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‘Vea el bien por su duro trabajo’La Atalaya 1978 | 15 de enero
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está entre ustedes.” (1 Cor. 14:25) Además, continúan estando en condición de aprobados ante Dios y Cristo, ansiosamente a la expectativa del tiempo en que “el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro” y “hará para todos los pueblos . . . un banquete de platos con mucho aceite”... para que disfruten de él equilibradamente junto con todas las demás provisiones amorosas que hay en la creación de Dios.—Isa. 25:6-8.
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Sea sabio... evite la avariciaLa Atalaya 1978 | 15 de enero
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Sea sabio... evite la avaricia
“MANTENGAN abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia, porque aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”—Luc. 12:15.
¿Qué suceso dio ocasión para que Jesucristo dijera esto? Una muchedumbre grande le estaba escuchando cuando un hombre gritó: “Di a mi hermano que divida conmigo la herencia.” (Luc. 12:13) En realidad no debería haber habido ningún fundamento para tal petición, porque la ley mosaica estipulaba que el hijo primogénito debería recibir dos partes de todo lo que le hubiera pertenecido a su padre. Evidentemente, por lo tanto, había codicia envuelta en el caso del hombre que quiso que Jesucristo fallara a su favor.
Las palabras de Jesús en cuanto a la codicia, ya citadas, se dirigieron a la muchedumbre que había oído la petición de aquel hombre. Estas palabras revelaron que uno tiene que evaluar apropiadamente las cosas para poder evitar la codicia o avaricia. Uno no debe perder de vista el hecho de que sea cual sea el objeto del deseo incorrecto de uno, de ninguna manera puede contribuir a preservarle la vida. De hecho, la avaricia puede resultar en calamidad.
Una buena ilustración de esto está en lo que le sobrevino a Guejazi, el servidor del profeta hebreo Eliseo. Por medio de Eliseo, el jefe del ejército sirio, Naamán, fue sanado de una repugnante lepra. Naamán quiso hacerle a Eliseo un presente en aprecio
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