Por qué necesitamos el reino de Jesucristo
1. ¿Como hijo de qué “dios” nació Jesús, y por qué no fue eso accidentalmente?
UNA cosa importante notamos acerca del Hijo de Dios que estuvo en la Tierra como hombre durante el primer siglo de nuestra era común. Él no nació dentro de alguna familia hindú en la India. No nació dentro de alguna familia budista en el Tibet, ni dentro de la familia real de la China antigua, ni dentro de la familia del César imperial de Roma. (Est. 1:1; Luc. 2:1, 2) Más bien, “provino de la descendencia de David según la carne.” (Rom. 1:3) Esto no fue accidental. Era necesario que este Hijo de Dios naciera como “descendencia de David.” Por esta razón Dios escogió a una virgen judía que era de la línea carnal de David de Belén para que llegara a ser la madre de Jesucristo. (Luc. 1:26-32) Esta María era adoradora del Dios que la hizo fértil milagrosamente, y por eso el hijo de ella no nació como el hijo de algún dios hindú ni de alguna deidad budista ni del Júpiter romano ni del Zeus griego.—Luc. 1:34-55; Hech. 14:12, 13.
2. ¿Por qué no tenía que nacer Jesús de la tribu de Leví ni de la familia de Aarón para ser el Cordero de sacrificio; y en qué día murió él?
2 En el Israel antiguo, la tribu del rey David era la de Judá, una tribu de la cual no se tomaban sacerdotes para ofrecer sacrificios. De todos modos, Jesucristo podía nacer como “la descendencia de David” de la tribu de Judá y todavía llegar a ser “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) No tenía que ser de la tribu de Leví ni de la familia sacerdotal de Aarón, que era la familia de la cual se tomaban los sacerdotes de Israel. Podía nacer en la tribu de Judá, de la cual era David, y todavía ser un hombre perfecto, sin pecado, que fuera apropiado para un sacrificio aceptable a Dios debido a que era perfecto y no estaba manchado por el pecado. La perfección e impecabilidad que había mantenido como el Hijo de Dios en el cielo continuó con él cuando fue enviado a la Tierra a llegar a ser el hombre absolutamente igual al Adán perfecto y libre de pecado en el día en que fue creado en el Jardín de Edén. Jesucristo tenía que ser tal cosa para poder ‘darse como rescate correspondiente por todos.’ (1 Tim. 2:5, 6; Mat. 20:28) Él derramó su sangre como sacrificio expiador de pecados en el día de la Pascua de 33 E.C., el día en que los judíos sacrificaban el cordero pascual y comían su carne asada mientras celebraban el que su nación hubiese sido librada del Egipto antiguo.
3. ¿Qué decía Levítico 17:11, 12 acerca de la sangre, y por eso, qué beneficio obtenemos de la sangre de Jesús, y cómo?
3 En el pacto de Dios con el antiguo Israel él dijo las siguientes palabras, según se encuentran en Levítico 17:11, 12: “El alma [o vida] de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación por el alma [vida] en ella. . . . ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre y ningún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes debe comer sangre.’” Por eso, al derramar su sangre en sacrificio a Dios, Jesucristo estaba derramando su vida como sacrificio de expiación para todos nosotros los descendientes del pecaminoso Adán. Él presentó la sangre vital de su sacrificio humano perfecto a Dios en el cielo, y por eso no podemos comer ni beber la sangre de Jesús para obtener el beneficio que viene de ella. Para beneficiarnos de la sangre vital de Jesús tenemos que ejercer fe en ella como cosa que expía completamente nuestros mortíferos pecados.—Heb. 9:11-14, 24.
4. ¿Por qué es apropiado que Revelación presente a Cristo como un Cordero cuando se consideran las palabras de Simón Pedro acerca de la sangre de éste?
4 Uno de los judíos del primer siglo que creyó en el valor expiatorio de la sangre de Jesús fue Simón Pedro, quien había sido pescador en el mar de Galilea. Al escribir a sus compañeros de creencia, Simón Pedro dijo: “No fue con cosas corruptibles, con plata u oro, que fueron librados de su forma de conducta infructuosa recibida por tradición de sus antepasados. Empero, fue con sangre preciosa, como la de un cordero sin tacha e inmaculado, sí, la de Cristo.” (1 Ped. 1:18, 19) Ahora, pues, podemos apreciar lo apropiado de que el libro de Revelación continuamente presente a Jesucristo como “el cordero,” aquel que fue “degollado.” (Rev. 5:6) Todos nosotros los de la humanidad ciertamente necesitamos un Cordero expiatorio tal que, con su sangre, pueda limpiarnos de nuestros pecados y quitar de sobre nosotros la condenación de la muerte. Sin vida por medio del sacrificio de este Cordero ninguno de nosotros podría disfrutar de nada en el futuro con una conciencia limpia delante de Dios. Ciertamente, pues, ¡este Cordero es imprescindiblemente necesario para nosotros!
5. Al ofrecerse como sacrificio, Jesucristo sirvió de antitipo de ¿quién, en el Día de la Expiación de Israel?
5 Al ofrecerse como Cordero de sacrificio, Jesucristo sirvió del Sumo Sacerdote de Dios que fue prefigurado por el primer sumo sacerdote de Israel, a saber, Aarón de la tribu de Leví. Todos los demás sumos sacerdotes del Israel antiguo que hacían sacrificios descendían de este Aarón el hermano de Moisés. Esa es otra razón por la cual toda la humanidad necesita a Jesucristo, para que él sirva de antitipo de los sumos sacerdotes de Israel cuando éstos llevaban la sangre de los sacrificios dentro del Santísimo del templo en el Día de la Expiación celebrado anualmente, Yom Kippur.
6. ¿A quién se les dijo a los judíos convertidos al cristianismo que acudieran para la expiación de pecados, y por qué?
6 Jesucristo resucitado cumplió este cuadro del Día de la Expiación cuando ascendió de la Tierra de regreso al cielo, para comparecer ante la presencia de Dios y ofrecer el mérito o valor de su sacrificio humano perfecto en expiación por los pecados de toda la humanidad. Por eso a los judíos que se habían hecho cristianos se les dijo que ya no acudieran a los sumos sacerdotes aarónicos, sino al antitipo de ellos, en estas palabras que se registraron en Hebreos 3:1, 2: “Por consiguiente, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren al apóstol y sumo sacerdote que nosotros confesamos: a Jesús. Él fue fiel al que lo hizo tal, así como Moisés también lo fue en toda la casa de Aquél.”
SE NECESITA ALGO MÁS QUE UN SUMO SACERDOTE
7. ¿De qué manera es Jesucristo un sumo sacerdote apropiado para nosotros, y dónde en el capítulo uno de Revelación se le pinta sirviendo de tal manera?
7 Al seguir explicando a los judíos que habían llegado a ser cristianos cómo Jesucristo como Sumo Sacerdote sirve con mayor eficacia que Aarón y sus sucesores, el libro de Hebreos pasa a decir, en el Heb. capítulo siete, versículo veintiséis: “Tal sumo sacerdote nos era apropiado: leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores, y llegado a ser más alto que los cielos.” El libro de Revelación, capítulo uno, versículos doce a dieciocho inclusive, representa al glorificado Jesucristo sirviendo de Sumo Sacerdote para las congregaciones cristianas. Sin embargo, el Rev. capítulo cinco lo representa siendo más que el Sumo Sacerdote de Dios. Esto señala al hecho de que todos necesitamos a Jesucristo por otra razón además de la de ser un Cordero de sacrificio y nuestro Sumo Sacerdote.
8. ¿Qué títulos se le dan al Cordero en Revelación 5:9, 10, y a qué se refiere todo esto además de al sacerdocio?
8 Revelación 5:5, 6 identifica al Cordero que fue degollado diciendo que es “el León que es de la tribu de Judá, la raíz de David.” Esos títulos indican algo acerca del Cordero Jesucristo. Los Rev. 5 versículos nueve y diez dan más énfasis a esto. En esos versículos se le dice al Cordero: “Digno eres de tomar el rollo y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios personas de toda tribu y lengua y pueblo y nación, e hiciste que fuesen un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de gobernar como reyes sobre la tierra.” Entonces, ¿a qué se refiere todo esto además de a sacerdocio? Pues, por supuesto, a gobierno, a reino. Ah, sí, todos necesitamos un gobierno perfecto y justo sobre toda la Tierra.
9. Según Génesis 49:9, 10, ¿qué había de tener el ‘León de la tribu de Judá,’ y, con relación a esto, qué hacía necesario que Jesús fuera “la raíz de David”?
9 Según la profecía de Génesis 49:9, 10, el León que es de la tribu de Judá había de tener un cetro y un bastón de mando, y la obediencia de todos los pueblos había de pertenecerle a él legítimamente. Eso quería decir gobierno para el León de la tribu de Judá. David era de la tribu de Judá, y por cuarenta años gobernó como rey sobre los israelitas. Jesucristo tenía que ser “la raíz de David,” porque al rey David de Jerusalén Dios le había prometido que en su familia habría una dinastía de sucesores que tendría un reino para siempre.
10. Según las palabras de Gabriel a María, ¿el trono de quién tendría el hijo de ella, y por cuánto tiempo?
10 Es decir, como recompensa al rey David por la firme adoración exclusiva que dio a Jehová como el único Dios vivo y verdadero, Jehová hizo con David un pacto para que hubiera un reino eterno en la línea de la familia de éste. (2 Sam. 7:1-17) Por eso el ángel Gabriel, cuando le anunció el nacimiento futuro de Jesús a María, que era de la tribu de Judá, dijo: “Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y gobernará como rey sobre la casa de Jacob [Israel] para siempre, y de su reino no habrá fin.”—Luc. 1:26-33.
11. Cuando expresamos en oración las palabras de Mateo 6:9, 10, estamos admitiendo ante Dios que necesitamos ¿qué?
11 ¿Qué hay, pues, si oramos a Jehová Dios como Jesús instruyó a sus discípulos que oraran: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”? Bueno, de ese modo estamos admitiendo ante Dios que necesitamos el reino de su Hijo Jesucristo.—Mat. 6:9, 10.
12. ¿En qué esfuerzo ha fracasado la cristiandad, y por lo tanto qué les tendrá que hacer el reino de Dios por Cristo a los reinos de este mundo?
12 La tal llamada cristiandad nunca ha sido el reino de Dios por Cristo. La cristiandad ha fracasado en su intento de convertir a los gobiernos del mundo para que sean realmente gobiernos cristianos. Entonces, ¿cómo habremos de tener alguna vez el reino de Cristo sobre la Tierra cuando todos estos gobiernos políticos están presentes y dirigiendo los asuntos de la Tierra? En medio de esas circunstancias no podemos. Por eso es que necesitamos que estos gobiernos imperfectos y fracasados de los hombres sean quitados, limpiados de sobre la Tierra. Esto no se puede hacer por poder humano. Por esa razón necesitamos el reino de Jesucristo para esta tarea. El reino ejecutará esta tarea, según la profecía de Dios en Daniel 2:44, que dice: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”
13. ¿Cuándo y dónde acontecerá la remoción violenta de esos gobiernos mundanos, pero qué más tendrán que tener los sobrevivientes terrestres?
13 Esta remoción violenta de los gobiernos políticos de hoy se llevará a cabo en la culminación de la venidera “grande tribulación” en lo que Revelación 16:14, 16 llama Har-Magedón. Habrá algunos de la humanidad que pasarán con vida a través de esa “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har-Magedón. Estos tendrán que tener más que solo una Tierra librada de los gobiernos corruptos e incapacitados de hombres pecaminosos y moribundos. ¿Qué necesitarán que sea más que eso? Nada menos que la remoción de todas las inicuas inteligencias sobrehumanas invisibles que han sido las mentes directoras de estos gobiernos políticos. Pero ¿qué son esas inteligencias sobrehumanas invisibles? La ciencia moderna no creerá lo que decimos cuando contestamos: Satanás el Diablo y sus ángeles demoníacos. Pero que sea a Jesucristo mismo, no a la ciencia moderna, a quien se halle veraz. Él dijo que Satanás el Diablo es “el gobernante de este mundo.” Ciertamente Jesucristo, enviado por Dios desde el cielo, debe conocer la realidad.—Juan 12:31; 14:30.
14. ¿Qué gobierno será lo suficientemente poderoso como para desalojar a Satanás y sus demonios de la posición que han ocupado sobre los habitantes de la Tierra, y cómo?
14 Además, en la visión que el glorificado Jesucristo le transmitió al apóstol cristiano Juan él señaló que Satanás el Diablo es quien “está extraviando a toda la tierra habitada.” (Rev. 12:9) De modo que se requerirá un gobierno espiritual celestial para sacar a Satanás y sus ángeles demoníacos de su posición de control sobre todos los habitantes de la Tierra. El reino de Jesucristo es precisamente un gobierno celestial de esa índole con suficiente poder para traerle este alivio a la humanidad. Por eso, también, es que necesitamos ese reino. Después que resulte victorioso en la guerra peleada en Har-Magedón, ese reino hará que Satanás el Diablo y todos sus ángeles demoníacos sean aprisionados en un abismo bien lejos de la vecindad de nuestra Tierra. El aprisionamiento de ellos durará por los mil años del reino de Cristo.—Rev. 19:11 a 20:3 inclusive.
15. ¿Cómo representa Revelación los beneficios dadores de vida que abundarán para todos los que estén en la Tierra bajo el reino de Cristo?
15 Durante este reino milenario de Jesucristo, beneficios dadores de vida fluirán como un río a toda persona en la Tierra por la cual él dio su vida como Cordero de sacrificio. Esto se pinta hermosamente en el último capítulo 22 de Revelación. En éste el apóstol Juan muestra la fuente de las provisiones que se hacen para la vida eterna de la familia humana. Juan dice: “Y [un ángel de Dios] me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que fluía desde el trono de Dios y del Cordero por en medio [del] camino ancho [de la ciudad]. Y de este lado del río y de aquel lado había árboles de vida que producen doce cosechas de fruto, dando sus frutos cada mes.”
16. ¿Cuál es la fuente de todos esos beneficios dadores de vida, y cómo se encargará el Reino de que no haya más maldición sobre la humanidad?
16 Entonces, para mostrar que esas bendiciones tienen como fuente el trono real de Dios y del Cordero Jesucristo, el apóstol Juan añade estas palabras: “Y ya no habrá ninguna maldición. Pero el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus esclavos le rendirán servicio sagrado.” (Rev. 22:1-3) El reino de Dios por Cristo es para bendecir a la humanidad, y no para que les venga maldición. El Hijo de Dios, Jesucristo, se encargará de que los asuntos en la Tierra se efectúen en justicia de modo que resulten en bendiciones.
LOS MUERTOS HUMANOS NECESITAN EL REINO
17. ¿Quiénes serán los primeros que participarán de esas provisiones dadoras de vida, pero por qué habrá otros participantes?
17 Los primeros que participarán de esas provisiones dadoras de vida que vienen del trono de Dios por medio de Cristo serán los de la “grande muchedumbre” de adoradores que pasan con vida a través de la “grande tribulación” en la cual los reinos de este mundo son triturados. (Rev. 7:9-14; Dan. 2:44; Mat. 24:21, 22) Pues bien, ¿habrá otras personas que participen del simbólico río de agua de vida y los simbólicos árboles de vida? Sí, puesto que Jesucristo murió como “el Cordero de Dios” por más criaturas humanas que solo esas personas que quedan con vida después de la tribulación. Recordemos lo que Jesús dijo no lejos de una tumba en Betania cerca de Jerusalén en el año 33 E.C. En aquel tiempo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?” Marta, la hermana del muerto Lázaro, respondió: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, El que viene al mundo.” (Juan 11:25-27) Pues, ¿qué hay de nosotros hoy día? ¿Podemos nosotros dar la misma respuesta de fe a esa pregunta?
18. ¿Por qué tenemos razón sólida para responder Sí a la pregunta de Jesús, como Marta lo hizo, y por qué puede Jesús todavía decir: “Yo soy la resurrección y la vida”?
18 Tenemos razón sólida para responder: Sí, porque Jesús entonces apoyó sus notables palabras por medio de resucitar a su amigo Lázaro aunque fue en el cuarto día desde la muerte de aquél. (Juan 11:28-45) No fue mucho después de eso que llegó el tiempo en que Jesús mismo hubo de ser resucitado de entre los muertos. Él murió en el Día de la Pascua. Al tercer día desde entonces fue levantado de entre los muertos por la potencia todopoderosa de su Padre celestial. En el día cuadragésimo desde entonces, ascendió al cielo desde un lugar cerca de Betania en el monte de los Olivos. (Luc. 24:50-53; Hech. 1:1-12) En el cielo el glorificado Jesucristo todavía puede decir: “Yo soy la resurrección y la vida.” Del hecho de que está autorizado por Dios su Padre para levantar a los muertos él nos da seguridad por estas palabras suyas que se encuentran en la visión de la Revelación que se le dio a Juan: “Llegué a estar muerto, pero, ¡mira! vivo para siempre jamás, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”—Rev. 1:18.
19. ¿Cómo fue Jesucristo, al ser resucitado, “el primogénito de entre los muertos,” y no lo fueron su amigo Lázaro y otros a quiénes Jesús resucitó?
19 Jesucristo fue el primero que fue resucitado de entre los muertos para vivir como persona resucitada para siempre. Por eso correctamente se le llama “el primogénito de entre los muertos” y “las primicias de los que se han dormido en la muerte.” (Col. 1:18; 1 Cor. 15:20) Hasta su amigo Lázaro y otros a quienes él y sus apóstoles levantaron de entre los muertos sucumbieron después a la muerte y fueron enterrados en el sepulcro común de la humanidad, es decir, en el Hades. Su liberación anterior de la muerte y el Hades había sido solo temporaria. Por lo tanto, “las puertas del Hades” tenían que permanecer cerradas sobre éstos y sobre todos los demás muertos humanos rescatados hasta el establecimiento del reino de Cristo en los cielos al tiempo señalado de Dios.—Mat. 16:18; Isa. 38:10, 18.
20, 21. ¿Cuándo y dónde se estableció el reino de Cristo, y a quiénes resucitaría él primero como Rey en funciones reales?
20 La historia mundial de nuestro siglo veinte nos suministra el cumplimiento de la profecía bíblica e indica que el reino de Cristo nació en los cielos al fin de los Tiempos de los Gentiles en el año 1914 E.C. (Luc. 21:24; Eze. 21:25-27) Jesucristo, en poder celestial del Reino, dirigiría su atención primero a sus discípulos fieles ya muertos, como sus apóstoles y otros discípulos que fueron llamados a estar en el reino celestial con él. A éstos él los resucitaría a la vida celestial inmortal, para que fueran un “reino y sacerdotes para nuestro Dios,” como se declara en Revelación 5:10. Así se cumpliría lo que el apóstol Juan nos dice en Revelación 20:4-6:
21 “Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron sobre ellos, y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios, . . . Y llegaron a vivir y gobernaron como reyes con el Cristo por mil años. . . . Esta es la primera resurrección. Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos no tiene autoridad la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.”
22. Durante su reinado milenario, ¿cómo usará Jesucristo las “llaves de la muerte y del Hades,” y de qué manera verá la grande muchedumbre de los que habrán permanecido vivos a través de la tribulación algo que nunca antes se ha visto en la Tierra?
22 Durante su reinado milenario Jesucristo como Sumo Sacerdote y como Rey usará las “llaves de la muerte y del Hades” a favor de los demás de la humanidad muerta. Estos muertos oirán su voz y saldrán, tal como él mismo predijo en sus palabras registradas en Juan 5:28, 29. Entonces la “grande muchedumbre” que habrá permanecido viva después de haber acontecido la “grande tribulación” y de haberse atado y encerrado en el abismo a Satanás y sus demonios será testigo de un milagro sin igual. Serán testigos del regreso a la vida en la Tierra de todas las criaturas humanas muertas por las cuales el Sumo Sacerdote Jesús sacrificó su vida humana perfecta como “el Cordero de Dios.” (Juan 1:29; 1 Tim. 2:5, 6; Heb. 2:9) Con el tiempo la cantidad de resucitados ascenderá a miles de millones, todos descendientes del pecaminoso Adán de quien heredaron la imperfección, lo pecaminoso y la condenación a muerte. Nunca habrá ocurrido nada como esto en la Tierra. Al apóstol Juan se le dio una visión breve de este maravilloso milagro de Dios por medio de Cristo, y Juan lo describe en Revelación 20:11-14.
23. ¿Por qué no se desalentó Juan ante la visión de la resurrección, y cuándo verán los habitantes de la Tierra el cumplimiento de 1 Corintios 15:26?
23 ¿Quedó desalentado Juan ante lo que vio? ¿Vio él una Tierra superpoblada de gente? ¡De ninguna manera! Jehová Dios hizo la Tierra para que fuera cómodamente llena de hombres y mujeres en perfección humana, sin condenación de muerte sobre ellos, sino habiéndoseles otorgado el derecho a la vida eterna como la recompensa por devoción inquebrantable a Jehová Dios. ¡Todos vivirán en un paraíso global! (Gén. 1:26-28) Por eso, cuando el último de los muertos humanos rescatados haya sido llamado para que salga por las “puertas del Hades” abiertas, el sepulcro común de la humanidad no existirá más. El Hades habrá sido echado en el “lago de fuego,” para su propia muerte eterna. Y cuando todos los que vivan en la Tierra bajo el reino milenario de Cristo hayan respondido a la disciplina de este reino y así hayan sido librados de todo lo pecaminoso y sanados de toda imperfección humana, entonces ciertamente estarán vivos, completamente. Entonces “la muerte,” la muerte que la humanidad heredó de Adán, irá a estar con el Hades en el “lago de fuego.” (Rev. 20:14) Con ese glorioso logro los hombres verán cumplidas las palabras de 1 Corintios 15:26: “Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a la nada.” Cualquiera que sea destruido después de eso con Satanás y sus demonios por desobediencia voluntariosa sufrirá “la muerte segunda,” de la cual no hay resurrección.
24. ¿Por qué jamás tenemos que avergonzarnos de dar testimonio de Jesús, y con quiénes nos sentimos movidos a dar testimonio de él?
24 No tendríamos tiempo para dar testimonio de Jesucristo y decir todo lo que él significa para nosotros como miembros de la familia humana caída. Nunca quedaremos desilusionados con él. “Pues dice la Escritura: ‘Ninguno que cifre su fe en él será desilusionado.’” (Rom. 10:11; Isa. 28:16) Jamás tenemos que avergonzarnos de dar testimonio de Jesucristo verbalmente o por la página impresa. El apreciar con mayor profundidad lo mucho que lo necesitamos nos mueve a unirnos a los ángeles en dar testimonio de él para la gloria de Jehová Dios y para bien de la humanidad en su desesperado aprieto del presente.
25. ¿Por qué no debe darse crédito alguno a nosotros los Testigos por la sustancia del testimonio que damos, y quién inspiró las profecías acerca de Jesús, y con qué propósito?
25 Recordemos lo que el ángel dijo cuando el apóstol Juan cayó agradecidamente a sus pies para adorarlo: “Yo simplemente soy coesclavo tuyo y de tus hermanos que tienen la obra de dar testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el dar testimonio de Jesús es lo que inspira el profetizar.” (Rev. 19:10) De modo que no debe ir ningún crédito a nosotros, criaturas humanas, como si la sustancia del testimonio acerca de Jesucristo se originara de nosotros. Es Jehová Dios quien vio nuestra extrema necesidad y desvalimiento y quien amorosamente suministró a su Hijo celestial para que llegara a ser el hombre Jesucristo a favor de todos nosotros. Además, Dios por medio de su espíritu activo inspiró todas las profecías bíblicas acerca de Jesucristo para que, por ellas, fuéramos dirigidos al “Cordero de Dios,” a este Sumo Sacerdote de Dios, a este Rey Mesiánico que finalmente le dará un gobierno perfecto y justo a la humanidad, que por largo tiempo ha sido mal gobernada.
26. ¿A qué respuesta nos ha llevado nuestro estudio de la pregunta: ¿Quién es Jesucristo, que todos lo necesitamos?
26 ¿Quién, pues, es Jesucristo, que todos necesitamos? Nuestro estudio investigador de esta desafiadora pregunta nos ha llevado a una respuesta satisfactoria. Él es el Personaje necesario provisto por el Creador de todas las cosas y usado por él para restaurarnos a la feliz y bendita familia de nuestro Padre celestial. Dentro de ese universal círculo de familia disfrutaremos de la vida en bienaventuranza para siempre, abundando en su amor y cuidado y amorosamente rindiéndole adoración y servicio para siempre.—1 Cor. 15:28; Juan 14:6; Hech. 4:12.
[Ilustración de la página 241 (completa)]