Los horarios bíblicos marcan con exactitud nuestro día
EL Supremo del universo, Jehová Dios, hace todas las cosas al tiempo apropiado, al tiempo que resulta en el mayor bien posible para sus siervos leales. Sin embargo, el tiempo que él ha escogido para obrar quizás no sea conocido específicamente con anterioridad por nadie aparte de sí mismo.
Hablando del día para la ejecución de la venganza divina, Jesucristo, cuando fue hombre en la Tierra, dijo: “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.” (Mar. 13:32) Pero, ¿quieren decir sus palabras que los siervos de Dios en la Tierra no tienen modo de determinar en qué punto viven en la corriente del tiempo?
Este no podría ser el caso, puesto que Jehová no es un Dios que deja a su pueblo a ciegas. El inspirado profeta Amós declaró: “El Señor Soberano Jehová no hará ni una cosa a no ser que haya revelado su asunto confidencial a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7) Ha habido numerosas ocasiones en que Dios ha dado a saber con anterioridad el tiempo exacto en que iban a acontecer ciertos eventos. Los descendientes de Abrahán sabían que habría de efectuarse su liberación después de cuatrocientos años de aflicción. (Gén. 15:13-16) El Mesías habría de aparecer sesenta y nueve semanas de años “desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén.” (Dan. 9:25) En vista de esas profecías que tenían que ver con períodos específicos, ¿es posible que nuestro día esté marcado de modo similar?
Una profecía de largo alcance dada por Jesucristo indica que éste de veras es el caso. Después de predecir la destrucción de Jerusalén y su templo, Jesucristo dijo: “Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones. . . . Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria.”—Luc. 21:24-27.
Así el fin de los “tiempos señalados de las naciones” habría de ser seguido por la revelación inesperada de Jesucristo. Entonces hará manifiestos su poder y gloria en un acto estupendo contra todos los opositores de su autoridad real. Esto es evidente de la admonición posterior de Jesús: “Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.”—Luc. 21:36.
¿Hay alguna manera en que se puede determinar el principio del período que culmina en la destrucción por Cristo Jesús de todos los elementos enemigos? Sí, por el uso de otros textos nos es posible hacerlo.
En el relato del apóstol Mateo (capítulo 24) de la profecía de Jesús en cuanto a la caída de Jerusalén, encontramos referencias al libro bíblico de Daniel. ¿Podemos hallar en ese libro información para establecer la duración de los “tiempos señalados de las naciones”? La evidencia es que sí podemos.
UN SUEÑO PROFÉTICO
En el cuarto capítulo del libro de Daniel hay un registro de una revelación divina dada en un sueño al rey Nabucodonosor de Babilonia. El propósito completo de este sueño y su cumplimiento fue para que “sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y que a quien él quiere dárselo se lo da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad.”—Dan. 4:17.
Por consiguiente, lo que le aconteció a Nabucodonosor en cumplimiento de su sueño evidentemente era profético de algo que señalaba al otorgamiento por Dios de la gobernación sobre el “de más humilde condición de la humanidad.” Sabemos que cuando llegó el debido tiempo de Dios, él seleccionó a Jesucristo para que recibiera tal gobernación. Jesús mismo demostró que era “de genio apacible y humilde de corazón.” También, los que rehusaron ejercer fe en él tuvieron a Jesús en baja estima.—Mat. 11:29; Isa. 53:3.
Pero, ¿cómo señaló lo que le sobrevino a Nabucodonosor el tiempo en que recibiría la gobernación sobre el mundo de la humanidad el “de más humilde condición de la humanidad,” Jesucristo?
SIETE TIEMPOS PROFÉTICOS
Como el árbol que vio en su sueño, Nabucodonosor fue cortado de su puesto como gobernante mundial durante “siete tiempos,” o siete años. Dado que se calculaba que los años de tiempo profético constaban de doce meses de treinta días cada uno, esos “siete tiempos,” o siete años, ascendieron a 2.520 días.a Durante ese período se privó a Nabucodonosor de su cordura y, cual bestia, comió hierba. Al fin de este tiempo, recobró su cordura y su trono. Entonces fue como si el árbol visto en su sueño hubiera comenzado a retoñar, habiendo sido removidas sus ataduras.—Dan. 4:20-37.
Dado que Nabucodonosor ocupaba el puesto de gobernante mundial por permiso de Dios, el haber sido privado de ese puesto debe haber sido símbolo de algo relacionado con el ejercicio de soberanía divina. El mismo aspecto de los asuntos está envuelto en la referencia de Jesucristo a que ‘Jerusalén sería pisoteada.’ ¿Cómo así? Pues, Jerusalén fue en un tiempo la capital de un gobierno teocrático, la ciudad desde la cual gobernaban reyes de la línea real de David. Se decía que estos reyes se sentaban en “el trono de Jehová.” (1 Cró. 29:23) Por consiguiente, con la destrucción de Jerusalén y el exilio de su monarca en 607 a. de la E.C.,b Jerusalén en el sentido de representar la soberanía de Dios empezó a ser pisoteada.
¿Significa esto que al fin de los “siete tiempos” simbólicos se vería la restauración de un reino teocrático en la ciudad de Jerusalén, con un descendiente del rey David en el trono? No. Después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios ningún rey de la línea davídica jamás volvió a gobernar como rey en Jerusalén. El heredero permanente del rey David, Jesucristo, indicó que en cambio su reino sería celestial, pues dijo: “El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 4:17) No esperaba gobernar desde la Jerusalén terrestre sino que reveló que esta ciudad dejaría de tener reconocimiento especial de parte de Jehová Dios.—Vea Mateo 23:37, 38.
Siendo éste el caso, en el fin de los “tiempos señalados de las naciones” Jesucristo habría de recibir autoridad real sobre el mundo de la humanidad, no como rey sobre un trono terrestre en la ciudad de Jerusalén, sino como rey celestial.
¿Cuándo habría de ser esto? Al fin de los “siete tiempos” de 2.520 días proféticos a partir de la destrucción de Jerusalén en 607 a. de la E.C. No fue sino hasta más de seis siglos después de esa destrucción inicial de Jerusalén que Jesucristo se presentó en la escena terrestre como Rey Designado. Por lo tanto, los 2.520 días proféticos realmente deben abarcar un período de muchos siglos. La Biblia misma suministra la clave para determinar exactamente cuánto duran, diciendo: “Un día por un año.” (Núm. 14:34; Eze. 4:6) Esto significa que los 2.520 días proféticos terminaron 2.520 años efectivos después de la desolación de Jerusalén en 607 a. de la E.C. ¿Cuándo sería esto?
De octubre de 607 a. de la E.C. a octubre de 1 a. de la E.C. son 606 años completos; de octubre de 1 a. de la E.C. a octubre de 1 E.C. es un año; y de octubre de 1 E.C. a octubre de 1914 E.C. son 1.913 años. Sumando estas cifras (606 + 1 + 1.913), nos salen 2.520 años. De modo que los “siete tiempos” terminaron en octubre de 1914 E.C., y fue entonces que, aunque invisible a los ojos humanos, Jesucristo recibió gobernación sobre el mundo de la humanidad.
COMIENZO DE LOS “ÚLTIMOS DÍAS”
Además, en 1914 E.C. el mundo entró en sus “últimos días,” un tiempo sin precedente de angustia de naciones antes de la destrucción de todo el sistema impío de cosas. Describiendo cómo serían las condiciones aun entre los cristianos profesos, la Biblia dice:
“Sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin gobierno de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad, traicioneros, temerarios, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa mas resultando falsos a su poder.”—2 Tim. 3:1-5.
¿No ha visto usted estas mismísimas cosas? Y los historiadores convienen generalmente en que 1914, el año en que estalló la I Guerra Mundial, fue un gran punto de viraje en la historia. Declaró el profesor D. F. Fleming de la Universidad Vanderbilt:
“Cada vez más historiadores al reflexionar en la I Guerra Mundial la consideran como el gran punto de viraje de la historia moderna, el derrumbe catastrófico que abrió el camino para otros, quizás el final.”
Verdaderamente, desde 1914 en adelante las condiciones se han hecho más críticas en toda la Tierra. Ya ha pasado gran parte de los “últimos días,” y la destrucción de toda la iniquidad a manos de Cristo Jesús está muy cerca.
¿Está usted dando pasos positivos para probar que usted está de parte del Rey Jesucristo? Eso es lo que los testigos cristianos de Jehová se están esforzando por hacer en más de 200 países. Les daría gusto conducir un estudio bíblico de casa gratis con usted con regularidad para que aprenda los requisitos de Dios para sobrevivir a los “últimos días” y conseguir la vida bajo Su justo reino por Cristo.
[Notas]
a La confirmación de esto se encuentra en otras partes de la Biblia. Revelación 11:2, 3 muestra que un período de “cuarenta y dos meses” es “mil doscientos sesenta días.” Esto significa que un mes es de treinta días (1.260 ÷ 42). También, Revelación 12:6, 14 revela que 1.260 días equivale a “un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” (tres tiempos y medio), o “tres años y medio” (Popular). Por consiguiente, “siete tiempos,” o siete años, equivaldría a 2 x 1.260 días, ó 2.520 días.
b En cuanto a la confiabilidad de esta fecha para la destrucción de Jerusalén, vea Aid to Bible Understanding, págs. 339, 348.
[Gráfico de la página 483]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
SIETE TIEMPOS PROFÉTICOS
2.520 AÑOS
1 AÑO
606 AÑOS 1.913 AÑOS
607 1 A. DE E.C. 1 E.C. 1914 E.C.
A. DE E.C. Fin de este sistema
dentro de una generación