?
3 Dios no hizo al hombre a la imagen y semejanza de alguna otra criatura terrestre. Él fué hecho de acuerdo con un modelo superior: “Y Dios prosiguió y dijo: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, de acuerdo con nuestra semejanza, y que tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal reptante que se arrastra sobre la tierra.’” El hombre fué hecho a la imagen de Dios, lo cual significa que tenía los atributos divinos de sabiduría, poder, justicia y amor. A causa de esto el hombre tiene necesidades que son superiores a las simples provisiones materiales que bastan para satisfacer a los peces y a los pájaros y a las bestias salvajes y domésticas.—Gén. 1:26.
4. ¿Cómo se manifiesta el hambre de la mente y cuál es la mejor manera de satisfacerla?
4 El haber dado Jehová al hombre el atributo de sabiduría no significa que el hombre principió con la cabeza llena de conocimiento. Significa que se le dió un cerebro con hambre de conocimiento y la capacidad para recibirlo. El hambre que tiene el cerebro desde el nacimiento se manifiesta por la mirada atenta del bebé y por sus manos activas que siempre están tratando de alcanzar las cosas para tocar las y llevar las a la boca para someterlas a más prueba. Cuando puede hablar, preguntas fluyen de su boca en una corriente interminable, para asombro, desconcierto, exasperación y agotamiento de los adultos. Pero la andanada es para satisfacer una curiosidad y hambre naturales, y nadie debe desanimar esta búsqueda de conocimiento en los jóvenes ni deben perderla los mayores. Los nervios introducen sus mensajes en el cerebro, y el cerebro tiene el poder de registrarlos, reflexionar acerca de ellos, digerirlos, pensar abstractamente sobre ellos y llegar a conclusiones acerca de ellos. A un grado grande nosotros vivimos con nuestros pensamientos, pero éstos tienen que venir de alguna parte. Mientras más riqueza hay en nuestro pensar más rica es nuestra vida. Los pensamientos más ricos son los pensamientos de Jehová; por eso para enriquecer sobremanera nuestra vida tenemos que extraer la sabiduría atesorada en su Palabra: “Si sigues buscándolo como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues buscándolo, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y encontrarás el mismo conocimiento de Dios.”—Pro. 2:4, 5.
5. ¿Cómo puede traer felicidad el atributo de poder del hombre?
5 Jehová hizo al hombre con el atributo de poder; y con sabiduría para dirigir sus manos en el trabajo, el hombre tiene el poder de desempeñar muchas cosas que proporcionan felicidad y satisfacción profunda. Él puede plantar flores, cultivar productos de la tierra, edificar casas, inventar máquinas. Puede escribir poesía o pintar cuadros o componer música. Si obtiene su sabiduría de parte de Dios y usa su poder en armonía con la voluntad de Jehová él felizmente obtiene “la paz de Dios que sobrepasa a todo lo que se pueda pensar.” Pero el hombre puede abusar de su sabiduría y poder, y si lo hace su capacidad para hacer mal es grande.—Fili. 4:7.
6. ¿Por qué afecta la felicidad el atributo de justicia?
6 Para impedir esto, al hombre se le dió otro atributo divino, el atributo de justicia. El hombre es una criatura moral que tiene la habilidad de conocer lo correcto y lo incorrecto, y cuando el sentido de la justicia es hollado bajo los pies del mal esto lastima la conciencia y ella protesta. Aun si a causa de maldad habitual la conciencia se cauteriza y se acalla hay sentimientos interiores de culpabilidad que perturban y trastornan y pueden ocasionar enfermedades psicosomáticas. Tan atrincherado está en el hombre el sentido moral que aún los pecadores crónicos tratan de justificar su mal como bien, como escribió Isaías: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno, y a lo bueno malo; que ponen tinieblas por luz, y luz por tinieblas; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” Podrán enterrar su maldad y ocultarla de la vista, pero no la quitan de la mente, y si han de tener completa felicidad y contentamiento no pueden pasar por alto esta verdad bíblica: “Mejor es un poco con justicia que una abundancia de productos sin justicia.”—Isa. 5:20, Mod; Pro. 16:8.
7. ¿Por qué es tan importante el atributo de amor?
7 Pero la cualidad que funde perfectamente todas las facultades y poderes es el amor. Equilibra apropiadamente todos los atributos. Su alcance e importancia se reflejan en esta breve declaración: “Dios es amor.” El amor no es pasivo, sino activo; y se expresa con actos que son agradables y provechosos a la persona amada. A causa de que nos amamos velamos por nosotros mismos, nos cuidamos nosotros mismos, proveemos para nosotros mismos, nos protegemos a nosotros mismos. Debemos amar a otros como nos amamos a nosotros mismos, haciendo cosas para el bienestar de ellos también. El amor que mostramos a otros hace que otros nos muestren amor a nosotros, y es necesario que nosotros expresemos y recibamos amor si hemos de ser felices. Si no expresamos amor a otros nos hacemos personas que se concentran en ellas mismas. Si no recibimos amor ni lo aceptamos de otros podemos ser aplastados y quizás nos retiremos como un caracol dentro de su concha, o tal vez nos rebelemos en amargura y nos zambullamos en la delincuencia. No hay felicidad sin amor.—1 Juan4:8.
8, 9. ¿Qué impulso natural tienen los hombres, y cómo tiene que ser satisfecho?
8 Necesitamos amar a Jehová, necesitamos conocerlo y adorarlo para sentirnos seguros. Fuimos creados con el impulso de hacerlo. En la revista Woman’ s Home Companion de abril de 1954, el artículo “Nacemos para creer” tiene este subtítulo: “Todos sentimos un impulso hacia Dios tan poderoso como nuestros instintos hacia el sexo y el hambre, dice una osada escuela nueva de pensamiento psiquiátrico.” Este artículo escrito por un doctor declara: “Si los hombres y las mujeres reconocieran lo necesario que les es una creencia en Dios y en otro motivo para vivir que el de sus placeres personales, esta nueva escuela dice, podrían hallar tranquilidad de ánimo y felicidad. . . . Los hombres y las mujeres no sólo son impulsados por el sexo y la ambición sino también por una necesidad dominante de Dios. Tienen que vencer la noción del día moderno de que la religión y Dios no son necesidades verdaderas y que no es propio del que se considera sabio buscarle un aspecto espiritual a la vida.”
9 Realmente, es este impulso de adorar a un poder superior lo que explica el desarrollo de tantas religiones, aun entre los salvajes. La necesidad es real y procuran satisfacerla. Dejados a su propio arbitrio y a su propio pensar, o a líderes ciegos, la gente satisface tal necesidad de la manera incorrecta, con religiones incorrectas, quizás adorando imágenes o acudiendo a mediums espiritistas o a las estrellas del cielo para obtener guía. En tiempos modernos este impulso de adorar a Jehová se pervierte con el idolatrar a estrellas de cine, atletas, políticos o científicos. Muchos hacen del dinero un dios; su religión es seguir tras el placer. Pero ninguno de estos substitutos alimenta satisfactoriamente nuestra hambre inherente de Dios. Sólo usando nuestra mente para aprender los mandamientos de Dios y entender sus principios y luego ponerlos en práctica podemos satisfacer correctamente el impulso y manifestar nuestro amor a Dios, pues “esto es lo que el amor de Dios quiere decir, que observemos sus mandamientos.” Si no satisfacemos esta necesidad carecemos de felicidad completa, pues Jesús habló verdad cuando dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.”—1 Juan 5:3; Mat. 5:3.
¿QUÉ ES MATERIALISMO?
10. ¿Qué es materialismo?
10 El gran enemigo de nuestra necesidad espiritual es el materialismo. ¿A qué nos referimos como materialismo? No al alimento y la ropa y el abrigo. “Su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas,” dijo Jesús. No es materialismo el que usted se provea de buen alimento y ropa buena y un hogar cómodo. El materialismo no necesariamente es el tener un aparato de televisión o un automóvil elegante o una cuenta bancaria considerable. Pero si tenemos un amor a la comida que nos hace glotones, un amor a la ropa que nos hace vanidosos, un amor a la casa que nos enorgullece; si tenemos una afición a la televisión que se engulle nuestro tiempo, si tenemos el deseo de poseer un automóvil costoso para hacer una exhibición impresionante, un amor al dinero que nos hace avarientos, entonces hemos sido hechos presa del materialismo. Está bien tener cosas materiales, pero cuando éstas llegan a ser un ismo para nosotros son un mal. “Ismo”, significa, según el diccionario de Wébster, “una doctrina, ideal, sistema, o práctica característico;—generalmente en sentido despectivo.” Cuando las cosas materiales llegan a ser nuestra principal mira o ideal y el esforzarnos por conseguirlas llega a ser como una doctrina orientadora para nosotros, estamos practicando el materialismo.—Mat. 6:32.
11. ¿Qué daño puede resultar debido a tener muy poco?
11 Teniendo necesidad inherente de cosas materiales y cosas espirituales, tenemos que lograr el equilibrio correcto. El tener demasiadas o el tener muy pocas provisiones materiales puede ocasionarnos daño espiritual: “No me des ni pobreza ni riquezas. Permíteme devorar el alimento prescrito para mí, para que no esté demasiado lleno y realmente [te] niegue y diga: ‘¿Quién es Jehová?’ y para que no empobrezca y realmente robe y asalte el nombre de mi Dios.” Algunas religiones hacen una virtud de la. pobreza pero el sufrimiento físico deliberado es falso y una burla: “Esas mismas cosas, en verdad, dan una apariencia de sabiduría consistente en una forma autoimpuesta de adoración y humildad ficticia un tratamiento severo del cuerpo, pero no son de ningún valor en combatir la satisfacción de la carne.” Si no se satisfacen las necesidades materiales sobreviene sufrimiento, se siembra amargura y crece hostilidad, y el fruto producido es culpar a Jehová por las dificultades maldecirlo a causa de las angustias, y recurrir al latrocinio para satisfacer las necesidades. La escasez material puede resultar en pobreza espiritual.—Pro. 30:8, 9; Col. 2:23.
12. ¿Qué daño puede resultar debido a tener demasiado?
12 Pero una abundancia puede echar fuera la espiritualidad, hasta puede empujar hacia fuera del corazón a Jehová y dejar e1!trar a un dios falso: “Su fin es destrucción, y su dios es su vientre, y su gloria consiste en su vergüenza, y tienen su mente sobre cosas en la tierra.” Tales personas han hecho de su carne su dios y el materialismo es su credo. Se idolatran a sí mismas, son culpables de idolatría, pues Pablo habló de la “codicia, que es idolatría,” y de la “persona voraz—que significa ser idólatra.” De modo que nosotros podemos tener demasiado materialmente y comenzar a sentirnos independientes aún de Jehová, pensando que no lo necesitamos. Pudiéramos dejar de reconocerlo como nuestro Proveedor y preguntar con el espíritu de Faraón de la antigüedad: “¿Quién es Jehová?” Si eso sucediera, ¡qué vergüenza para nosotros llegaría a ser el gloriarnos en las cosas materiales!—Fili. 3:19; Col. 3:5; Efe. 5:5.
13. ¿Qué advirtió Jehová a Israel concerniente al materialismo?
13 Jehová advirtió a los de Israel que la riqueza material podía cegarlos espiritualmente: “Cuando hayas comido y te hayas satisfecho, entonces debes bendecir a Jehová tu Dios por la buena tierra que te ha dado. Cuídate de que no te olvides de Jehová tu Dios de modo que no observes sus mandamientos y sus decisiones judiciales y sus estatutos que yo te estoy mandando hoy; no sea que comas y de veras te satisfagas y edifiques casas buenas y de veras habites en ellas, y tu vacada y tu rebaño aumenten y aumenten para ti la plata y el oro y todo lo que es tuyo aumente; y tu corazón de veras se ensalce y de veras te olvides de Jehová tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa, de esclavos; . . . y digas en tu corazón: ‘Mi propio poder y la plena fuerza de mi propia mano me han hecho esta riqueza.’ Y tienes que recordar a Jehová tu Dios, porque él es el dador de poder a ti para que hagas riqueza.” Y en canto poético se usó a Moisés para amonestar a Israel, dirigiéndose a esa nación mediante el título honorario de Jesurún: “Cuando Jesurún comenzó a engordar, entonces pateó. Has engordado, has engrosado, te has hartado. De modo que abandonó a Dios, quien lo hizo, y despreció a la Roca de su salvación.”—Deu. 8:10-14, 17, 18; 32:15.
LA COMEZÓN DEL DINERO
14, 15. ¿Qué razón falsa se da a veces para hacer del dinero un dios, y cuál es la razón verdadera?
14 ¿Por qué hacen los hombres un dios del dinero? Los que sirven a las riquezas quizás nieguen que éstas sean su dios. Dirán que se necesita dinero para vivir. Se necesita dinero para comer, para comprar ropa, para tener un hogar. Eso es cierto y es una razón para ganar dinero, pero las cosas no paran allí para los que adoran el dinero. Si el dinero no es más que un medio para proveer cosas necesarias y aún algunas cosas adicionales para esparcimiento, entonces mientras más dinero ganara usted más de esos deseos serían satisfechos y menos dinero adicional querría usted. Pero, ¿cuántas personas lo consideran así? Hace unos cuantos años científicos sociales entrevistaron a centenares de norteamericanos de todo nivel de ingresos, preguntando si estaban satisfechos con la cantidad de dinero que ganaban. La mayoría no estaba satisfecha con sus ingresos. El que ganaba $5,000 al año quería ganar $10,000; el que ganaba $10,000 quería $20,000; el que ganaba $20,000 quería $50,000. Aun los que tenían millones querían más millones. Informaron los que efectuaron las entrevistas: “Como regla general es cierto que mientras más dinero tiene una persona, más quiere.”
15 El dinero ha llegado a ser un símbolo de buen éxito. Se cree que el dinero trae seguridad, reconocimiento, prestigio, amigos y amor. Estas son cosas que el hombre necesita, pero sólo se satisfacen parcial e inadecuadamente por medio de adquirir dinero. Si es por medio del dinero que tenemos seguridad o alguna posición en la comunidad, cuando el dinero se va también se van la seguridad y el reconocimiento. Si tenemos amigos porque tenemos dinero, si somos amados a causa de nuestro dinero, nuestros amigos y los que nos aman se desvanecen con nuestro dinero. Nosotros queremos ser amados por lo que somos no por lo que tenemos. El dinero no es el alimento que satisfaga estos apetitos humanos, y por eso no importa cuánto los hartemos de dinero nunca quedan alimentados satisfactoriamente. La Biblia registró esta verdad hace tres mil años: “Un simple amante de la plata no se satisfará con plata, ni ningún amante de la riqueza con los ingresos. Esto también es vanidad.”—Ecl. 5:10.
16. ¿Por qué no hay descanso para los que están afligidos con el materialismo?
16 El buscar la felicidad siguiendo tras el dinero es semejante a seguir tras los arco iris y excavar donde terminan para obtener ollas de oro: usted nunca la encuentra. Pero las personas engañadas jamás cesan de seguir tras el arco iris del materialismo, no entendiendo que la necesidad que ellos creen que el dinero alimentará absolutamente no se satisface con él. Lo que es honrado en una sociedad es lo que las personas de esa sociedad cultivan, y puesto que el dinero es lo que se honra en este siglo materialista eso es lo que tantas personas buscan. Miden el valor de un hombre por sus posesiones. Ven un automóvil nuevo y lo quieren y lo compran. Mientras están pagándolo ven una casa nueva que quieren. La compran pero hacen los pagos durante un largo período de tiempo. Todavía no satisfechos, ven muebles nuevos que tienen que tener, y los obtienen bajo el plan de “usted los usa mientras los paga.” Para ahora ha pasado un año y han salido los automóviles del modelo nuevo. Tienen que tener uno. No funciona mejor que otros. Cualquier diferencia que pueda tener se halla más en la imaginación de las personas que debajo de la cubierta del motor. Pero tienen que tener lo más nuevo, lo más reciente, lo mejor, y cuando obtienen eso rápidamente piensan en otra cosa que quieren y su vida se deteriora de modo que están corriendo tras ellos mismos en círculos de materialismo. Son atrapados en la vorágine de la mundanalidad: “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.”—1 Juan 2:16.
17. ¿Qué mal padecen muchos, y a qué conduce?
17 Tienen la comezón del dinero. Mientras más se rascan más comezón tienen, y mientras más comezón tienen más se rascan. La comezón de las palmas de la mano no se cura rascándolas; se inflaman cuando se hace eso. El abstenerse de rascarse es la manera de disminuir la comezón. Pero tienen la mente puesta en el dinero y el amor al dinero se halla en su corazón, y ésa es la raíz de su mal. No es el dinero, sino el amor al dinero; no es los placeres, sino el amor a los placeres; no es la casa ni los muebles ni el automóvil, sino el amor a la casa o a los muebles o al automóvil. Es este amor a cosas materiales lo que no deja lugar a la espiritualidad en la mente ni en el corazón, lo que ocupa la vida y mina la fuerza hasta que no queda tiempo ni fuerza para satisfacer las necesidades espirituales. Es en este amor al dinero que la ruina de muchos está arraigada: “Porque nada hemos traído al mundo, ni tampoco podemos llevar cosa alguna. Teniendo pues alimento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas. Sin embargo, los que se resuelven a ser ricos caen en la tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y esforzándose para lograr este amor algunos han sido desviados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:7-10.
HAGA LUGAR PARA EL ESPÍRITU
18. ¿Qué textos bíblicos muestran el conflicto entre la carne y el espíritu, y a qué conduce cada uno?
18 El apóstol Pablo no se dejó embaucar por su carne caída: “Sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno habita; porque habilidad para desear está presente conmigo, pero habilidad para desempeñar lo que es recto no está presente. Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. Verdaderamente me deleito en la ley de Dios de acuerdo con el hombre que soy dentro, pero contemplo en mis miembros otra ley peleando contra la ley de mi mente y conduciéndome cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” La carne significa la criatura humana caída con sus tendencias, inclinaciones, impulsos y deseos pecaminosos. Esta carne se vende bajo el pecado como esclava del pecado, y el pecado como amo suyo la impele contra la ley espiritual de Dios que entra en nuestra mente mediante un estudio de la Palabra de Jehová. La carne pecaminosa se opone al espíritu y nos obliga a hacer cosas que quisiéramos evitar: “Porque la carne está contra el espíritu en su deseo, y el espíritu contra la carne, porque éstos están opuestos el uno al otro, de manera que las mismas cosas que ustedes quisieran hacer no las hacen.” Si nuestro espíritu o disposición mental está de acuerdo con el espíritu de Jehová y su Palabra, nos dirigirá en los caminos correctos, y el espíritu tiene que triunfar sobre nuestra carne opositora si hemos de vivir en vez de morir: “Los que están de acuerdo con la carne fijan su mente en las cosas de la carne, pero los que están de acuerdo con el espíritu en las cosas del espíritu. Porque el atender a la carne significa muerte, pero el atender al espíritu significa vida y paz.”—Rom. 7:18, 19, 22, 23; Gál. 5:17; Rom. 8:5, 6.
19. ¿Qué hay que incluir cuando se cuenta el costo total del materialismo?
19 Con la ayuda del espíritu de Jehová y por medio de guardar nuestro espíritu de acuerdo con el de él podemos triunfar sobre la carne caída. Pero esto significa que tenemos que hacer lugar para las cosas del espíritu. El buscar cosas materiales que en sí mismas no son malas puede resultar en nuestra ruina al consumir todo nuestro tiempo. Si usted no puede apagar la televisión cuando debe ser apagada, ella le costará a usted más que el precio de compra. Le cuesta a usted el tiempo de verla. Puede costarle a usted el concurrir a las reuniones o revisitas o estudios bíblicos. A causa de su automóvil costoso o casa hermosa tal vez tenga usted que dejar el privilegio de enseñar a alguien la verdad o de entrenarlo para servir a Jehová. Cuente el costo total del materialismo. Cuente más que los dólares y centavos que se hallan en las etiquetas de los precios. Cuente el costo en cuanto a la espiritualidad también. No había nada malo en que el joven gobernante rico tuviera riquezas, pero ello le impidió seguir a Jesús, lo cual estuvo mal. No había nada malo en el acto de examinar una compra de bueyes, o en estar con una nueva esposa, o en ver un pedazo de propiedad acabado de comprar; pero si las cosas inofensivas le impiden a usted servir a Jehová se hacen dañinas. Usted puede permitirles que se conviertan en espinos que ahoguen lo bueno: “Todavía hay otros que son sembrados entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra, pero las ansiedades de este sistema de cosas y el poder engañoso de la riqueza y los deseos de las demás cosas hacen incursiones y ahogan la palabra, y ésta se hace infructífera.”—Mar. 4:18, 19.
20. ¿Qué deben considerar los que tratan de renunciar al materialismo, y qué dijo Pablo en cuanto al asunto?
20 Desarraigue usted el materialismo para hacer lugar para el espíritu. “No apaguen el fuego del espíritu,” amonesta Pablo. Un fuego necesita aire; si se le amontona demasiado material combustible, el fuego queda sofocado. No sofoque usted el fuego del espíritu con una sobrecarga de preocupaciones y posesiones materiales. Tomando en cuenta que el tiempo y la energía están limitados “ustedes no pueden ser esclavos de Dios y de las Riquezas.” ¿Qué escogerá usted? ¿Se le hace difícil decidirse a renunciar al materialismo? Entonces considere esto. Usted ha principiado estudios bíblicos con personas que más tarde los suspendieron cuando vieron las obligaciones de servicio. Usted sabía que estaban equivocadas, que no deberían haberse preocupado acerca de tales cosas, porque con el tiempo al aprender más se habrían fortalecido y habrían querido predicar. Ellas podían ver lo que tenían que dejar, pero eran demasiado nuevas para apreciar lo que ganarían. Bueno, algunos testigos son semejantes a esto concerniente al materialismo. Ven lo que se les pide que dejen, pero no aprecian lo que ganarán espiritualmente. Pero pueden creer lo que Pablo dijo, puesto que él estaba inspirado: “Verdaderamente considero también que todas las cosas son pérdida a causa del valor sobresaliente del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he aceptado la pérdida de todas las cosas y las considero un montón de basura, para que pueda ganar a Cristo.” Por eso mire usted más allá de la pérdida material para ver la ganancia espiritual que convierte en nada la pérdida.—1 Tes. 5:19; Mat. 6:24; Fili. 3:8.
21. ¿Cómo tratan algunos de justificar su materialismo, y qué dijo Pablo en cuanto al asunto?
21 El materialismo deja su marca en la persona. Observe al hombre que se inclina hacia las cosas materiales. Ahora da más atención a su ropa, a su vivienda, a su automóvil, a las diversiones. Tal vez sostenga que su posición exige que presente una buena apariencia, que el mundo espera tal cosa de él. Pero aguarde, ¿Es el puesto de él superior al de Jesús cuando estuvo en la tierra? ¿Permitió él que el mundo modelara sus normas por la manera materialista en que el mundo veía las cosas? ¿Tuvo Jesús los corceles más finos en que cabalgar o un lugar lujoso donde recostar la cabeza? No, él repudió el materialismo tanto por palabra como por hechos. Él puso un ejemplo de humildad al lavar los pies a sus discípulos. En vez de que su puesto exigiera apariencias ostentosas, él creyó que exigía exactamente lo contrario. Él estaba interesado en fuerza espiritual, no en exhibición. Pero observe al hombre que se hace materialista. ¿Son sus comentarios tan buenos, sus discursos tan edificativos, su conversación tan espiritualmente perceptiva como antes? Si no lo son, su materialismo se está manifestando, ya sea que tenga ojos que lo vean o no. Sus hermanos pueden verlo, y esté seguro de que Dios puede verlo: “No sean engañados: Dios no es alguien de quien uno se pueda mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna. Por lo tanto, no desistamos de hacer lo que es recto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.”—Gál. 6:7-9.
22. ¿Cuál es un gran mal del materialismo, y qué puede costarle a usted este mal?
22 Jesús dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue.” Un gran mal del materialismo es que sus víctimas no se niegan. Dado que no se ve, igual que las termitas en la madera, corroe el poder y la fuerza de la voluntad. El complacer los gustos de la carne carcome la fibra moral y nos roba ese fruto del espíritu que se llama gobierno de uno mismo. Diariamente debemos ejercer la habilidad de decirnos no en las cosas pequeñas, pues sin el ejercicio diario de la facultad del esfuerzo perdemos la facultad del esfuerzo. Por medio de negarnos cosas pequeñas desarrollamos fuerza para decirnos no cuando hay que hacer decisiones importantes. Siendo fieles en lo poco, seremos fieles en lo mucho. O el fracasar en cosas pequeñas establece el modelo para fracasar en cosas grandes. El no poder uno negarse algo puede costarle la vida: “En realidad, ¿qué beneficia el hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?” No pierda usted la cabeza tratando de ir a la cabeza. Usted no puede andar con Dios y correr con los del mundo. El dinero es un dios de este mundo moderno y para los del mundo el dinero habla. Están sordos cuando Jehová habla, pero aguzan el oído cuando el dinero habla. Pueden oír al dinero susurrar en el sótano, pero no pueden oír la predicación desde los tejados. El dinero no tiene voz, pero puede persuadirlos a lo que sea o disuadirlos de lo que sea, puede disuadirlos de su vida, puede persuadirlos a morir. Es mejor que nosotros escuchemos a los cielos mudos proclamar la gloria de Jehová.—Mar. 8:34, 36; Sal. 19:1-4.
23. ¿Por qué debemos cultivar gustos sencillos y cómo se entrenó Pablo?
23 Para ser feliz, satisfaga deseos. Para satisfacer deseos, manténgalos sencillos. No haga que la felicidad dependa de las posesiones. Muchas cosas que se toman por necesidades de ninguna manera son tal cosa. Puede cultivarse el gusto de un narcótico y es difícil romper el hábito, pero puede ser roto y el adicto puede ser libertado. Cultive el materialismo y los deseos se ensanchan más allá del poder que tenemos para satisfacerlos. “No te afanes para ganar riquezas. Cesa de tu propio entendimiento.” Cultive gustos sencillos que no esclavicen. Pablo se entrenó a estar satisfecho en cualesquier circunstancias materiales en que se hallaba: “He aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme a mí mismo. Sé en verdad pasarlo con escasas provisiones, sé en verdad tener abundancia. En todo y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar lleno como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de estar en escasez.” El carecer de algo no lo amargó, el tener abundancia no lo arrojó al hoyo del materialismo. Él observó su propio consejo: “Que su manera de vivir sea exenta del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes.” Pablo estuvo contento, fuera que poco o mucho estuviese presente. Sus necesidades materiales eran sencillas, sus riquezas espirituales eran grandes.—Pro. 23:4; Fili. 4:11, 12; Heb.13:5.
24. ¿De qué cosas abundantes podemos derivar placer, y cuáles son las cosas más vitales que se necesitan para hacernos felices?
24 Para ser feliz, recuerde cómo Dios lo hizo a usted, de la tierra, para la tierra. Los placeres verdaderos se hallan en las cosas que Dios hizo: la bóveda negra desde la cual millares de estrellas titilan y brillan, el calor del sol, la frescura de las brisas, la fragancia de las flores, el canto de los pájaros, la gracia de los animales, las colinas onduladas y los riscos que descuellan, los ríos impetuosos y los perezosos arroyos, las praderas lozanas y los bosques tupidos, el brillo de la nieve en el sol y el ruido acompasado de la lluvia en el techo, el chirrido del grillo en el sótano, el canto de la rana en el estanque y el chapoteo de un pez que envía ondulaciones en círculos bajo la luz de la luna. Aun más placer se encuentra en la compañía de personas sociales, pues el hombre fué hecho una criatura social. Un pensamiento bondadoso, un toque compasivo, un ademán o expresión suave, una sonrisa afectuosa y un acto de amor, la risa de un niño cuando juega y el murmullo de un bebé en su cuna, la dignidad y la sabiduría de un anciano rico de experiencias de la vida—éstas son cosas que satisfacen. Lo que somos es lo que cuenta, no lo que aparentamos ser. Es el amor que tenemos, no la posición social. Es lo que podemos dar, no lo que podemos obtener. Es el tesoro en el cielo que tenemos, no el acumulamiento de oro en la tierra. Es el contentamiento con poco en vez de la ansiedad con mucho lo que importa. Es el obtener los pensamientos de Dios para hacernos sabios, el usar esta sabiduría para encauzar nuestro poder, el seguir sus principios para asegurar la justicia y el imitarlo en mostrar amor que supla las necesidades y satisfaga las hambres que él colocó en nosotros. Y todo esto es lo que se necesita para hacernos felices.