¿Qué les pasó a esos versículos?
Recientemente, una señora escribió:
“Estimada Sociedad Watch Tower,
Al estudiar la Biblia noté que algunos versículos no están allí, pero están en la Versión del Rey Jaime, como Mateo 18:11; 23:14; Lucas 17:36. Nadie me pudo explicar por qué faltan. ¿Pudieran aclararme esto?
Sinceramente, L.G.”
¿No concuerda usted en que ésta era una solicitud válida? El libro de Revelación advierte: “Si alguien quita algo de las palabras del rollo de esta profecía, Dios le quitará su porción de los árboles de la vida.” Sí, el remover una parte verdadera de la Biblia sería asunto serio. (Rev. 22:19) Pero ¿había sucedido esto? Veamos.
En la traducción de la Biblia que esta señora estaba usando faltaban algunos versículos, pero ¿qué versión era? Pudiera haber sido cualquiera de varias versiones recientes. Por ejemplo, esos versículos no están en estas Biblias en inglés: Common Bible (La Biblia Común, una edición ecuménica para católicos y protestantes), la New English Bible (Nueva Biblia Inglesa): y, en español y en inglés: la Traducción del Nuevo Mundo, usada por los testigos de Jehová, y la Biblia de Jerusalén, católica, para mencionar algunas.
¿Sabe usted por qué se omiten estos versículos? Puede ser que se pregunte: ‘¿Le falta algo a mi Biblia?’
En una palabra, la respuesta es: No. En realidad estos versículos no son parte de la Biblia, aunque muchas traducciones de alguna antigüedad los han tenido. Para algunas personas pudiera parecer escandaloso el oír que ciertas palabras, frases y hasta versículos enteros que aparecen en Biblias a las cuales se da extenso uso no son auténticos. Por eso, es bueno que se dé alguna explicación.
Desde el comienzo, déjenos asegurarle que hay evidencia abundante en prueba de que el texto de la Biblia es confiable. Por ejemplo, es mucho más confiable y exacto que los escritos aceptados de Tácito, Tucídides o Heródoto.
La evidencia consiste en muchos miles de manuscritos griegos antiguos que se pueden investigar en busca de la prueba de que el texto básico o fundamental de su Biblia es precisamente lo que se escribió originalmente. Los más antiguos de estos manuscritos también suministran la sólida razón para que ciertas palabras, expresiones y versículos hayan sido omitidos de traducciones recientes. Es muy interesante examinar esa razón.
LA COPIA DE MANUSCRITOS
Como usted quizás sepa, los manuscritos originales de los libros del “Nuevo Testamento” (las Escrituras Griegas Cristianas) no están disponibles hoy para ser usados por los traductores. Nadie ha descubierto un libro de la Biblia “autografiado,” por decirlo así, por los apóstoles Pablo, Juan u otros. Pero es patente que poco después de la escritura de los originales los cristianos primitivos comenzaron a hacer copias para usarlas.
Por lo general los copistas ejercieron un cuidado extremado para asegurarse de que su obra fuera una copia exacta de los escritos originales. Hoy muchos correctores de pruebas ejercen un cuidado similar. Pero probablemente usted haya visto que en los periódicos y libros modernos sí aparecen errores tipográficos, como los de un error ortográfico, o la omisión o repetición de una línea. Si esas pequeñas fallas de imprenta ocurren a pesar de nuestros adelantos técnicos actuales, se puede comprender que pudieran ocurrir al estarse copiando a mano libros enteros de la Biblia. Las copias posteriores, las más alejadas de las originales, tendían a tener más errores.
Considere cómo pudiera suceder esto. Pudiera ser que un escriba que estuviera muy familiarizado con el Evangelio de Mateo, al copiar el Evangelio de Marcos o Lucas, tendiera a usar la fraseología que tan bien conocida le era por su estudio de Mateo. Pudiera ser que no notara que una oración usada por Mateo no se hallaba en el relato paralelo por Marcos o Lucas. Por eso, quizás añadiera la oración en el margen. Sin embargo, pudiera suceder que un copista posterior introdujera aquella oración en el texto principal de Marcos o Lucas, por creer que estaba allí originalmente, puesto que hacía que hubiera más estrecha concordancia entre los relatos. Por ejemplo, en el relato que da Lucas de la Oración del Señor (o el “padrenuestro”) algunos manuscritos añaden “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Sin embargo, el peso de la evidencia sugiere que esto se tomó del relato de Mateo y se colocó aquí, y en traducciones modernas de la Biblia esto se omite de Lucas 11:2. (Mateo 6:10) Como usted puede ver, estas armonías hechas por escribas con motivos sinceros tendían a añadir material.
Ahora, dirijamos nuestra atención al siglo 16, precisamente antes de que se hicieran algunas de las más extensamente conocidas traducciones al inglés. La invención de la imprenta con el uso de tipo movible permitía hacer libros en grandes cantidades y a menos costo, y estimuló el interés en la Biblia. En vez de tener las Escrituras solamente en las traducciones latinas que por largo tiempo se habían usado en la iglesia romana, los eruditos y doctos empezaron a clamar por ejemplares en griego, el idioma en el cual se escribió el “Nuevo Testamento.” En 1515 un impresor suizo, percibiendo que tenía una excelente oportunidad para negocio, envió un mensaje a Desiderio Erasmo, un prominente erudito holandés, en el cual le pedía que preparara en corto tiempo para impresión un ejemplar o copia del “Nuevo Testamento” en griego.
Graphic Guide to Modern Versions of the New Testament (Guía gráfica a las versiones modernas del Nuevo Testamento), de Herbert Dennett, explica lo que sucedió:
“Sin embargo, esta tarea se emprendió con poco tiempo para ella, y se ejecutó con prisa. Erasmo usó sólo media docena de manuscritos, y, de éstos, uno sólo era moderadamente antiguo y confiable. Ninguno de sus manuscritos contenía todo el Nuevo Testamento, y algunos versículos que no estaban en ninguno de ellos fueron de hecho traducidos de nuevo por Erasmo [en retroceso] del latín al griego. Este texto publicado fue revisado posteriormente con la ayuda de unos cuantos manuscritos más, pero el resultado de esto tuvo poco efecto en la obra.”—Pág. 119.
Pues bien, ¿por qué debería interesarle particularmente esto que parece una simple nota al pie de la página en la historia de la erudición? ¿Qué diferencia pudiera significar para nosotros hoy el que el texto de Erasmo se basara ‘principalmente en dos manuscritos inferiores del siglo doce,’ como recientemente lo expresó cierto profesor?
Lo significativo de esto es que fundamentalmente el texto griego de Erasmo condujo directamente a lo que se ha llegado a conocer como el “texto recibido” (textus receptus). De este texto se hicieron muchas traducciones, entre ellas la del Rey Jaime o Versión Autorizada, en inglés. Pero sir Frederic Kenyon comentó lo siguiente acerca del “texto recibido”:
“El resultado es que el texto aceptado en los siglos dieciséis y diecisiete, a los cuales nos hemos apegado debido a que naturalmente vacilamos en cuanto a cambiar las palabras que hemos aprendido como las de la Palabra de Dios, está en verdad lleno de inexactitudes, muchas de las cuales se pueden corregir con absoluta certeza por medio de usar la información mucho más extensa que tenemos a nuestra disposición hoy día.”—Our Bible and the Ancient Manuscripts (Nuestra Biblia y los manuscritos antiguos), pág. 162.
REFINANDO EL TEXTO
En el siglo dieciséis, Erasmo solo tenía unos cuantos manuscritos griegos de fecha tardía con los cuales trabajar. Pero no ha sucedido así en los siglos diecinueve y veinte. Durante este tiempo se han descubierto miles de antiguos manuscritos y fragmentos griegos. Para 1973, el total de manuscritos griegos conocidos era de 5.338, y se siguen hallando más. Varios de los principales manuscritos de la Biblia en griego, tales como el Códice del Sinaí y el Códice del Vaticano, se remontan al siglo cuarto. Algunos son más antiguos todavía. Por ejemplo, un fragmento del evangelio de Juan data de alrededor de 125 E.C.
A medida que la pequeña corriente de manuscritos griegos antiguos que se iban descubriendo se convirtió virtualmente en una inundación, los doctos y eruditos pudieron compararlos con ojo crítico. Este criticismo textual no se debe confundir con la “alta crítica,” que tiende a restar respeto a la Biblia como la Palabra de Dios. El criticismo textual envuelve una comparación cuidadosa de todos los manuscritos de la Biblia conocidos, con el fin de determinar la lectura verdadera u original y eliminar cualesquier añadiduras.
Para ilustrar cómo funciona esto, imagínese lo que sucedería si usted quisiera que 200 personas hicieran una copia manuscrita de un escrito hecho del puño y letra de alguien. La mayoría de estas personas cometería errores, algunos de poca importancia y otros más significativos. Pero no todos cometerían los mismos errores. Entonces, si un individuo alerta tomara las 200 copias y las comparara, podría aislar o determinar los errores. Un error en uno o dos saltaría a la vista debido a que no estaría en los demás 198 que tendrían la lectura correcta. Así, con esfuerzo, este individuo podría salir con un escrito exacto del documento original aunque nunca lo hubiese visto.
Aunque otras personas se habían esforzado anteriormente por refinar así el texto del “Nuevo Testamento,” a fines del siglo diecinueve dos doctos de Cambridge, B. F. Westcott y F. J. A. Hort, produjeron un texto refinado que ha obtenido amplia aceptación. Se publicó en 1881; sin embargo, recientemente un profesor dijo:
“Westcott y Hort hicieron su trabajo tan cuidadosamente y con tan excepcional aptitud que desde entonces la obra textual o ha sido una reacción a la de ellos o ha ido en dirección de ponerla en práctica. . . . Lo significativo es que hasta los que tendían a disentir con el [método] de Westcott y Hort publicaron textos griegos que diferían muy poco del de ellos.”—Christianity Today, 22 de junio de 1973, pág. 8.
Este texto refinado por Westcott y Hort se ha usado como texto básico para varias traducciones recientes, entre ellas la Traducción del Nuevo Mundo.
ALGUNOS VERSÍCULOS “QUE FALTAN”
Con la información anterior como fondo, estamos mejor capacitados para examinar algunos de los versículos que al principio pudieran haber dado la impresión de faltar de traducciones recientes de la Biblia.
Anteriormente mencionamos que pudiera suceder que, de otro lugar, un escriba añadiera una oración o versículo a un relato que estuviera copiando. Eso se puede ver fácilmente en Marcos 9:43-48. En muchas versiones de las más modernas se omiten los Mar. 9 versículos 44 y 46, y a veces se añade una raya para indicar la omisión, como en la Traducción del Nuevo Mundo. El texto de esos dos versículos dice: “donde su cresa no muere y el fuego no se apaga,” exactamente lo que dice en el Mar. 9 versículo 48. Aunque algunos manuscritos griegos contienen los Mar. 9 versículos 44 y 46, varios manuscritos de más antigüedad, y de autoridad, no los contienen. La evidencia sugiere que un escriba o escribas simplemente repitieron el Mar. 9 versículo 48, quizás hasta por accidente. Por eso, el omitir los Mar. 9 versículos 44 y 46 en una Biblia moderna de ninguna manera envuelve dejar fuera parte de la Palabra de Dios, pues la misma oración está en el Mar. 9 versículo 48. Pero ¿qué se logra con la omisión de los dos versículos dudosos? El relato se refina y se da como a Marcos se le inspiró a escribirlo.
En otros casos los “versículos que faltan” obviamente han venido de otros libros de la Biblia. Algunas ediciones de la Biblia ayudan al lector a ver esto, porque imprimen en una nota al pie de la página el texto del versículo omitido, como se hizo en ciertas ediciones de letra grande de la Traducción del Nuevo Mundo. Si usted no tiene esta ayuda, puede comparar su Biblia moderna con la Versión Valera o una traducción similar de las antiguas. Por medio de esa comparación usted puede confirmar para su propia satisfacción que lo que se omite puede ser simplemente un versículo repetido de otro lugar o libro.a Por ejemplo, note Romanos 16:24 y compárelo con el Rom. 16 versículo 20 y los pasajes de conclusión en casi cualquiera de los libros escritos por el apóstol Pablo. Usted verá que, en Romanos 16:24, evidentemente algún copista añadió una expresión de cierre como la que Pablo incluyó en casi todos sus libros.b
Quizás el pasaje más polémico que se ha removido de traducciones recientes que son fieles a la evidencia que presentan los manuscritos antiguos es una parte de 1 Juan 5:7. En el pasado, con frecuencia se acudía a este texto para apoyar la doctrina de la Trinidad, que no tiene base en las Escrituras. Acerca del pasaje espurio, la Biblia de Jerusalén, católica, dice:
“El texto de los vv. 7-8 está recargado en la Vulg. por un inciso (más abajo, entre paréntesis) ausente de los mss griegos antiguos, de las antiguas versiones y de los mejores mss de la Vulg., y que parece una glosa marginal introducida tardíamente en el texto: “Pues tres son los que dan testimonio (en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra): el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres son uno.”
Porque este versículo viene de un tiempo mucho más tardío que el tiempo en que se escribió la Biblia, y es de naturaleza tan claramente espuria, muchas traducciones modernas ni siquiera lo tratan como hacen con otros versículos que se omiten.
Finalmente, podemos mencionar un par de porciones de la Biblia, más largas, con relación a las cuales la evidencia que suministran los manuscritos no les parece totalmente convincente a los doctos. El final del libro de Marcos, desde el versículo 9 en adelante, es una de éstas. Otra es Juan 7:53-8:11, acerca de la mujer a quien sorprendieron en adulterio y que vino a Jesús. Este relato apareció por primera vez en algunas versiones en latín antiguo, y, en manuscritos griegos posteriores, está en otros tres lugares de los Evangelios. En muchas traducciones se incluyen estas dos porciones, pero se les separa del texto principal, a veces por medio de ponerlas entre corchetes o en un tipo de letra más pequeño.
CONFIANDO EN LA BIBLIA
Esta consideración de algunos versículos aislados que obviamente no son parte de la Biblia inspirada no debe dejar a nadie con dudas en cuanto a la autenticidad de la Palabra de Dios. En vez de socavar la confianza en las Escrituras, esto debe servir para subrayar el hecho de que Dios ha conservado su Palabra en un estado notablemente puro.
Después de haber hecho una investigación cuidadosa, el docto F. J. A. Hort llegó a esta conclusión:
“Por lo tanto no es superfluo declarar explícitamente que la mayor parte de las palabras del Nuevo Testamento quedan por encima de todos los procesos discriminatorios del criticismo, porque están libres de variación, y solo tienen que ser transcritas. . . . La zona entera de variación entre lecturas que se han admitido hasta ahora en los textos impresos, o que probablemente se hayan de admitir alguna vez, es comparativamente pequeña; y gran parte de ésta se debe simplemente a diferencias entre las ediciones tempranas no críticas y los textos que se han formado dentro del último medio siglo con la ayuda de la evidencia documental de valor inapreciable que ha salido a la luz recientemente.”
Añadió:
“En la variedad y plenitud de la evidencia sobre la cual se basa, el texto del Nuevo Testamento subsiste absoluta e incansablemente solo entre los escritos antiguos en prosa.”
Sir Frederic Kenyon concordó plenamente, y declaró:
“Al fin, reconforta el descubrir que el resultado general de todos estos descubrimientos y todo este estudio, es el de fortalecer la prueba de la autenticidad de las Escrituras, y nuestra convicción de que en nuestras manos tenemos efectivamente, en integridad sustancial, la Palabra de Dios.”
[Notas]
a Haga estas comparaciones: Mat. 18:11—Luc. 19:10; Mat. 23:14—Mar. 12:40—Luc. 20:47; Mar. 7:16—Mar. 4:9, 23—Luc. 8:8; Mar. 11:26—Mat. 6:14; Mar. 15:28—Luc. 22:37; Luc. 17:36—Mat. 24:40; Luc. 23:17—Mat. 27:15—Mar. 15:6