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Un Dios que merece nuestra confianzaLa Atalaya 1976 | 15 de mayo
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un fundamento sólido para el cumplimiento de ésta al costo de la vida de su Hijo cariñosamente amado. Como señaló el apóstol Pablo: “El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las otras cosas?”—Rom. 8:32.
Sí, ¿cómo podría persona alguna temer que quizás alguna promesa de Dios quedara sin cumplirse? Jehová Dios ya ha hecho el sacrificio supremo. Su palabra y su juramento a Abrahán no resultaron ser mentira, sino verdad absoluta. Durante el transcurso de la historia humana, Jehová ha demostrado su confiabilidad. Jamás ha dejado de cumplir su palabra de promesa. Ciertamente Jehová es un Dios que merece nuestra confianza absoluta. No nos fallará. Por lo tanto, esforcémonos diligentemente para no fallarle a él, empeñándonos en mantenernos en posición aprobada ante él.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1976 | 15 de mayo
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Preguntas de los lectores
● ¿Viola el modo en que se vierte Juan 1:1 en la Traducción del Nuevo Mundo las reglas de la gramática griega o está en pugna con la adoración de un solo Dios?
La Traducción del Nuevo Mundo, tanto en inglés como en español y otros idiomas, vierte Juan 1:1 como sigue: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios.” Algunos han puesto objeción a la traducción “un dios,” que aparece en la cláusula final de este versículo. Afirman que los traductores se equivocaron al poner un “un” allí delante de “dios.” ¿Es errónea en realidad esta traducción?
Aunque el lenguaje griego no tiene ningún artículo indefinido que corresponda al español “un,” sí tiene un artículo definido ho, que a menudo se vierte al español como “el.” Por ejemplo, ho Khristós, “el Cristo,” ho Kyrios, “el Señor,” ho Theós, literalmente: “el Dios.”
Sin embargo, con frecuencia en el griego aparecen los nombres sin el artículo. Es interesante el hecho de que en la parte final de Juan 1:1, la palabra griega para “dios,” theós, no tiene el artículo definido ho delante de ella. ¿Cómo vierten los traductores esos nombres griegos que aparecen sin artículo? Veamos ejemplos en inglés y en español.
A menudo los traductores agregan el artículo indefinido, en español “un,” en inglés “a” o “an,” para suministrar el sentido apropiado al pasaje. Por ejemplo, en la porción de conclusión de Juan 9:17 el texto griego expresa literalmente, según la traducción literal interlineal al inglés (que aquí presentamos vertida al español) por el clérigo Alfred Marshall, doctor en Literatura: “Y él dijo[:] —Un profeta él es.” No hay artículo definido delante de la palabra griega para “profeta” aquí. Por lo tanto, el traductor vertió la palabra como: “un profeta” (a prophet), como lo hacen muchas otras traducciones inglesas.—Authorized Version, New American Standard Bible, también traducciones por Charles B. Williams y William F. Beck; en español vea Straubinger, Torres Amat, Versión Popular.
Sin embargo, esto no significa que cada vez que aparece un nombre sin artículo en el texto griego debe aparecer en inglés o en español con el artículo indefinido. Los traductores vierten estos nombres de una variedad de maneras, a veces hasta con “el” o “la” (the, en inglés), entendiéndolos como definidos, aunque falta el artículo definido. En Mateo 27:40, por ejemplo, algunas versiones de la Biblia en español tienen la frase “el Hijo de Dios,” aunque la palabra griega para “hijo” está sin el artículo definido.
¿Qué hay de Juan 1:1? La traducción interlineal al inglés por Marshall de ese versículo, al ponerse en español, dice: “En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con — Dios, y Dios era la Palabra.” Como se ha mencionado ya, ningún “el” aparece delante de “Dios” en la cláusula final de este versículo. El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo optó por insertar el artículo indefinido “un” allí. Esto ayuda a distinguir a “la Palabra,” Jesucristo, como un dios, o persona divina de vasto poder, del Dios “con” quien él estaba, Jehová, el Todopoderoso. Algunas personas que están familiarizadas con el griego afirman que al proceder así los traductores violaron una regla importante de la gramática griega. ¿Por qué?
El problema, dicen, es el orden de las palabras. Allá en 1933 el docto en griego E. C. Colwell publicó un artículo intitulado: “Una regla definida para el uso del artículo en el Nuevo Testamento Griego.” En él escribió: “Un predicado nominal definido tiene el artículo cuando sigue al verbo; no tiene el artículo cuando precede al verbo. . . . Un predicado nominal que precede al verbo no puede ser traducido como nombre indefinido o ‘cualitativo’ solamente debido a la ausencia del artículo; si el contexto sugiere que el predicado es definido, debe traducirse como nombre definido a pesar de la ausencia del artículo.”
En Juan 1:1 el predicado nominal sin artículo theós sí precede al verbo, pues el orden de las palabras en griego es literalmente: “Dios [predicado] era [verbo] la Palabra [sujeto].” Tocante a este versículo Colwell concluyó: “El versículo de apertura del Evangelio de Juan contiene uno de los muchos pasajes donde esta regla sugiere la traducción de un predicado como nombre definido.” Por eso algunos doctos afirman que la única manera en realidad correcta de traducir esta cláusula es: “Y la Palabra era Dios.”
¿Demuestran estas declaraciones de Colwell que “un dios” sea una traducción errónea en Juan 1:1? Quizás usted haya reparado en la fraseología de este docto en el sentido de que un predicado nominal sin artículo que precede al verbo debe entenderse como definido “si el contexto sugiere” eso. Más adelante en su argumento Colwell recalca que el predicado es indefinido en esta posición “solo cuando el contexto lo exige.” En ninguna parte declara él que todos los predicados nominales sin artículo que preceden al verbo en griego sean nombres definidos. No es ninguna regla inviolable de la gramática, sino el contexto, lo que debe guiar al traductor en tales casos.
El texto griego de las Escrituras Cristianas tiene muchos ejemplos de este tipo de predicado nominal en cuyos casos otros traductores al español han agregado el artículo indefinido “un” (o, en inglés, “a” o “an”) o han dado carácter cualitativo al nombre traduciéndolo sin artículo, como se puede hacer en algunos casos en español sin producir confusión, como con relación a las expresiones “profeta” y “rey” en Juan 4:19 y Juan 18:37, textos que, en la traducción interlineal al inglés de Marshall, puestos literalmente en español, dirían: “Dice a él la mujer: Señor, yo percibo que un profeta [predicado] eres [verbo] tú [sujeto]” y: “Dijo por lo tanto a él... Pilato: ¿No realmente un rey [predicado] eres [verbo] tú [sujeto]? Contestó... Jesús: Tú dices que un rey [predicado] yo soy [verbo, con sujeto incluido].”
¿Notó usted las expresiones “un profeta” (a prophet), “un rey” (a king) (dos veces)? En griego éstos son predicados nominales sin artículo que preceden al verbo. Pero el traductor al inglés los vertió con el artículo indefinido “un.” Hay numerosos ejemplos de esto en las versiones de la Biblia en inglés y en español. Para ilustración adicional de estos puntos considere los siguientes ejemplos del Evangelio de Juan en la Versión Popular: “Un diablo” (Juan 6:70); “un asesino . . . mentiroso” (entendiéndose el “un” antes de “mentiroso”) (Juan 8:44); “ladrón” (Juan 10:1); “pariente” (Juan 18:26) (entendiéndose el “un” delante de “ladrón” y “pariente”).
Alfred Marshall explica por qué usó el artículo indefinido en su traducción interlineal de todos los versículos mencionados en los dos párrafos anteriores, y en muchos más, así: “El uso de [el artículo indefinido] en la traducción es asunto de juicio individual. . . . Hemos insertado ‘un’ como cosa natural donde parecía necesitarse.” Por supuesto, ni Colwell (como se hizo notar antes) ni Marshall opinaron que se necesitara un “un” antes de “dios” en Juan 1:1. Pero esto no fue debido a ninguna regla inflexible de la gramática. Fue “juicio individual,” algo que los doctos y traductores tienen derecho a expresar. El Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo expresó un juicio diferente en este lugar mediante la traducción “un dios.”a
Ciertos doctos han señalado que los predicados nominales sin artículo antepuestos al verbo en griego pueden tener significado cualitativo. Es decir, pueden describir la naturaleza o condición del sujeto. Así, pues, algunos traductores vierten Juan 1:1: “El Logos era divino,” (Moffatt); “la Palabra era divina,” (Goodspeed); “la naturaleza de la Palabra era lo mismo que la naturaleza de Dios,” (Barclay); “la Palabra estaba con Dios y compartía su naturaleza,” (The Translator’s New Testament).
¿Significa el que Jesucristo sea “divino” o de índole deífica que Jesucristo mismo sea todopoderoso y coeterno con Dios el Padre?
Es cierto que los trinitarios atribuyen significado especial a la condición divina de Jesús. Hasta utilizan un término griego especial no bíblico, homoousios (“de una sola sustancia,” o “de una sola esencia”), en este sentido. La New Catholic Encyclopedia explica bajo el encabezamiento: “Consustancialidad,” que es una traducción de homoousios: “La consustancialidad definida por [el Concilio de] Nicea I [325 E.C.], entonces, . . . afirma esencialmente que el Hijo es igual al Padre, tan divino como el Padre, procediendo de Su sustancia y siendo de la misma sustancia con Él; se desprende necesariamente que el Hijo no puede pertenecer a lo creado . . . Debido a la absoluta unicidad, unidad, y simplicidad de Dios, la identidad de la sustancia no es meramente específica [como en el caso de las personas humanas que tienen naturaleza humana en común] sino absoluta, o numérica.”
¿Dónde, sin embargo, encuentra uno en las Escrituras un razonamiento como ése? La respuesta es sencilla: En ninguna parte. La Palabra escrita de Dios ni contiene la palabra homoousios ni la idea que los trinitarios le atribuyen. Eso es simple filosofar.
¿Está en pugna la idea de que Jesucristo sea “un dios” con la enseñanza bíblica de que únicamente hay un Dios? (1 Cor. 8:5, 6) De ninguna manera. A veces las Escrituras Hebreas utilizan el término para Dios, elohim, con referencia a criaturas poderosas. En Salmo 8:5, por ejemplo, leemos: “También procediste a hacerlo [al hombre] un poco menor que los que tienen parecido a Dios.” (Hebreo, elohim; “un dios,” versículo 6 en La Santa Biblia, versión dirigida por E. M. Nieto y Biblia de Jerusalén) La Versión de los Setenta griega vierte elohim aquí “ángeles.” Los traductores judíos de esta versión no vieron ningún conflicto con el monoteísmo al aplicar el término para Dios a personas de la región espiritual creadas. (Compare con Hebreos 2:7, 9.) De manera similar, los judíos del primer siglo E.C. no hallaron conflicto alguno con su creencia en un solo Dios en Salmo 82, aunque los Sal. 82 versículos 1 y 6 de este salmo utilizan la palabra elohim (theoí, plural de theós, versión de los Setenta) con referencia a jueces humanos.—Compare con Juan 10:34-36.
Jesucristo, según las Escrituras, es “la imagen del Dios invisible.” (Col. 1:15) Sin embargo los cristianos de llamada celestial esperan llevar la imagen de Cristo en su plenitud, llegar a ser participantes de “la naturaleza divina,” cuando lleguen al cielo. (2 Ped. 1:4; 1 Cor. 15:49; Fili. 3:21) Ya han obtenido un principio hacia esto mediante el “nuevo nacimiento” espiritual mientras todavía están en la Tierra. (1 Ped. 1:3, 4) Sin embargo, esto no significa que hayan de ser coiguales con Dios. Tampoco el hecho de que Jesús tenga entonces “naturaleza divina” con ellos significa eso para él.
La traducción “un dios” en Juan 1:1 no causa injusticia a la gramática griega. Tampoco está en pugna con la adoración de Aquel a quien el resucitado Jesucristo llamó “mi Dios” y a quien Jesús mismo está sujeto.—Juan 20:17; Rev. 3:2, 12; 1 Cor. 11:3; 15:28.
[Nota]
a Para una consideración más cabal de Juan 1:1, sírvase ver el artículo “Un magnífico vocero... ¿quién es?” en La Atalaya del 15 de agosto de 1975, páginas 493-496.
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Visión antigua con significado modernoLa Atalaya 1976 | 15 de mayo
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Visión antigua con significado moderno
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