Sean ricos en buenas obras
“Requiéreles que... hagan bien, que sean ricos en buenas obras, que sean liberales en repartir, francos en comunicar de sus haberes; atesorando para sí un buen fondo para el tiempo venidero, para que echen mano de la vida que lo es en verdad.”—1 Tim. 6:17-19.
1. En el principio ¿cómo manifestó Dios que él es el proveedor del hombre?
JEHOVÁ es un proveedor admirable. Le ha dado a la humanidad todo lo que necesita. Desde el mismo principio cuando creó a Adán y Eva y los colocó en el Edén él proveyó para ellos un hogar hermoso en un paraíso. Hizo aun más que eso. Dios no hizo que sus primeras criaturas terrenales inteligentes buscaran alimento para el sostén de la vida. No, sino hizo provisión para eso también. “Dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra, y todo árbol que tiene en sí fruto de árbol que da simiente: esto os servirá de alimento.” (Gén. 1:29) Con todas estas provisiones, deberían haber tenido suficiente. Pero hasta después de pecar la primera pareja mediante el comer fruto del único árbol prohibido, fruto que se les prohibió con el fin de probar su obediencia, el Señor les proveyó con ropa. “E hizo Jehová Dios para Adam y para su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”—Gén. 3:21.
2. ¿Con el suministro de qué cosas deseadas deben estar satisfechas las criaturas?
2 Desde aquel tiempo casi seis mil años en lo pasado, el hombre ha necesitado estas tres cosas—abrigo, alimento y ropa—para poder llevar a cabo su existencia normal en la vida. Con estas cosas debe estar contento. “Porque nada trajimos al mundo, ni tampoco podremos sacar cosa alguna. Teniendo pues con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos contentos con esto.” (Tim. 6:7, 8) David, un hombre conforme al corazón de Dios, expresa cuán generosamente provee Jehová para cada una de sus criaturas; no sólo para el hombre, suministrándole todas sus necesidades, sino para toda cosa viviente: los pájaros, los peces y las bestias del campo. El Todopoderoso Dios tiene cuidado y se encarga de lo que él cría. “Los ojos de todos miran a ti, y tú les das su alimento a su tiempo. Abres tu mano, y satisfaces el deseo de todo... viviente.”—Sal. 145:15, 16.
3. El proveer a las necesidades del hombre ¿significó que debía ociar? ¿Por qué?
3 Al proveer todas estas cosas necesarias en abundancia Dios no estaba haciendo del hombre un ocioso para que pudiera decir, “No tengo ninguna cosa que hacer.” No, Dios mantuvo al hombre ocupado desde el tiempo de su creación, cuando lo colocó en el jardín “para que lo labrara y lo guardase”. (Gén. 2:15) Así será con el hombre en el nuevo mundo. Pero cuando el hombre obró contrario a la ley de Dios El declaró, “Maldita sea la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida.” (Gén. 3:17) Aunque Dios hizo al hombre un poco inferior a los ángeles y le coronó con gloria y honra, fué Jehová quien le asignó el deber de encargarse de las cosas sobre la tierra. Él puso todas las cosas bajo el cuidado del hombre: “Tengan ellos dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre las bestias, y sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” (Gén. 1:26) El hombre ha usado a las bestias de carga en su trabajo de sembrar, cultivar, regar y producir por fin su alimento. No obstante Jehová es el Proveedor original de todas nuestras necesidades y tenemos que dar nuestras gracias a él por todas las cosas. Dependemos de él para la lluvia, el sol, el aire, el terreno, la semilla fértil, para todo; y él nos lo da. Cuando Dios nombró al hombre como el gobernante de estos animales y le requirió que cuidara los campos y los bosques en toda su majestad, él nunca decretó que el hombre debiera ser un tirano para con el hombre. El Gobernante soberano y el Proveedor sempiterno del hombre debía ser Jehová. ¡La vida del hombre depende del único Dios verdadero!
4. ¿Por qué no debemos ser avarientos, codiciando las posesiones ajenas?
4 El hombre debe reconocer que toda la creación, incluyendo al mismo hombre, fué formada para manifestar el esplendor y la gloria de Jehová, el Supremo del universo. El hombre debe darse cuenta que le es necesario confiar en Dios; porque cuando uno entra al mundo no posee nada aparte del don de la vida que Dios le concedió, y no puede llevarse nada cuando sale de él. Cuando uno reconoce esto, ¿por qué debe buscar ansiosamente enseñorearse de la vida y dirigir el destino de otras criaturas humanas? ¿Por qué ser avariento y tener esa condición egoísta de corazón? Si es, como sabemos nosotros, que Dios suministra todas las cosas para el sostén de nuestra vida, ¿por qué esforzarnos en quitar la substancia que Dios ha dado a los otros hombres para su existencia? En este mundo comercializado la mayor parte de la gente tiene muy poco y los gigantes del comercio no desean que tenga más. Aquellos que substituyen cooperativas comunistas no logran allanar esa condición y la gente sigue sufriendo por falta de las necesidades de la vida. Bajo un sistema u otro establecido por los hombres, el egoísmo y el deseo de enseñorearse se manifiestan y ejercen el dominio. Sería mejor dar nuestra substancia a los pobres que codiciar lo poco que ellos tienen. ¿Qué ganamos si les robamos a los pobres? ¡Ciertamente no podemos llevárnoslo!
5. ¿Por qué deben prestar ayuda a los pobres los cristianos?
5 El Señor siempre ha estado interesado en los pobres y les ha ayudado. Los cristianos también deben ser así. David reconoció que el favor de Dios no está con el que oprime a los pobres, porque él dijo, “Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién es semejante á ti? Que libras al desvalido de mano de los más fuertes que él: al necesitado y al pobre, de los que le roban.” (Sal. 34:10, Scío [35:10, Moderna]) Todo el cuerpo de David, sus mismos huesos, clamaron en una expresión de alabanza a su Creador por causa del interés amoroso que tiene Dios en los pobres. El saber que Jehová protegerá a los pobres en contra del opresor, los fuertes, los ricos y los poderosos es verdaderamente un consuelo. Los hombres buenos ayudarán a los pobres. “El que oprime al pobre vitupera a su Hacedor; mas le honra aquel que se compadece del menesteroso.” (Pro. 14:31) Los pobres aman la vida igual que cualquier otra persona. ¿Por qué hacerles sufrir y robarles lo que tienen?
6. ¿Por qué no es necesario codiciar, sino que es un mal hacerlo?
6 El hombre fué hecho para ser libre y para tener derecho de usar las muchas cosas que Dios creó para su beneficio. Si a un hombre le gusta algo que otro hombre posee no debe codiciarlo. Hay una abundancia de todas las cosas en el mundo para que todos tengan suficiente. La acumulación de grandes riquezas y posesiones terrenales no es la cosa de mayor importancia en la vida. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.” (Éxo. 20:17) No constituye un mal tener una casa, esposa, siervos y animales; pero sí es un mal codiciar lo que otro tiene. Uno no debe usar su poder o su riqueza o su influencia para quitar a otro las posesiones queridas de esa persona. Ese espíritu es del mundo viejo, es el espíritu que el Diablo ha implantado en la mente de los hombres. Este egoísmo ha crecido en el corazón de las criaturas humanas, y tienen un fuerte deseo de dominar a otra gente y hacer que el hombre dependa del hombre en vez de depender de Jehová Dios, quien suministra todas las cosas. Siendo que Dios ha suministrado tan abundantemente los alimentos, la ropa y las cosas necesarias para vivir, entonces ¿por qué robarle a los pobres? ¿Por qué no buscar la cosa de mayor importancia—la vida eterna?
EGOÍSMO Y DESCONTENTAMIENTO MUNDANOS
7. ¿Cómo ha demostrado la religión organizada que es egoísta, opresiva?
7 El espíritu de este mundo es egoísmo y dice, “¡No necesitamos a Dios!” No importa si son centralizaciones comerciales, políticas o religiosas, éstas codician las cosas que otros tienen. La religión trata de dominar a la política; el comercio también trata de hacerlo. Las riquezas ejercen mucha influencia sobre la religión. La política se inclina y se descubre para conseguir el favor de la religión. Considere a la organización religiosa más grande del mundo ahora, la Jerarquía Católica Romana. Examínela. Note las maldades que ha cometido en el nombre de la religión: cómo ha corrompido a las naciones; cómo ha logrado mantener analfabetos a sus miembros; cómo ha dominado a la educación en muchos países y mantenido a la pobre gente en ignorancia; cómo ha escondido la Biblia y llevado a cabo quemazones de Biblias para que el libro de libertad no llegue a ser para la gente el Libro de Texto que guía a la vida. ¡Sí, examine al mundo sobre el cual ella ejerce influencia! ¡Sus guerras! ¡Sus cámaras de torturas! ¡Su derramamiento de sangre! ¡Su opresión de los pobres! ¿Por qué no ha dado la Biblia a la gente, para que ésta aprenda acerca del Dios verdadero, su Hijo y el camino que guía a la vida eterna?
8. ¿Cómo han obrado los gobiernos para conseguir el mando y la exaltación propia?
8 Ahora considere a las organizaciones políticas del mundo. Ninguna de ellas está satisfecha con su propio territorio o esfera de influencia. El deseo de cada una es conseguir el dominio de personas mediante un sistema de gobierno. Muy a menudo pretenden tener un gobierno cuyos gobernantes dominan por derecho divino. El propósito entero de los gobiernos del mundo es dominar a la gente, haciendo que dependa del estado más bien que de Dios. Su deseo es que toda la gente crea que las cosas que tienen les han venido gracias a la buena voluntad de un dictador, un primer ministro, un presidente o partido político. Toda esta propaganda es sólo un artificio gubernamental para regimentar a la gente y hacer que dependa totalmente de un sistema de vida hecho por el hombre más bien que de Jehová Dios, el cual dice que Él le proveerá con todas las necesidades de la vida: abrigo, alimento y ropa. El estado le dice al labrador cuánto trigo ha de sembrar, cuántos puercos debe matar y enterrar, cuánto café ha de quemar cuando las existencias acumuladas son demasiado grandes para agradar al comercio o a los políticos. Echan las papas al mar o las destruyen de otra manera cuando los precios están “muy bajos”. El aumento que Dios ha concedido a la tierra y a los animales, a la fruta y a las hierbas, el hombre destruye para agradar al estado y al comercio. Ellos atenderán a los pobres y necesitados a su manera si es que no mueren antes de que lleguen a hacerlo. El hombre, debido al deseo codicioso que tiene para dominar y quitarle a la gente, ha dicho, “Esto es mío.” Nunca reflexiona por un momento para pensar que Dios, el Creador del cielo y de la tierra y de todo lo que en ellos está, es quien proveyó estas cosas para todos los hombres, no para que unos pocos lo dominen todo.
9. ¿Cómo ha obrado egoísta e ingratamente el comercio para con Dios?
9 Luego tenemos la tercera parte de esta organización grande, opresiva y diabólica: el comercio. Vemos las grandes centralizaciones y los monopolios trabajando febrilmente uno contra el otro. Vemos a los gerentes y a los trabajadores luchando por el manejo de la industria. Vemos a los hombres de negocios pequeños esforzándose para ganar a duras penas una existencia en este mundo de competencia. Las cosas de importancia son el dinero, el poder, la riqueza, el conseguir adelantos, ser más próspero que su compañero, tomar la delantera, vencer a sus competidores y forzarlos fuera de los mercados municipales, los del estado y los del mundo. El espíritu que trata de ayudar a los pobres se ha perdido. El espíritu servicial casi se ha olvidado y, en cuanto al día de trabajo, el lema del obrero es, “Hacer lo menos posible y vigilar el reloj.” Cuando la tierra da su aumento no se dan las gracias a Dios, sino que el comercio se apodera de la dirección y sube o baja los precios de acuerdo con su propio interés. Es cosa temible estar envuelto en esta grande organización comercial que no tiene corazón y sentir su ambiente egoísta, codicioso y posesivo. Es mejor pedirle al Señor que nos ‘dé hoy nuestro pan de cada día’ que hacer como hacen los ricos del mundo religioso, político y comercial. Ellos están acumulando para sí “tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orín los consumen, y donde los ladrones los minan y hurtan”.—Mat. 6:19.
10. El obedecer los mandatos de Dios nos garantiza ¿qué cosa en cuanto a provisiones?
10 ¡Cuánto mejor es confiar en el Señor y creer su Palabra! “Si anduviereis en mis estatutos y guardareis mis mandamientos para hacerlos, yo os daré las lluvias a sus tiempos, para que la tierra dé su producto, y el árbol del campo dé su fruto. Y la trilla de vuestras mieses alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la siembra; y comeréis vuestro pan en abundancia, y habitaréis seguros en vuestra tierra.” (Lev. 26:3-5) Esa fué la promesa que Dios hizo a Su pueblo escogido, y fué una promesa segura, pero quiso decir que los individuos tenían que seguir los mandamientos del Señor y andar de acuerdo con ellos. En cuanto a las provisiones para la vida, Dios las garantiza durante todo el año a los que andan de acuerdo con sus estatutos. En el mismo principio de la creación, Jehová proveyó todas las cosas necesarias para el hombre, y en su abundancia los alimentos y las provisiones eran para todos. Estas cosas son igualmente seguras hoy día para los que aman a Jehová.
11. ¿Qué pretenden dar los gobernantes mediante la acumulación de riquezas y poder? ¿Lo logran?
11 ¡Pero qué diferentes son todas las naciones que hoy tratan de manejar toda la producción y decir qué porción de las provisiones concedidas por Dios pueden tener los hombres! Por medio de conseguir el manejo de las cosas que el mundo necesita una nación puede forzar su dominio sobre otra. Qué veraz es el dicho, ‘La mano de cada cual está contra su prójimo.’ (Zac. 14:13) Los gobernantes de una nación se jactan que ‘estamos acumulando estas riquezas y poder para que ustedes, las gentes, puedan gozar de la seguridad’. ¿Ha traído seguridad la organización de las Naciones Unidas, con toda la fuerza potencial que ha acumulado? Entre más cosas manejan las naciones del mundo, sean éstas la bomba atómica, aviones, buques de vapor, abastecimientos de alimento, materias primas o cualquier otra cosa, más desean manejar y su influencia y poder aumentan, entre tanto que los pobres sufren. No hay seguridad alguna en la acumulación de todas estas riquezas para los últimos días. Habiendo codiciado y acumulado riquezas, influencia y poder político y religioso, ¿qué harán estos hombres en el día de juicio cuando Jehová Dios dirija su ira contra el opresor del pobre, contra la inicua organización, y la destruya?
12. En el día de la ira de Dios ¿cómo resultarán inútiles sus riquezas?
12 La Palabra del Señor profetiza precisamente cómo se sentirán estos hombres en ese tiempo: “¡Ea ahora, oh ricos! ¡llorad y aullad a causa de las miserias que están para venir sobre vosotros! Vuestras riquezas están corrompidas, vuestras ropas están roídas de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están enmohecidos, y el orín de ellos servirá de testimonio contra vosotros, y consumirá vuestras carnes como fuego. ¡Habéis juntado tesoro para los últimos días!” (Sant. 5:1-3) No existe riqueza material que pueda salvar a los gobiernos o a los hombres de la destrucción que se les impartirá, por causa de sus actos inicuos, en la batalla del Armagedón. Momentáneamente la riqueza material de una nación la hace sentirse fuerte, pero Jehová dijo que libraría “al afligido de aquel que es más fuerte que él, y al afligido y menesteroso del que le despoja”. (Sal. 35:10) ¡Cómo han despojado a la gente las naciones de la tierra, especialmente durante la primera y segunda guerras mundiales! No hubo paz entre esas dos guerras y no la hay en este mismo día de hoy, sino que los egoístas siguen despojando a las gentes de las naciones. Y ¿con qué fin? “Arrojarán su plata por las calles, y su oro será como cosa asquerosa; su plata y su oro no podrán librarlos en el día de la ira furibunda de Jehová: no saciarán de ello su alma, ni llenarán sus vientres; porque esto mismo ha sido el tropiezo de su iniquidad.” (Eze. 7:19) ¡Qué insensatez es, pues, para los hombres acaparar sus riquezas sólo para satisfacer sus propios deseos egoístas! No les servirá de nada. No pueden llevárselo consigo. El sabio escribió en los Proverbios: “De nada sirven las riquezas en el día de la ira; mas la justicia libra de la muerte.”—Pro. 11:4.
CÓMO CONSEGUIR LA VIDA
13. ¿Qué es lo que vale en lo que concierne a la vida segura y feliz?
13 Es muy evidente que la acumulación de riquezas no trae paz, seguridad ni prosperidad a las naciones, ni trae verdadera felicidad al individuo que las haya juntado malignamente y por medio de la codicia. ¡La justicia es lo que vale! El que desee vivir y verdaderamente gozar de la vida tiene que dirigirse a la Palabra del Señor en busca de consejo y luego tiene que seguirlo. Tanto los ricos como los pobres tienen que confiar en Jehová y hacer su voluntad y predicar las buenas nuevas del reino de Dios. ¿Pueden hacer esto los ricos, aquellos que tienen muchas posesiones en este mundo? ¿Hay esperanza alguna de que ellos consigan la vida en el nuevo mundo? En caso que sí, ¿qué tienen que hacer?
14. ¿En qué nos dice Dios que seamos ricos, y con qué fin?
14 La Palabra de Dios nos dice que debemos ser ricos en buenas obras; pero ¿cuáles son esas buenas obras? El problema se puso directamente ante el Maestro, Cristo Jesús, cuando anduvo sobre la tierra. Los intereses de los hombres en su tiempo eran los mismos intereses de los hombres ahora: deseaban la vida, y ésa más abundantemente. La muerte no tenía nada que ofrecerles; de modo que se le hizo la pregunta, ¿Cómo puede uno conseguir la vida eterna?
15. ¿En cuanto a qué cosa le preguntó un gobernante joven y rico a Jesús? ¿Qué dijo Jesús?
15 Escuchemos aquella conversación. “Y he aquí, se le acercó uno y dijo: Maestro, ¿qué cosa buena he de hacer para poseer la vida eterna? Él le contestó: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno; mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. ¿Cuáles? Le preguntó. Y Jesús respondió: ‘No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre’; y ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ Dícele el joven: Todo esto lo he guardado. ¿Qué más me falta? Si quieres ser perfecto, le respondió Jesús, vé, vende lo que tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. Al oír el joven estas palabras, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.”—Mat. 19:16-22, Ver. Hisp.-Am.
16. ¿Por qué no siguió el consejo de Jesús el gobernante joven y rico?
16 Este hombre rico a quien Jesús habló recibió la respuesta en cuanto a cómo conseguir la vida eterna, pero ¿siguió él este consejo? ¡No! Considerado como individuo, él probablemente era una persona espléndida, y, según las apariencias exteriores, vivía de acuerdo con la ley de Dios. Según se reveló en la conversación una de sus cualidades sobresalientes era que amaba a su prójimo como a sí mismo. Evidentemente no era un opresor de los pobres. Probablemente consiguió sus riquezas por medio de sus propios esfuerzos buenos y vigorosos y por el manejo honrado de sus grandes posesiones. Por lo tanto parece que si le toca a un individuo ser rico o si gana grandes riquezas debido a sus propios esfuerzos no hay nada malo en ese hecho en particular. La pregunta que debe contestar el hombre rico hoy día es, ¿Cómo usará sus riquezas? Si les das a los pobres, dijo Jesús, “tendrás tesoro en los cielos.” No obstante, había otro requisito para conseguir la vida eterna, y ése fué “Ven, sígueme”. Si uno usa su riqueza en el adelanto de la verdadera adoración del Dios Altísimo, está usando sus “muchas posesiones” de la manera correcta. Jesús dió a este hombre rico el mejor consejo para que pudiera vivir con verdadero gozo. Lo que el Maestro deseaba para él era que tuviera riquezas en buenas obras, un tesoro en los cielos. Pero, así como es con la mayor parte de la gente, así fué con este rico; tenía el deseo de retener lo que él consideraba suyo por derecho. Trabajó para conseguirlo, y por eso era de él. Nadie más podía tocarlo, y no había razón alguna para regalarlo. ¿Podrá ser que se le olvidó que “como salió de las entrañas de su madre, así desnudo volverá a ir lo mismo que vino, sin tornar consigo cosa alguna, como fruto de su trabajo, que pueda llevar en su mano”? (Ecl. 5:15) Sus posesiones terrenales no le darían la vida eterna.
DANDO A LOS POBRES
17. ¿Por qué no podía seguir a Jesús y al mismo tiempo retener sus grandes riquezas?
17 Supongámonos que el hombre rico tenía deseos de seguir a Jesús pero no deseaba vender todo lo que tenía para dárselo a los pobres. ¿Podía él seguir al Señor y al mismo tiempo encargarse de todas sus posesiones terrenales? Eso sería una imposibilidad. Cristo Jesús era un hombre atareado; él estaba cuidando los intereses del Reino. Él caminaba por todas las ciudades, aldeas, pueblos —a lo largo de toda esa región— predicando las buenas nuevas del Reino. Sus discípulos le siguieron y fueron instruídos por él. Él no podía atarse a cierta localidad para cuidar ganado o terrenos o posesiones, ni tampoco podían hacerlo sus discípulos; si es que deseaban predicar el evangelio del Reino por toda la nación de Israel. Jesús no tenía ni siquiera donde recostar la cabeza, mucho menos una casa que podía considerar como su hogar. No, el hombre rico nunca pudiera haber mantenido su puesto al lado de Jesús y al mismo tiempo haber manejado sus “muchas posesiones”.
18. ¿Por qué no trató Jesús de acumular grandes riquezas terrenales?
18 Jehová hizo provisión para Jesús, el segundo Adán, del mismo modo como lo hizo para el primer Adán. El Hijo de Dios tuvo la ropa y los alimentos necesarios y también donde hospedarse. Él era un huésped bien venido en los hogares de aquellos que amaban la verdad y la justicia. Jesús reconocía que el trabajador era digno de su salario; porque Él estaba trabajando en los intereses del reino de Dios. Las cosas necesarias para la vida estaban aseguradas; entonces ¿por qué debería él esforzarse por acumular grandes riquezas? Él tenía alimento y ropa, y con éstos estaba satisfecho.
19. ¿Qué clase de personas activas e interesadas buscaba Jesús?
19 Jesús buscaba discípulos de tiempo cabal, aquellos que caminaran con él e hicieran la misma clase de trabajo que él hacía, a gente que él podía enviar por semanas y por meses a diferentes territorios para desarrollar trabajos como los que él desempeñaba, para así traer gente al arrepentimiento. Él buscaba gente confiable, personas que aprendieran y luego predicaran: “El reino se ha acercado.” Ninguna cosa debía impedir el servicio a su Dios. No debían ser como la mayor parte de la gente, la cual está demasiado ocupada para atender las cosas verdaderamente importantes de la vida. Acuérdese de aquella ocasión cuando Jesús habló de cierto hombre que preparó una gran cena, e invitó a muchos a esa cena. Era una cena de regocijo; de manera que envió a su siervo para decirles a sus convidados que vinieran. Pero los convidados, debido a que tenían posesiones y otras cosas que les interesaban más que la cena de este cierto hombre, replicaron a esa invitación: “He comprado un campo, y he menester salir y verlo: ruégote que me tengas por excusado.... He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos: ruégote que me tengas por excusado.... Acabo de casarme, y por eso no puedo ir.”—Luc. 14:18-20.
20, 21. ¿Por qué es que la mayor parte de las personas no tiene tiempo para los intereses del Reino?
20 Es igual hoy día; la mayor parte de la gente está tan ocupada con sus propias obligaciones y trabajos que no tiene tiempo para cuidar los intereses del Rey. No tiene tiempo para entrar al gozo del Señor y celebrar con el Maestro, participando en la obra más importante que hay sobre la tierra en este día. Estas personas han colocado un gran obstáculo en su camino simplemente debido al amor al dinero.
21 Fué cosa muy difícil para el hombre rico deshacerse de todo lo que tenía para así tener tesoros en el cielo. Es igualmente difícil para mucha gente en este día deshacerse hasta de cosas pequeñas y trabajar en el interés de los pobres y consolar a los que gimen, con el mensaje del Reino. Están muy atareados tratando de retener sus posesiones terrenales y conseguir más. Esto es egoísmo. Es voracidad. Es codicia. “Porque raíz de toda suerte de males es el amor al dinero.” (1 Tim. 6:10) Hasta cuando los ricos preparan un banquete lo hacen con la idea de sacar algún provecho para sí.
22. ¿Por qué hacer bien a los pobres que no le pueden recompensar a uno?
22 Jesús fué invitado a una comida, y le dijo al que le había invitado, “Cuando haces una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; no sea que ellos también te vuelvan a convidar, y te sea hecha recompensa. Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos, a los ciegos; y serás bienaventurado, porque ellos no tienen con qué recompensarte: pues serás recompensado en la resurrección de los justos.” (Luc. 14:12-14) La máxima a que llamó atención el Señor fué la de dar a otros sin esperar una recompensa. ¿Por qué prodigar sus riquezas sobre los que son ricos? Ellos pueden recompensarle haciendo la misma cosa con usted. Pero mejor es invitar a los pobres; ellos manifestarán verdadera gratitud y el dador será bendito. Sí, “Vé, vende lo que tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.” Serán “ricos en buenas obras”.
LA VIDA MÁS QUE RIQUEZAS MATERIALES
23. ¿Por qué debe guardarse uno de toda forma de avaricia o codicia?
23 Porque el hombre nace en el pecado y es formado en iniquidad, su tendencia es inclinarse hacia el lado malo de la vida y amar al dinero. Se le enseña que debe esforzarse por ocupar el primer puesto para así tener seguridad. Debe ser una persona que se ha levantado por sus propios esfuerzos, satisfecho con su propia grandeza. ¡Qué insensatez! ¿No hay algo que valga mucho más que la seguridad y las posesiones mundanas? ¿No es más importante la misma vida? ¿Cómo la conseguimos? Y aquellas riquezas—¿no constituyen sencillamente un acaparamiento de las provisiones que Dios ha dado para todos? Jesús dijo, “¡Cuídese! Guárdese contra toda forma de avaricia, porque la vida del hombre no le pertenece a él, no importa qué rico sea.” (Luc. 12:15, Una Tradu. Amer. [en inglés]) Otro traductor de las Escrituras griegas, el señor Félix Torres Amat, lo pone de esta manera: “Estad alerta, y guardaos de toda avaricia: que no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que él posee.” O, dicho en otras palabras, podemos decir, basándonos en esta verdad, que cada individuo tiene que estar alerta constantemente y guardarse contra toda forma de avaricia y codicia, porque hasta cuando el individuo tiene una abundancia de las cosas de este mundo su vida no depende de las cosas que él posee. Entonces, ¿no vale más la vida que las riquezas?
24. ¿Qué cosa no pueden garantizarle a uno las riquezas materiales? Demuéstrelo mediante la parábola.
24 Pablo seguía este consejo sabio y sano de Jesús cuando le escribió a Timoteo y le dijo, “Mándales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, desprendidos y generosos, acumulando para sí un tesoro valioso para el futuro, para poder asirse de la vida que es vida en verdad.” (1 Tim. 6:18, 19, Una Tradu. Amer. [en inglés]) Las cosas que un hombre ha logrado obtener como su posesión en cuanto a riquezas, propiedad o influencia poderosa—todas éstas no le garantizan la vida. Se necesita algo más. Prosiguiendo con el argumento de Jesús de que “la vida del hombre no le pertenece a él, no importa qué rico sea”, él dijo además: “Un hombre rico tuvo una extraordinaria cosecha de frutos en su heredad; y discurría para consigo, diciendo: ¿Qué haré, que no tengo sitio capaz para encerrar mis granos? Al fin dijo: Haré esto: derribaré mis graneros, y construiré otros mayores, donde almacenaré todos mis productos y mis bienes. Con lo que diré a mi alma: ¡Oh alma mía! ya tienes muchos bienes de repuesto para muchísimos años: descansa, come, bebe, y date buena vida. Pero al punto le dijo Dios: ¡Insensato! esta misma noche han de exigir de ti la entrega de tu alma: ¿de quién será cuanto has almacenado? Esto es lo que sucede, concluyó Jesús, al que atesora para sí, y no es rico a los ojos de Dios.”—Luc. 12:16-21, Torres Amat.
25. ¿Por qué era insensato, egoísta, perezoso el hombre rico ele la parábola?
25 ¡Qué cosa tan verdadera! El hombre que atesora para sí no es rico a los ojos de Dios. Piensa sólo en sí mismo, en su misma propiedad, en sus propios placeres. Cuando uno llega a tener ese grado de interés propio es fácil entender por qué Jesús dijo que “el rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.... Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Considere por un momento los proyectos que tenía este hombre rico. Iba a construir unos graneros más grandes donde almacenar sus cosechas y luego olvidarse del resto del mundo de la humanidad y seguir viviendo sólo de las riquezas que había acopiado. ¡Qué egoísta! ¡Qué inconsiderado! ¡Qué perezoso! Él podía haber dado mucha de su riqueza a los pobres y todavía haber tenido suficiente para sí mismo. Podía haber hecho planes para el cultivo de sus tierras el año siguiente para de esta manera mantener en servicio a sus empleados. Si cultivaba la tierra año tras año resultaría en mayores ingresos para él y mayores cantidades de alimento para los pobres. ¡Pero no, no deseaba eso! Se dijo a sí mismo: “Descansa, come, bebe, y date buena vida.” ¡Qué insensato! no logró disfrutar de la riqueza él mismo, ni tampoco había acumulado riquezas en el cielo por medio de dar a los pobres. “No te jactes del día de mañana; porque no sabes lo que día alguno acarreará.”—Pro. 27:1.
26. ¿Qué preguntas acerca de la seguridad y de la vida tenemos que contestar? ¿De qué modo?
26 Como individuo, ¿qué es lo que desea usted? ¿La seguridad en este mundo que pronto pasará, o la vida en el nuevo mundo de justicia? La Palabra de Dios fija la norma que deben seguir todos los cristianos para conseguir la vida eterna, sea ésa la vida con Cristo Jesús como su novia en la gloria celestial del Reino, o la vida como una criatura que gozará de las bendiciones bajo el reino celestial y de los placeres de la vida eterna sobre una tierra nueva y gloriosa que Dios hará para que sea habitada por el hombre. La vida en ambos lugares se consigue mediante las verdaderas riquezas; de modo que acumule para sí tesoros en el cielo.
27. ¿De qué manera pueden tanto los ricos como los pobres ser “ricos en buenas obras”?
27 Toda la gente posee ciertas posesiones, algunos más que otros; de manera que la norma, “de gracia recibisteis, dad de gracia,” aplica igualmente a los ricos, a la clase media y a los pobres. La pobre viuda que vino al arca de las ofrendas y echó allí sus dos blancas había “echado todo el sustento que tenía” para ser usado en la obra de Dios, dijo Jesús; entre tanto que los ricos que venían y hacían sus depósitos en el arca de las ofrendas en el templo lo hacían “de lo que les sobra”. (Luc. 21:1-4) Los ricos ni siquiera notaban la dádiva que ellos daban al Señor. De modo que puede hacerse esta pregunta, ¿Quién dió más? ¿No es verdad que fué la viuda con sus dos monedas pequeñas de poco valor? Por lo tanto, pues, si usted desea ser rico para con Dios, use sus posesiones y su conocimiento de Jehová Dios y de su justo gobierno para bien de los pobres y dé consuelo a los que gimen, con las buenas nuevas del reino de Dios. No permita usted que sus riquezas le aten y hagan de usted un esclavo de sus posesiones, sino haga que sus posesiones le sirvan a usted en su predicación de la Palabra de Dios.
28. ¿Qué se le dijo a Timoteo que mandara “a los ricos en este presente siglo”? ¿Por qué?
28 Pablo tenía conocimiento de ciertos individuos entre la iglesia que tenían riquezas y que estaban atareados en acumular más, y en una carta que le escribió a Timoteo le dijo esto: “A los ricos en este presente siglo manda que no sean altivos, ni tengan puesta la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios el cual nos provee de todas las cosas en abundancia para nuestro goce, que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo porvenir, a fin de que echen mano de la vida verdadera.” (1 Tim. 6:17-19, Ver. Hisp.-Am.) El que tenga una persona pocos o muchos bienes en este mundo no es motivo para que esa persona adopte una actitud arrogante con sus amigos y vecinos, ni con los de una congregación cristiana, ni con los del mundo. Nunca deben fijarse las esperanzas en riquezas tan inciertas como el oro y la plata, todo lo cual será sin valor en los días finales de este viejo mundo. Los ricos igual que los pobres deben reconocer que es Dios quien provee tan ricamente todas las cosas para nuestro deleite. Debido a que uno tiene más de las riquezas de este mundo que algún otro no es razón para que el rico mire con desdén al pobre. Todos pueden y deben ser ricos en “buenas obras”.
29. ¿Qué consejo nos dió Santiago en cuanto a mostrar parcialidad?
29 Santiago dió consejo excelente a todo el pueblo del Señor cuando dijo: “Escuchad, amados hermanos míos: ¿No ha escogido Dios a los que son pobres en cuanto al mundo, para que sean ricos en fe, y herederos del reino que tiene prometido a los que le aman? Vosotros empero habéis despreciado al hombre pobre. ¿Acaso los ricos no os oprimen, y ellos mismos os arrastran ante los tribunales? ¿No blasfeman ellos aquel nombre honorable del cual vosotros sois llamados? Si, al contrario de esto, cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacéis bien: mas si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y sois condenados por la ley como transgresores.”—Sant. 2:5-9.