BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Sea sabio... cuente el costo
    La Atalaya 1979 |   1 de mayo
    • Sea sabio... cuente el costo

      ‘ECHE las cuentas.’ ‘Calcule los gastos.’a Este consejo de contar el costo de las cosas vino de Jesucristo, el hombre más sabio que ha vivido en la Tierra. El dijo estas palabras al considerar el asunto de que alguien llegara a ser discípulo de él. Sin embargo, en esas palabras se declara un principio que puede tener extensa aplicación en nuestros asuntos cotidianos. ¿De qué manera?

      Respecto a adquirir posesiones materiales: Con frecuencia, y debido en gran medida a la cuantiosa publicidad que se da en los medios de información —periódicos, revistas, la TV y la radio— lo que la gente desea y quisiera tener sobrepasa por mucho a lo que le pueden permitir sus recursos. Pero en el caso de muchas personas su deseo de estas cosas es tan poderoso que no pueden resistir el habla lisonjera de un vendedor que les asegura que pueden darse el lujo de tenerlas por medio de comprarlas a plazos: “Disfrute de las cosas mientras las está pagando. ¿Por qué prescindir de ellas hasta tener suficientes ahorros para pagarlas?” No es de extrañar que la revista U.S. News & World Report del 20 de noviembre de 1978 declarara: “La gente sigue hundiéndose en deudas: ‘La situación es realmente inquietante.’” Esa revista pasó a mostrar que las deudas personales en los Estados Unidos alcanzaron la cantidad de $2.500.000.000.000.

      ¿Con qué resultados? Para muchos, esto significa quedar en quiebra o insolvencia personal debido a circunstancias imprevistas. Así, en un año, poco tiempo atrás, se registraron un cuarto de millón de quiebras en los Estados Unidos, y el 85 por ciento de éstas no fueron de naturaleza comercial, sino personal. ¿Qué indica la mayoría de estas quiebras? Que no se desplegó juicio sano; que no se calculó sabiamente el costo del avance personal en lo financiero.

      La sabiduría de primero contar el costo o calcular los riesgos también es patente en lo que respecta al matrimonio. ¡Cuántas personas entran en el arreglo matrimonial sin haber dado la debida consideración a todo lo que está envuelto en ello, particularmente en el caso de los jóvenes! Por eso las separaciones y los divorcios son mucho más numerosos entre los adolescentes que entre personas de toda otra clasificación por edad. ¿Qué sugiere esto? Que, entre otras, estas personas en particular no habían calculado el costo... y no solo en sentido pecuniario.

      Lograr que el matrimonio sea una empresa de éxito cuesta mucho. Con frecuencia significa pagar el costo de hacer concesiones por las faltas de otros en el interés de la paz, aguantar pacientemente lo que no puede cambiarse con facilidad, si acaso hay posibilidad de cambio. Significa no solamente pensar en términos de “nosotros” en vez de simplemente en “mí,” sino también estar uno dispuesto a poner los intereses del cónyuge delante de los de uno mismo. Todo esto implica un punto de vista realista de lo que uno mismo es y de lo que la otra persona es, reconocer que ningún matrimonio es perfecto y que hay que aceptar lo desagradable, la ‘tribulación en la carne,’ junto con las cosas agradables. (1 Cor. 7:28) Sí, muchos más matrimonios habrían sido duraderos y felices si los que entraron en este arreglo hubieran calculado primero el costo. En el caso de muchos jóvenes, muy probablemente esto hubiese significado haber desplegado sabiduría y haber esperado algunos años hasta estar mejor equipados en todo respecto, mental, física, emocional y financieramente, para asumir las responsabilidades del matrimonio.

      Y hay otros aspectos de la vida en los cuales uno pudiera errar, o revelar falta de sabiduría, por no contar primeramente el costo. Puede que algunos jóvenes persuadan a sus padres a comprarles aparatos costosos que necesiten para participar en algún pasatiempo en particular, y luego, al poco tiempo se cansen del pasatiempo. El joven no calculó el costo de lo que requería en cuanto a tiempo, energía y atención el hacer que esta inversión valiera la pena, y así, no solo se desperdició el dinero del padre, sino también el tiempo que el joven dedicó al pasatiempo.

      Como ya se hizo notar, fue Jesucristo quien originalmente dio el consejo de ‘echar las cuentas’ al considerar el asunto de que alguien llegara a ser discípulo de él. ¿Cuesta algo el llegar a ser discípulo de Jesucristo? ¡Desde luego que sí! Por esta razón, un artículo de la edición dominical del Daily News de Nueva York comentó como sigue en cuanto a una prometedora estrella popular de la TV que decidió hacerse seguidora de Jesucristo como testigo de Jehová:

      “[Ella] pudiera estar viviendo en el encopetado Bel Air y conduciendo un elegante Rolls Royce, estar engalanada con las últimas modas de St. Laurent. Ahora podría tener famosas aventuras amorosas, y estar bebiendo, divirtiéndose y ocasionando mucha habladuría. . . . Ha desaparecido su maravillosa oportunidad de convertirse instantáneamente en millonaria, estrella de primera categoría de la televisión, una atracción de cabaret.”

      ¿Por qué?

      “Principalmente porque no permitió que nada ni nadie la hiciera transigir en cuanto a su nueva religión, la de los testigos de Jehová. . . . Hace poco más de un año no ponía reparo a bailar semidesnuda, jugar por dinero, empinar el codo y la holgazanería. Como lo expresó: ‘Hice de todo antes de entrar en la verdad. Estaba en oscuridad y en ignorancia, y por lo tanto seguía las normas del mundo.’”

      Sí, a ella le costó algo el llegar a ser una verdadera cristiana. ¿Se benefició de haber contado el costo? Sí, pues como pasó a decir aquel artículo: “Jamás ha sido más feliz.” Mucha de esa felicidad se debe a que es una predicadora de tiempo completo de las buenas nuevas del reino de Dios. Como cristiana que tiene fe, ella sabe que llegará a ser mucho más feliz.

      El Toronto Star del 12 de septiembre de 1978 habló de un jugador de hockey que, en 1977, fue el mejor marcador en la defensa de su equipo, pero que decidió abandonar su deporte. El artículo citó estas palabras de él: “Me parece que no puedo dedicarme al hockey y servir a Jehová. Estaría dividiendo mi devoción. Esta gira en torno a los principios bíblicos . . . No fue una decisión repentina. Hace un año había pensado en ello.” Después, el artículo, tras de dar detalles en cuanto a la carrera de este deportista, citó las siguientes palabras de él:

      “En el verano fui a una asamblea en Montreal y allí me bauticé, poco después de haberme casado. Todo comenzó cuando empecé a leer algunas publicaciones (de los Testigos) . Todo me pareció muy bueno. Siempre había creído en un Dios, pero no estaba totalmente seguro. Simplemente llegué a la conclusión de que es más importante servir a Jehová que jugar hockey.”

      Después de mencionar que él predica de casa en casa, el artículo concluyó citando estas palabras de él: “Por algún tiempo no tendré que trabajar... mi contable ha invertido bien mi dinero. Me doy cuenta de que el dinero que yo ganaba era una gran atracción, pero es más importante hacer lo que agrada a Jehová.” No hay duda de que él también calculó el costo y gustosamente comenzó a pagarlo.

      Sin embargo, hay un aspecto acerca de lo que Jesús dijo en cuanto a echar las cuentas o calcular el costo que generalmente no se comprende. ¿Cuál es? Es éste: ¿qué quiso decir precisamente Jesús, allá en su tiempo, cuando dijo a sus discípulos que ‘echaran las cuentas’ o ‘calcularan los gastos’? ¿Quiso decirles que en primer lugar consideraran todas las cosas en pro y en contra en cuanto a si sería deseable para alguien hacerse discípulo de él o no? (Desde luego que así se pensaría en el caso de asuntos tales como el invertir en cosas materiales.) No, el contar o calcular el costo al que Jesús se refirió no fue en cuanto a decidir el individuo si se haría discípulo de él o no, sino, más bien, en cuanto a investigar acerca de lo que está envuelto en tal cosa.

      Como lo expresó en cierta ocasión La Atalaya: “La Palabra de Dios también nos aconseja que consideremos el costo. No para determinar si deberíamos dedicarnos [a hacer la voluntad de Dios] o no —solo hay una respuesta en cuanto a eso— sino para que apreciemos lo que está implicado. Para que estemos preparados para decir, como lo expresó Jesús en aquella ocasión, ‘adiós a todas nuestras posesiones,’ si fuese necesario.”

      En estos días es muy probable que algunos no hayan contado el costo por completo cuando se dedicaron a hacer la voluntad de Dios y a seguir las pisadas de Jesucristo. Por eso, según se fueron presentando pruebas de una u otra clase, como persecuciones o tentaciones relacionadas con el materialismo o la inmoralidad, fueron apartándose del derrotero que habían escogido. ¡Verdaderamente lamentable! La recompensa de Jehová para los que le sirven fielmente es segura, pues sus promesas nunca fallan... sea que esa recompensa venga este año, el año siguiente, o en la resurrección. Al cristiano sabio, puesto que ha calculado el costo de lo que está envuelto en llegar a ser seguidor de Jesucristo, no le pesa la decisión que ha tomado.—Jos. 23:14.

      [Nota]

      a Lucas 14:28, Sagrada Biblia (Editorial Herder), Traducción del Nuevo Mundo.

  • “¿Ser o no ser”... físico atómico?
    La Atalaya 1979 |   1 de mayo
    • “¿Ser, o no ser”... físico atómico?

      Según lo relató Fred Wilson

      ‘ESA era la cuestión’ ante mí allá en los primeros años de la década de los 40. Quizás usted diga: ‘No sería tan difícil cuestión.’ Superficialmente pudiera parecer así, porque en aquel tiempo el mundo empezaba a entrar en la era atómica. Para los físicos había mucho trabajo lucrativo. Y el trabajo era intensamente interesante, hasta absorbente. Entonces, ¿por qué la cuestión?

      Fundamentalmente, porque había un asunto religioso envuelto en ella. Sí, algo hasta más interesante y más absorbente se presentó en mi vida. Pero remontémonos unos cuantos años en el pasado y consigamos los antecedentes de esta situación.

      Nuestra familia vivía en una aldehuela típica de las praderas canadienses donde todo dependía de la cosecha de trigo. Desde tierna edad se nos enseñó el valor del trabajo vigoroso, y después de las clases de la escuela ganábamos dinero trabajando en tiendas, aserrando madera, cargando grano o conduciendo caballos. En casa, nosotros, que éramos cuatro hermanos, lamentábamos no tener una hermana, porque aquello significaba que teníamos que preparar comidas, fregar los platos y lavar y planchar la ropa. Pasaron muchos años antes de que realmente me diera cuenta del valor de lo que había aprendido en aquellos primeros años.

      LA RELIGIÓN EN MIS PRIMEROS AÑOS

      La religión ciertamente desempeñaba un papel definido en nuestra vida, a pesar de nuestros esfuerzos por “no envolvernos” con ella. Mamá pertenecía a un grupo de personas estrictas que creían en un “infierno

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir