Tomándose libertades con la verdad
“Que se cuide el comprador” aplica tanto a las cosas que leemos como a las cosas que compramos.
LA VERDAD es importante para el hombre. Puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, las riquezas y la pobreza, la salud y la enfermedad, la miseria y la felicidad. Con buena razón la Biblia manda: “Hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo.”—Efe. 4:25.
Pero debido a que el hombre está en condición de caído, imperfecto, débil y egoísta, a menudo se toma libertades con la verdad. Aunque a veces esto tal vez se deba a sentimentalismo, celo extraviado o falta de hechos, con frecuencia no puede excusarse así sino que tiene que imputarse a la falta de honradez, a un esfuerzo deliberado por engañar con el propósito de promover el punto de vista, causa o ganancia de alguien.
La tendencia del hombre a tomarse libertades con la verdad pudiera decirse que más o menos se da por supuesta en el mundo de los negocios. Tanto es así el caso que caveat emptor, es decir, “Que se cuide el comprador,” es un principio reconocido. En un esfuerzo para proteger a su pueblo de esta tendencia humana de tomarse libertades con la verdad, algunos gobiernos tienen departamentos especiales que se interesan en la publicidad honrada y en el poner etiquetas a los productos honradamente. Así, a principios de 1963 el gobierno estadounidense expidió reglamentos que requieren que los fabricantes de calzado manifiesten claramente en su publicidad y etiquetas exactamente qué es cuero y qué no lo es y si es cuero fino, de primera clase, o no.
Pero lo que no se aprecia generalmente es que el principio de caveat emptor debe tenerse presente cuando uno está comprando ideas, es decir, cuando está leyendo artículos o libros que están tratando de “venderle” a uno cierto punto de vista, filosofía o idea religiosa. Los escritores de tales artículos o libros pueden, por razones propias, con igual probabilidad verse tentados a tomarse libertades con la verdad. Esto tal vez sea hecho muy sutilmente, a veces solo por medio de pasar por alto ciertos hechos pertinentes al considerar cierto tema.
Por ejemplo, hoy los teólogos modernistas como regla general no creen que Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia, conocidos generalmente como el Pentateuco, y en particular el quinto libro, Deuteronomio. Sin embargo, cuando consideran quién precisamente pudo haberlo escrito, no pocos de éstos pasan por alto estudiosamente cualquier referencia a lo que Deuteronomio mismo dice acerca de quién lo escribió:
“Sucedió que tan pronto como Moisés hubo terminado de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta completarlas, Moisés se puso a mandar a los levitas, los portadores del arca del pacto de Jehová, diciendo: ‘Tomando este libro de la ley, deben colocarlo al lado del arca del pacto de Jehová su Dios, y éste debe servir allí como testigo contra ti.’” Sin duda el pasar por alto esta declaración manifiesta al considerar quién escribió el libro de Deuteronomio, como si la Biblia lo dejara anónimo, es tomarse libertades con la verdad.—Deu. 31:24-26.
SECTARIOS QUE ALTERAN LA VERDAD
El citar algo fuera del contexto es otro ardid mediante el cual algunos se toman libertades con la verdad. Por esto es que de vez en cuando llega en la correspondencia de los publicadores de esta revista lo que se da a entender que es el “Juramento de los Caballeros de Colón.” Este documento atribuye fanatismo extremado a la organización fraternal católica romana que lleva ese nombre. Acompañan a este juramento supuesto declaraciones en cuanto a que este juramento apareció en el Congressional Record del Congreso de los Estados Unidos.
Que este juramento se publicó en ese Record es verdad; pero lo que no es verdad es que sea el juramento de los Caballeros de Colón. Más bien, fue incluido en el Congressional Record como ejemplo de la sagacidad a la cual algunos hombres se rebajan para atacar a un hombre que presenta su candidatura a base de su religión. Sin duda el presentar tal juramento como genuino porque apareció en el Congressional Record es tomarse libertades con la verdad.
Además, las verdades tal vez se declaren de tal manera que denoten una conclusión falsa, lo cual es otra manera de tomarse libertades con la verdad. Así, Guillermo J. Whalen, un “laico” católico romano, que se anuncia como autoridad sobre los testigos de Jehová, y hasta hace alarde de ser objetivo en evaluarlos, es decir, de ser honrado y estar libre de prejuicio emocional al considerarlos, declaró en un artículo de revista concerniente al ex presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford: “Aunque él forjó el lema: ‘Millones que ahora viven nunca morirán,’ el juez murió en 1942.”
Ahora bien, ambas declaraciones son ciertas. Rutherford forjó esa declaración y sí murió en 1942. Pero lo que no es verdad es la deducción expresada con la palabra “aunque,” como si Rutherford esperara ser uno de esos “millones.” Como Whalen bien lo sabe, los testigos de Jehová enseñan que hay una sola salvación para todos los que ejercen fe en Jesucristo, pero dos destinos, uno terrestre y uno celestial. El celestial, que es para Jesucristo y los miembros de su “novia,” está limitado a 144,000, y para conseguir ese destino es necesario que uno muera. Rutherford tenía la esperanza de ver realizado ese destino y por eso esperaba morir. El lema “Millones que ahora viven nunca morirán” lo aplicó solo a la “grande muchedumbre” de “otras ovejas,” mencionada en las Escrituras en Apocalipsis 7:9 y Juan 10:16, cuyo destino es un paraíso terrestre. Por lo tanto, es palpablemente fraudulento, un tomarse libertades con la verdad, el que un hombre que afirma ser una autoridad sobre los testigos de Jehová y pretende estar escribiendo objetivamente, presente así en falsos colores las cosas, como si Rutherford mismo esperara ser uno de los ‘millones que ahora viven que nunca morirán.’
En este mismo artículo de revista, que ahora está siendo reimpreso en forma de folleto, Whalen acusa a los testigos de Jehová de enseñar que “César es Satanás.” Pero no es así. Una cosa es decir que César es parte del mundo cuyo dios, según 2 Corintios 4:4, es Satanás, y algo enteramente diferente decir que César es Satanás mismo. Los testigos de Jehová siempre han sostenido que ellos tienen que ‘pagar de vuelta las cosas de César a César,’ y por eso tienen que estar sujetos a César mientras él no requiera alguna cosa que directamente esté en pugna con la ley de Dios, en cuyo caso aplica la regla: “Debemos obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.” Pero en cuanto a Satanás el Diablo, ellos siempre han sostenido que tienen que resistirle a todo tiempo. Por lo tanto, el decir que los testigos de Jehová creen que César es Satanás es predisponer a los gobiernos contra los testigos de Jehová y obviamente es tomarse libertades con la verdad. Es interesante notar que los caudillos religiosos del día de Jesús se tomaron libertades semejantes con la verdad con el fin de predisponer a los gobernantes contra él.—Mar. 12:17; Hech. 5:29; Luc. 23:2.
EN EL NOMBRE DE LA CIENCIA
También se están tomando muchas libertades con la verdad en el nombre de la ciencia, especialmente los evolucionistas. Se hacen arrolladoras aserciones infundadas como hechos en cuanto al origen y ascendencia o descendencia del hombre de los animales inferiores. Un científico que con indignación justa ataca este asunto de tomarse libertades con la verdad es Ivar Lissner, doctor de filosofía, cuyos libros se han publicado en catorce idiomas. En su libro más reciente, publicado en 1961, e intitulado “Pero Dios estuvo allí,”a habla de “la inefable estupidez de todos los esfuerzos por reconstruir el hombre de Neanderthal o aun el hombre de Peking. Figuras de yeso exageradamente hirsutas [velludas] de semblante bestial nos miran fieramente en los museos en todo el mundo, sus facciones generalmente de color chocolate-moreno, su cabello desarreglado y despeinado, sus mandíbulas prognatas [sobresaliendo hacia adelante] y sus frentes vueltas hacia atrás-y esto a pesar del hecho de que no tenemos absolutamente ninguna idea en cuanto a de qué color fue la piel del hombre paleolítico y cómo crecía su cabello y virtualmente ninguna idea de su fisonomía” o rasgos faciales. “La autoridad norteamericana T. D. Stewart indicó correctamente en 1948 la imposibilidad de reconstruir el cabello, ojos, nariz, labios o expresión facial. ‘Lo probable es que la expresión del hombre primitivo no haya sido menos benigna que la nuestra,’ escribió.
“Cuando un museo despliega modelos del hombre de Peking, el hombre de Neanderthal y el Homo sapiens moderno [el hombre] juntos, esto estimula un concepto del desarrollo físico e intelectual que no está de acuerdo con los puntos de vista de la ciencia contemporánea. Los que hacen tales modelos tienden a dar rienda suelta a su imaginación. . . . La exhibición de estas figuras mitad humanas, mitad animales es sintomática de la arrogancia moral de nuestra era y está inspirada latentemente por un sentimiento complaciente de ‘¡miren cómo hemos adelantado!’” En su libro el científico Lissner muestra que el hombre a todo tiempo estuvo muy apartado de la creación inferior y a todo tiempo tuvo alguna forma de religión. En uno de sus capítulos de conclusión pregunta, por lo tanto, “¿Por qué persistimos tan tercamente en las teorías pasadas de moda? ¿Por qué preferimos buscar nuestros orígenes en el animal en vez de en Dios?” Obviamente porque no quieren reconocer la deuda de gratitud que le deben al Creador ni su necesidad de estar en sujeción a él. Rehúsan admitir la verdad de que “Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos.”—Sal. 100:3.
Las susodichas ilustraciones, que podrían multiplicarse muchas veces, ciertamente incriminan, sí, a ciertos individuos, de ser culpables de exagerar la verdad, y eso por motivos que son sospechosos. Puesto que esto es así, el principio de caveat emptor, “Que se cuide el comprador,” es uno que todos deben tener presente cuando oyen o leen cualquier cosa que afirma ser la verdad y sobre la cual han de basarse la creencia o las acciones. Como dice la Biblia, la Palabra de Dios: “Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse tenazmente a lo que es excelente.”—1 Tes. 5:21.
[Nota]
a Esta es la traducción literal del alemán, que dice: “Aber Gott War Da.” La traducción al inglés se intitula “Hombre, Dios y magia.”