La senda de la hospitalidad
“Compartan con los santos según sus necesidades. Sigan la senda de la hospitalidad.”—Rom. 12:12, NM.
1. ¿Quién dió origen a la hospitalidad, y cómo ha puesto el ejemplo?
JEHOVÁ DIOS es el Autor de la hospitalidad. Desde el principio él ha hecho generosas provisiones para todas sus criaturas. Nunca ha sido mezquino, nunca avariento, nunca tacaño, nunca falto de generosidad; Jehová “nos suministra todas las cosas ricamente para nuestro goce.” Jehová, que nunca ha sido impasible, nunca malintencionado, nunca irascible, nunca falto de afabilidad, hasta es “bondadoso para con los ingratos e inicuos.” Nunca ha sido parcial con la abundancia de su liberalidad, sino que “hace que su sol se levante sobre gente inicua y buena y hace que llueva sobre gente justa e injusta.” Estando siempre listo para compartir sus inagotables riquezas con su creación, Jehová pone el ejemplo en lo concerniente a hospitalidad.—1 Tim. 6:17; Luc. 6:35; Mat. 5:45, NM.
2. ¿Qué significa ser hospitalario?
2 Exactamente, ¿qué es hospitalidad? ¿Hasta dónde alcanza? Un diccionario moderno la define como “el dar o tener gusto en dar buena acogida, alimento y abrigo y tratamiento benigno a amigos o extranjeros.” El ser hospitalario significa dar buena acogida a otros, no pasarlos por alto. Significa mostrar cordialidad, no frialdad; ser benigno, no severo; ser de disposición amigable, no esquivo; ser accesible, no apartado; ser paciente, no brusco; ser considerado, no inconsiderado; estar preparado, no desprevenido; ser generoso, no mezquino; estar dispuesto a compartir, no a acaparar; estar interesado en las necesidades de otros y no sólo en las de uno mismo. La hospitalidad verdaderamente es una demostración de amor de mucho alcance, aun una ‘prueba de lo genuino del amor.’—2 Cor. 8:8, NM.
3, 4. En tiempos antiguos, ¿quiénes siguieron la senda de la hospitalidad?
3 En tiempos antiguos la nación de Israel siguió la senda de la hospitalidad, modo señalado por Jehová. A todos les resultaba provechoso este proceder, incluyendo a los extranjeros o residentes temporarios en Israel. La ley de Dios dada por medio de Moisés declaraba específicamente que el extranjero que amaba a Jehová no había de ser pasado por alto, sino que había de ser tratado hospitalariamente: “Porque Jehová el Dios de ustedes es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso e inspirador de temor, quien no trata a nadie con parcialidad ni acepta un soborno, ejecutando juicio para el muchacho sin padre y la viuda y amando al residente temporario para darle pan y vestido. Ustedes, también, deben amar al residente temporario, puesto que ustedes llegaron a ser residentes temporarios en la tierra de Egipto.”—Deu. 10:17-19, NM.
4 Aun antes del tiempo de Moisés, los del pueblo de Jehová conocían la importancia de seguir la senda de la hospitalidad. Tan sobresalientes y generosos fueron en lo que toca a hospitalidad imparcial que 2,000 años después un apóstol de Cristo se refirió a ellos cuando mandó a los cristianos: “No olviden la bondad [nota al pie de la página, hospitalidad] para con los extraños, porque mediante ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles.” ¡Imagínese! A causa de siempre ser de disposición amigable, liberales y alertos a la senda de la hospitalidad, algunos de los primeros siervos de Dios tuvieron la experiencia conmovedoramente grandiosa de hospedar a ángeles.—Heb. 13:2, NM.
LA HOSPITALIDAD—UNA SENDA QUE ENRIQUECE
5. ¿Cómo se enriqueció Abrahán mismo por su hospitalidad?
5 De modo que la senda de la hospitalidad enriquece a los que la siguen. Considere a Abrahán, por ejemplo. Un día se encontraba sentado a la entrada de su tienda de campaña que estaba bajo la sombra de los árboles de Mamré. Era durante el calor del día. De repente se puso muy despierto debido a la aparición de tres extraños. Corrió a recibirlos. Se inclinó hacia tierra, pero no porque supiera que eran ángeles; pues él hizo la misma cosa más tarde ante los hijos de Het. (Gén. 23:7, 12) Entonces Abrahán hizo traer agua para que ellos pudieran lavarse los pies. Les pidió que se reclinaran debajo del árbol. “Déjenme traer un pedazo de pan, y refresquen su corazón,” pidió él. Los extraños contestaron: “Está bien. Puede usted hacer tal como ha dicho.” Pero lo que Abrahán hizo fué traer “mantequilla y leche y el novillo.” La hospitalidad de Abrahán sirvió así de preludio notable al anuncio angelical de que Abrahán y su esposa Sara tendrían el hijo que les había sido prometido por mucho tiempo. Más tarde, Lot y Manoa, aunque no lo sabían, hospedaron a ángeles y por eso recibieron una rica bendición.—Gén. 18:1-15; 19:1-22; Jue. 13:2-24, NM.
6. En el día de Jesús, ¿qué bendiciones recibieron las personas hospitalarias?
6 En el tiempo de Jesús el seguir la senda de la hospitalidad trajo innumerables bendiciones a los que así procedieron. Cuando personas de buena voluntad invitaban a Jesús, a sus discípulos o a sus apóstoles a su casa, recibían grandes recompensas espirituales. La idea de hospedar al Hijo de Dios es en sí misma inefablemente conmovedora. Considere a María, la hermana de Marta, y cómo recibió benditas verdades espirituales “a los pies del Señor” a causa de la hospitalidad. (Luc. 10:38-42, NM) Considere a Zaqueo y su buena disposición a la hospitalidad. Jesús reconoció su espíritu hospitalario, pues éste fué enmarcado en el hermoso cuadro que Zaqueo constituyó al subir a un árbol para poder ver a Jesús. Por eso Jesús dijo: “Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy tengo que quedarme en tu casa.” La hospitalidad ayudó a Zaqueo a adquirir la verdad. Y considere a los dos discípulos que viajaban hacia Emaus la tarde del día que Jesús fué resucitado. Apareciendo en la forma de un hombre, Jesús se acercó a ellos. Ellos no reconocieron a Jesús. Durante la conversación que siguió Jesús les explicó las Escrituras. “Por fin se acercaron a la aldea adonde viajaban, y él hizo como si fuera a viajar más adelante. Pero ellos insistieron, diciendo: ‘Quédese con nosotros, porque ya casi ha anochecido y el día ya ha declinado.’ Al oír eso entró para quedarse con ellos. Y al reclinarse con ellos a comer tomó el pan, lo bendijo, lo partió y comenzó a darlo a ellos. Entonces se les abrieron los ojos completamente y lo reconocieron; y él se les desapareció.” ¡Qué gozo tan inmenso deben haber tenido cuando se dieron cuenta de que habían hospedado, sin saberlo, al Hijo resucitado de Dios! Ese gozo no hubiera sido suyo sino se hubieran acostumbrado a seguir la senda de la hospitalidad.—Luc. 19:1-9; 24:13-32, NM.
7. Hoy en día, ¿qué beneficio semejante resulta de ser hospitalarios para con nuestros hermanos?
7 El seguir hoy día la senda de la hospitalidad también enriquece mucho. Cuando mostramos hospitalidad a nuestros hermanos nos aprovecha de manera muy práctica: con estímulo espiritual. La conversación de los mundanos no puede alentarnos en el trabajo del Reino, pero la conversación teocrática de nuestros hermanos sí. Ciertamente la familia que hospeda a un siervo de circuito u ofrece una comida a un precursor no puede menos que sacar provecho de ello y ser edificada por medio de conversación que enriquece espiritualmente.
8. ¿Cómo puede decirse que una persona de buena voluntad que extienda hospitalidad a los testigos de Jehová no perderá su recompensa? ¿De qué, entonces, puede ser una señal la hospitalidad?
8 Los que no están en la verdad pero muestran una actitud hospitalaria a los testigos de Jehová también se enriquecerán. Jesús dijo que se enriquecerían: “Cualquiera que dé a uno de estos pequeños [seguidores suyos] sólo una taza de agua fría de beber porque es un discípulo, yo les digo verdaderamente, él de ninguna manera perderá su galardón.” La promesa de Jesús no significa que por medio de un solo acto de hospitalidad cualquier persona puede pasar a través del Armagedón. Pero sí significa que los que muestran un espíritu hospitalario para con los testigos de Jehová recibirán una recompensa adecuada: esclarecimiento espiritual. Porque si la gente es liberal con nosotros materialmente a causa de quiénes somos, probablemente reciba lo espiritual de manera semejante. A veces, como durante las grandes asambleas, la gente invita a los testigos de Jehová a quedarse en su casa sin costo alguno—sólo a causa de quiénes somos. Nosotros, en cambio, le damos copiosas bendiciones espirituales. Luego, si su corazón es recto, la gente acepta la verdad y se encuentra en camino a la vida eterna. De modo que la hospitalidad que nos muestran las personas del mundo puede ser, semejante al acto de Zaqueo de subirse al árbol, una señal de que la persona simpatiza con la causa de la justicia y está lista para recibir la verdad.—Mat. 10:42, NM.
HOSPITALIDAD AL EXTRAÑO
9. ¿Por qué no debemos olvidarnos de mostrar benignidad u hospitalidad a los extraños?
9 Pero ¿qué hay ahora del mandato apostólico de no olvidar mostrar benignidad u hospitalidad al extraño? Hay una razón vital por la cual ser benignos para con los extraños: hace más fácil el que ellos acepten la verdad. ¿No proveyó Jesús 5,000 comidas gratis a los extraños? La hospitalidad de Jesús se ejerció en conexión con el adelanto de las buenas nuevas. De modo que hoy día la hospitalidad puede servir como conducto para el adelanto de las buenas nuevas.
10, 11. ¿De qué maneras podemos mostrar un espíritu hospitalario a los extraños, con qué resultado provechoso?
10 Muchas son las maneras en que podemos ser hospitalarios y benignos. A veces los hermanos invitan a personas que ellos creen aman la justicia a comer en su casa; entonces usan la oportunidad para explicar las Escrituras. No son pocos los patronos y colaboradores que trabajan en fábricas, tiendas, etc., a quienes les ha sido provechosa esta hospitalidad que han mostrado los testigos de Jehová.
11 Siempre que usted muestra benignidad a un extraño éste queda impresionado. Él ve que usted es diferente. Su disposición amigable y benignidad que proviene del corazón hacen contraste con la rudeza y frialdad del mundo. Pequeños actos de benignidad producen grandes resultados. En un tren, por ejemplo, si un hermano ayuda a un anciano o anciana a colocar su maleta en el portaequipajes, eso es un acto de benignidad. Comienza una conversación, una conversación que se convierte en testimonio. Cuando usted hace un esfuerzo especial por ayudar a un extraño que busca cierta dirección, eso le deja una impresión duradera; si usted le da al extraño alguna literatura del Reino, probablemente la leerá con interés avivado a causa de la benignidad que usted le mostró. De modo que, a menudo, a causa de la benignidad, usted abre el camino para dar adelanto al mensaje del Reino que jamás hubiera existido si usted no hubiera sido benigno y hospitalario.
12, 13. (a) ¿Qué parábola dió Jesús para ilustrar la importancia de mostrarle hospitalidad al prójimo? (b) En contraste con los clérigos, ¿cómo han sido hospitalarios los testigos de Jehová para con sus prójimos ‘medio muertos’?
12 A causa de su benignidad y hospitalidad, los testigos de Jehová son semejantes al buen samaritano de la parábola de Jesús: “Cierto hombre iba de Jerusalén a Jericó y cayó entre ladrones, que lo desnudaron y lo golpearon, y se fueron, dejándolo medio muerto. Ahora bien, por coincidencia, cierto sacerdote iba por ese camino, pero, cuando lo vió, pasó por el otro lado. Igualmente, un levita también, cuando llegó al lugar y lo vió, pasó por el otro lado. Pero cierto samaritano que viajaba por el camino bajó a él y, al verlo, se conmovió de compasión. De modo que se acercó a él y le vendó las heridas, derramando aceite y vino en ellas. Luego lo subió a su propia bestia y lo llevó a una hostería y lo cuidó. Y al día siguiente sacó dos denarios, se los dió al hospedero, y dijo: ‘Cuídelo, y todo lo que usted gaste además de esto, se lo pagaré cuando vuelva acá.’”—Luc. 10:30-35, NM.
13 El bestial sistema de cosas de Satanás es responsable de la actual condición de ‘medio muerta’ en que se encuentra la gente. Salteadores de caminos políticos, comerciales y religiosos han robado y golpeado al género humano. A pesar de todas sus religiones cristianas profesas, la cristiandad, semejante a la antigua Judá, es un lugar peligroso en el cual vivir: “La cabeza toda está ya enferma, el corazón todo desfallecido; desde la planta del pie hasta la cabeza, no queda ya en él cosa sana, sino heridas y cardenales y llagas recientes [heridas sangrantes, UTA]; no han sido cerradas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.” ¿Quiénes han mostrado hospitalidad de prójimo a estas personas ‘medio muertas’? ¡No los clérigos! Los religiosos católicos, protestantes y judíos, aunque observan que la gente está en la condición espiritual de ‘medio muerta,’ y aunque comentan acerca de ella repetidas veces en el púlpito y en la prensa, evitan a la gente, se mantienen apartados, rehusan dar ayuda espiritual curativa y por eso la han pasado por alto yéndose por el otro lado del camino, así como el sacerdote judío y el levita lo hicieron. Pero los testigos de Jehová, semejantes al buen samaritano, han hecho esfuerzos especiales por ayudar a la gente que está espiritualmente medio muerta. Con el aceite y el vino espirituales, es decir, las verdades curativas de la Palabra de Dios, han vendado las heridas de los “que gimen y se angustian a causa de todas las abominaciones” que se hacen en la Jerusalén antitípica.—Isa. 1:5, 6; Eze. 9:4.
14. Para extender hospitalidad espiritual, ¿qué clase de preparación es importante?
14 No sabemos dónde encontraremos a un extraño “medio muerto” que esté ansioso de que sus heridas sean vendadas con aceite y vino. Así como el samaritano llevaba suficiente aceite y vino y estaba preparado para emergencias, así los testigos de Jehová hoy en día siempre tienen que estar preparados teniendo a la mano bastante aceite y vino de la Palabra de Dios. Sin embargo, a veces los hermanos salen al servicio en el campo sin suficiente cantidad de “vino y aceite,” y se les acaba la literatura precisamente cuando encuentran a un extraño “medio muerto.” Algunos hermanos llevan poco o ningún “aceite y vino” consigo cuando van en un viaje. ¿Qué harán si encuentran a un extraño que muestra señales de estar medio muerto espiritualmente? Dado que cuando uno viaja sólo tiene tiempo limitado, es sumamente difícil ayudar a vendar heridas espirituales a menos que tenga “aceite y vino” que pueda aplicar en ese mismo momento. Aun en su casa, algunos hermanos a veces descuidan el tener a la mano una extensa variedad de literatura del Reino al día. Cuando un extraño llega a su puerta, ¿está usted provisto de aceite y vino para curar sus heridas, ya sea que hayan sido causadas por la evolución, la trinidad o el espiritismo? Por eso, sea precavido. Esté preparado. Tenga con usted este aceite y vino dondequiera que esté usted, ya sea en un tren, barco o autobús, o andando, o cuando vaya en automóvil, o esté en la casa. Entonces cuando se encuentre a un extraño a quien han ‘robado y golpeado,’ usted estará preparado para ser hospitalario—dondequiera que sea, a la hora que sea.
15, 16. (a) ¿Con qué acto hospitalario de los testigos de Jehová puede compararse el acto del samaritano de usar su “propia bestia” para llevar a un extraño a una hostería? (b) ¿Qué cualidad deben tener imprescindiblemente los siervos de una congregación? ¿Por qué?
15 El buen samaritano hizo más que sólo administrar aceite y vino; usó su propia bestia para llevar al extraño a una hostería, donde podría recibir mejor atención. De modo que los testigos de Jehová gozosamente usan sus propios automóviles para ayudar al extraño de buena voluntad a que venga al Salón del Reino, donde se le recibe hospitalariamente y se le cuida tiernamente. Los propietarios de antiguas hosterías a menudo eran famosos por su hospitalidad. Así que los siervos de una congregación deben reflejar un espíritu hospitalario, semejante al de una hostería. Tan importante es este espíritu hospitalario que sin él una persona no está capacitada para ser nombrada siervo. En 1 Timoteo 3:2 (NM) el apóstol explica que todo el que quiera ser superintendente tiene que ser “amador de los extraños,” o, según la nota al pie de la página, “hospitalario.”
16 ¿Qué es lo que da a las congregaciones de testigos de Jehová una atmósfera de cordialidad que no se encuentra en el mundo? ¿Es el Salón del Reino? No, un Salón del Reino puede ser el más hermoso y el más nuevo del país y no obstante puede tener la congregación más indiferente, más fría. Más bien, lo que hace a una congregación cordial es que todos los hermanos, y especialmente los siervos, siguen la senda de la hospitalidad.
17. ¿Cómo pueden manifestar hospitalidad los hermanos en el Salón del Reino?
17 Siervos, ¿reina una atmósfera de buena acogida en su Salón del Reino? ¿Hacen ustedes que los extraños se sientan como si estuvieran en su propia casa? ¿Se les lleva a un recorrido del salón y se les explica el cuadro de actividades, las fotografías de las asambleas, etc.? ¿Está abierto el Salón del Reino con suficiente tiempo antes de la reunión pública para que un extraño nunca tenga que esperar afuera? ¿Comparten prestamente los hermanos sus libros de cánticos y La Atalaya con los extraños? En las congregaciones donde los siervos se proponen sin falta dar una buena acogida a todos, a extraños y hermanos por igual, hay tal cordialidad ardiente que los hermanos no quieren salir del Salón del Reino después de una reunión.
18, 19. (a) ¿Qué sucede cuando los siervos se olvidan de seguir la senda de la hospitalidad? (b) ¿Cómo pueden los hermanos reservados allegarse fácilmente a los extraños sin que hayan sido presentados?
18 Pero a veces los siervos se olvidan de la senda de la hospitalidad. Entonces toda la congregación se olvida. ¿Y qué pasa? En vez de la atmósfera cordial semejante a la de una hostería, el Salón del Reino adquiere la atmósfera de una estación de ferrocarril. ¿Sabe usted lo que es eso? Usted entra en una estación de ferrocarril. Nadie le presta atención. Nadie le habla. Usted camina cerca de la gente, pero nadie le mira y a nadie le importa que usted esté allí. Se sienta junto a las personas; ni siquiera se esfuerzan por levantar la cabeza de lo que están leyendo. Si levantan la cabeza y usted sonríe, ellas no se sonríen con usted. Aquél sólo es un lugar para sentarse y esperar; y usted siempre se alegra cuando se termina la espera y usted puede salir. Esto es una estación de ferrocarril. Ahora bien, ¿qué pasaría si los siervos en ocasión alguna permitieran que el Salón del Reino adquiriera esa atmósfera de estación de ferrocarril—y entrara un extraño?
19 Pues, el extraño se diría a sí mismo: ‘¡Gran hospitalidad! Ellos son benignos conmigo cuando les hablo en la esquina de la calle o cuando vienen a mi puerta. Ahora que estoy aquí en medio de ellos ni siquiera saben que estoy aquí. Tal vez no quieran que yo esté aquí. Quizás no deba volver.’ Sí, eso puede suceder. Ha sucedido. Nunca deje que eso suceda en su congregación. Esté alerta para dar una buena recepción a los extraños. Si algunos hermanos son reservados ya de por sí, pueden allegarse fácilmente a los extraños usando preguntas como: “¿Qué le pareció el discurso?” o, “Nuestras reuniones son diferentes de las de otras organizaciones religiosas, ¿no es verdad?” Y, por supuesto, no hay por qué titubear acerca de hablar de lo obvio—el tiempo. Después de una visita al Salón del Reino, un extraño ya no debe ser un extraño, sino que debe ser recibido de manera cordial, como si fuera un hermano. “Recíbanse bien unos a otros, así como el Cristo también nos recibió bien.”—Rom. 15:7, NM.
20. ¿Qué significa ‘seguir la senda de la hospitalidad’?
20 Así que verdaderamente obraremos como mandó el apóstol: “Sigan la senda de la hospitalidad.” El ‘seguir’ la senda de la hospitalidad significa más que sólo tener el deseo de ser hospitalarios; significa serlo de costumbre, buscar la senda, estar siempre alerta para ejercer benignidad y valerse de toda oportunidad para derramar “aceite y vino” sobre las heridas espirituales de los extraños. Pero nunca piense que esta senda de hospitalidad que enriquece es algo que se reserva únicamente para los extraños. Pues es mediante nuestra benignidad y hospitalidad que también podemos mostrar evidencia convincente de nuestro amor fraternal. “Con referencia al amor fraternal, ustedes no necesitan que les estemos escribiendo, porque ustedes mismos son enseñados por Dios a amarse unos a otros; . . . Pero nosotros los exhortamos a ustedes, hermanos, a que lo sigan haciendo en medida más plena.” Mediante el seguir la senda de la hospitalidad para con nuestros hermanos, sí, por medio de compartir “con los santos según sus necesidades,” podemos mostrar nuestro amor “en medida más plena.”—Rom. 12:13; 1 Tes. 4:9, 10, NM.