Cómo la humildad puede serle salvaguarda
“Cíñanse con humildad de mente los unos para con los otros, . . . Mantengan su juicio, sean vigilantes.”—1 Ped. 5:5-8.
1. ¿Qué inclinación tienen muchas criaturas humanas, y en qué puede resultar?
¿HA NOTADO usted la inclinación humana a atribuirse importancia indebida? Muchos tienden a ser dogmáticos, y atraer la atención a sí por su porte personal, su habla o su estilo de vida. Su actitud ambiciosa, y de confiar demasiado en sí mismos, con el tiempo puede resultar en que sufran una desagradable humillación, tal como lo declara este antiguo proverbio bíblico: “Antes de un ruidoso estrellarse el corazón del hombre es altanero.”—Pro. 18:12.
2, 3. (a) ¿Qué observó Jesús mientras asistía a un banquete? (b) ¿Cómo enseñó Jesús una lección sobre humildad en aquella ocasión?
2 En una ocasión, cuando Jesucristo aceptó la invitación de un fariseo a un banquete, notó que los invitados desplegaban esta actitud de un corazón altanero. La Biblia dice: “[Reparó en] cómo escogían para sí los lugares más prominentes.” (Luc. 14:1, 7) De modo que Jesús usó aquella ocasión para enseñar una lección de humildad. Dio a los invitados la siguiente ilustración:
3 “Cuando alguien te invita a un banquete de bodas, no te recuestes en el lugar más prominente. Puede que alguien más distinguido que tú haya sido invitado por él en ese tiempo, y venga el que te invitó a ti y a él y te diga: ‘Deja que éste tenga el lugar.’ Y entonces tendrás que irte con vergüenza a ocupar el lugar más bajo. Pero cuando se te invita, ve y reclínate en el lugar más bajo, para que cuando venga el que te ha invitado te diga: ‘Amigo, sube más arriba’ Entonces tendrás honra delante de todos los demás convidados contigo Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.”—Luc. 14:8-11.
4, 5. (a) ¿De qué puede salvaguardar a uno la humildad? (b) ¿Qué ilustración dio Jesús a unas personas que confiaban en sí mismas de que eran justas?
4 ¡Con qué claros y sencillos términos mostró Jesús cómo la humildad puede serle salvaguarda a uno! (Pro. 16:18) Pero no solo puede ahorrarle a uno el sufrir posible bochorno ante individuos humanos, sino que lo salva del juicio adverso de Dios, de quien se dice: “Dios se opone a los altivos, mas da bondad inmerecida a los humildes” (Sant. 4:6; Luc. 20:45-47) Jesús indicó de qué manera evaluaba Dios a los que se ensalzaban a sí mismos y se consideraban importantes cuando, en otra ocasión, habló a “algunos que confiaban en sí mismos de que eran justos y que consideraban como nada a los demás.” (Luc. 18:9) A estas personas, les dio una ilustración acerca de un fariseo y un recaudador de impuestos, y explicó:
5 “El fariseo se puso en pie y oraba para sí estas cosas: ‘Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni aun como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero.’ Mas el recaudador de impuestos, estando de pie a la distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos hacia el cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Oh Dios, sé benévolo para conmigo, pecador.’ Les digo: Este hombre bajó a su casa probado más justo que aquél; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.”—Luc. 18:9-14.
6. (a) ¿Qué actitud encontró con frecuencia Jesús? (b) ¿Qué preguntas suscita esto?
6 Al leer la Biblia, se nos hace notable la frecuencia con que Jesús encontró a personas que pensaban que eran superiores a otras, y la frecuencia con que les advirtió a éstas en cuanto al peligro de su actitud de “soy más importante que otros.” De nuevo lo hizo cuando habló a las muchedumbres y sus apóstoles en Jerusalén solo unos cuantos días antes de su ejecución. Dijo: “No sean llamados Rabí, porque uno solo es su maestro, mientras que todos ustedes son hermanos. . . . Tampoco sean llamados ‘caudillos,’ porque su Caudillo es uno, el Cristo. Pero el mayor entre ustedes tiene que ser su ministro. El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.” (Mat. 23:1-12) Pero ¿para beneficio de quiénes en particular enfatizó de nuevo Jesús que la humildad es cosa necesaria? ¿A quiénes estaba especialmente tratando de ayudar y salvaguardar?
LA ACTITUD DE LOS APÓSTOLES
7. ¿Por qué no debería sorprender el que la gente se incline a ser orgullosa y a buscar prominencia?
7 Es importante notar que, debido a las imperfecciones heredadas, las criaturas humanas tienen inclinación a ser egoístas y pensar más de sí mismas de lo que deberían pensar. (Sal. 51:5; Rom. 12:3) Además, el mundo trata de cultivar en nosotros el punto de vista de que nuestra familia, raza o nacionalidad es mejor que la de los demás. También nos estimula a tratar de avanzar, y a eclipsar a otros, sin importar los métodos que usemos. Por eso, no debería causar sorpresa el que la gente propenda a buscar posición y prestigio. Claro, la gente pudiera negar que buscara tal cosa. “No quiero el poder,” quizás digan. Pero ¿qué muestran sus acciones? ¿Manifestaron Pedro, Santiago, Juan o alguno de los otros apóstoles, por ejemplo, el deseo de tener una posición de prominencia? Bueno, ¿qué sucedió un día cuando, junto con Jesús, viajaban a casa a Capernaum?
8, 9. (a) ¿En qué discusión entraron los apóstoles de Jesús en camino a Capernaum? (b) ¿Cómo enseñó Jesús en aquella ocasión a sus apóstoles que tenían una actitud incorrecta?
8 Notemos cómo Marcos registró lo que aconteció: “Ahora bien, cuando [Jesús] estuvo en la casa les hizo la pregunta: ‘¿Qué discutían en el camino?’ Se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién era el mayor.” Lucas también registró este incidente, pero evidentemente ni él ni Marcos estuvieron presentes. (Mar. 9:33-37; Luc. 9:46-48) Sin embargo, el apóstol Mateo estuvo allí, y sin duda se sintió avergonzado por haber participado en la discusión. Aunque Mateo omite mencionar la discusión, describe cómo Jesús, en aquella ocasión, les enseñó una lección sobre humildad, al explicar lo siguiente:
9 “De modo que, llamando a sí a un niñito, lo puso en medio de ellos y dijo: ‘Verdaderamente les digo: A menos que se vuelvan y lleguen a ser como niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos. Por eso, cualquiera que se humille como este niñito es el que es mayor en el reino de los cielos.’” (Mat. 18:2-4) ¡Qué excelente manera de grabar en sus discípulos el valor de la humildad! Los niñitos por naturaleza admiran a sus mayores y los consideran superiores. Era necesario que los apóstoles se volvieran y llegaran a ser así. ¿Lo hicieron? ¿Cambió su actitud?
10. Más tarde, ¿qué le solicitaron Santiago y Juan a Jesús, y cómo reaccionaron los otros diez apóstoles?
10 Poco después de eso los apóstoles acompañaron a Jesús a Jerusalén para la importante semana final de su vida. Marcos registra lo que sucedió mientras se encaminaban a la ciudad: “Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro, queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos.’ Él les dijo: ‘¿Qué quieren que les haga?’ Le dijeron: ‘Concédenos sentarnos, uno a tu derecha y uno a tu izquierda, en tu gloria.’” Quizás esta solicitud le haga recordar a usted los invitados al banquete que estaban escogiendo los mejores asientos para sí. “Ahora bien, cuando los otros diez oyeron de esto, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan.” Los otros apóstoles no aprobaron este esfuerzo que a sus espaldas estaban haciendo Santiago y Juan para asegurarse un puesto superior en el gobierno de Cristo.—Mar. 10:35-41.
11. (a) ¿Qué punto de vista incorrecto tenían los apóstoles? (b) ¿Cómo trató Jesús de rectificar el modo de pensar de ellos?
11 Santiago y Juan, así como los demás apóstoles, estaban considerando los asuntos desde un punto de vista mundano erróneo. Quizás pensaban en el tiempo en que reyes israelitas de la línea davídica habían regido centenares de años antes. Es posible que hayan supuesto que Jesucristo el rey mesiánico también tendría un gobierno terrestre con hombres de posición y rango encumbrados. Quizás abrigaban ambiciones personales de servir en aquellas capacidades oficiales elevadas. De todas formas, no habían aprendido la lección de humildad. Por lo tanto Jesús trató de rectificar el modo de pensar de ellos, diciéndoles: “Ustedes saben que los que parecen gobernar las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellas. No es así entre ustedes; antes, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes, y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos.”—Mar. 10:42-44; Mat. 20:20-28.
12. ¿En quiénes pensaba Jesús en particular cuando instó a la gente a ser humilde y no hacerse llamar ‘caudillo’?
12 Tomando en cuenta este modo de pensar de los apóstoles de Jesús, podemos estar seguros de que él pensaba en particular en ellos cuando le dijo a la gente en Jerusalén unos cuantos días después que deberían ser humildes, y no establecerse como ‘maestros’ o “caudillos.” (Mat. 23:8-12) Debido al repetido altercado entre los apóstoles, es probable que Jesús se resolviera a enfatizar más vigorosamente todavía el hecho de que necesitaban humildad. La oportunidad se presentó dos días después cuando los doce se reunieron en una habitación de planta alta en Jerusalén para celebrar juntos su última Pascua.
13. (a) En países orientales, ¿cómo mostraba habitualmente un anfitrión hospitalidad a sus invitados? (b) Por eso, ¿qué oportunidad dio esto a los apóstoles cuando se reunieron para su última Pascua juntos?
13 Puesto que los apóstoles no eran invitados, sino que sencillamente tenían el arreglo de usar la habitación, no había allí siervos que les lavaran los pies. En los países orientales, donde la gente por lo general usaba sandalias o andaba descalza, era un acto de hospitalidad por parte del anfitrión hacer que a los visitantes les lavaran los pies al entrar en la casa. Por lo general la tarea se asignaba al siervo de más humilde posición de la casa. Por consiguiente, la joven Abigaíl mostró verdadera humildad cuando se dirigió en los siguientes términos a los siervos de David: “Aquí está tu esclava como sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.” (1 Sam. 25:41; Luc. 7:44; 1 Tim. 5:10) Por esto se ve que los apóstoles tuvieron una excelente oportunidad de suministrar humildemente este servicio necesario, pero evidentemente había un espíritu de rivalidad tan fuerte en sus corazones que ninguno de ellos se ofreció voluntariamente. Como resultado de esto procedieron a cenar, de modo contrario a lo acostumbrado, sin los pies lavados.
14, 15. (a) ¿Qué servicio significativo desempeñó Jesús para sus apóstoles? (b) ¿Qué lección estaba inculcando así Jesús, pero qué muestra si los apóstoles captaron o no entonces el objeto de ella?
14 El apóstol Juan registró lo que sucedió entonces: Jesús “se levantó de la cena y puso a un lado sus prendas exteriores de vestir. Y, tomando una toalla, se ciñó. Después de eso echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido. . . . Cuando, pues, les hubo lavado los pies y se hubo puesto sus prendas exteriores de vestir y recostado de nuevo a la mesa, les dijo: ‘¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman: “Maestro,” y, “Señor,” y hablan correctamente, porque lo soy. Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les lavé los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.’”—Juan 13:1-14.
15 ¡Qué excelente manera de instruir a sus apóstoles en la humildad! Uno pensaría que habrían captado el punto. Les estaba enseñando una actitud mental... una de humildad, una que haría que estuvieran dispuestos a ejecutar la más humilde de las tareas a favor de otros. Sin embargo, ¿qué sucedió? Al avanzar la noche, según explica Lucas: “También se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor.” (Luc. 22:24) ¡Imagínese eso! Después de todos estos esfuerzos de Jesús por enseñarles humildad, todavía no se sacaban de la mente la idea de rango, y de que unos ocupaban puestos superiores a otros. Patentemente toda la cultura de ellos, dominada por los orgullosos fariseos y saduceos, había contribuido a torcer su actitud a grado tan grande que no podían comprender que todos ellos eran hermanos, en igual posición.
16. (a) ¿Qué comentarios de Jesús sin duda colocaron la base para aquella disputa? (b) ¿De qué manera continuó Jesús tratando de ayudar con paciencia a sus apóstoles?
16 Sin duda las referencias de Jesús al reino de Dios aquella noche colocaron la base para esta disputa acerca del que parecía ser el mayor. (Luc. 22:16-18) Verdaderamente es una evidencia sobresaliente de la paciencia y longanimidad de Jesús el que él no se airara con sus apóstoles y los reprendiera vigorosamente por su deseo egoísta de distinción, y de ocupar los lugares más prominentes con él en la gloria de su Reino. Más bien, otra vez pacientemente les dijo, indudablemente con tono suplicante en la voz: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y a los que tienen autoridad sobre ellas se les llama Benefactores. Ustedes, sin embargo, no han de ser así. Antes el que sea mayor entre ustedes hágase como el más joven, y el que actúe como principal como el que sirve.”—Luc. 22:25-27.
IMPORTANTE APRENDER LA LECCIÓN
17, 18. (a) ¿Por qué fue vital que los apóstoles aprendieran humildad? (b) ¿A qué contribuyó esa noche la actitud demasiado confiada de los apóstoles?
17 Era importante que aprendieran esta lección de humildad. La mismísima vida de ellos estaba envuelta en la situación, así como las vidas del rebaño cristiano. ¿Por qué? Bueno, considere a qué contribuyó la actitud de ellos aquella noche. Jesús les advirtió: “A todos ustedes se les hará tropezar con respecto a mí.” Pero los apóstoles protestaron que esto jamás sucedería. Pensaban que estaban listos para cualquier contingencia, y por eso cada uno dijo: ‘Aunque muramos, jamás te repudiaremos.’ Y, en la réplica mordaz de Pedro, discernimos una fuerte insinuación de la rivalidad que existía entre ellos: “Aunque a todos los demás se les haga tropezar con respecto a ti, ¡nunca se me hará tropezar a mí!”—Mat. 26:31-35.
18 Bueno, recordamos lo que sucedió. Todos los apóstoles le fallaron miserablemente a su Maestro. Fueron desatentos, descuidaron prestar atención a Sus instrucciones repetidas. Y finalmente huyeron atemorizados, dejando a Jesús ante la chusma que vino a arrestarlo. ¡Y Pedro negó tres diferentes veces hasta que conocía a su Maestro! Pedro, en substancia, había dicho: ‘Todos los demás quizás tengan debilidades en su fe, pero yo no... nunca te fallaré, Señor.’ Pero su actitud de demasiado confianza en sí mismo, de que “yo soy más fiel que ellos” contribuyó a que Pedro sufriera un terrible ruidoso estrellarse. ¡Qué importante es aprender la humildad! ¿Aprendieron los apóstoles con el tiempo?
19, 20. (a) ¿Qué evidencia hay de que los apóstoles aprendieron la humildad? (b) ¿Cómo, manifiestamente, fue presidida la congregación cristiana primitiva, y qué indica esto en cuanto a la actitud de los apóstoles?
19 Sí, aprendieron. La paciencia amorosa de Jesús para con ellos fue abundantemente recompensada. Una evidencia de esto es la manera franca y honrada en que registraron las enseñanzas de Jesús sobre la humildad. Podemos imaginarnos lo mal que deben haberse sentido al reflexionar sobre la manera en que habían obrado. No obstante, quisieron que otros sacaran provecho de sus errores y en particular de la excelente instrucción que Jesús les suministró. Más evidencia de que aprendieron bien la lección es su propio consejo que insta a la humildad. Por ejemplo, el apóstol Pedro escribió más tarde: “Todos ustedes sean de un mismo ánimo . . . humildes de mente.”—1 Ped. 3:8.
20 Una evidencia más de que finalmente aprendieron humildad se encuentra en el libro bíblico de Hechos. Por su lectura podemos ver cómo los apóstoles trabajaron juntos en unidad para edificar la congregación cristiana. Ninguno de ellos buscó ambiciosamente prominencia o prestigio, ni obró como si fuese principal entre ellos, tratando de hacer que su palabra fuera ley. Más bien, manifiestamente un cuerpo de hombres, incluso hasta ancianos que no se contaban entre los apóstoles, decidía sobre asuntos importantes que afectaban a la congregación cristiana. El discípulo Santiago, medio hermano de Jesús, que no fue apóstol, evidentemente presidió cuando se tomó la decisión tocante a la circuncisión. (Hech. 15:6-29; 12:1, 2) Esto sugiere que pudo haber habido una alternación de ancianos presidentes, de modo que uno actuaba como presidente en una ocasión y otro en otra ocasión. Un espíritu de verdadera humildad se desarrolló entre los apóstoles.
SE ENFATIZA LA LECCIÓN... ¿POR QUÉ?
21. ¿Cómo recalcó el apóstol Pedro la importancia de la humildad?
21 Al apóstol Pedro, años más tarde, le pareció necesario recalcar la importancia de la humildad, y lo hizo en la primera de sus cartas inspiradas que se conservan en el canon bíblico. En el 1 Ped. capítulo cuatro él menciona los sufrimientos por los cuales los cristianos pueden esperar pasar por su fidelidad a Dios, y entonces dice: “Por lo tanto, a los ancianos entre ustedes doy esta exhortación . . . Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena voluntad . . . tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño. . . . Pero todos ustedes cíñanse con humildad de mente los unos para con los otros, porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes. Humíllense, por lo tanto . . . Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.”—1 Ped. 5:1-8.
22. ¿Por qué, después de mencionar los sufrimientos de los cristianos, usó Pedro las palabras “por lo tanto” como introducción a la exhortación que dio a los ancianos?
22 ¿Por qué dijo Pedro, después de mencionar los sufrimientos de los cristianos: “Por lo tanto, a los ancianos entre ustedes doy esta exhortación”? Es por razón de que si los ancianos carecen de humildad, esta actitud puede aumentar el sufrimiento y las cargas bajo los cuales los hermanos cristianos quizás ya estén laborando. Pero la actitud humilde de los ancianos es refrescante, y facilita el que los hermanos muestren aguante. (Isa. 32:1, 2) De modo que Pedro da a los ancianos la amonestación de ‘no enseñorearse de los que son la herencia de Dios, sino que se hagan ejemplos del rebaño.’
23. (a) ¿Qué comentarios de Jesús pudieron haber influido en Pedro para que exhortara a los ancianos a no enseñorearse del rebaño? (b) ¿Con qué cualidad deben estar ceñidos los ancianos, y con qué resultados?
23 Evidentemente Pedro se acordó de los comentarios de Jesús acerca de los gobernantes mundanos que “se enseñorean de ellas,” y que “ejercen autoridad sobre ellas,” y que él dijo: “Ustedes, sin embargo, no han de ser así.” (Mar. 10:42-44; Luc. 22:25-27) No, los ancianos cristianos no deben ser como los orgullosos fariseos que les decían a otros qué hacer, pero después estaban renuentes a levantar un solo dedo para hacer aquellas cosas ellos mismos. (Mat. 23:3, 4) Más bien, ellos deben poner el ejemplo; ellos mismos deben estar dispuestos a hacer todo lo que les piden a otros que hagan. Ellos, junto con todos los demás cristianos, deben ‘ceñirse con humildad de mente.’ En armonía con el significado de la palabra griega enkombumai, que se traduce en 1 Pedro 5:5 “cíñanse,” deben ‘atar [fuertemente] sobre sí mismos como por nudos’ esta humildad. Como resultado de eso, nunca se considerarán por encima de tareas humildes que no conlleven gran estimación, como el asear el Salón del Reino, ni por encima de participar en todos los rasgos de las actividades de predicar de la congregación cristiana.
24. ¿De qué maneras podrían los ancianos enseñorearse del rebaño?
24 Al mismo tiempo, los que se ciñen con humildad no se arrogan comodidades o privilegios especiales, como si merecieran mejores cosas que las que reciben otros. En las asambleas cristianas, por ejemplo, ¿no podría ser, realmente, enseñorearse de sus hermanos el que los ancianos se procuraran comidas especiales y las mejores asignaciones de trabajo, mientras que asignaran a sus hermanos lo que fuera inferior? O ¿sería poner el ejemplo para el rebaño el que pasaran a la cabeza de la fila de la cafetería y obtuvieran sus comidas antes de los que hubieran estado esperando por más tiempo? Es verdad que pudieran presentarse emergencias, debido a asignaciones de trabajo que encierren urgencia, en las cuales se hiciera necesario pasar a la cabeza de la fila de la cafetería o comer a una hora o en un lugar diferente de los que tienen los demás. Sin embargo éstos son asuntos acerca de los cuales pensar seriamente. ¿Por qué?
25. (a) ¿Son superiores las personas que tienen aptitudes o privilegios de servicio especiales? (b) ¿Qué consejo, entonces, es vital que escuchen los cristianos?
25 Entre otras razones, especialmente cuando una persona recibe autoridad puede inclinarse a pensar que es mejor persona que otras, más merecedora. Pero ¿lo es? Es posible que el individuo tenga ciertas aptitudes que lo califiquen para ser anciano cristiano y para encargarse de parte del funcionamiento de una asamblea, pero estas aptitudes no hacen del individuo una persona superior. (1 Tim. 3:1-7) Jehová Dios no considera al anciano, ni a ninguna otra persona humana que tenga aptitudes especiales, como superior a sus hermanos. ¡Qué importante es, por lo tanto, que la persona esté escuchando el consejo de Dios de desplegar “humildad de mente” “considerando . . . que los demás son superiores”! (Fili. 2:3) Este estado de ánimo de humildad salvaguarda al cristiano del terrible ruidoso estrellarse que puede acarrear el orgullo.—Pro. 16:18; 18:12.
26. ¿Cómo puede poner en peligro al rebaño la falta de humildad por parte de los ancianos?
26 También, esta actitud humilde del anciano cristiano protege al rebaño. Fácilmente se puede hacer que las “ovejas” tropiecen y se alejen de la congregación cristiana si los ancianos se arrogan privilegios especiales, buscan prestigio o prominencia, o de otras maneras muestran un espíritu orgulloso, altivo. Este es el consejo urgente de la Palabra de Dios: “En cuanto a mostrarse honra los unos a los otros lleven la delantera.” (Rom. 12:10) Pero si el rebaño ve que los ancianos, que supuestamente sirven de ejemplo, se honran a sí mismos con lo mejor de las cosas y obran de una manera arrogante, despótica, ¿qué efecto tendrá eso en el rebaño? El rebaño no puede menos que resultar perjudicado. Se añade a los sufrimientos que aguantan por ser cristianos, y esto podría resultar en desastre.
27. ¿Cómo pueden los ancianos mantener su juicio e impedir que el Diablo los devore a ellos y al rebaño?
27 ¿Sorprende, entonces, que el apóstol Pedro advirtiera: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien”? Si un anciano cristiano cultiva un espíritu orgulloso, altivo, puede abrirle paso al Diablo para que logre devorarlo, y también devore a miembros del rebaño. Por eso, ancianos, traten de evitar hasta la apariencia de ser arrogantes o superiores. Cíñanse con humildad. Sean abordables, bondadosos, tiernos y compasivos, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. (Efe. 4:32; 1 Tes. 2:7, 8) Siempre acudan al ejemplo y las enseñanzas de Jesucristo, y esmérense en imitarlo.—Fili. 2:5-8.
28. ¿Qué magnífica expectativa hay para el futuro, y dónde obtenemos un goce anticipado de esto?
28 Piense en lo magnífico que será cuando todas las personas que vivan desplieguen humildad mental y consideren que las demás son superiores a ellas. ¡Qué refrigerio y paz habrá! Aun ahora, dentro de la congregación cristiana, estamos recibiendo un goce anticipado de esta bendición de estar asociados con hombres, mujeres y niños humildes y altruistas. ¿No nos sentimos estimulados, entonces, a ceñirnos con humildad? Puede salvaguardarnos, al impedir que seamos devorados por el Diablo, y ayudarnos a pasar con vida a través de la “grande tribulación” y a vivir eternamente en el justo nuevo orden de Dios que se aproxima a pasos agigantados.—Sal. 133:1-3; Rev. 7:9-14.