¿Está muerto el optimismo?
¿QUÉ le ha pasado al optimismo? ¿Ha llegado a ser una baja en este mundo moderno que marca sus ciclos según sus guerras? Antes de la I Guerra Mundial el optimismo había llegado a un apogeo sin precedente. Se preveía un futuro glorioso. Declaró un eminente estadista británico, Guillermo Ewart Gladstone: “El mundo se hace mejor de siglo en siglo. Auséntese el pesimismo de nuestra mente, y arroje el optimismo su gloria sobre el alma y la vida de todos nosotros desde ahora y para siempre.”
Aquel “desde ahora” fué del todo demasiado corto, porque ¿dónde está el optimismo en este mundo de la posguerra? Para mucha gente está muerto. ¿Está muerto para usted?
La esperanza de que haya optimismo está muerta, dice el capellán Juan McGill Krumm, de la Universidad Columbia. Hablando a estudiantes del último año, el capellán de la universidad declaró que él consideraba la más seria baja del siglo veinte la “muerte del optimismo.” El punto de vista tradicional del optimismo, de que “las cosas mejorarán,” dijo el clérigo, está muerto. Cualquiera que haya mirado a la vida teniendo presente la historia, explicó él, difícilmente podría ser optimista ahora. La situación actual, dijo él, es “absolutamente única en la historia,” y el optimismo está muerto y “sin esperanza alguna de que sea resucitado.”—Times de Nueva York del 30 de mayo de 1955.
Los clérigos no son los únicos que han puesto el nombre del optimismo en las columnas obituarias. Cada vez más políticos, científicos e historiadores admiten que, aunque ellos creen en lo inevitable del cambio, no pueden prever nada sino un futuro tenebroso. Después de la victoria de Eisenhower el año pasado, Adlai Stevenson declaró: “Démosle todo apoyo responsable a la Administración en los tiempos dificultosos que están por delante.” De modo que la muerte del optimismo no ha dejado ningún cuarto vacante en la casa del género humano; el pesimismo ha entrado con todo su equipaje lóbrego, incluso un baúl lleno de libros populares acerca de un mañana tenebroso.
Hasta las novelas señalan la nota sombría, pesimista. En la novela Tomorrow!, por Felipe Wylie, Nueva York es hidrogenada hasta quedar hecha una tostada y Wáshington queda convertida en terreno quemado por bombas del kremlín. Los libros no novelescos son igualmente sombríos. Elmer Davis, estudiante de historia y política, mira de cerca el futuro inmediato en su obra Two Minutes Till Midnight: “Arrostramos una lucha desesperada, y no hay certeza alguna de que ganemos: éstas son conclusiones que pocas personas aceptan si pueden hallar alguna salida.”
¿Puede el observador Davis hallar alguna salida? El revistero de libros empleado en el Times de Nueva York dice acerca de las conclusiones de Davis: “Estas son críticas, pesimistas y despiadadamente realistas. . . . El Sr. Davis tiene poco consejo específico que ofrecer. Lo que sí ofrece son muchas opiniones sombrías basadas en muchos hechos amedrentadores. . . . Elmer Davis no puede hallar ninguna salida así que este libro es de veras austero. Esperemos que haya motivos para optimismo que hayan escapado a la atención del Sr. Davis.”
¿Han escapado a la atención de los profetas de la tristeza los motivos que hay para abrigar optimismo? Sí, así ha sucedido.
Hay una sola base verdadera para optimismo hoy en día. Es el Libro que la mayoría de la gente está demasiado ocupada para leer, la Palabra de Dios, la Biblia. En ella aprendemos que había de venir un tiempo en la historia del hombre cuando el optimismo moriría, cuando la situación sería única en la historia y cuando los estadistas más astutos no podrían hallar una salida de la situación. Sí, la Biblia predijo el peor de los tiempos para el mundo durante el “tiempo del fin” o los “últimos días” del mundo de Satanás. Ahora mismo estamos en este tiempo épico.
Cristo Jesús habló de nuestro día, identificándolo por medio de una señal. Esta se compone de muchos ayes que habían de sobrevenirle al mundo. Cuando éstos suceden en armonía con otras profecías bíblicas, los “últimos días” nos han alcanzado. Así ha sido desde 1914. Y una de las características que había de marcar este “tiempo del fin,” dijo Jesús, sería “sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida por el rugir del mar y su agitación, mientras que los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra.”—Luc. 21:25, 26.
No obstante, ¿significa la muerte del optimismo el tiempo actual por ser el peor de todos? ¡De ninguna manera! Significa el nacimiento del optimismo, porque Jesús declaró respecto a estos ayes sin precedente: “Pero al empezar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se está acercando.”—Luc. 21:28.
¿Cómo es posible que sea el peor de los tiempos y sin embargo que sea también el mejor de los tiempos? Es el peor de los tiempos para el mundo de Satanás, pero es el mejor de los tiempos para los cristianos que despiertan y reconocen esta verdad: Dios ha prometido establecer un nuevo mundo de justicia y destruir este inicuo sistema de cosas en el Armagedón. Los que aprenden todos los hechos acerca de esta verdad tienen ante ellos una esperanza emocionante para el futuro. Es inspiradora.
Estas buenas nuevas tienen que darse a conocer. Jesús dijo que se darían: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin cabal.” (Mat. 24:14) La sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová está proclamando estas buenas nuevas por todas partes.
Por tanto ¿qué importa que para el mundo el optimismo esté muerto? Este mundo pronto morirá de todos modos en el Armagedón. Pero no hay razón para que usted muera con él. Ni es menester que esté usted sin optimismo. Usted puede esperar lo mejor. Aprenda las buenas nuevas del reino de Dios que esta revista proclama. Obre en conformidad con ellas. Luego, con la sociedad del nuevo mundo, “regocíjense en la esperanza que está delante.”—Rom. 12:12.