Examine su corazón
¿Cómo puede usted hacerlo? ¿Por qué es apremiante ahora?
EL CORAZÓN humano es un órgano verdaderamente maravilloso. Cada hora, bajo condiciones de término medio, bombea 284 litros de sangre, y en emergencias puede aumentar esto a 1,628 litros. ¡Piense en ello! ¡El corazón puede bombear más de tonelada y media de sangre por hora para bañar todas las células del cuerpo con este fluido precioso! A pesar de su poder, sin embargo, si no se le da atención apropiada, el corazón puede desarrollar enfermedades. La dificultad puede ser endurecimiento de las arterias, mal funcionamiento de las válvulas del corazón, o envolvimiento del corazón con grasa. A menudo se contribuye a estas condiciones no en pequeña medida por el comer en exceso, el beber alcohol en exceso e inquietudes severas y prolongadas.
Aunque la curación completa de las enfermedades físicas del corazón quizás no sea posible en la actualidad, el tratamiento apropiado puede prolongar la vida de los pacientes. Generalmente el médico receta que se reduzca grandemente el ingerir alimentos ricos en azúcares y cremas y bebidas alcohólicas, y estimula al paciente a enfrentarse a las exigencias de la vida con mayor calma. Quizás le diga al paciente que evite cualquier tensión emocional o situación de emergencia. La salud del corazón puede recibir inmensa ayuda de la atención apropiada.
Pero a pesar de la importancia de la salud del corazón físico, la salud del corazón figurado es mucho más importante. Observe cómo la Palabra de Dios la Biblia muestra esto: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” Este corazón figurado es el asiento del afecto, y por consiguiente es la fuente de la motivación. Es la facultad de la persona que explica las razones básicas por las cuales hablamos, pensamos y obramos como lo hacemos. Por eso, el que nuestras acciones sean buenas o malas, agradables a Dios o desagradables a él, depende de la condición de este corazón figurado.—Pro. 4:23.
Diariamente nuestro “corazón” sigue recibiendo pensamientos e impresiones de la mente y del sistema nervioso, y se alimenta con éstos el asiento del afecto como resultado de las cosas que leemos, oímos, vemos, pensamos y hacemos. Luego, a su vez, de este corazón figurado fluye hacia el exterior una corriente casi constante de sentimientos y expresiones de amor u odio, que revelan qué clase de personas realmente somos en el interior. Puesto que es sobre la base de estas expresiones del corazón que nos juzga Dios, verdaderamente se puede decir que las “fuentes de la vida” provienen de allí. ¡Cuán vital, entonces, que examinemos regularmente la condición de este corazón figurado!
Jesucristo mismo advirtió a sus seguidores que prestaran atención a la condición de su corazón. Cuando dio su bien conocida profecía concerniente a los últimos días y los sucesos que señalarían su segunda presencia en poder del Reino, dirigió esta advertencia a sus seguidores que estarían viviendo en ese tiempo trascendental: “Mas presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso y por las inquietudes de la vida.” (Luc. 21:34) Puesto que la profecía bíblica cumplida indica que ahora estamos viviendo durante el tiempo del cual habló Jesús, es vital que prestemos atención a su consejo de dar atención a nuestro corazón. ¿Sabe usted cómo examinar la salud de su corazón?
CÓMO EXAMINAR EL CORAZÓN
A fin de obtener una valuación exacta de su condición tenemos que examinarnos honradamente. Ningún otro humano se encuentra en posición de hacer esto, porque ningún otro humano puede leer con certeza cuáles son nuestros pensamientos, esperanzas, ambiciones y deseos recónditos. Por eso, al hacer este examen, nuestro propósito debe ser averiguar si las cosas que están en nuestro corazón agradan a Dios. Y si encontramos que hay ajustes que necesitan hacerse, entonces debemos reconocer esto, y dar pasos para disciplinar nuestro corazón en lo que es correcto a la vista de Dios.
¿Qué revela una inspección de su corazón? ¿Encuentra usted que está cargado con las preocupaciones materiales, interesándose principalmente en comer y en beber y en las inquietudes en cuanto a ganarse la vida? Es verdad que el proveer para vivir adecuadamente usted mismo y su familia a menudo requiere largas horas de labor en algún trabajo seglar. Esto se comprende. Sin embargo, lo que Jesús dijo que hay que examinar es si su corazón ha llegado a estar tan cargado de estos asuntos comunes del vivir que usted ya no atiende apropiadamente los asuntos espirituales, como el orar a Dios, Sus promesas de un nuevo sistema de cosas y lo que usted puede hacer para servirle.
A fin de hacer este examen, pregúntese: ¿En qué están cifrados mis afectos? ¿A qué se dirige mi interés cuando no es necesario que esté enfocado en el trabajo que estoy haciendo? ¿Inmediatamente se dirige a lo que yo quiero hacer para satisfacer mi deseo de placeres personales? ¿Está ocupado regularmente con qué película o qué programa de TV quiero ver? ¿con qué ropa deseo? ¿o con fiestas, deportes o romance? ¿Estoy planeando continuamente cómo adelantar en mi trabajo o profesión a fin de segar un mayor galardón material? ¿Están completamente llenos mis intereses con los requisitos cotidianos de la vida—ir de compras, cocinar, atender la casa, etc.? ¿Estoy tan abrumado con estas preocupaciones y con satisfacer deseos personales que rara vez doy atención a lo que Dios dice en su Palabra y a lo que debo estar haciendo yo como cristiano, o relaciono todos los asuntos de la vida al hecho de que yo soy cristiano?
Jesús apreció que sus seguidores tendrían muchas obligaciones que atender. Fue por esta razón que dio la advertencia de no permitir que estos asuntos les cargaran el corazón y les impidieran abrazar la verdad de Dios. Jesús comprendió el peligro, porque estaba familiarizado con el hecho de que la gente a quien le habló en el primer siglo tenía su corazón tan lleno de otras cosas que el mensaje de la verdad no podía penetrar. Dijo de una muchedumbre de tales personas: “El corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos han oído con molestia, y han cerrado los ojos; para que nunca vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni capten el sentido de ello con el corazón y se vuelvan, y yo los sane.”—Mat. 13:15.
Ciertamente no queremos que nuestro corazón llegue a estar tan encallecido para las cosas espirituales que nos molestemos cuando se hable la verdad bíblica. Pero esto puede suceder si ciframos nuestro corazón en las cosas y deseos materiales y siempre llenamos nuestra mente de tales asuntos. Recuerde lo que Jesús dijo en su Sermón del Monte: “Dejen de acumular para ustedes tesoros sobre la tierra . . . Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo . . . Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón.”—Mat. 6:19-21.
Así como hay peligro de desarrollar un corazón físico enfermo sin siquiera comprenderlo, también es posible que nuestro corazón figurado, el asiento del afecto o el motivo, se enferme sin que lo reconozcamos. Por eso tenemos que examinar regularmente nuestro corazón, examinando los deseos y los motivos. El apóstol cristiano Pablo recalcó cuán necesario era esto, cuando escribió: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo.”—Heb. 3:12.
POR QUE ES APREMIANTE AHORA
Jesús mostró por qué es apremiante examinar nuestro corazón ahora, al decir: “Y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra.” (Luc. 21:34, 35) ¿De qué día estaba hablando Jesús? Pues, de aquel día trascendental de la ejecución de juicio de Dios cuando todos los que rehúsan prestar atención a Su Palabra y vivir de acuerdo con ella serán exterminados de la Tierra. ¡Nadie que tenga corazón inicuo será perdonado!
En relación con esto, sírvase recordar cómo el apóstol inspirado identificó el corazón inicuo. Dijo que es el “falto de fe al alejarse del Dios vivo.” Sí, un corazón inicuo no solo es el que se espacía en cosas inmorales, sino también un corazón que está tan cargado del comer y el beber y las inquietudes a causa de la subsistencia que rechaza a Dios y a su Palabra. Note cómo Jesús mostró que el no responder al significado de los tiempos fue el error de la gente que pereció en el diluvio global del día de Noé.
“Así como eran los días de Noé,” dijo Jesús, “así será la presencia del Hijo del hombre. Porque así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso [del mensaje de Dios que predicó Noé] hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.”—Mat. 24:37-39; 2 Ped. 2:5.
Puesto que ahora estamos viviendo en un día comparable al de Noé, pues estamos rodeados de multitudes de personas que están soñolientas e insensibles del corazón, es vital que prestemos atención al consejo de Jesús: “Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.” (Luc. 21:36) Para permanecer despiertos espiritualmente tenemos que estudiar la Palabra de Dios y asociarnos regularmente con personas cuyo corazón está cifrado en el servicio de Dios. Esto mantendrá fuerte nuestra fe e impedirá que nos ‘alejemos del Dios vivo.’ Nos ayudará a ‘seguir buscando primero el reino de Dios y su justicia,’ relegando todos los otros asuntos a un lugar secundario en nuestra vida.—Mat. 6:33.
El Reino, junto con todo el poder de juzgar, ha sido dado ahora en la mano del Hijo del hombre, Cristo Jesús. (Juan 5:22) Los que permanecen ‘en pie delante de él’ y que serán considerados dignos de la vida en el nuevo sistema de cosas fuera de la ejecución de juicio de Dios serán aquellos cuyo corazón sea recto, aquellos cuyo corazón no esté cargado con las preocupaciones de esta vida sino que sean puros y estén prestos a percibir cuál es la voluntad de Dios y estén prontos para responder con aprecio a sus muchas bondades inmerecidas.
¡Cuán apremiante es, entonces, prestar atención a nuestra condición de corazón! El Reino de Dios y sus intereses deben ocupar el primer lugar en nuestra vida. Desemejante a las cosas efímeras de esta vida, el Reino subsistirá para siempre. Como sostenedores de todo corazón de él podemos escaparnos de la destrucción que está destinada a venir sobre este egoísta sistema de cosas, y permanecer aprobados delante del Hijo del hombre. Por eso, por todos los medios posibles, ¡cuide su corazón! Preste atención al consejo bíblico: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.”—Pro. 4:23.