Prefigurada la venidera “tribulación grande”
“Habrá entonces tribulación grande como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos serán acortados aquellos días.”—Mat. 24:21, 22.
1. ¿Cuándo y después de qué acontecimientos en los cuales estaba envuelta Jerusalén se le habló a Daniel acerca del peor tiempo de dificultad de toda la historia humana?
HACE más de dos mil quinientos años, después de haber sido derribado el poderoso Imperio Babilonio, al anciano profeta Daniel se le habló acerca del peor tiempo de dificultad que vendría en toda la historia humana. (Dan. 10:1 a 12:1) No obstante, se le dijo que no perdiera su paz de corazón y mente por ello. (Dan. 12:13) Por más de ochenta años Daniel había sido un desterrado en la idólatra Babilonia a orillas del río Éufrates en el Oriente Medio. Allí sobrevivió a la destrucción de la ciudad santa de Jerusalén, efectuada por el emperador de Babilonia en el año 607 antes de nuestra era común. (Dan. 1:1 a 2:1, Da 2:14) Pero poco después que la poderosa Babilonia misma había sido derribada, Daniel recibió de la Palabra de Dios la garantía de que Jerusalén sería reconstruida. La ciudad y su territorio de Judá habrían de yacer desolados solo setenta años, aun como el amigo de Daniel, el profeta Jeremías, había predicho. (Dan. 9:1-3) Pero, más que eso, el ángel de Dios le aseguró a Daniel que el por tan largo tiempo esperado “Mesías el Caudillo” vendría a esta Jerusalén reconstruida. ¡Pero no en los días del anciano Daniel!
2. (a) ¿Cuándo, según lo que se le dijo a Daniel, iba a presentarse “Mesías el Caudillo” a Jerusalén, y a qué período de tiempo daría comienzo esto? (b) Después de eso, ¿qué habría de sucederle a la Jerusalén reconstruida?
2 ¿Cuánto tiempo después del día de Daniel vendría? El ángel de Dios le dijo a Daniel que Jehová Dios había marcado setenta semanas de años, ó 490 (7 X 70) años, en su horario acerca de este “Mesías el Caudillo.” El Mesías se presentaría al pueblo de Daniel al fin de sesenta y nueve de aquellas semanas de años, o después de 483 años. ¿Desde cuándo? Desde cuando saliera el mandato de reedificar y restaurar los muros de Jerusalén. De modo que el aparecimiento del Mesías daría comienzo a la septuagésima semana de años, pero a mitad de esa semana, o después de tres años y medio de ella, él sería “cortado” de tal manera que ‘haría que cesaran el sacrificio y la ofrenda de dádiva’ en Jerusalén. Después del fin de las setenta semanas de años habría tremenda dificultad para Jerusalén debido a una “cosa repugnante” que estaría ‘causando desolación.’ (Dan. 9:24-27) ¿Estaría asociada esta dificultad que le vendría a Jerusalén con el más grande tiempo de dificultad de la humanidad? Daniel murió antes de llegar a saberlo.
3. (a) ¿Cómo y cuándo apareció precisamente a tiempo el Mesías? (b) ¿Dónde estaba a la mitad de la “septuagésima semana,” y con quiénes?
3 El título Mesías significa “Ungido.” En el otoño del año 29 de nuestra era común sí hubo un ungir de alguien, no por algún hombre, sino por Dios; no con aceite de unción, sino con el espíritu santo de Dios. Actuando según sus tiempos con exactitud, Dios efectuó este ungimiento precisamente a tiempo, al principio de la septuagésima semana de años. Él ungió a su propio Hijo en forma humana, Jesús, inmediatamente después que éste fue bautizado en agua por Juan el Bautista en el río Jordán. Este ungimiento con el espíritu santo hizo a Jesús “Mesías el Caudillo.” Así apareció el Mesías, y comenzó la crítica septuagésima semana de años. Él comenzó a ejecutar aquello para lo cual lo comisionaba su ungimiento por medio de predicar el reino mesiánico de Dios. Por hacer esto adquirió muchos enemigos en Jerusalén y Judea y en las provincias vecinas. A la mitad de la septuagésima semana de años, lo cual vino temprano en la primavera del año 33 E.C., Jesús el Mesías se aseguró de estar en Jerusalén, con los doce apóstoles a los cuales había escogido.
4. ¿Qué les dijo acerca de la “casa” de ellos a los que adoraban en el templo, y hasta cuándo no se le volvería a ver?
4 El martes 11 de Nisán, tres días antes de la fiesta de la Pascua, visitó el templo reedificado de Jerusalén. Él ya había predicho la destrucción de esta Jerusalén reedificada; pero ahora le dijo claramente a la gente que adoraba en Jerusalén que la “casa” de ellos, su templo religioso, les era abandonado a ellos. Entonces añadió: “Porque les digo: No me verán de ningún modo de aquí en adelante hasta que digan: ‘¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová!’” (Mat. 23:37-39) Dejó el templo para nunca volver a ser visto en él.
5. (a) ¿Qué dijo Jesús acerca de las piedras del templo? (b) Más tarde en aquel mismo día, en el monte de los Olivos, ¿qué pregunta le hicieron sus apóstoles?
5 Mientras Jesús salía, sus apóstoles llamaron su atención a los edificios y las piedras del templo. Entonces él dio a conocer el terrible resultado de que el templo fuera abandonado a la gente de Jerusalén, al decir: “¿No contemplan todas estas cosas? En verdad les digo: De ningún modo se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.” (Mat. 24:1, 2) Más tarde en aquel día él y sus apóstoles miraban a aquel templo desde encima del monte de los Olivos. Mientras miraban a Jerusalén y su templo allá abajo, los apóstoles recordaron lo que Jesús había dicho. Esto los impulsó a hacer la siguiente pregunta: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”—Mat. 24:3.
6. ¿Qué base había para las tres partes de la pregunta que los apóstoles le hicieron?
6 ¿Cuándo serían todas estas cosas, dando por resultado destrucción para Jerusalén y su templo? Puesto que Jesús había dicho que la gente de Jerusalén no volvería a verlo hasta que le dijeran: “¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová!” ¿cuándo volvería a venir él del lugar adonde iba y estaría presente otra vez? Puesto que todas estas cosas no podrían acontecer sin el fin de un sistema de cosas, ¿cuándo sería la conclusión del sistema de cosas?
7. ¿Cuánto abarcaba la pregunta que hicieron aquellos apóstoles, y, al hacerla, qué querían saber ante todo?
7 Evidentemente aquellos apóstoles no sabían lo que abarcaban aquellas tres cosas acerca de las cuales preguntaban. Pero Jesús sabía, y por lo tanto les dio una respuesta más grande de la que quizás esperaban, una respuesta que iba más allá del tiempo que ellos calculaban. No obstante, está claro que, ante todo, ellos querían saber cuándo serían destruidos Jerusalén y su templo. ¿Vendría aquello en el día de ellos, en su generación? Por eso Jesús habló primero sobre aquel aspecto de la pregunta triple y con aplicación directa a la Jerusalén literal y su templo. Dijo:
8, 9. ¿Dirían aquellos extraviadores que Jesús predijo que vendrían que ellos eran Jesús mismo? ¿Por qué atraerían de modo especial a los judíos?
8 “Cuidado que nadie los extravíe; porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo,’ y extraviarán a muchos. Van a oír de guerras e informes de guerras; vean que no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder, mas todavía no es el fin.”—Mat. 24:4-6.
9 Aquellos extraviadores no vendrían diciendo: ‘Yo soy Jesús,’ sino que vendrían usando el título Mesías y vendrían diciendo: “Yo soy el Cristo.” Para los judíos, aquellos que afirmaran ser Mesías tendrían que ser judíos, no gentiles. En vista de la amenazante destrucción de Jerusalén, vendrían como Libertadores, Conservadores, de la Ciudad Santa, por la cual razón atraerían mucho a los judíos y extraviarían a muchos. Tendrían precisamente el mensaje opuesto al que Jesús, el verdadero “Mesías el Caudillo,” proclamó, a saber, la destrucción de Jerusalén y su templo. Por esta advertencia los discípulos de Jesús podrían saber que aquellos que a sí mismos se llamarían Cristo, que no tendrían el ungimiento del espíritu de Dios, serían falsos.
10. ¿Qué prueba que Jesús no hizo una predicción falsa aquí?
10 Jesús no hizo una predicción falsa aquí, porque Flavio Josefo en su historia llamada “Guerras de los judíos,” en el libro 6, párrafo 54 de la versión en inglés, habla de tres falsos Mesías como una de las razones por las cuales hubo la explosión contra la Roma Imperial que llevó a la destrucción de Jerusalén.
“GUERRAS E INFORMES DE GUERRAS”
11. ¿Cuándo habrían de “oír de guerras e informes de guerras” los apóstoles?
11 Además de la aparición de falsos Cristos (lo cual indicaría que Jesucristo no estaría presente personalmente en la carne), los apóstoles habían de “oír de guerras e informes de guerras.” En el caso de algunas guerras, los apóstoles estarían tan cerca de la vecindad de ellas como para oír directamente el sonido de ellas, y no oír meramente informes de batallas distantes. ¿Cuándo sería esto? Puesto que las palabras proféticas de Jesús aquí están conduciendo a su descripción de la destrucción de la Jerusalén terrestre, estas guerras tendrían lugar entre el tiempo de su profecía y la destrucción de la ciudad santa. Especialmente sería así si los apóstoles habían de “oír de” tales guerras.
12. (a) ¿Qué pregunta surge aquí acerca de estas guerras y los conflictos internacionales que se mencionan en el versículo siguiente (Mat. 24:7) ? (b) La separación que hay en este punto del relato de Lucas ha hecho que algunos comentadores presenten ¿qué argumento?
12 Bueno, pues, ¿qué hay de las guerras predichas justamente en el siguiente versículo, el Mat. 24 versículo siete, en el cual Jesús pasa a decir: “Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro”? ¿Son estas guerras diferentes de las que se habían predicho precisamente antes? Aquí la narración paralela por el evangelista Lucas hace una separación. Después de citar las palabras de Jesús: “Cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucede inmediatamente,” el relato de Lucas dice: “Entonces siguió diciéndoles: ‘Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento; y habrá escenas espantosas y del cielo grandes señales.’” (Luc. 21:9-11) Esta separación en el relato de Lucas ha sido entendida por algunos comentadores en el sentido de que Jesús aquí está empezando una nueva línea de pensamiento. Sin embargo, ¿cómo podría esto ser razonablemente así, puesto que Jesús todavía está dirigiendo los pensamientos hacia la destrucción de Jerusalén?
13. (a) Al ocurrir tales guerras, ¿qué no deberían pensar los apóstoles? (b) ¿Ocurrieron tales guerras allá en tiempos apostólicos?
13 Claramente, pues, aquí en la primera aplicación de la profecía, Jesús está refiriéndose a las guerras internacionales que habrían de ocurrir antes de la amenazante destrucción de Jerusalén. Al pasar a decir que nación se levantaría contra nación y reino contra reino, Jesús está explicando por qué ellos oirían de guerras e informes de guerras. Pero estas guerras no deberían perturbarlos, porque éstas no son la prueba visible de que el fin esté inmediatamente sobre ellos. Y según la historia seglar, hubo guerras que ocurrieron entre el tiempo en que Jesús ascendió al cielo y la destrucción de la ciudad santa. Hubo las guerras partas en el sudoeste de Asia y los levantamientos que acontecieron en las provincias romanas de Galia y España. Hubo la guerra que efectuaron Asineo y Alineo contra los partos al oriente del Imperio Romano. Hubo la declaración parta de guerra contra el rey Izates del país de Adiabene.a
14. (a) ¿Hubo levantamientos de nacionalidades que afectaran a los judíos de aquel tiempo? (b) ¿Qué habían dicho unos rabinos acerca de levantamientos de reinos y naciones?
14 Es verdad que éstas eran guerras que no tenían conexión directa con Jerusalén, pero recuérdese que Jesús predijo el levantamiento en guerra de nación contra nación y reino contra reino, lo cual dejaría lugar para que fueran guerras puramente gentiles. Durante aquel tiempo los judíos bajo el Imperio Romano no tenían un reino. Sin embargo, hubo levantamientos de judíos contra otras nacionalidades, y levantamientos de otras nacionalidades vecinas contra los judíos, envolviendo a los sirios y los samaritanos, de modo que decenas de millares de judíos fueron muertos. Fue un período muy doloroso para los judíos. Varios rabinos les habían dicho a los judíos que, cuando reino estuviera levantándose contra reino y ciudad contra ciudad, eso indicaría el tiempo del Mesías, que se acercaba el tiempo de su aparición.
15. ¿Qué puede decirse acerca de terremotos en aquel tiempo?
15 Hubo también terremotos en aquel tiempo, de los cuales hay registro. Hubo aquel terremoto en la isla de Creta durante el reinado de Claudio César, otro en Esmirna, otros en Hierápolis, Colosas, Quío, Mileto y Samos; otro derribó la ciudad de Laodicea durante el reinado del emperador Nerón. Hubo hasta uno en Roma, según lo informó el historiador latino Tácito. En sus Guerras de los judíos, en el libro 4, capítulo 4, párrafo 5, de la versión en inglés, Josefo menciona un terrible terremoto que ocurrió en Judea misma.
16. ¿Qué hay acerca de escaseces de alimento en aquel tiempo, y de pestes?
16 También acontecieron hambres, de una de las cuales se da informe en los Hechos de los Apóstoles, capítulo once, versículos 27 al 30, la que predijo el profeta cristiano Ágabo y que ocurrió durante el reinado del emperador Claudio. Según informes, muchos judíos que vivían en Jerusalén murieron debido a esta hambre. Por supuesto, debido a la escasez de alimento y por lo tanto la escasez de nutrición apropiada, la gente sucumbe a las enfermedades, y empiezan las pestes. Fue como Jesús lo predijo.
17. (a) ¿Qué interpretación no había de dárseles a todas estas cosas, pero qué efecto habían de tener en los discípulos? (b) ¿Acerca de qué se les advirtió, y qué trabajo había que hacer por todas partes?
17 No obstante, estas cosas no iban a venir inmediatamente antes de la destrucción de la “ciudad del gran Rey,” Jerusalén. Después de predecir aquellas cosas, Jesús añadió: “Todas estas cosas son principio de dolores de aflicción.” (Mat. 24:8) En lo que tenían que ver con Jerusalén, eran un principio de aflicción para ella y la provincia de Judea. Pero no significaban el fin inmediato de la ciudad santa y la desolación de Judea. Pero el hecho de que aquellas cosas eran por lo menos el principio de dolores de aflicción para Jerusalén debería haber sido suficiente para estimular a los cristianos a mayor actividad, en vez de aflojarse y hacer las cosas con calma porque “todavía no es el fin.” (Mat. 24:6; 5:35) Había que hacer un trabajo extenso, y esto exigía gran esfuerzo y persistencia a pesar de la persecución religiosa. Por eso, en los Mat. 24 versículos 9 al 13 Jesús pasó a advertir a sus apóstoles en cuanto a la persecución venidera por judíos y gentiles y en cuanto al aumento de desafuero y la necesidad de aguante cristiano, y entonces añadió: “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.
18. (a) ¿Qué otro mandamiento dio Jesús después de su resurrección y poco antes de su ascensión? (b) ¿Qué puede decirse en cuanto a si se logró el trabajo antes de la destrucción de Jerusalén?
18 Varias semanas más tarde, después de su resurrección de entre los muertos y antes de su ascensión al cielo, Jesús ordenó a sus discípulos: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.” (Mat. 28:19, 20) Algunos días más tarde, después de la siguiente fiesta del Pentecostés, los discípulos fieles procedieron a hacer esto. ¿Cuál fue el resultado? Para aproximadamente el año 60 ó 61 E.C., cuando el apóstol Pablo era un prisionero en Roma, él pudo escribir a la congregación cristiana de Colosas, Asia Menor, y decir de la esperanza de ellos: “La esperanza de esas buenas nuevas que ustedes oyeron, y que se predicaron en toda la creación que está bajo el cielo.” (Col. 1:23) En aquel tiempo Pablo quería llevar las buenas nuevas del reino de Dios a España, como evangelizador precursor. (Rom. 15:23, 24) Dicha predicación del reino de Dios en la tierra habitada ya se había efectuado diez años antes de la destrucción de Jerusalén en 70 E.C. El “fin” no podía venir antes de que esto se lograra.—Mat. 24:14.
EL FIN DE LA JERUSALÉN DEL PRIMER SIGLO
19. Sin embargo, ¿qué acontecimiento había de marcar el tiempo para acción rápida, y por qué?
19 Habiendo mencionado la venida de “el fin,” Jesús prontamente procedió a hablar acerca de la ciudad santa a la cual le vendría el fin durante aquel primer siglo E.C. Según Mateo 24:15-22, él dijo: “Por lo tanto, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo, (use discernimiento el lector,) entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas. El que esté sobre la azotea no baje para sacar los efectos de su casa; y el que esté en el campo no vuelva a la casa a tomar su prenda exterior de vestir. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Sigan orando que su huida no ocurra en tiempo de invierno, ni en día de sábado; porque habrá entonces tribulación grande como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos serán acortados aquellos días.”
20. En vista de que los discípulos habían de huir de Judea, ¿por qué fueron apropiados los detalles de las instrucciones que Jesús les dio?
20 Jesús aquí definidamente menciona la provincia de Judea. Él da a sus discípulos la instrucción de huir de ella, algo que necesariamente incluiría huir de Jerusalén, la ciudad que era santa para los judíos. En Judea era donde aplicaba la ley del sábado, haciendo difícil para las personas el viajar grandes distancias o llevar cargas y también estando cerradas las puertas de las ciudades muradas aun a fugitivos que huyeran allí. ¡Cuánto más difícil se les haría a las mujeres judías que estuvieran encintas o criando nenes el apresurarse a pie! Además, el tiempo de invierno con sus malas condiciones haría difícil eso, no solo para tales mujeres, sino para todas las demás personas que estuvieran huyendo. Al notar la indicación predicha por Jesús, todos habrían de huir, de azotea en azotea, si se hacía necesario, y de los campos fuera de la ciudad. ¡Salir de toda Judea sin demora!
21. ¿Qué en cuanto a la dificultad venidera hacía entonces tan necesario el huir con prisa extremada?
21 Pero, ¿por qué todo este apresuramiento extremado? Porque ahora finalmente se acerca a “el fin.” Inmediatamente se podía esperar una “tribulación grande” que sería tan destructiva que, si no se acortaran sus días, “ninguna carne se salvaría.” Por causa de los escogidos de Dios, aquellos días serían acortados. En medio de aquellas circunstancias, solo una minoría de personas de Judea verían salvada su carne. Por lo tanto, para evitar la probabilidad de estar entre la gran mayoría cuya carne no sería salvada en aquella “tribulación grande,” el proceder sabio y seguro para ellos sería prestar atención a las instrucciones de Jesús y salir de Judea, huyendo a las montañas de afuera.
22, 23. (a) ¿Qué, entonces, era el “lugar santo” donde la abominación que causa desolación jamás debería estar de pie? (b) ¿Cómo indica el relato paralelo de Lucas que dicho lugar realmente era el “lugar santo”?
22 ¿Qué, entonces, era el “lugar santo” en que había de estar de pie “la cosa repugnante que causa desolación”? Bueno, ¿qué lugar en toda Judea era el “lugar santo”? Era la ciudad santa de Jerusalén y sus alrededores inmediatos. Ese era el “lugar santo” donde “la cosa repugnante que causa desolación” ‘no debería’ estar de pie en ningún tiempo. (Mar. 13:14-20) De hecho, el relato paralelo del evangelizador Lucas acerca de la profecía de Jesús menciona claramente a Jerusalén. Lucas, capítulo veintiuno, versículos 20 a 24, dice:
23 “Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque éstos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo; y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones.”
24. (a) ¿Cómo llegaron los judíos cristianos de Judea a ver a Jerusalén cercada de ejércitos acampados? (b) Por esto, ¿qué sabían?
24 ¿Cuándo fue que los judíos cristianos de Judea vieron a “Jerusalén cercada de ejércitos acampados”? Fue en el año 66 E.C., después que la revuelta de los judíos hizo que los ejércitos romanos del general Cestio Galo vinieran contra la ciudad, mientras se celebraba la fiesta de las cabañas (tabernáculos), del 19 al 25 de octubre. Esto fue exactamente treinta (30) años después que había terminado la septuagésima semana de años, predicha por el profeta Daniel, en el año 36 E.C. En el día treinta del mes judío de Tisri, o alrededor de 3⁄4 de noviembre, el general Galo entró con su ejército en la ciudad. Por cinco días hicieron un ataque contra el muro del templo y lograron socavarlo el sexto día. Entonces, súbitamente, aparentemente sin ninguna buena razón, retiró sus ejércitos, que sufrieron considerables bajas a manos de los judíos que los persiguieron. Así, la “tribulación grande” sin paralelo para los judíos en Jerusalén y Judea no empezó entonces. Pero ahora los judíos cristianos sabían que estaba cerca.
25. (a) Así los discípulos que estaban en Judea vieron ¿qué cosa de pie donde no debería estar? (b) ¿Cómo había predicho Daniel 9:26, 27 esta cosa y la desolación que causaría?
25 De esta manera los judíos cristianos alcanzaron a ver la “cosa repugnante que causa desolación” de pie en un “lugar santo,” donde ‘no debería’ estar, cuando los ejércitos romanos estuvieron plantados en terreno considerado santo por los judíos alrededor de la ciudad, especialmente cuando socavaron el muro del templo. Esto fue la “cosa repugnante” predicha en Daniel 9:27. En ese versículo, después de describir los acontecimientos de la septuagésima semana de años, Daniel pasa a decir: “Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado.” Esta desolación de la Jerusalén reedificada se detalla en el versículo anterior (Dan. 9:26b), con estas palabras: “Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin de él será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.” Jesús dijo que Daniel había predicho esta “cosa repugnante.”
26. (a) ¿Quién fue este predicho “caudillo,” quién fue el “pueblo,” y cuándo aconteció la inundación de la tierra? (b) ¿Cómo escaparon de esto los “escogidos” judíos que estaban en Judea?
26 ¿Quién, pues, fue el “caudillo que viene,” cuyo “pueblo” verdaderamente arruinó “a la ciudad y al lugar santo”? Este fue el general Tito, el hijo del general Vespasiano que llegó a ser emperador romano en el año 69 E.C. En las Escrituras Hebreas se habla repetidamente de un ejército como de “la gente” o “el pueblo.” También, se dice que un ejército inunda la tierra invadida. Esta inundación de la “gente” o “pueblo” militar del “caudillo,” el general Tito, contra Jerusalén no ocurrió sino hasta la primavera del año 70 E.C. De modo que desde la retirada de los ejércitos del general Galo en noviembre del 66 hasta temprano en la primavera del 70 E.C. hubo un intervalo de más de tres años y cinco meses. Durante aquel intervalo favorable los judíos cristianos que estaban en Jerusalén y Judea aprovecharon la oportunidad para huir de allí, a las “montañas” fuera de aquella provincia condenada a destrucción, porque ahora sabían, por lo que Jesús había dicho, que la desolación de Jerusalén se había acercado. Así, estos “escogidos” cristianos escaparon.
27. (a) ¿Se postergó el tiempo de Dios en que había de comenzar la “tribulación grande” de Jerusalén? (b) ¿Quiénes eran los cristianos judíos que entonces estaban en peligro y que Jehová quería que estuvieran en lugar seguro?
27 En la primavera y el verano de 70 E.C. la predicha “tribulación grande” cayó sobre Jerusalén, causando mucha pérdida de vidas judías. Según la profecía de Jesús, Dios tenía un tiempo fijo para la “tribulación grande” que le vendría a Jerusalén. Él no postergó el tiempo en que había de empezar. Por lo tanto él dejó que el ataque abandonado de Cestio Galo en 66 E.C. sirviera de notificación a sus “escogidos” que estaban en peligro para que huyeran. Cestio Galo fácilmente pudo haber tomado a Jerusalén en corto tiempo, pero perdió su oportunidad. No era el tiempo de Dios. No todos sus “escogidos” estaban entonces en la zona de peligro. Ya había centenares de judíos cristianos fuera de la provincia de Judea, y también fuera del Imperio Romano así como dentro de éste. Éstos no estaban en peligro debido a la destrucción amenazante de Jerusalén. Solo los judíos cristianos que estaban dentro de Judea estaban en peligro. Era a estos “escogidos” que estaban en peligro a quienes Dios se proponía tener con seguridad fuera de Judea y Jerusalén antes de su tiempo fijo para que comenzara la “tribulación grande” para Jerusalén. ¿Por qué debería ser destruido alguno de éstos cuando él ejecutara su venganza contra la infiel Jerusalén y Judea? Ellos no merecían ser destruidos.
28. (a) ¿Quiénes, pues, eran los judíos cuya “carne” estaba en peligro de no ser ‘salvada’? (b) Una vez que Jehová tuviera a todos sus “escogidos” en seguridad fuera de la zona de peligro, ¿qué medidas podría tomar contra Judea y Jerusalén?
28 Habiendo huido para entonces de Jerusalén y Judea, los cristianos judíos no estaban desde entonces en adelante en peligro de recibir daño de la “tribulación grande” de Jerusalén. Eran los judíos que no creían que quedaron embotellados dentro de la ciudad quienes entonces corrían el peligro de ser destruidos. Toda la “carne” judía dentro de Jerusalén se encaraba al peligro de perder la vida, si la tribulación seguía por demasiado tiempo. Estos judíos no cristianos habían entrado en multitudes en la ciudad para celebrar la fiesta de la Pascua el 14 de Nisán, lo cual había de ser seguido por la fiesta de una semana de duración del pan sin levadura. Fue entonces que el general Tito descendió rápidamente con su “pueblo” o “gente” militar contra la ciudad condenada a destrucción. La rodeó, encerrando así a los judíos rebeldes dentro de ella. También hizo que su “pueblo” construyera alrededor de la ciudad un vallado de unos ocho kilómetros de largo, para evitar así que escaparan los judíos sitiados. Puesto que Jehová Dios para entonces había hecho que todos sus “escogidos” estuvieran fuera de la zona condenada, él podía ser rápido en la ejecución de su venganza sobre Judea y Jerusalén, limitando así la ejecución a un tiempo corto de intensa destructividad.
29. ¿Cuánto tiempo duró el sitio de Jerusalén, y qué tendió a acortarlo?
29 El sitio de Jerusalén no duró mucho tiempo, solo desde el 14 de Nisán hasta el 6 de Elul (6 de septiembre, calendario gregoriano), o menos de seis meses, y no dieciocho meses como en el sitio de Jerusalén por los ejércitos babilonios en 609 a 607 a. de la E.C. Hubo varias cosasb permitidas por Jehová Dios que juntas contribuyeron al acortamiento del sitio en 70 E.C.
30. (a) A pesar de su corta duración, ¿cuán desastroso fue el sitio? (b) ¿Qué continuo haciéndosele a Jerusalén, pero hasta cuándo continuaría eso?
30 Aunque el sitio fue corto, ciertamente fue horrible, aunque no fue la mayor tribulación que le había acontecido a la humanidad hasta aquel tiempo y que nunca podría ocurrir de nuevo. La “cosa repugnante que causa desolación” sí produjo un exterminio, según la propia decisión de Dios. El historiador judío Flavio Josefo informa que 1.100.000 judíos fueron muertos o murieron. Pero debido al ‘acortamiento’ de los días de aquella “tribulación grande” que le vino a Jerusalén, se salvó alguna “carne” judía. Josefo informa que 97.000 judíos sobrevivieron y fueron hechos cautivos y arrastrados a Egipto y otras provincias romanas.c La ciudad y su templo fueron completamente destruidos, tal como había predicho Jesús. Así, en un sentido muy literal, Jerusalén continuó siendo “pisoteada” por los gentiles (naciones no judías) desde el tiempo de la primera destrucción y desolación de Jerusalén y Judá por los babilonios en el año 607 a. de la E.C.d Pero algún día aquellos Tiempos de los Gentiles tenían que cumplirse, a saber, 2.520 años después de su principio allá en el otoño de 607 a. de la E.C. Eso quiere decir en 1914 E.C.—Luc. 21:24.
[Notas]
a Vea The Historians’ History of the World, tomo VIII, bajo el encabezamiento secundario “Anarchy in Parthia” (Anarquía en Partia), página 70 y siguientes.
b Por ejemplo, la edificación de una muralla para encerrar el suburbio norteño de Jerusalén por Herodes Agripa I había sido detenida por órdenes del emperador de Roma Claudio César, quien tenía sospechas. Después de la retirada de las tropas del general romano Cestio Galo en 66 E.C. los judíos por negligencia no se prepararon para un sitio largo en caso de que los romanos regresaran para reanudar el sitio de Jerusalén. Añadido a esto, cuando los romanos sí regresaron bajo el general Tito, fue súbitamente, cogiendo de sorpresa a los defensores de la ciudad. Para empeorar las cosas, los defensores se pusieron a pelear entre sí mismos en una guerra civil. Abandonaron sus baluartes, donde, excepto por el hambre, no se les pudiera haber subyugado fácilmente.
Cuando el general Tito inspeccionó los muros de Jerusalén después de tomar la ciudad, se sintió impulsado a atribuir su buen éxito a Dios. Dijo: “Ciertamente hemos tenido a Dios por nuestro auxiliar en esta guerra, y no fue otro sino Dios quien echó a los judíos de estas fortificaciones; porque ¿qué pudieran hacer las manos de los hombres, o máquinas algunas, para derribar estas torres?”—Guerras de los judíos, de Josefo, libro 6, capítulo 9, párrafo 1, según la traducción al inglés por William Whiston, M.A.
c Josefo calcula que el número de los que murieron en el sitio fue de un millón cien mil, sin contar los que fueron muertos en otros lugares de Judea.—Vea Guerras de los judíos, de Josefo, libro 6, capítulo 9, párrafo 3, de la traducción en inglés.
d “Hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles, es decir, hasta que el tiempo en que los períodos que han sido asignados a las naciones gentiles para completar los juicios divinos . . . hayan terminado. . . . A tales tiempos de los gentiles les pone fin en el caso en cuestión la Parousía . . . los kairoi ethnon [tiempos de los gentiles] serían los kairoi [tiempos], que eran familiares a todos por las profecías, y que ya habían empezado a transcurrir, de modo que en el tiempo de Jesús y mucho antes se les consideraba en proceso de cumplimiento. Esta es la razón para que tengamos oi kairoi [los tiempos] con el artículo (compare xix. 44).”—Páginas 530, 531, de Critical and Exegetical Hand-Book to the Gospels of Mark and Luke, por H. A. W. Meyer, Th.D., y con derechos en 1884.
[Ilustración de la página 363]
Los apóstoles de Jesús le preguntaron, ante todo, cuándo serían destruidos Jerusalén y su templo. Él les dio una respuesta más grande de la que quizás esperaban