Preguntas de los lectores
La respuesta a la segunda pregunta de esta sección que apareció en el número del 1 de abril atrajo muchas respuestas y preguntas adicionales. Sin ser dogmática, declaró que parecía bíblico creer que niños ejecutados en la batalla de Jehová del Armagedón no serían resucitados. Aquí consideramos preguntas que surgieron.
● ¿Cómo afecta esto la declaración en el folleto Armagedón, en la página 53, de que no todos los que sean ejecutados en el Armagedón permanecerán muertos pura siempre?—B. E., Maryland.
Lo que ha sido publicado en el número del 1 de abril de La Atalaya representa nuestro entendimiento presente del asunto, y reemplaza la idea que se expresó en el folleto Armagedón escrito hace 14 años. Hacemos notar el hecho de que antes que esta respuesta se publicara en La Atalaya el mismo punto se había hecho en “Esto significa vida eterna”, páginas 248, 249.
● La prole de Adán no vino bajo destrucción eterna debido a su desobediencia. ¿Por qué deben los hijos pequeños sufrir destrucción eterna en el Armagedón por tener padres inicuos?—E. N., Minnesota.
Adán y Eva en el Edén estuvieron en juicio con respecto al árbol del conocimiento y el curso que tomaron fijó su destino, siendo un tiempo de juicio. Los hijos de Adán y Eva no habían nacido en ese tiempo y por tanto no estaban directa o personalmente en juicio en el Edén. Eso explica por qué Dios podía arreglar el rescate de todos sus hijos futuros que aceptaran sus arreglos, demostrando ellos su aceptación en cualquier tiempo que le placiera a Dios someterlos a un período de juicio. Es probable que para la mayoría de los hombres que han vivido en la tierra este tiempo de juicio será en el reinado milenario de Cristo, al tiempo de la resurrección de la humanidad y después de eso. En ese tiempo futuro de juicio arreglado para ellos por la misericordia de Dios cada uno será responsable por su propio proceder, como se muestra por Ezequiel 18:20-23.—Vea “Esto significa vida eterna”, páginas 94, 95.
Sin embargo, mucho antes de esto muchas personas habrán tenido su tiempo de juicio, puesto que las Escrituras muestran que Dios ha sometido la sociedad humana a ciertos períodos de juicio en diferentes ocasiones, durante los cuales consideró a los individuos responsables por su manera de proceder. Para que en verdad fueran responsables por sí mismos y por sus hijitos dependientes de ellos, hizo que se diera testimonio para que pudieran conocer el punto en cuestión y hacer su decisión, mediante la cual determinarían su destino, independientes de cualquier condenación heredada de Adán. Amonestó a los padres no sólo de las consecuencias para ellos mismos sino también para los de su prole irresponsable.
Uno de tales períodos de juicio fué el diluvio del día de Noé, antes del cual Noé predicó justicia por unos cuarenta o cincuenta años, (Heb. 11:7; 2 Ped. 2:5) Otro fué el fin ardiente de Sodoma y Gomorra, ciudades que vieron milagros amonestadores por ángeles y oyeron testimonio por Lot antes de caer la lluvia de fuego. (Gén. 19:11-14, 24) En el día de Jesús era tiempo de juicio y él amonestó a ciertas ciudades judías de un fin semejante al de Sodoma y Gomorra, y juzgó a ciertos escribas y fariseos dignos de la destrucción eterna en el Gehena.—Mat. 11:20-24; 23:33, NM.
Nuestro día presente también es tiempo de juicio, y aparentemente es esto que dejan de apreciar completamente los que se oponen a la respuesta en La Atalaya del 1 de abril. Por setenta y un años The Watchtower (La Atalaya) ha estado publicando la amonestación de la Palabra de Dios, y desde 1919 los testigos de Jehová han estado activos como nunca antes dando testimonio mundial, en este tiempo de juicio cuando el Rey entronizado está separando a las naciones como un pastor divide las ovejas de las cabras. Maltrato y persecución vienen sobre ellos de adultos e hijos bajo la influencia de sus mayores. De modo que es porque ahora vivimos en un periodo de juicio que decimos que todas las personas están a prueba. Y porque los niños están presentes, ellos también entran en el juicio, y su caso no es paralelo al de los hijos de Adán y Eva, que no estuvieron presentes en el Edén al tiempo del juicio de esa pareja.
● ¿Podemos decir bíblicamente que los muertos por Jehová en la culminación de tales periodos de juicio como en el Diluvio y en Sodoma y Gomorra y en el Armagedón entran en destrucción eterna?—I. F., Wáshington.
Sírvase abrir su biblia y leer Lucas 17:24-37. Habla de “aquel día cuando el Hijo del hombre ha de ser revelado” (NM), y los versículos que le rodean muestran que eso sería al tiempo del fin, culminado con el Armagedón. Declara que en el Armagedón será “así como aconteció en los días de Noé” cuando “el diluvio llegó y los destruyó a todos”, y será “así como aconteció en los días de Lot” cuando huyó de Sodoma y “llovió fuego y azufre desde el cielo y los destruyó a todos”. Puesto que éstos son casos paralelos, sí se puede mostrar que los destruidos en uno de estos casos no tendrán “resurrección de juicio” resulta que aquellos en los otros dos casos están igualmente condenados. (Juan 5:28, 29, NM) La parábola de las ovejas y las cabras, ahora en curso de cumplimiento, muestra que en el Armagedón las cabras “irán al arrasamiento eterno”, con lo cual se indica el destino de los destruídos en todos los tres casos.—Mat. 25:31-46, NM.
Los que perecieron en el Diluvio y en la lluvia de fuego sobre Sodoma y Gomorra no murieron por pecado heredado de Adán, sino que fueron condenados porque pasaron por alto la amonestación de Jehová y fueron muertos por él. Vinieron a ser ejemplos amonestadores de castigo judicial eterno. (Heb. 11:7; 2 Ped. 2:5-8; Judas 7) Ahora bien, espere un momento, alguien protesta, ¿no están olvidando las palabras de Jesús a las ciudades judías rebeldes: “Será más llevadero para la tierra de Sodoma en el Día de Juicio que para ustedes”? ¿No quiere decir eso que por lo menos algunos de los destruídos en la caída de Sodoma serán resucitados y podrán aguantar con buen éxito un día de juicio futuro? Contestamos que estas palabras no han sido olvidadas.—Mat. 10:15; 11:24, NM.
Esta es una forma de construcción de lenguaje común en tiempos bíblicos. Se usa para recalcar la imposibilidad de una cosa. Jesús usó una construcción parecida cuando dijo: “Es más fácil, de hecho, que un camello pase por el ojo de una aguja de coser que entrar un hombre rico en el reino de Dios,” (Luc. 18:25, NM) Ninguna persona cuerda creería que un camello podría abrirse paso por el ojo de una aguja. Empero si esta cosa evidentemente imposible se dijera ser más fácil que alguna otra cosa, ¿no recalcaría eso poderosamente la absoluta imposibilidad de la otra cosa? Así Jesús enérgicamente aclaró que los ricos que estaban poco dispuestos para partir con sus riquezas no entrarían en el reino. Igualmente fué con su otro uso de esta forma de lenguaje. Sodoma y Gomorra no pudieron aguantar juicio. No hubo allí ni diez justos. Sólo cuatro, y uno de ésos falló en un momento decisivo. (Gén. 18:32; 19:15, 17, 26) Los judíos supieron que el destino de Sodoma estaba sellado, por eso cuando Jesús les dijo que el juicio sería más soportable para tales condenados que para estas ciudades judías ellos entendieron el punto poderoso.
Pero un objetante todavía puede protestar que Jesús dijo que estas ciudades serían bajadas al Hades, no a la destrucción eterna de Gehena. Jesús dijo: “¿Quizás serán exaltados ustedes al cielo? ¡Abajo al Hades vendrán!” (Mat. 11:23, NM) La esperanza de literalmente ir al cielo no había sido extendida a estos judíos, no siendo entendida esta esperanza hasta el derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. Puesto que por cielo no se querría decir ningún destino después de la muerte, igualmente por la palabra que contrasta, Hades, no se querría decir un destino.
Mediante estas palabras Jesús estaba haciendo el contraste más fuerte posible entre la exaltación y la degradación. El cielo está muy por arriba, Hades va bajo tierra, más abajo que Gehena, que se hallaba sobre tierra en las afueras de Jerusalén. Si Jesús hubiera usado Gehena quizás los judíos hubieran pensado que quería decir que ciudades judías literales serían arrancadas y sentadas en ese valle específico. Así que Jesús sólo usó estos extremos de altura y profundidad para mostrar cómo los que se exaltan a sí mismos serían degradados, igual como Jehová usó cielo y Sheol, el equivalente hebreo de Hades, para mostrar estos mismos extremos: “Aun cuando cavaren hasta adentro del infierno [margen, Sheol], de allí mi mano los sacará; y aun cuando subieren al cielo, de allí los haré descender.” (Amós 9:2) Estas ciudades judías habían oído la amonestación y habían visto obras maravillosas; habían tenido juicio imparcial y por su decisión mostraron que eran dignas de destrucción eterna.—Mat. 10:5-15; Luc. 10:8-12, NM.
Así hoy día este tiempo de juicio de las naciones no es sencillamente un ensayo para otro juicio futuro, el segundo juicio decisivo, haciendo así que la destrucción de individuos en el Armagedón no cuente para la eternidad. Si fuera asunto de que estas personas murieran y regresaran en la resurrección de la humanidad para una segunda oportunidad, entonces su sangre sobre la cabeza de la clase del atalaya no sería tan seria, ni consideraría Jehová que la obra de amonestación era tan vital que haría que las piedras clamaran la alarma si nosotros permaneciéramos callados.—Eze. 38:7-9; Luc. 19:40.
● Algunos afirman que en el Armagedón habrá tres clases: ovejas que sobreviven, cabras que son destruídas eternamente, e ignorantes o irresponsables que morirán pero que serán resucitados, y que en esta última clase habrá niñitos. ¿Es esto correcto?—L. P., Montana.
No sabemos de ningún apoyo bíblico para tal opinión. La parábola de las ovejas y las cabras muestra a las naciones siendo separadas en dos clases, no tres. Las cabras dirigidas para arrasamiento eterno no son únicamente los que persiguen a los hermanos de Cristo. La parábola reprende a las cabras, no por lo que hicieron, sino por lo que dejaron de hacer, por su indiferencia y falta de interés en los hermanos de Cristo.—Mat. 25:45.
Muchos que nunca se ponen en contacto con el resto ungido sin embargo consienten lo que otros hacen en perseguir o faltan en hacer algo en cuanto a dar ayuda. La Biblia muestra una responsabilidad comunal, donde una comunidad apoya a los gobernantes que persiguen al pueblo de Jehová. ¿No sufrieron los egipcios las plagas debido al endurecimiento del corazón de Faraón? ¿No sufrieron los amalecitas por generaciones después debido a la oposición de Amalec a Israel en el desierto? ¿No fueron tragados en destrucción todos los miembros de la familia, incluyendo a los hijos pequeños, de Coré y Datán y Abiram debido a la rebelión de los jefes de la familia? ¿No trajo la codicia de Acán muerte no sólo para él sino para sus hijos e hijas también? Hasta el rey David acarreó muerte sobre su pueblo por sus propias transgresiones. (Éxo. 5:1, 2; 9:13-16; 17:8, 14, 16; 20:5, 6; Núm. 16:23-33; Jos. 7:24, 25; 2 Sam. 24:10-17) Ahora bien, ¿quién será imprudente y cometerá la tontería de colocarse como más justo que Dios diciendo que Él estaba equivocado en tales procedimientos?—Deu. 32:4.
En armonía con la parábola de las ovejas y las cabras, el capítulo 9 de Ezequiel muestra sólo dos clases, los marcados para preservación y los no marcados asignados a la destrucción. Y en esta última clase observe que se incluyen niños que habían de morir sin piedad. Este es un cuadro profético de la destrucción en el Armagedón. En un tiempo de juicio Jesús dijo: “Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.” Esto significa no sólo el clero y los legos sino también padre e hijo. Si un padre escoge pecar contra el espíritu santo a pesar de los intereses eternos de su prole, entonces ésa viene a ser la responsabilidad del padre. En ese mismo tiempo de juicio Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: “Fué necesario que la palabra de Dios se hablara primeramente a ustedes. Siendo que la están empujando lejos de ustedes y no se juzgan dignos de vida eterna, ¡miren! nos dirigimos a las naciones.” (Hech. 13:46, NM) Esos judíos vinieron a ser responsables por el fin que le tocó a su prole, no Pablo y Bernabé.
Padres devotos a sus hijos se esforzarán en el interés de su prole por evitar caminos equivocados, tomando por lo contrario sendas rectas con el fin de colocar a sus hijos en la senda de preservación. “Jehová conoce a los que le pertenecen,” y eso también significa hijos pequeños en el Armagedón cuyos padres pertenecen a Jehová y que tratan de criarlos de acuerdo con la Palabra de Dios. (Deu. 6:6,7; Efe. 6:4; 2 Tim. 2:19, NM) Para los padres cristianos de hijos jóvenes la promesa es: “De otra manera, sus hijos en verdad serían inmundos, pero ahora son santos.”—1 Cor. 7:14, NM.