“La paz de Dios que supera todo pensamiento”
“La paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús.”—Fili. 4:7.
1. ¿Por qué sabía el apóstol Pablo que no hay razón para que las personas piadosas experimenten indebida inquietud?
EL APÓSTOL cristiano Pablo sabía por experiencia que no hay razón para que las personas piadosas se sientan indebidamente inquietas, pues Jehová está con ellas. Pablo se había visto encarcelado, golpeado y apedreado, muchas veces había estado a punto de morir, y había experimentado muchos peligros, hasta entre hermanos falsos. Pero Dios nunca lo había abandonado. El apóstol constantemente se dirigía a su Padre celestial en oración sincera y arrojaba sobre él sus inquietudes, y nunca sufría desilusión.—2 Cor. 4:7-9; 11:23-27.
2. ¿Cuál sería el resultado de que los compañeros cristianos de Pablo siguieran el consejo de él registrado en el capítulo cuatro y versículo Fili. 4:6seis de Filipenses?
2 Por eso fue con suma confianza que Pablo instó a compañeros en el cristianismo a no inquietarse por cosa alguna, sino, más bien, dar a conocer a Dios sus peticiones, llevando todo a Él en oración y ruego junto con acción de gracias. ¿En qué resultaría el que hicieran esto? El apóstol pasa a decir: “Y la paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús.”—Fili. 4:6, 7.
Una paz que “supera todo pensamiento”
3. (a) ¿Qué es la “paz de Dios”? (b) Si tenemos la paz que Dios da, ¿por qué no hay razón para que sintamos una inquietud abrumadora?
3 La “paz de Dios” es una calma y tranquilidad de la cual disfrutan los testigos dedicados de Jehová aun en medio de las circunstancias más difíciles. Proviene de una estrecha relación personal con nuestro Padre que está en el cielo. Como personas que poseemos dicha paz procedente de Jehová, dejamos que el espíritu santo de Dios nos mueva y discernimos la dirección en la cual éste nos conduce. De hecho, al orar pedimos que se nos dé ese espíritu, y también su fruto de paz. (Luc. 11:13; Gál. 5:22, 23; Efe. 4:30) Por eso, no hay motivo para que la inquietud nos abrume, porque sabemos que nada que esté fuera de la providencia divina nos puede suceder. (Compare con Hechos 11:26.) En realidad Jehová se encarga de que todos sus siervos ‘moren en seguridad.’—Sal. 4:8.
4, 5. (a) En comparación con los testigos de Jehová, ¿qué clase de paz tienen otras personas? (b) ¿Qué diferencia hay entre la “paz de Dios” y cualquier paz que pudieran experimentar los que no están sirviendo fielmente a Jehová?
4 Es posible que en comparación con los testigos de Jehová muchas personas tengan más educación seglar o mayor habilidad en ciertos campos del esfuerzo humano. Estas personas tienen problemas, por supuesto, pero confían en que podrán razonar en cuanto a ellos y así dar con soluciones satisfactorias. Por eso, se sienten bastante seguras, y no se sienten excepcionalmente inquietas en cuanto al futuro en lo que toca a ellas personalmente. Parece que están en paz y disfrutan de relativa tranquilidad. ¡Pues, las Escrituras mencionan hasta “la mismísima paz de los inicuos”!—Sal. 73:3.
5 Sin embargo, la “paz de Dios” es enteramente diferente de la paz que tienen esas personas. La “paz de Dios” no se basa en la confianza que uno tenga en sí mismo ni en el punto de vista de que el razonamiento humano siempre tendrá éxito. Pablo dijo que esta paz que Dios da “supera todo pensamiento” o “que sobrepasa todo entendimiento.” Se le ha llamado la paz “que es más grande de lo que el hombre puede entender.” (Fili. 4:7, Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras; Versión Valera; Versión Popular) Sí, las personas que sirven fielmente a Jehová tienen una tranquilidad que las criaturas humanas en general ni poseen ni entienden.
6. (a) ¿Cuándo se hace especialmente patente que tenemos la “paz de Dios”? (b) Mientras esperamos que Jehová obre respecto a un asunto sobre el cual hayamos orado, ¿tenemos alguna ayuda? (c) ¿Nos fortalece espiritualmente el ‘arrojar nuestras cargas sobre Jehová’? ¿Por qué contesta usted así?
6 Se hace especialmente patente el que estas personas dedicadas a Jehová realmente tienen la “paz de Dios” cuando sucede algo que las afecta profundamente y que está más allá de su control. Considerando las limitaciones humanas, no está al alcance de la capacidad de ellas enfrentarse a estas inquietudes. ¿Nos hallamos nosotros a veces en circunstancias semejantes? ¡Qué apropiado es el que en tales ocasiones oremos sinceramente y seamos específicos en nuestras peticiones y hagamos solicitudes precisas de ayuda o dirección divina! (Compare con Jueces 6:36-40.) Después de haber hecho eso, tenemos que esperar que Jehová actúe. Entretanto, si tenemos la “paz de Dios,” podemos sentir la ayuda del espíritu santo de Jehová y permanecer tranquilos, mientras esperamos pacientemente para ver cómo el Altísimo resuelve el problema. Esta actitud no tiene nada de temeridad, porque el salmista David dijo: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo.” (Sal. 55:22) Además, cuando el problema se resuelve así y la prueba ha pasado, sabemos que “el Dios que da paz” ha contestado nuestras oraciones.—Rom. 15:33.
Guarda corazones y facultades mentales
7. (a) En las Escrituras, ¿qué denota muchas veces la palabra “corazón”? (b) Si tenemos la “paz de Dios,” ¿por qué no nos ‘acaloraremos a causa de los malhechores’?
7 Pablo dijo que la “paz de Dios” ‘guardará nuestros corazones y facultades mentales.’ (Fili. 4:7) Una traducción bíblica llama a esta paz “la guardia de vuestros corazones y vuestros pensamientos.” (Versión Hispano-americana) En las Escrituras, la palabra “corazón” frecuentemente denota el asiento del afecto y de la motivación. (Éxo. 35:21, 26, 29; Sal. 119:11) Si nos hallamos atormentados por inquietud indebida, eso puede tener efecto perjudicial sobre nuestros afectos y móviles y tal vez nos portemos de manera desequilibrada o incorrecta. Por ejemplo, quizás ‘nos acaloremos debido a los malhechores,’ y así nos veamos privados de toda tranquilidad. Pero esto no sucederá si poseemos la “paz de Dios,” porque en tal caso sabremos que Jehová todo lo ve y a su tiempo ajustará las cuentas. (Sal. 37:1-11) Por lo tanto, nuestro corazón permanecerá tranquilo y no nos incitará a obrar sin reflexión. Esto resulta en bien para nosotros en sentido emocional, espiritual y hasta físico, porque “un corazón calmado es la vida del organismo.”—Pro. 14:30.
8. (a) En Filipenses 4:7, ¿cuál es la diferencia entre los “corazones” y las “facultades mentales”? (b) Si tenemos la “paz de Dios,” ¿por qué no es probable que perdamos el equilibrio mental? (c) ¿Nos hará daño duradero alguna cosa que nuestro Padre celestial permita?
8 Las “facultades mentales” y los “corazones” no son lo mismo, aunque hay cierta interacción entre las dos cosas. En contraste con la mente que razona sobre la información, el corazón mueve a la persona. Por eso, para asegurarnos de que estemos procediendo de la manera correcta, es preciso que tengamos conocimiento de la Palabra de Dios y nos fiemos de él devotamente. Si nuestra mente estuviera indebidamente angustiada —si tuviéramos gran inquietud— no podríamos tomar decisiones apropiadas. Hasta pudiéramos perder el equilibrio mental. Pero no es probable que esto nos suceda si tenemos la “paz de Dios,” porque entonces tenemos el corazón bajo control y la mente tranquila. Realmente creemos que ‘la mano de Jehová está con nosotros’ y que nada que nuestro Padre celestial permita que suceda nos hará daño duradero. (Mat. 10:28; Hech. 11:21) En vez de estar ansiosos y acosados por muchos pensamientos molestos, verdaderamente confiamos en Jehová, y así tenemos protegidas las “facultades mentales.” ¿Cómo? “Por medio de Cristo Jesús,” pues por medio de él se ha hecho posible una estrecha relación personal con el Padre celestial.—Gál. 1:3-5.
9. Aunque Pablo tenía la “paz de Dios,” ¿estaba enteramente libre de preocupación sentida?
9 Naturalmente, Pablo mismo sabía que los cristianos no están enteramente libres de preocupación sentida. Admitió que el que judíos como él no abrazaran las “buenas nuevas” le causaba ‘gran desconsuelo e incesante dolor de corazón.’ No obstante, el apóstol no dejaba que la inquietud lo abrumara, y estaba satisfecho con dejar que los asuntos quedaran en manos de Dios, quien obra con justicia al escoger a aquellos para con quienes tiene misericordia. (Rom. 9:1-18) Así, Pablo, a pesar de tener fuertes sentimientos, dejó que la “paz de Dios” guardara su corazón y sus facultades mentales.
10. ¿Cómo, pues, guardará nuestro corazón y nuestras facultades mentales la paz que Dios da?
10 Al igual que Pablo, quien innegablemente era de profundo sentir con relación a otros, nosotros podemos tener la “paz de Dios”... ese estado interior de tranquilidad y de calma que es el resultado de una preciosa relación con Jehová. Esa paz verdaderamente puede guardar nuestro corazón y nuestras facultades mentales de modo que no se inquieten demasiado por nuestras necesidades. Podemos desplegar confianza, sabiendo con plena certeza que Jehová provee para sus siervos y contesta sus oraciones. En vez de siempre hallarnos en estado de agitación, tendremos el corazón y la mente tranquilos, porque tenemos absoluta confianza en nuestro Padre celestial.—Sal. 33:20-22.
Se nos asegura lo necesario para la vida
11. Porque tenemos la “paz de Dios,” ¿por qué no debemos inquietarnos indebidamente por las cosas que son necesarias para la vida?
11 Si verdaderamente tenemos la “paz de Dios” y estamos convencidos de que él es el “Oidor de la oración,” podremos enfrentarnos con éxito a las inquietudes. (Sal. 65:2) Siempre estaremos conscientes de que tenemos ayuda divina, y esto infunde gran tranquilidad de corazón y mente. Por ejemplo, no nos inquietaremos indebidamente por las cosas que son necesarias para la vida. Jesús dijo a sus seguidores: “Dejen de inquietarse respecto a su alma [o “vida”] en cuanto a qué comerán o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán.” ¿Por qué no debemos desplegar tal inquietud? Porque Jehová, quien provee en abundancia lo que necesitan las aves y los lirios, ciertamente puede alimentar y vestir a sus siervos fieles, y lo hará. “Por eso,” dijo Jesús, “dejen de andar buscando qué podrán comer y qué podrán beber, y dejen de estar en ansiedad y suspenso . . . Sin embargo, busquen continuamente su reino [el de Dios], y estas cosas les serán añadidas.” (Luc. 12:22-31) En realidad, si damos a los intereses espirituales el primer lugar en la vida, podemos confiar en que nuestro Padre celestial cuidará de nosotros.
12. ¿Qué ilustración bíblica muestra por qué aun los que están dedicados a Jehová tienen que evitar el dar demasiada importancia a las cosas materiales?
12 Aun los que están dedicados a Jehová tienen que evitar el dar demasiada importancia a las cosas materiales. Por ejemplo, debido a que el terreno no podía sustentar a todo el grupo junto, y para poner fin a las disputas entre sus manaderos y los de Lot, Abrahán concedió a su sobrino Lot la oportunidad de escoger dónde prefería residir. Lot escogió la mejor porción de tierra, pero esto significó que tuvo que vivir entre malhechores. Con el tiempo fue llevado cautivo y se hizo necesario rescatarlo. (Gén. 13:1-14:16) Más tarde, Lot se vio obligado a abandonar sus posesiones materiales para poder escapar con vida cuando Jehová destruyó a Sodoma. Más tarde todavía, Lot se sintió impulsado a salir de la ciudad de Zoar y alojarse en una cueva. (Gén. 19:1-26, 30-38) Aunque a él se le llama el “justo Lot,” parece que aprendió por “dura experiencia” lo insensato que es el que una persona piadosa dé gran importancia a supuestas ventajas materiales. (2 Ped. 2:7, 8) ¡Cuánto mejor es orar pidiendo dirección específica y siempre dar a los intereses espirituales el primer lugar en la vida!
13. ¿Por qué no deben los cristianos hallarse en ansiedad y suspenso respecto a las cosas que necesitan para vivir?
13 El que hagamos que los asuntos espirituales sean de suma importancia en nuestra vida contribuirá a nuestra tranquilidad de corazón y mente. Ciertamente podemos confiar en que Aquel a quien pertenecen todo el oro y la plata está plenamente capacitado para proporcionar a sus siervos lo que necesitan para vivir. (Ageo 2:8) Por supuesto, es correcto que oremos a Dios y le pidamos que ‘nos dé hoy nuestro pan para este día,’ y es apropiado que trabajemos industriosamente para satisfacer las necesidades verdaderas. (Pro. 6:6-11; 31:10, 13-24; Mat. 6:11) Pero, ‘puesto que nada hemos traído al mundo y no podemos llevarnos cosa alguna, debemos estar contentos con el sustento y con qué cubrirnos.’ (1 Tim. 6:6-12) ¿Por qué hallarse en ansiedad y suspenso? El salmista tuvo razón cuando dijo: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan.”—Sal. 37:25.
El camino al éxito verdadero
14. ¿Por qué no es apropiado que nosotros, como testigos cristianos, demos demasiada importancia al logro humano y al supuesto éxito relacionado con éste?
14 No tiene nada de raro el que los hombres del mundo creen para sí inquietud por dar demasiada importancia al logro humano. Es cierto, por supuesto, que la Biblia estimula la diligencia y el desarrollo de aptitud en el trabajo. (Pro. 22:29) Pero la ambición cegadora acompañada de gran inquietud por algún supuesto éxito son incompatibles con la “paz de Dios.” De hecho, el procurar alcanzar dominio sobre otros puede hacer que la persona ambiciosa se valga de métodos dudosos, que tal vez recurra a socavar los esfuerzos de sus compañeros de trabajo y proceda de manera poco honrada que resulte en la desaprobación divina. (Pro. 3:32; 2 Cor. 4:1, 2) Cierto, los que son excesivamente ambiciosos pueden recibir los aplausos de los hombres, como fue el caso con los líderes religiosos hipócritas de hace 19 siglos, pues ellos hacían regalos, oraban y ayunaban para ganarse alabanza. Pero Jesucristo condenó las acciones de aquellos hipócritas egocéntricos y dijo que ‘estaban disfrutando de su galardón completo.’ (Mat. 6:1-18) ¡Qué insensato el que cualquier testigo de Jehová viva en inquietud de su propia hechura por tratar de ser “grande,” solo para descubrir que por ello ha perdido bendiciones eternas!—Compare con Jeremías 45:5.
15. Respecto al supuesto éxito, ¿qué puede aprender de Eclesiastés 9:11 y 10:5–7 la persona piadosa?
15 Para la persona que verdaderamente disfruta de la “paz de Dios,” el camino al verdadero éxito no lleva a la práctica de métodos dudosos ni a esfuerzos inútiles. Por su estudio de las Escrituras ha aprendido que en la sociedad del día actual, compuesta totalmente de criaturas imperfectas y pecaminosas, ‘los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, tampoco tienen los sabios el alimento, ni los entendidos las riquezas, ni los que tienen conocimiento el favor.’ (Ecl. 9:11) En realidad, “la tontedad ha sido colocada en muchos puestos encumbrados,” y uno puede ver “siervos a caballo pero a príncipes andando en la tierra justamente como siervos.” (Ecl. 10:5-7) Sí, quizás haya personas principescas o nobles a quienes no se les otorgue la dignidad que merecen, mientras que haya siervos —hombres de mucha menos aptitud— que ‘vayan a caballo’ justamente como nobleza.
16. ¿De qué depende el que uno tenga éxito y logro en sentido piadoso?
16 ¿Se le ha arrinconado a usted, por decirlo así, de modo que no esté disfrutando del supuesto éxito que en un tiempo deseaba? ¿Por qué inquietarse por eso? Deje que la “paz de Dios” reine en su corazón, y experimente la tranquilidad consoladora que proviene de ella. Continúe haciendo la voluntad divina y espere que su Padre celestial bendiga los esfuerzos que usted hace en el servicio de él. Eso es lo que verdaderamente importa en la vida. El buen éxito y el logro en sentido piadoso dependen de que uno tenga objetivos y puntos de vista espirituales. El salmista lo declaró correctamente como sigue: “Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos . . . Antes bien, su deleite está en la ley de Jehová, y en su ley lee en tono bajo día y noche. Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que hace tendrá buen éxito.”—Sal. 1:1-3.
17. (a) ¿Qué tenemos que hacer para disfrutar del mayor éxito? (b) ¿Qué puede hacer usted para ayudar a otros a disfrutar de “la paz de Dios que supera todo pensamiento”?
17 No pudiéramos disfrutar de mayor éxito en la vida que el de llegar a tener y mantener una relación íntima con Jehová Dios. El deseo intenso de agradarle nos impulsará a honrarlo por medio de nuestras palabras y acciones piadosas, a hacer bien a nuestros semejantes humanos y a compartir con ellos “las gloriosas buenas nuevas del Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) Grande será nuestro gozo si, con la bendición de nuestro Padre celestial, podemos ayudar a otros a aprender acerca de Sus maravillosos propósitos y también a llegar a tener una preciosa relación de dedicación a él. Entonces, al igual que nosotros, aprenderán a enfrentarse con éxito a las inquietudes de la vida. Ellos, también, llegarán a disfrutar de “la paz de Dios que supera todo pensamiento.”
[Ilustración en la página 19]
Hasta en medio de las más difíciles circunstancias el cristiano puede disfrutar de la “paz de Dios”