Cómo usted puede fortalecer a otros
“Una vez hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.”—Luc. 22:32.
1, 2. (a) ¿Por qué hay hoy una necesidad especial de prestar ayuda a otros? (b) ¿Se encuentran deprimidos alguna vez los siervos de Dios y necesitan fortalecimiento?
CIERTAMENTE existe una necesidad de prestar ayuda a otros. En ningún otro tiempo de la historia ha habido más personas en desaliento por las condiciones de desdicha que rigen en el mundo... los prejuicios, las injusticias, el alojamiento de baja calidad, condiciones de apiñamiento, etcétera. Otras personas se sienten abatidas debido a amarga desilusión, mala salud, un sentido de fracaso personal, o la sospecha de que no se les desea.
2 Inesperadamente, los siervos de Dios, también, pueden encontrarse muy deprimidos, y quizás se sorprendan y se desorienten cuando experimentan sentimientos de esa índole. Se ha sabido que a veces ciertos cristianos se han preguntado con desesperación: “¿Por qué me está sucediendo esto a mí? ¿Qué he hecho? Yo debería estar fortaleciendo a otros, pero yo mismo no puedo fortalecerme. ¿He cometido el pecado imperdonable? ¿Me ha abandonado Dios?”
3, 4. (a) ¿Qué ejemplos hay de siervos de Dios de antes del cristianismo que necesitaron ayuda fortalecedora? (b) ¿Qué evidencia hay de que cristianos del primer siglo también necesitaron fortalecimiento?
3 Sin embargo, el cristiano en tal situación no debería sorprenderse del todo, como si sus sentimientos fueran singulares. Otros siervos de Dios han tenido sentimientos similares, y por consiguiente necesitaron fortalecimiento. Por ejemplo, el salmista de la Biblia, sintiéndose triste y abandonado, escribió: “Ciertamente le diré a Dios, peñasco mío: ‘¿Por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué ando triste a causa de la opresión del enemigo?’” (Sal. 42:9) Ana, la amada esposa de Elcana, estaba tan desilusionada por su esterilidad y la afligía tanto una esposa rival, que “lloraba y no comía.”—1 Sam. 1:5-7.
4 También hubo cristianos del primer siglo que necesitaron fortalecimiento, por lo cual el apóstol Pablo exhortó de este modo a la congregación tesalonicense: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles.” (1 Tes. 5:14) La muerte de Jesucristo dejó a Cleopas y su compañero muy deprimidos. En camino a Emmaus, “se detuvieron con rostros tristes” y se desahogaron en cuanto a su desilusión, porque su esperanza había sido que Jesús estaba destinado a librar a Israel. ¿Y quién no recuerda cómo, después de negar a Cristo por tercera vez, Pedro “salió fuera y lloró amargamente”? ¡Se sintió tan terriblemente mal por haber permitido que el temor a los hombres lo llevara a negar a su Amo!—Luc. 24:13-21; 22:62.
5. ¿Qué mandato le dio Jesús a Pedro, y por qué fue apropiado que se le diera a él?
5 Sin embargo, Jesús sabía de antemano, debido a su presciencia divina, que Pedro iba a negarlo. De hecho, solo unas horas antes, Jesús le había hablado a Pedro acerca de esto y le había dicho: “He hecho ruego a favor de ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.” (Luc. 22:32) Como resultado de su terrible experiencia, Pedro adquirió plena comprensión de lo que es sentirse deprimido, y necesitar fortalecimiento. Por eso, ¡qué apropiado que fuera a Pedro que Jesús diera el mandato: “FORTALECE A TUS HERMANOS”!
¿PUEDE USTED FORTALECER A OTROS?
6. ¿Por qué se puede decir que este mandato también era apropiado para todos los cristianos verdaderos?
6 En las circunstancias en que se dio, el mandato de Jesús fue dirigido a Pedro. Sin embargo, es apropiado para todos los cristianos verdaderos. Con frecuencia Jesús habló a una sola persona o solo a unas cuantas, y las usó como tornavoz, por decirlo así, para transmitir sus instrucciones a otras. En otra ocasión le dijo directamente a Pedro: “Pastorea mis ovejitas.” Instrucción similar se hizo aplicable a los demás apóstoles presentes, y se repitió para todos los pastores cristianos. (1 Ped. 5:1, 2; Hech. 20:28) Y aunque solo fue a sus primeros seguidores que Jesús dio el mandato, “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones,” este mandato aplica a todos los cristianos verdaderos.—Juan 21:15-17; Mat. 28:19.
7. ¿Qué preguntas se plantean aquí?
7 De modo que, si su deseo es hacerlo y usted mismo es fuerte, puede fortalecer a otros. Jesús nunca pide de sus seguidores algo que no puedan efectuar. Pero ¿qué quiso decir Jesús por el mandato: “Fortalece a tus hermanos”? ¿Qué clase de fortalecimiento tenía presente que debemos suministrar a nuestros hermanos cristianos?
8, 9. (a) ¿Qué quiso decir Jesús con su mandato: “Fortalece a tus hermanos”? (b) ¿Cómo verifican esto las palabras griegas originales que se traducen “fortalece” y “fortaleciendo”?
8 Jesús no quiso decir, en particular, suministrar ayuda física, la cual, en forma de alimento, puede fortalecer el cuerpo. (Hech. 9:19) No; lo que tenía presente es que debemos suministrar a nuestros hermanos lo que necesitan que haya de fortalecerlos mental y espiritualmente. Quiso decir que hablemos o actuemos de tal manera que aumentemos la confianza y esperanza de nuestros compañeros cristianos, que los consolemos, que los fijemos o establezcamos en el camino cristiano. Las palabras griegas originales que se traducen “fortalece” o “fortaleciendo” en la Biblia encierran esta idea.
9 Por ejemplo, cuando Jesús le dijo a Pedro “fortalece a tus hermanos,” usó la palabra griega sterizo, que encierra el significado de “establecer firmemente, fijar firmemente, afianzar, apuntalar, sostener.” Por consiguiente, en la Traducción del Nuevo Mundo esta palabra griega también se traduce ‘hacer firme.’ (Rom. 1:11; 16:25; 2 Tes. 2:17; 1 Ped. 5:10) Otras palabras griegas que se traducen como formas de “fortalecer” en las Escrituras transmiten el significado de “vigorizar, sostener o confirmar, y suministrar consuelo,” como veremos. Pero, primero, notemos por qué Pedro se vio en necesidad de recibir fortalecimiento espiritual. Un examen tal puede contribuir a que evitemos errores similares.
LA FALTA DE PEDRO
10. ¿Cómo reveló Pedro que confiaba demasiado en su fuerza espiritual, pero qué predijo Jesús?
10 Dirija su atención a lo que sucedió precisamente antes de que Pedro negara a Cristo. Cuando Jesús dijo a sus apóstoles durante la última noche en que estuvieron juntos antes de su ejecución: “A todos ustedes se les hará tropezar con respecto a mí esta noche,” Pedro se jactó así: “Aunque a todos los demás se les haga tropezar con respecto a ti, ¡nunca se me hará tropezar a mí!” (Mat. 26:31-35) Según registra Lucas lo que sucedió, Jesús le advirtió a Pedro, al alcance del oído de los demás apóstoles, lo siguiente: “Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tener a ustedes para zarandearlos como a trigo.” Pero Pedro afirmó: “Señor, estoy listo para ir contigo a la prisión así como a la muerte.” Sin embargo, Jesús contestó: “Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo hasta que tres veces hayas negado conocerme.” (Luc. 22:31-34) Es interesante notar cómo las palabras de Jesús se cumplieron aquella misma noche.
11, 12. ¿Cómo mostraron Pedro y los otros apóstoles repetidas veces falta de obediencia a Jesús en el jardín de Getsemaní?
11 Después de una larga oración, Jesús y sus apóstoles salieron de la habitación de planta alta donde habían celebrado la Pascua, y salieron al jardín de Getsemaní. (Juan 16:33-18:1) Allí, antes de dejarlos para poder orar en privado, Jesús les dijo a Pedro y a otros dos de sus apóstoles: “Quédense aquí y manténganse alerta.” Pero ¿hicieron eso? El registro bíblico dice: “Vino y los halló durmiendo.” Luego Jesús se dirigió a Pedro y dijo: “Simón, ¿duermes? ¿No tuviste las fuerzas para mantenerte alerta una sola hora? Varones, manténganse alerta y orando, para que no entren en tentación.”—Mar. 14:32-38.
12 ¿Obedecieron Pedro y los demás apóstoles? El registro bíblico continúa así: “De nuevo se fue y oró, diciendo la misma palabra. Y vino otra vez y los halló durmiendo.” ¡No prestaron atención! Antes de partir para orar de nuevo, Jesús sin duda fue todavía más apremiante al estimularlos a mantenerse despiertos y orar. Sin embargo, Jesús “vino la tercera vez y les dijo: ‘¡En una ocasión como ésta ustedes duermen y descansan! ¡Basta! ¡Ha llegado la hora! ¡Miren! El Hijo del hombre es traicionado en manos de los pecadores.’”—Mar. 14:39-41.
13. (a) Cuando arrestaron a Jesús y se lo llevaron, ¿qué hizo Pedro? (b) ¿En medio de qué circunstancias negó Pedro a Cristo, y cómo se sintió Pedro después por lo que había hecho?
13 Poco después de eso, Pedro se comportó como el que está muy despierto. Sacó una espada, y le cortó una oreja a Malco, el esclavo del sumo sacerdote, que estaba con los que habían venido a arrestar a Jesús. (Juan 18:10, 11) La partida que vino prendió a Jesús y se lo llevó, y los apóstoles huyeron. Sin embargo, Pedro siguió a cierta distancia, evidentemente dividido entre el temor por su propia vida y su interés profundo en lo que le sucedería a Jesús. Llegaron a la residencia del sumo sacerdote, y fue mientras estaba en el patio que Pedro, en tres diferentes ocasiones, negó hasta conocer a Jesús, y hasta deseó que él mismo fuese maldecido o condenado si conocía a Jesús. En ese momento cantó un gallo, y Jesús se volvió y miró a Pedro, y éste salió afuera y lloró amargamente.—Luc. 22:47-62; Mar. 14:71, 72, Biblia de Jerusalén.
LECCIONES QUE DEBEMOS APRENDER
14. (a) ¿Qué advertencia bíblica es subrayada por la falta de Pedro, y qué lección recibe énfasis? (b) ¿Qué evidencia tenemos de que Pedro aprendió esta lección?
14 Aunque Pedro había estado tan seguro de su fuerza espiritual, tropezó, y no se mantuvo en un proceder cristiano de fidelidad. ¡Cómo subraya su experiencia la importancia de la advertencia que dice: “El que piensa que está en pie, cuídese que no caiga”! (1 Cor. 10:12) Sí, una lección que todos debemos aprender de esto es que ninguno de nosotros jamás debe llegar a estar demasiado confiado tocante a su fuerza espiritual y creer que no hay posibilidad de que caiga. Podemos caer. Pedro aprendió esto, y por eso más tarde escribió a compañeros cristianos: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.”—1 Ped. 5:8.
15. (a) ¿Qué otra lección debemos aprender todos de esto? (b) ¿Cuál es la fuente principal de ayuda fortalecedora?
15 Otra lección que debemos aprender de lo que aconteció aquella noche es que todos necesitamos ayuda fortalecedora. Mientras estuvo en el jardín de Getsemaní, Jesús se esforzó por suministrar esa ayuda necesaria por medio de instar a sus discípulos a orar. Ellos especialmente necesitaban la ayuda que Dios puede suministrar. Como dijo el apóstol Pablo, Dios “puede hacerlos firmes,” es decir, puede fortalecernos o establecernos firmemente de modo que resistamos cualquier presión. (Rom. 16:25) Hasta Jesucristo necesitó este fortalecimiento, como se muestra por lo que sucedió allí en el jardín mientras sus apóstoles dormían.
16, 17. (a) ¿Qué sucedió mientras Jesús le estaba orando a Dios en el jardín? (b) ¿Cómo fortaleció evidentemente el ángel a Jesús?
16 Jesús mismo, como hemos notado, estaba orando. El relato bíblico dice que “dobló las rodillas y se puso a orar, diciendo: ‘Padre, si deseas, remueve de mí esta copa. Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya.’ Entonces se le apareció un ángel del cielo y LO FORTALECIÓ [eniskhúo].” (Luc. 22:41-43) ¡Sí, Jehová Dios suministró ayuda angelical allí en el jardín en aquel momento sumamente crítico de la vida de Jesús!
17 El ángel evidentemente le habló a Jesús y le suministró información que lo vigorizó, infundiendo en él nueva fuerza. Esto se indica por la palabra griega eniskhúo que se traduce aquí “fortaleció.” En la única otra parte en que aparece en la Biblia, en Hechos 9:19, se dice que el apóstol Pablo “cobró fuerza” cuando consumió alimento. Pero Jesús, por otra parte, no fue fortalecido por alimento físico, sino por la presencia del ángel, y sin duda por las palabras de ánimo del ángel. Sin embargo, los apóstoles estaban durmiendo, y por eso no pudieron recibir aquel fortalecimiento.
18. (a) ¿Qué necesitamos para tener fuerza espiritual, y dónde podemos recibirla? (b) ¿Qué buenas preguntas podemos hacernos?
18 ¿Qué hay en cuanto a usted? ¿Está usted despierto para recibir las provisiones espirituales que pueden fortalecerlo? Recuerde que la Biblia dice: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” (Mat. 4:4) Estas declaraciones fortalecedoras de Dios no se suministran por lo general por medio de un ángel, como le fueron suministradas a Jesús. Más bien, se encuentran en la Palabra de Dios, la Biblia, que con regularidad se repasa y se considera en las reuniones cristianas de los testigos de Jehová. ¿Está usted alerta y atento cuando está presente en estas reuniones? En esas ocasiones, ¿está recibiendo, de lo que se dice, la fuerza espiritual que necesita? Nuestra mismísima vida depende de la fuerza que obtengamos de este alimento espiritual.
CÓMO PEDRO RECOBRÓ LA FUERZA
19, 20. (a) Por sus negaciones, ¿en qué posición se había colocado Pedro? (b) ¿Qué acción emprendió Jesús con relación al regreso de Pedro?
19 Por sus negaciones repetidas, Pedro en realidad no abandonó solamente a Jesús, sino también a Jehová Dios. Pero Jesús confiaba en que Pedro volvería. Sabía que básicamente Pedro tenía un buen corazón, pero que simplemente había sido vencido por el temor a los hombres. Por eso ¿qué hizo Jesús? ¿Esperó que Pedro volviera por sí mismo, sin ninguna ayuda o estímulo?
20 No, Jesús hizo cuanto pudo por ayudar a Pedro. Primero, rogó a favor de Pedro, orando que la fe de éste no desfalleciera por completo. (Luc. 22:32) Pero más que eso, algún tiempo después de su resurrección Jesús se le apareció especialmente a Pedro, y los discípulos informaron excitadamente: “¡Es un hecho que el Señor fue levantado y se apareció a Simón!” (Luc. 24:34) Por lo que el apóstol Pablo también dijo, ésta evidentemente fue una de las primeras apariciones de Jesús después de su resurrección. (1 Cor. 15:4-8) ¿Por qué le dio Jesús aquella atención especial a Pedro, el que lo había negado con tanta vehemencia?
21. (a) ¿Qué propósito tuvo el que Jesús le prestara atención especial a Pedro? (b) ¿Cómo debería afectarnos esto?
21 Fue para fortalecerlo, para asegurarle a Pedro que todavía lo amaba y lo quería como discípulo suyo. ¿No conmueve esta misericordiosa consideración para con Pedro? La acción de Jesús nos hace recordar al padre del hijo pródigo, que recibió de vuelta con los brazos abiertos a su hijo arrepentido. (Luc. 15:11-32) ¿Qué efecto cree usted que tuvo en Pedro la acción de Jesús? ¿Cómo habría afectado esto a usted? Pedro resultó fortalecido; llegó a estar más fuerte que nunca espiritualmente. Volvió. ¿Y recuerda usted qué quería Jesús que hiciera Pedro cuando hubiera vuelto, así como quiere que hagamos todos nosotros? “FORTALECE A TUS HERMANOS,” dijo Jesús. En otras palabras, ayudar a fijarlos o establecerlos firmemente en la fe. ¿De qué manera podemos hacer esto?
EJEMPLOS QUE PODEMOS IMITAR
22. ¿Cuál es la mejor manera en que podemos fortalecer a nuestros hermanos?
22 La mejor manera es seguir el ejemplo de Jesús, imitando la manera en que él trató con Pedro y otros que necesitaron fortalecimiento. Y como podemos ver, Jesús fue misericordioso y estuvo dispuesto a perdonar. Nosotros podemos fortalecer a nuestros hermanos, fijarlos firmemente en la fe, al tratarlos de un modo similar. Es necesario que prestemos atención al consejo bíblico que dice: “Háganse bondadosos los unos con los otros, tiernamente compasivos, libremente perdonándose unos a otros así como Dios también por Cristo libremente los perdonó a ustedes.”—Efe. 4:32.
23. (a) ¿Qué deben notar los ancianos en particular respecto al ejemplo de Jesús? (b) ¿Cómo pueden los ancianos mostrar que están imitando el ejemplo de Jesús?
23 Los ancianos de la congregación cristiana tienen en particular la responsabilidad de dar ayuda fortalecedora a sus hermanos, y por eso es necesario que examinen cuidadosamente el ejemplo de Jesús. Él fue totalmente diferente de los fariseos religiosos que ataban ‘cargas pesadas y las ponían sobre los hombros de los hombres.’ Jesús dijo: “Mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mat. 23:4; 11:28, 30) Por eso, ancianos, imítenlo al no encerrar a sus hermanos en un cerco de reglas que reflejen puntos de vista personales en cuanto a los asuntos, y que podrían ser como “cargas pesadas” que los debilitaran. Más bien, cultiven en sus hermanos un aprecio genuino a Jehová para que sean movidos desde el corazón a querer agradarle. Esto es lo que los fijará firmemente en la fe.
24. (a) ¿Cómo fue fortalecedor para sus hermanos Pedro? (b) ¿Cómo fortalecieron a sus hermanos otros cristianos?
24 Pedro tuvo buen éxito en fortalecer a sus hermanos. Por ejemplo, el excelente ejemplo de denuedo e intrepidez que él puso al predicar ante mofa y oposición fue una fuente de estímulo para ellos. (Hech. 2:14-5:42) ¡Qué fortalecedoras, también, fueron sus edificantes cartas, la primera de las cuales fue escrita “para dar estímulo”! (1 Ped. 5:12) Otros ancianos del primer siglo también fortalecieron a sus hermanos dando estímulo, pues la Biblia dice de Pablo y Bernabé: “Volvieron a Listra y a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo las almas de los discípulos, animándolos a permanecer en la fe.” También, Judas y Silas “animaron a los hermanos con muchos discursos y los fortalecieron.” Más tarde Pablo “pasó por Siria y Cilicia, fortaleciendo a las congregaciones.”—Hech. 14:21, 22; 15:32, 41.
25. (a) ¿Qué pensamiento encierran estas palabras “fortalecieron” y “fortaleciendo”? (b) Por eso ¿cómo pueden fortalecer a sus hermanos los ancianos de la actualidad?
25 La palabra griega episterizo (una forma ensanchada de sterizo) que se traduce “fortalecieron” y “fortaleciendo” aquí en Hechos encierra el pensamiento de confirmar o dar apoyo a. La Versión Hispanoamericana vierte Hechos 14:22: “Corroborando los ánimos de los discípulos.” La Sagrada Biblia (Franquesa y Solé) dice: “Confortaban los corazones de los discípulos.” Ustedes, ancianos, querrán imitar este ejemplo. Por su ejemplo celoso en el servicio del campo, por su intrepidez ante la oposición, por el estímulo que suministren y por sus discursos animadores, ustedes corroborarán a sus hermanos, confortando los corazones de ellos y haciéndolos firmes en la fe.
26. ¿Cómo puede todo miembro de la congregación cristiana fortalecer a sus hermanos?
26 Pero el fortalecer a los hermanos no es cosa que solo los ancianos deban hacer. Todo cristiano debe esforzarse por hacer lo mismo. ¿Cómo puede hacerlo usted? Principalmente por medio de poner un excelente ejemplo en su obediencia a los requisitos de Jehová; por ejemplo, por medio de asistir con regularidad a las reuniones cristianas. Mientras esté allí, una simple sonrisa amigable o un saludo alegre puede fortalecer a un hermano deprimido. Pueden ser especialmente edificantes para otros las respuestas que usted dé durante las reuniones de congregación. Si éstas se expresan desde el corazón, prescindiendo de lo insignificantes que le parezcan a usted, pueden llegar al corazón de sus hermanos y fortalecerlos. (Heb. 10:23-25) También, por estar activo en la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios a pesar de obstáculos como las inclemencias del tiempo o enfermedades físicas, usted puede animar a otros a imitar su buen ejemplo.
27. ¿Cómo fueron los tres compañeros del apóstol Pablo una ayuda fortalecedora para él, como lo indica la palabra griega que se usa aquí?
27 Hasta los que estén firmemente fijos en la fe pueden necesitar fortalecimiento, como sucedió en el caso de Jesús mismo. (Luc. 22:43) Podemos seguir el ejemplo de Aristarco, Justo y Marcos al suministrar esa ayuda. El apóstol Pablo, encarcelado en Roma, escribió de ellos: “Estos mismos han venido a ser para mí una ayuda fortalecedora.” (Col. 4:10, 11) Sí, ellos sirvieron de verdadera ayuda para Pablo. ¿Cómo? Bueno, la palabra griega paregoria, traducida aquí “ayuda fortalecedora,” denota un aliviar o solazar. “Una forma verbal de la palabra significa medicinas que alivian la irritación,” hace notar An Expository Dictionary of New Testament Words por W. E. Vine. De modo que al mantenerse junto a Pablo, consolándolo y animándolo, estos hombres fueron una ayuda fortalecedora para él.
28. En armonía con este ejemplo bíblico, ¿cuáles son algunas maneras en las cuales podemos fortalecer a nuestros hermanos?
28 Hoy día, de modo similar, cuando usted consuela y conforta a los deprimidos o los que pasan por una prueba, resulta ser una ayuda fortalecedora para ellos. El simplemente darles a saber que usted se interesa en ellos, que usted los ama, los edificará. Muchas veces la gente siente la necesidad de hablar con alguien, un amigo ante el cual pueda desahogarse. Por eso, con simplemente ser un oyente benévolo usted quizás pueda fortalecer a sus hermanos. Puesto que el estímulo puede beneficiarnos a todos, ¿no sería bueno que nos preguntásemos con frecuencia: “¿Puedo recordar el extender por lo menos un acto amoroso a alguien hoy... quizás una palabra bondadosa, un pensamiento benévolo a alguien que esté preocupado, deprimido o necesite estímulo?” Sí, ¡qué vital es que procedamos como dice la Biblia: “Sigan consolándose los unos a los otros y edificándose los unos a los otros”!—1 Tes. 5:11.
¡FORTALEZCA A SUS HERMANOS AHORA!
29. ¿Por qué es especialmente vital ahora que fortalezcamos a nuestros hermanos?
29 Ahora es especialmente vital que estemos alerta a la necesidad de fortalecernos los unos a los otros. ¿Por qué? Porque, tal como en el primer siglo Pedro y los demás apóstoles súbitamente se vieron sometidos a pruebas severas, así hoy es posible que nosotros nos enfrentemos a pruebas aun mayores de nuestra fe a medida que el fin de este sistema de cosas se va acercando. Así, pues, nunca ha sido más importante que suministremos ayuda fortalecedora a nuestros hermanos y recibamos de ellos lo mismo. Note, pues, a los de la congregación que saben edificar y fortalecer a otros, y copie su ejemplo. Pero en particular, considere el ejemplo de Jehová Dios y su Hijo.
30, 31. (a) ¿Cómo nos ponen tan excelente ejemplo Jehová Dios y su Hijo en el fortalecer a otros? (b) ¿Cuál debería ser su resolución, y qué resultado puede esperar con relación a usted mismo?
30 Lo que resalta cuando consideramos el ejemplo de ellos es el efecto tan fortalecedor que puede tener en otros el amor altruista. Y note que Dios toma la iniciativa al mostrar su amor. De hecho, la Biblia dice: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5:8) Sí, mientras todavía estábamos haciendo cosas aborrecibles contra Dios, quizás hasta negando su existencia y quebrantando sus leyes de una manera sumamente notoria, Dios nos amó e hizo provisión para que disfrutáramos de vida eterna. (Juan 3:16) Y su Hijo actúa de la misma manera para con la humanidad. Por ejemplo, aun mientras Pedro lo negaba, Jesús no cesó de amar a Pedro. Más tarde, como hemos notado, se le apareció a él especialmente después de su resurrección, lo cual corroboraría a Pedro en la seguridad de que contaba con su amor.
31 En vista de eso, sea usted como Jehová Dios y su Hijo. Fortalezca a sus hermanos. Ámelos intensamente desde el corazón. Tome la iniciativa al proceder así. Como resultado de ello, usted, a su vez, será amado y fortalecido por ellos. ¡Qué hermoso será eso!
[Ilustración de la página 657]
El mandato de Jesús “fortalece a tus hermanos” era para todos los cristianos. ¿Fortalece usted a otros?