¿Quién tendrá parte en el testimonio final?
1. ¿Qué historia se repite? ¿Lo hallará así nuestra generación?
DICEN los hombres que la historia se repite. La historia de las anteriores amonestaciones divinas y juicios ejecutados se repetirá, porque la Palabra de Dios dice que “todo eso les sucedió como amonestación para otros, y fué escrito con el fin de instruirnos a nosotros que vivimos en las últimas horas del mundo”. (1 Cor. 10:11, Móffatt [en inglés]) ¿Quién puede negar lo típico de la lluvia de agua y de fuego y azufre durante los días de Noé y Lot, y las amonestaciones acompañantes recibidas indiferentemente por pueblos que sin inmutarse continuaban su rutina diaria de vivir como si su mundo siguiera sin per turbación indefinidamente? ¿No dijo eso en efecto Jesús al hablar de su segunda presencia en estos “postreros días”?—“Como aconteció en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y los destruyó a todos. De igual manera también como aconteció en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre desde el cielo, y los destruyó a todos. De la misma manera sucederá en el día en que el velo se levante del Hijo del Hombre.” (Luc. 17:26-30, Wéymouth [en inglés]) Cristo Jesús ha estado presente desde 1914 y se ha dado testimonio de las señales que lo prueban, pero el velo no se levantará de los ciegos “ojos del entendimiento” de la mayor parte de la humanidad hasta que su poder se revele en la furia del Armagedón.
2. ¿Qué prefiguraron Egipto y Babilonia? ¿Por qué?
2 El hecho de que el Egipto que Moisés amonestó y cuyo poder fué quebrantado cuando. Jehová libró a Su pueblo fué típico y simbólico se prueba por el Apocalipsis 11:8: “Sus cuerpos yacerán en la calle de la gran ciudad que figurativamente se llama Sodoma y Egipto—donde su Señor también fué crucificado.” (Una Tradu. Amer. [en inglés]) Los “cuerpos” asesinados son cuadro de la detención de cierta fase de la obra de testimonio de Dios hacia el fin de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo fué en este mismo Egipto simbólico de este siglo veinte que Jesús fué perseguido y muerto, hace diecinueve siglos. Egipto, la primera potencia mundial, figurativamente representa la organización mundial, “este presente siglo malo” que a través de los siglos ha oprimido al pueblo de Jehová. El libro del Apocalipsis también manifiesta que la Babilonia divinamente amonestada por Isaías y otros fué típica de una Babilonia mayor venidera, pues mucho tiempo después del derrumbe de la Babilonia literal el capítulo 18 predice la caída de “la gran Babilonia”.
3. ¿Qué prefiguraron Jerusalén y Judá? ¿Cómo lo hicieron aptamente?
3 En cuanto a Jerusalén y Judá que tomaron el nombre de Dios pero que estuvieron muy lejos de cumplir con lo que eso les obligaba a hacer, ¡cuán aptamente prefiguraron a la cristiandad de hoy en día! La cristiandad toma el nombre de Dios y del reino de Cristo, pero, igual que Jerusalén del tiempo de Jeremías, ella ha abandonado la verdadera adoración y ha adoptado dioses falsos; ella se sirve a sí misma, idolatriza el dinero, el poder, las criaturas, las estatuas e imágenes, sacrifica sus hijos al dios de la guerra y se mofa y encarcela y a veces mata a los testigos de Jehová que la amonestan respecto a sus abandonos. Igual que la Jerusalén infiel del tiempo de Jesús, ella tiene una forma de piedad pero niega el poder de Dios, sus sacerdotes y predicadores imitan a los fariseos en su traje y sus títulos, su filosofía y tradición, su ceremonia y credo, su hipocresía y frente piadoso, sus palabras y obras dichas y hechas para la publicidad. Precisamente entre tales condiciones paralelas pueden andar en sus pisadas los verdaderos seguidores de Cristo, haciendo una obra parecida, por métodos parecidos, por pruebas parecidas, con reacción parecida a mensaje y amonestación parecidos. Pero con esta diferencia: el testimonio actual es el testimonio final para este mundo. “Este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.
¿QUIÉNES TIENEN PARTE EN LA OBRA?
4, 5. ¿Quiénes no tienen parte en el testimonio final? Y ¿por qué no?
4 ¿Quiénes tienen parte en dar el testimonio final respecto al reino de Jehová y la ruina de este mundo en el Armagedón? No los altamente estimados de este mundo, puesto que ellos son una abominación ante los ojos de Dios. No los sabios según el mundo, ni los que ejercen influencia, ni la nobleza ni las personas prominentes en la sociedad, ni los que se llaman a sí mismos realistas y mentes prácticas que se mofan de lo que ellos consideran la obra no realista e insensata de predicar el evangelio. Jesús dijo: “Lo que entre los hombres es ensalzado es abominación a la vista de Dios.” Pablo escribió: “Pues consideren, hermanos, lo que sucedió cuando Dios los llamó a ustedes. No muchos de ustedes eran lo que los hombres llaman sabios, no muchos de ustedes tenían influencia, no muchos eran de alta alcurnia; sino fué lo que el mundo llama insensato lo que Dios escogió con qué avergonzar a los sabios, y fué lo que el mundo llama débil lo que Dios escogió con qué avergonzar sus fuerzas, y fué lo que el mundo llama bajo e insignificante y no real lo que Dios escogió para anular sus realidades, para que en su presencia ningún humano tuviera nada de qué jactarse.”—Luc. 16:15; 1 Cor. 1:26-29, Una Tradu. Amer. (en inglés).
5 Nadie, sea en los campos comerciales o políticos o religiosos, que apoya y defiende a este mundo y trata de perpetuar su existencia a pesar de la amonestación que Dios ha dado respecto a su fin temprano, querría o podría tener parte en dar el testimonio final. Los que quieren agradar a Jehová Dios prestarán atención a su amonestación respecto a esta organización mundial: ‘Cristo no es de este mundo; su reino no es de este mundo; no oren por este mundo; he escogido de este mundo a ustedes los cristianos; no amen el mundo, ni las cosas en el mundo; no se conformen a este mundo, sino que pongan su cariño en las cosas de arriba; Satanás es el príncipe de este mundo, el dios de este mundo, y el mundo entero yace en ese maligno; al fin, los que guerrean por la causa de Dios no se enredan en los asuntos de este mundo, y los amigos del mundo son enemigos de Dios.’ (Juan 17:9, 14, 16; 18:36; 14:30; 15:18, 19; Rom. 12:2; Col. 3:2; 2 Cor. 4:4; 1 Juan 2:15-17; 5:19, Ver. Norm. Am. [en inglés]; 2 Tim. 2:4; Sant. 4:4) Y este montón de declaraciones divinas ¿no excluye de entre las filas de los verdaderos ministros cristianos hasta al clero ortodoxo de influencia que es estimado de la cristiandad?
6. Pero, ¿quiénes resultan ser ministros de Dios, para presenciar qué cosa?
6 Por otra parte, ¿no indica lo anterior que los del grupo no estimado, débil, humilde, insignificante, sin influencia y no mundano, conocido como testigos de Jehová, son ministros de Dios? Se consideran no realistas e ignorantes e insensatos por este mundo talentoso. Además, ellos son los únicos que predican las buenas nuevas del reino establecido de Cristo y la amonestación de la visita del Armagedón a esta generación. Mediante centenares de millones de libros y folletos, en unos ochenta y ocho idiomas, y también más millones de revistas y tratados y miles de discursos públicos semanales, los testigos de Jehová han dado testimonio de que las guerras, las hambres, las pestes, los terremotos, las riñas y persecuciones, inquietud y temores, mayores abandonos e inmoralidades mundanas, fracasos en dominios nacionales y gobiernos mundanos—todo eso no es más que los hechos físicos que concuerdan con las señales que Jesús predijo que acompañarían su segunda presencia y tras las cuales viene el Armagedón. Tal como en la primera venida de Jesús el cumplimiento de docenas de profecías de las Escrituras hebreas probaron que él era el Mesías, asimismo hoy en día su segunda presencia se prueba por los sucesos en cumplimiento de las profecías. Pero tal como los caudillos religiosos y políticos de influencia lo rechazaron hace diecinueve siglos, las mismas clases lo rechazan hoy en día y se entregan a este mundo y sus ardides para perpetuarse.—Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21; 2 Tim. 3:1-5; Sal. 118:22; Mat. 21:42; 1 Ped. 2:4-8.
7. ¿Quiénes a aceptan la obligación de predicar? ¿Con qué acción?
7 Los cristianos que están consagrados para hacer la voluntad de Dios aceptan la obligación de tener parte en el testimonio final, como lo manda Cristo Jesús. (Mat. 24:14) Su voto de consagración no es la palabrería de insensatos locuaces que pronto se olvida: “La voz del insensato [viene] con multitud de palabras. Cuando hicieres voto a Dios, no dilates en cumplirlo; porque él no se complace en los insensatos: cumple pues lo que has prometido. Mejor te será el no hacer votos, que el hacerlos y no cumplirlos.” (Ecl. 5:3-5) Tampoco son como las nubes vacías y los vientos que soplan de Proverbios 25:14 (Móffatt [en inglés]): “Nubes y viento que no traen lluvia—¡como el que promete lo que nunca da!” Los cristianos no se reúnen sólo unos pocos minutos un día a la semana en un edificio con campanario y pagan a un clérigo con título para que les predique. Cada individuo cristiano es un ministro y tiene que predicarles a otros.—Sant. 1:22-25.
CÓMO SE DA EL TESTIMONIO
8. ¿Qué medios sin voz se han usado también para predicar?
8 Los cristianos usan eficazmente las Biblias impresas y las ayudas bíblicas impresas. Esto no es nuevo. Moisés presentó mandatos escritos en tablas de piedra. Josué escribió en altares de piedra. Jeremías escribió un testimonio a los cautivos en Babilonia y Baruc escribió algunas de las profecías de Jeremías en un rollo que fué colocado con el rey Joaquim. Una mano procedente de Dios escribió un mensaje de ruina en la pared del palacio del rey Belsasar. Los apóstoles y otros cristianos de entonces escribieron epístolas, y Pablo estaba especialmente ansioso respecto a unos pergaminos. (Éxo. 31:18; Jos. 8:32; Jer. 29:1; 36:1-32; Dan. 5:5, 25-28; 2 Tim. 4:13) Estos son sólo algunos cuantos de muchos ejemplos donde se usaron escritos para predicar, además de los rollos escritos que al fin constituyeron los sesenta y seis libros de la Biblia misma.
9. ¿Han cansado la carne o no? ¿Por qué?
9 Hoy en día prensas de alta velocidad expiden un diluvio interminable de cosas que leer, lo cual da mayor énfasis a la amonestación de Salomón contra la interminable producción de libros cuyo estudio es cansancio de la carne. Pero el rey Salomón exentó cierta materia de esta amonestación, diciendo: “Las palabras de los sabios son como aguijones; y colecciones que da un solo maestro son como clavos hincados con mandarria.” (Ecl. 12:12, 11, Una Tradu. Amer. [en inglés]) En la antigüedad los aguijones, palos largos con puntas de hierro, se usaban para hacer que los bueyes siguieran avanzando en la dirección correcta. Las palabras sabias de la Biblia o basadas en la Biblia hacen que los verdaderos cristianos sigan avanzando en el servicio del Reino, no dejando que se queden atrás o se retengan o se extravíen por senderos erróneos sin que la conciencia culpable los punce. (Hech. 26:14) La exhortación bíblica es directa y aguijadora. Todos los sesenta y seis libros de la Biblia, inspirados por un solo Maestro Jehová Dios y coleccionados bajo la guía de su espíritu, contienen verdades muy agudas que tienen que meterse profundamente en la mente de uno. Como clavos hincados con mandarria en una tabla, no se zafarán sino que puede uno asirse de ellos con confianza, sirviendo ellos de ancla segura para evitar que seamos golpeados y sacudidos y estropeados por los vientos de la propaganda mundana. (Sant. 1:6-8) Por esto la Biblia y ayudas dignas de confianza tales como las que distribuyen los testigos de Jehová no cansan. En vez de cansar la carne, su consejo, si se obedece, ¡volverá la carne a la frescura de la niñez!—Job 33:25.
10. ¿Cómo se distribuye esto? ¿Por qué adecuadamente así?
10 Hoy en día los testigos de Jehová son ayudados a dar el testimonio final por inmensas cantidades de literatura. Mucho más une los hombres fieles de la antigüedad y los primeros cristianos que pregonaron las amonestaciones pasadas de los tiempos bíblicos. Y habiéndoseles encomendado más, más se demanda, a saber, un testimonio mundial a todas las naciones esparcidas sobre todo el planeta. (Luc. 12:48; Mar. 13:10) Distribuyen las Biblias y la literatura bíblica yendo de casa en casa. Jesús predicó de esta manera y educó a sus seguidores a portarse correctamente a las puertas de la gente. (Mat. 10:7-15) También, “Por las casas, no cesaban de enseñar y predicar á Jesucristo.” (Ver. Val. Rev.) “No me he retraído de declararos cosa alguna que fuese provechosa, ni de enseñaros públicamente y de casa en casa.” Aun allá en Babilonia siglos antes de la venida de Cristo las puertas se consideraban lugares adecuados para discutir el mensaje de Dios.—Hech. 5:42; 20:20; Eze. 33:30.
11. ¿Cómo se portan al colocar literatura? ¿Según el ejemplo de quién?
11 “No soy vendedor ambulante del mensaje de Dios.” (2 Cor. 2:17, Una Tradu. Amer. [en inglés]) Igual que Pablo, los testigos de Jehová hoy en día pueden decir esto porque no se limitan a colocar literatura en las casas de la gente. Los vendedores ambulantes de libros han completado su obra al distribuir su mercancía, pero eso no es verdad respecto al ministro que coloca ayudas bíblicas. Al blandir él la “espada del espíritu” no da una sola estocada en forma de la colocación de un libro y luego envaina la espada de la verdad, sino que da otra es tocada, tratando de iniciar un estudio de las Sagradas Escrituras en esa casa. Con celo revisita a los que quieren oírlo otra vez sobre estos temas vitales. (Hech. 15:36; 17:32, Una Tradu. Amer. [en inglés]) Y en tales revisitas conduce enteramente gratis estudios de las Sagradas Escrituras. Jesús enseñaba en las casas y revisitaba las casas donde había interés especial. (Luc. 10:38-42; Juan 12:1-3) Sigue haciéndolo hasta el día de hoy, no en persona, sino representativamente mediante sus seguidores que andan en sus pisadas: “He aquí, yo estoy de pie a la puerta, y llamo; si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”—Apo. 3:20.
12. ¿En qué lugares públicos también ofrecen el mensaje, correctamente?
12 En calles activas los ministros cristianos toman puestos estratégicos, extendiéndoles la palabra de la vida a los transeúntes. Las calles y las plazas se usaron hace muchísimo tiempo como lugares para declarar la sabiduría de Dios: “La sabiduría enseña en público; levanta su voz en medio de las plazas; hácese oír en los concursos de gente: expone sus útiles documentos en las puertas de la ciudad.” Otra vez, “¿No está ahí clamando la sabiduría y dando voces la inteligencia? En los altos cabezos, junto a los caminos, en los cruces de las veredas se para; en las puertas, en las entradas de la ciudad, en los umbrales de las casas da voces.” (Pro. 1:20, 21, Torres Amat; 8:1-3, Nácar-Colunga) Respecto a Cristo Jesús dijo la gente: “Tú has enseñado en nuestras plazas.” (Luc. 13:26) En las plazas Pablo predicaba a los que estaban presentes.—Hech. 17:17, Ver. Hisp.-Am.
13. ¿Qué prueba bíblica ofrecemos para los lugares donde predicamos?
13 Por esto cuando personas acostumbradas a la rutina religiosa ortodoxa de sermones los domingos en un edificio eclesiástico demandan saber por qué no nos conformamos a ese método, podemos llamarles la atención a los textos citados para enseñar que nos conformamos a nuestro Ejemplar, Cristo Jesús. Podemos añadir, “El Altísimo no habita en templos hechos de mano.” (Hech. 7:48, Ver. Val. Rev.) Sin embargo, podemos manifestar que tal como Jesús y sus apóstoles usaban el templo y las sinagogas, los testigos de Jehová usan Salones del Reino para celebrar reuniones congregacionales, incluyendo a los discursos públicos. También conducen reuniones al aire libre en parques y en otros lugares, como lo hizo Cristo Jesús hace diecinueve siglos.
¿ESTÁN EXENTOS ALGUNOS?
14. ¿Cómo hasta qué grado predican algunos bajo diferentes condiciones?
14 “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo.” (2 Tim. 4:2) Todos los testigos fieles de Jehová hacen esto. Algunos pueden dedicar todo su tiempo a la obra de predicar; otros pueden dedicar sólo una parte de su tiempo, teniendo que hacer trabajo seglar para su sostén. Hay circunstancias que limitan la actividad de algunos, pero todos pueden hallar oportunidades para tener parte en el testimonio final. Los achaques físicos pueden incapacitar a algunos, pero hasta éstos pueden predicar verbalmente a los vecinos, a los amigos, a los que llaman a su puerta o por teléfono, o escribiendo cartas y enviando literatura por correo. En verdad, ¿qué circunstancia podría excluir completamente del servicio de Jehová al fiel testigo?
15, 16. ¿Son demasiado ancianos o demasiado jóvenes algunos para predicar? ¿Qué lo manifiesta?
15 ¿Hay algunos demasiado jóvenes para servir? Pablo escribió su primera epístola a los tesalonicenses en el 50 d. de J.C., y en esa epístola se refirió a Timoteo como “ministro de Dios”. Ha de haber sido un joven que aun no cumplía los veinte años, porque más de diez años más tarde todavía era joven, y Pablo le dió este consejo: “Nadie tenga en poco tu juventud.” (1 Tes. 3:2; 1 Tim. 4:12) A la edad de doce años Jesús predicó y asombró a sus oyentes con su sabiduría. (Luc. 2:42, 46, 47) Jeremías no era más que un niño cuando comenzó a amonestar a Jerusalén de su caída. (Jer. 1:5, 6) Y, ¡sépalo, que Samuel sirvió de ministro de Jehová en el tabernáculo y profetizó luego que fué destetado! (1 Sam. 2:11, 18; 3:1-21) ¿Es usted más joven que eso?
16 Quizá digan algunos que por la vejez han de retirarse de la actividad. Aarón fué ordenado sacerdote cuando tenía 83 años, y Moisés tenía 80 cuando fué lanzado al servicio como medianero entre Jehová e Israel, capacidad en que prefiguró a Cristo Jesús y sirvió hasta su muerte, a la edad de 120. (Éxo. 7:7; 28:1-4; Deu. 34:7) La primera vez que estuvo preso en Roma debido a su fidelidad a Dios Pablo se refirió a sí mismo como “Pablo anciano”, pero después de ser librado y por varios años siguió predicando. (File. 9) Y el apóstol Juan tenía unos cien años cuando él escribió sus contribuciones que completaron el canon de la Biblia. ¿Tiene usted más de cien años?
17. ¿Ha de impedir por completo que predique uno la enfermedad física? ¿Por qué?
17 La falta de salud limita la actividad en el servicio, pero, ¿debe detener la predicación por completo? Recuérdese el caso de Job. Después de sufrir la pérdida de sus hijos y las riquezas materiales, lo hirió una enfermedad asquerosa. ¡Elefancía, o lepra negra! Esta enfermedad ulcerosa cubre la piel de escamas oscuras e hincha las piernas hasta que tienen dos o tres veces el tamaño natural y parecen pies arrastrantes de elefante; por esto se le dan los nombres de lepra negra y elefancía. La actividad física de Job fué muy limitada y el padecimiento fué muy intenso, pero, cuando tres personas lo visitaron, celosamente les testificó y retuvo su integridad. (Job 2:7, 8, 11; 3:1) Hasta Timoteo joven tenía mal de estómago y “frecuentes ataques de enfermedades”, y Pablo servía a pesar de un “achaque físico amargo”. (1 Tim. 5:23; 2 Cor. 12:7, Una Tradu. Amer. [en inglés]) Hoy en día hay testigos que predican a pesar de tales impedimentos físicos severos como la parálisis lisiante, ceguedad y falta de oído o habla.
18. ¿Debe estar alguien demasiado ocupado para predicar? ¿Por qué contesta así?
18 ¿Demasiado ocupado para predicar? Como algunos en los días de Jesús, ¿ponen algunos el pretexto de que tienen una finca, o animales, o una mujer que torna su tiempo y no deja tiempo para el nuevo mundo? (Luc. 14:17-20) ¿Permiten que enredos espinosos con este mundo y sus cuidados y riquezas ahoguen la predicación del evangelio? (Mat. 13:7, 22) ¿No hallan la mayor parte de las personas algún tiempo para cosas menos esenciales, tales como el trabajo seglar? ¿el comprar el alimento? ¿el leer el periódico? ¿el escuchar la radio? ¿el visitar a los amigos? ¿alguna forma de recreo? y ¿quizá dormir tarde a veces el domingo por la mañana? La última pregunta nos hace pensar en la siguiente—¿demasiado perezoso? Proverbios 6:6-11 dice: “¿Hasta cuándo, oh perezoso, te estarás acostado? ¿cuándo te levantarás de tu sueño? ¡Un poco más de sueño, un poco más de adormecimiento, un poco más de cruzar las manos para dormir;—así tu indigencia vendrá cual salteador de caminos, y tu necesidad como hombre armado!” Pero, ¡quizá los tales están demasiado cansados para vivir para siempre, y prefieren dormir para siempre, en la muerte, no perturbados por el rechino de despertadores o de resurrecciones!
19. ¿Debe de detener a uno el temor de los hombres o el temor de la ineptitud? ¿Por qué?
19 Quizá otros se retengan debido a la timidez o temor. Jeremías superó ese obstáculo. (Jer. 1:6-9, 17-19) El amor perfecto para Dios echa fuera el entrampan te temor de los hombres. (1 Juan 4:18; Pro. 29:25) ¿Se siente usted inepto para hablar en el servicio del Reino? Tanto Jeremías como Moisés se sentían igual al principio, pero mire el conmovedor testimonio oral que dieron después de vencer este temor falso. (Éxo. 4:10-12) Ni hay que dejar que el temor de preguntas difíciles de contestar impidan que uno tome parte en el testimonio final. La educación teológica en un seminario religioso no equipa a uno para el servicio de Jehová ahora, tal como no lo logró en los días de Jesús cuando él y los apóstoles confundieron a los que tenían tal educación. ¡El estudio privado de la Biblia y el estudio en grupo con otros testigos, más el espíritu de Jehová, dan aptitud para contestar segunda a ninguna! “Tus mandatos me hacen más sabio que mis adversarios; nunca estoy sin ellos. ¡Tengo más perspicacia que todos estos oráculos, porque medito en tus consejos! ¡Sé más que estos sabios, porque cumplo con tus requerimientos!” (Sal. 119:98-100, Móffatt [en inglés]) Nótese cómo el joven Eliú ensalza el espíritu de Jehová como el elemento vital en la sabiduría: “Yo soy de pocos días, mientras que ustedes son ancianos; por eso temí y tenía miedo de manifestarles mi conocimiento. Pensé que los días debían de hablar, y muchos años debían de enseñar la sabiduría. Sin embargo, un espíritu en el hombre, y el aliento del Todopoderoso, es lo que los hace inteligentes; los ancianos no son los sabios.”—Job 32:6-9, Una Tradu. Amer. (en inglés).
ESTUDIE Y PREDIQUE CON LA ORGANIZACIÓN
20, 21. (a) ¿Cuánta fe nos hace falta para predicar? (b) ¿Cómo desarrollamos las ganas indomables de predicar? ¿Qué ejemplos lo muestran?
20 Hay que tener fe para predicar, pero no mucha. Tan poca como un grano de mostaza moverá una montaña. ¡Menos aun que esa pequeñez debe de movernos al servicio en el campo, pues somos mucho más pequeños que las montañas! No debe de ser necesario que nadie sea obligado a la fuerza por otros o por él mismo a ser activo en testificar. Pero, ¿qué hay si alguien no siente ganas de predicar? Estudie. Medite en la ley de Dios día y noche. Hable acerca de las Escrituras en las reuniones congregacionales, escuche los comentarios de otros. Reciba la verdad mediante el ojo y el oído hasta que llene la mente y el corazón, hasta que brote de adentro y se desborde por la boca en el servicio en el campo. Lo hará de sí misma. Hablamos de lo que tenemos en la mente y en el corazón. “De la abundancia del corazón habla la boca.” (Luc. 6:45) Algunos chismean, cuentan las dificultades de la familia, relatan en detalle sus achaques y describen sus operaciones, o regañan o se quejan o altercan. Eso es lo que les llena la mente. Lo que tenemos en la mente, lo queremos decir. ¡De modo que ponga la verdad en la mente, y dígala en su territorio para testificar!
21 Si nos alimentamos la mente de la verdad de Dios y nos llenamos el corazón de ella, o la contamos o reventamos, ¡tenemos que dejar que fluya de nuestros labios para recibir desahogo! Eliú experimentó precisamente tales sentimientos cuando esperaba impaciente y oía la palabrería falsa y blasfema de los tres “consoladores” de Job. Durante un momento de silencio en sus palabras Eliú dijo: “Yo también responderé mi parte, manifestaré yo también mi opinión; porque lleno estoy de palabras, me constriñe el espíritu dentro de mí. He aquí que mi interior está como el vino que no tiene respiradero; como odres nuevos que están a punto de reventar. Hablaré, para desahogarme; abriré mis labios y responderé.” (Job 32:17-20) El mantener el silencio será más atormentador que la persecución que pueda traer la testificación pública, como lo descubrió Jeremías: “He venido a ser un hazmerreír todo el día, todos se burlan de mí. Cuantas veces hablo, tengo que exclamar, tengo que gritar, ‘¡Violencia y saqueo!’ Porque la palabra del SEÑOR ha venido a serme un vituperio y una afrenta todo el día. Si digo, ‘No pensaré en ella, ni hablaré más en su nombre,’ está en mi corazón como fuego que arde, encerrado en mis huesos; estoy agotado por refrenarla—no puedo aguantarlo.”—Jer. 20:7-9, Una Tradu. Amer. (en inglés).
22. ¿Cómo debe de dirigirse la predicación del evangelio? ¿Por qué?
22 Que nadie se agote refrenando la verdad, sino que descargue las razones y pretextos débiles que reducen el servicio del Reino, pues más se cansa uno cargándolos y batallando con la conciencia que se cansa en la obra de testificar. Deje que otros publicadores en la organización le ayuden a dirigir su celo, ya que está avivado por el conocimiento hasta el punto de arder. Diríjalo a la predicación del evangelio organizada y atinada. La organización visible de Jehová puede usarlo a usted, pero también puede medrar sin usted. Pero usted no puede medrar sin ella. Los infructuosos al fin son podados y nunca se echan de menos al ser injertados los nuevos. Las ramas que son podadas pronto se marchitan y se mueren, siendo cortadas de la savia que circula y da vida. Asimismo, si una mano o un pie es cortado del cuerpo humano el miembro cortado perece, o si se mantiene inactivo en una posición apretada se duerme, se entumece, pierde su habilidad de moverse. La sangre en la cual está la vida deja de circular a aquellas partes, deja de traer nuevos abastecimientos de alimento y llevarse los desperdicios. Así es con la organización visible de Jehová. Todos tienen que asociarse, tienen que recibir el alimento espiritual que da vida, alimento que Dios circula a su pueblo mediante la organización, tienen que recibir las nuevas verdades que quitan las ideas antiguas y tienen que recibir la amonestación que reprime ideas raras personales, todo lo cual nos mantiene frescos y fuertes y activos, viendo ojo a ojo y peleando hombro a hombro. No se haga rama marchita o pie paralizado. No se ampute de la organización y cometa suicidio espiritual.—Juan 15:1-8.
LOS PUEBLOS DIVIDIDOS
23. ¿Qué destino les espera a los mofadores y a los indiferentes?
23 Deje el proceder de suicidio para este mundo viejo de injusticia. Que se mofe y se burle y nos diga, como los de Jerusalén le decían a Jeremías: ‘Dios no se interesa por la tierra. La ha abandonado. No hará ni bien ni mal. Y aunque venga el Armagedón algún día, no vendrá en nuestro día, ni en esta generación.’ El testimonio amonestador se pasa por alto indiferentemente por millones de personas que quizá no persigan violentamente pero que no toman ninguna acción respecto a él. Esa indiferencia es bastante para clasificarlas como “cabras”. (Mat. 25:41-46) Los indiferentes que están satisfechos de sí mismos o aquellos cuya supuesta inteligencia superior no los permite considerar la amonestación, que la desechan con un ademán vanidoso, diciendo que simplones engañados daban amonestación del fin del mundo en el día de su padre o de su abuelo, y que dicen que las cosas seguirán como han sido en los tiempos pasados, deben de recordar que los mofadores razonaron igual en los días de Noé y en los días de Lot y en los días de Jeremías. El apóstol Pedro amonestó respecto a la presencia de tales mofadores superiores en los “postreros días”.—2 Ped. 3:3-7.
24, 25. ¿Qué clase de inactivos están asociados con nosotros? ¿Cuál es su destino?
24 Hay otra clase que se manifiesta durante estos días de testimonio final. Están enterados de la obra de testimonio de los testigos de Jehová. Creen que los testigos de Jehová tienen la mejor religión y que sus publicaciones presentan la explicación más armoniosa de la Biblia. Consideran especialmente hermosas y deleitosas las verdades respecto a las bienaventuradas condiciones de vivir en el nuevo mundo de Jehová, y vienen y escuchan como quien escucha una canción hermosa. Siempre vienen a las reuniones cuando sus conferenciantes favoritos están en el programa, y rara vez dejan de asistir a las convenciones, y nunca faltan en los servicios del Memorial. Mas no se ponen en acción con respecto a lo que oyen, y es muy probable que consideren a los testigos celosos como radicales y fanáticos. Volverán en sí demasiado tarde, según Ezequiel 33:31-33:
25 “Vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti como pueblo mío, y oyen tus palabras; mas no las ponen por obra; porque con su boca manifiestan mucho amor; pero su corazón va tras de su lucro. Pues he aquí que eres para ellos como una canción de amores de quien tenga hermosa voz y que toque bien: porque escuchan tus palabras, mas no las ponen por obra. Pero cuando aquello sucediere (he aquí que va a suceder), ellos conocerán que ha habido profeta en medio de ellos. “Cristo Jesús habló de esta clase como insensatos, diciendo: “Todo aquel que oye estas palabras mías, y no las hace, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena: y cayó la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa, y cayó; y fué grande la ruina de ella.”—Mat. 7:26, 27.
26. ¿A quiénes más saca a la luz la predicación? ¿En qué cantidades?
26 Pero si el testimonio final promueve a mofadores y perseguidores, y regala los oídos de los indolentes y egoístas e insensatos, también saca a luz una clase ovejuna de personas que aman la justicia. No sólo escuchan sino que obedecen, ven las señales que prueban la segunda presencia de Cristo, creen la amonestación de que se ha acercado el Armagedón, y toman a pechos la amonestación de huir de los enredos del mundo viejo. Isaías predijo este aumento glorioso y el recogimiento como resultado de dejar que la luz de la verdad brille por dondequiera en toda la tierra. Como la abundancia de los mares serían convertidos, como palomas que oscurecen el cielo por su gran número en vuelo, vienen a la única luz de la organización de Jehová. Las puertas de la organización están abiertas de continuo, no cerradas ni de día ni de noche. Aunque la religión falsa, la política, el comercio, el militarismo, los demonios y el Diablo mismo traten de cerrar las puertas, ¡nunca se cerrarán ni por un momento, sino que se quedarán abiertas para dejar que salga la luz; y para recibir a las “otras ovejas” del Señor! El pequeño viene a ser mil, el chico, nación fuerte, y Jehová se apresura para lograrlo al dar sus ministros el testimonio final.—Isa. 60:1-22.
¡TENGA PARTE EN EL TESTIMONIO Y EN LA VICTORIA!
27. ¿Cómo proceden éstos, y por cuánto tiempo?
27 Estos amantes de la justicia que van entrando no vienen a la organización visible de Jehová para consumir vorazmente el alimento espiritual para engordarse o para que se les regalen los oídos con verdades agradables de las bendiciones del Reino. No, no son impulsados por tales móviles egoístas, sino que consideran mayor la bendición de dar la verdad a otros que la de recibirla ellos mismos en primer lugar. Guardan el paso con los demás de los testigos de Jehová, toman sus puestos en las filas, marchan con el ejército antitípico de langostas, pregonan por dondequiera el mensaje que quema las dehesas lozanas donde el clero ha hecho su agosto, las quema tan cabalmente como quemaron las mieses de los filisteos infieles las teas encendidas que llevaban los chacales que Sansón soltó entre ellas. Sólo que hoy en día los testigos ungidos y sus compañeros de buena voluntad no tienen chacales que lleven las teas encendidas de la verdad. Pero con voces unidas para aumentar el volumen del grito de testimonio que va de aumento, continuarán hasta que se haya dado el testimonio final a todas las unciones, hasta que venga el fin, hasta que “las ciudades queden desoladas, por falta de habitantes; y las casas, por no haber hombre en ellas; y la tierra venga a ser una desolación completa”.—Hech. 20:35; Joel 2:1-11; Jer. 25:36; Jue. 15:4, 5; Isa. 6:11.
28. ¿Cuál es nuestra experiencia ahora al predicar la verdad?
28 Entonces delante de la humanidad obediente se extenderán bendiciones sin fin en un nuevo mundo: pero para cosechar esas bendiciones entonces, tenemos que sembrar la semilla de la verdad ahora. La fidelidad en hacerlo traerá la persecución sobre nuestra cabeza. Los hombres rapiñarán como leones a los testigos de Jehová, se inflamarán contra ellos, azuzarán turbas para que los ataquen. Los enemigos son quemados por el mensaje de ruina y son inflamados por los juicios encendidos. Por esto ridiculizan a los testigos en la prensa pública y en los púlpitos y usan los clientes y la lengua como lamas y espadas para acribillar la buena reputación de los testigos, lanzando vituperios y denigraciones contra ellos. Como dijo David: “Mi alma está en medio de leones; me acuesto entre los que arrojan llamas, hijos de hombres, cuyos dientes son lanzas y saetas, y su lengua una espada aguda.” (Sal. 57:4) Pero Jehová proporciona armadura de Dios que desvía los dardos encendidos de los inicuos, y cuando fracasan el poder y las fuerzas humanas ¡Su espíritu da la victoria!—Efe. 6:10-17; Zac. 4:6.
29. ¿Cuánto tiempo falta, y por qué predicar ahora o nunca?
29 Tenga parte en el glorioso tesoro de dar el testimonio final ahora, para que pueda alimentarse de los frutos de la victoria. El tiempo es breve—¡hasta Satanás sabe eso! (Apo. 12:12) El tiempo no pasará lentamente si se usa en trabajo celoso. Pues, la Biblia dice que “Jacob sirvió por Raquel siete años; y pareciéronle como unos cuantos días, por el amor que le tenía”. Y cuando el tiempo se alargó más de lo que esperaba, todavía pasó rápidamente. (Gén. 29:20, 27, 28) Por el amor que les tenemos a Dios y a su Rey y a la obra del Reino el tiempo que nos separa del Armagedón parecerá una corriente veloz de días agradables. Cuando aquellos días hayan pasado la historia del testimonio final se escribirá, y ésa e s una historia que no se repetirá. (Nah. 1:9; Mat. 24:21) Este mundo viejo ha sido pesado en las balanzas y ha sido hallado falto, sus días están numerados, sus horas están numeradas, pues Dios sabe su hora final. (Mat. 24:36) Nuestras horas para predicar el evangelio están numeradas con él. El Diablo usa el poco tiempo que queda como león montés, enfurecido y rugiente, tratando de probar su desafío; nosotros debernos de usar nuestro tiempo con tanto celo para el bien como él usa el de él para el mal. ¡Se habrá acabado el tiempo para probar que él es mentiroso y para tomar parte en el testimonio final cuando el gran reloj de Dios dé con fuerza la hora fatal del Armagedón! ¡Tome parte en el testimonio final ahora o nunca!