¿Es el día de juicio sólo una broma?
La gente en los días de Noé pensó que era broma. Los ciudadanos de Sodoma en los días de Lot pensaron que era broma. Jesús indicó que la gente hoy en día pensaría que es broma. ¿Qué piensa usted?
LA MAYORÍA de las personas que asisten regularmente a las iglesias hace sólo un esfuerzo endeble, si acaso hace alguno, para explicar el “día del juicio.” Generalmente hablan de ello en broma o se refieren a ello en tonos de horror como el “día de la destrucción,” “el día en que termine la tierra” o “el día en que ya no habrá más tiempo.” Aun el clero rara vez ofrece una explicación más inteligente. Para ellos ciertas preguntas son un rompecabezas que ellos no pueden juntar para hacer un cuadro correcto y comprensivo: ¿Qué es el día del juicio? ¿Cuándo será? ¿Quién tiene a su cargo el juicio? ¿Cuál es el resultado? ¿Estamos en un día de juicio ahora?
El día del juicio les suena como broma a muchas personas porque han sido cegadas por la religión falsa. Se les ha enseñado que la tierra literal será reducida a la nada. Realmente, ésta es una enseñanza absurda. Porque la misma Palabra de Dios declara confiadamente: “La tierra permanece para siempre.” De manera que cuando el clero enseña que la tierra terminará, la gente no puede contener la risa, por ser eso tan irrazonable y contrario a lo que dice la Biblia.—Ecl. 1:4.
No hay duda de que el Dios Todopoderoso ha decretado un día de juicio. La Biblia dice: “Jehová es nuestro Juez.” “Él ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada en justicia.” Pero exactamente, ¿qué es lo que se quiere decir con la expresión “día del juicio”? Se refiere a ese tiempo en que la corte suprema del cielo pronuncia juicio justo. Según el uso bíblico, juicio quiere decir el decidir qué es lo que se conforma a la ley de Dios. Para hacer esta gran obra Jehová Dios ha nombrado a un Juez asociado, uno a quien él levantó de entre los muertos, a saber, su amado Hijo, Cristo Jesús. Concerniente a su nombramiento como Juez, Cristo Jesús dijo: “El Padre absolutamente no juzga a nadie, sino que él ha encomendado todo el juicio al Hijo, . . . el juicio que yo dicto es justo, porque yo busco, no mi propia voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió.” Se le tiene mayor aprecio al nombramiento del Hijo como juez al considerar las palabras del apóstol Pedro: “Nos ordenó que predicáramos a la gente y que diéramos un testimonio cabal de que éste es Aquel de quien Dios ha decretado que sea juez de vivos y muertos.”—Isa. 33:22, Hech. 17:31; Juan 5:22, 30; Hech. 10:42, NM.
EL DÍA DE JUICIO DE MIL AÑOS
El día en el cual Cristo Jesús juzga a “vivos y muertos” no puede ser un día de veinticuatro horas. Pues la regla bíblica es: “Un día es con Jehová como mil años y mil años como un día.” De modo que el día que Jehová ha designado para que Cristo ejerza su nombramiento judicial es uno que dura mil años. Este juez también es un Rey. Así que es un Rey-Juez. Su reinado de mil años comienza después de la guerra universal del Armagedón, una guerra que va a venir sobre esta generación, guerra en la cual el Dios Todopoderoso destruye este presente sistema de cosas que hay sobre la tierra. Es la tierra simbólica del mundo de Satanás, entonces, lo que sufre destrucción en el Armagedón, no la tierra literal. Los cielos simbólicos, Satanás y su organización de demonios, también se disuelven en el Armagedón; porque por medio de su Hijo, Jehová abisma al Diablo: “Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años. Y le arrojó al abismo el cual cerró y selló sobre él, para que no extraviara más a las naciones hasta que terminaran los mil años.”—2 Ped. 3:8; Apo. 20:2, 3, NM.
Aunque todo el inicuo sistema de cosas del día actual sentirá la furia cabal del “decreto de destrucción” expresado por Jehová, un gran número de personas, aquellas que aman la justicia y que se han dedicado al Dios verdadero, sobrevivirán al Armagedón y estarán en condición de recibir los beneficios del día del juicio de mil años. Durante este día del juicio Cristo Jesús resucitará a los muertos que Dios tiene en su memoria. Jesús nos dijo que no nos maravilláramos de este hecho: “No se maravillen de esto, porque la hora viene en la cual todos los que están en las tumbas memorialescas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”—Isa. 28:22, AN; Juan 5:28, 29, NM.
Cuando estos millones de personas salgan de sus tumbas, ¿cómo serán juzgados? ¿Por el registro de su conducta pasada? No, ellos empezarán de nuevo sin ninguna culpa en su contra. Serán juzgados según sus obras futuras. Si hubieran de ser juzgados por sus obras pasadas, podrían ser juzgados estando aún en sus sepulcros. En ese caso solamente habría necesidad de una “resurrección de vida.” Pero Jesús, el Juez, ha prometido una “resurrección de juicio” y que los que son resucitados así serán juzgados según sus hechos futuros sobre una tierra libre de la influencia del Diablo. Dice la profecía: “Y el mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados individualmente según sus hechos.” A cada uno se le dará la oportunidad de probar por su manera de obrar que ama la justicia. Pocas son las naciones hoy en día que ofrecen justicia para todos, y aun aquellas que lo hacen no pueden cumplir con sus promesas debido a la imperfección del hombre. Y además de eso, el pobre tiene poca esperanza de recibir justicia cabal; sólo el rico tiene los recursos para apelar a las cortes superiores. ¡Cuán diferente al tiempo presente será el día de juicio de mil años! En aquel entonces todos estarán en un nivel de igualdad. No habrá prejuicio en contra de los que eran pobres anteriormente: “Y no juzgará según la vista de los ojos, ni fallará según el oír de los oídos; sino que con justicia juzgará a los desvalidos, y fallará con rectitud por los mansos de la tierra.”—Apo. 20:13, NM; Isa. 11:3, 4.
APLÍCASE LA PRUEBA FINAL
¿Qué ocurre al final del día de juicio de mil años? Cristo Jesús, habiendo devuelto a la perfección a la raza humana, entrega el reino a su Padre para que Jehová sea todo para todos: “En seguida, el fin consumado, cuando él entrega el reino a su Dios y Padre, cuando él haya destruido todo gobierno y autoridad y poder.” Entonces Jehová usa a Jesús para soltar al Diablo: “Ahora, tan pronto como los mil años hayan terminado, Satanás será soltado de su prisión.” ¿Por qué se suelta al Diablo de su estado de detención de mil años parecido a la muerte? Porque tiene que hacerse una prueba final para determinar quién es digno de recibir de la mano de Jehová Dios el derecho de vivir sobre esta tierra para siempre.—1 Cor. 15:24; Apo. 20:7, NM.
No se sorprenda porque se suelte al Diablo. Tenemos que recordar que el hombre perfecto Adán fué probado por Dios. Jehová usó el “árbol del conocimiento del bien y del mal.” Pero durante la prueba final, después que terminen los mil años, el Juez supremo no usa ningún árbol sino más bien al Diablo para aplicar una prueba sobre la cual él pueda basar su juicio. Algunos de entre la humanidad perfeccionada, cual Adán en el jardín de Edén, se dejarán desviar por el Diablo. El resultado: estos inicuos voluntariosos, engañados, llamados simbólicamente Gog y Magog, se preparan para guerrear en contra de los que se mantienen fieles a Jehová. Dios no permite que las cosas se hagan ingobernables, porque cuando estos rebeldes dirigidos por el Diablo hacen su asalto supremo contra los habitantes leales del nuevo mundo, Jehová entra en acción: “Bajó fuego del cielo y los devoró. Y el Diablo que los estaba desviando fué arrojado al lago de fuego y azufre.” Esta vez Dios no abisma al Diablo, sino que lo arroja en el lago de fuego, símbolo de la muerte segunda o el estado de la aniquilación eterna. Todos los rebeldes que perecen con el Diablo sufren el mismo fin.—Gén. 2:17; Apo. 20:9, 10, NM.
PERÍODOS DE JUICIO SOBRE LA SOCIEDAD HUMANA
Puesto que el día del juicio de mil años y el período de juicio al final de ese día están todavía en el futuro, ¿puede uno hacer lo que se le antoje ahora y pasar por alto las buenas nuevas del reino de Dios? La respuesta bíblica es: No. Si las naciones, comunidades, familias e individuos no hubieran de ser considerados responsables por sus acciones, entonces no serviría para ningún propósito vital la obra de predicación mundial que Cristo Jesús predijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.” (Mat. 24:14, NM) El pasar por alto este mensaje acerca del nuevo mundo de Dios y el fin de este sistema de cosas es un error, un error mortal. Porque aunque el día del juicio de mil años aun no ha empezado, no crea usted que no ha habido o que no está en progreso ahora un período de juicio que abarca a la sociedad humana.
¿Cuán serio es un período de juicio? La condenación divina siempre resulta en la destrucción eterna. Esto fué cierto durante el día del juicio edénico cuando Dios pronunció sentencia sobre Adán. Otro período de juicio le sobrevino a la sociedad humana en los días de Noé. Dios se resolvió a exterminar a los habitantes de la tierra debido a la maldad de ellos. Él divulgó la amonestación por medio de un predicador de justicia, Noé. Pero según opinaba la gente inicua Noé sólo era un fanático. ¡Numerosas deben haber sido las bromas que se basaron en la predicación de Noé y su construcción de un barco! Cuando leemos el registro bíblico podemos formarnos un cuadro mental de la gente antediluviana señalando con desdén a este hombre y riéndose a carcajadas al verlo tan absorto en la predicación y en la construcción del barco. Pero, como dice la Biblia, ese período de juicio no era broma; porque Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, pero mantuvo a Noé, predicador de justicia, en seguridad con siete otros cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” Nadie de entre toda esa “gente impía” que pereció tendrá una resurrección, porque los juicios de Jehová son terminantes: “Yo, Jehová, no cambio.”—2 Ped. 2:5, NM; Mal. 3:6.
El día del juicio para Sodoma y Gomorra fué otro período en que el destino de muchos quedó decidido. Los ángeles de Jehová aparecieron a Lot, le informaron acerca del fallo de Dios de destruir las ciudades y le amonestaron a que huyera por su vida. Se le dijo a Lot que, antes de huir, diera la amonestación a sus parientes. Este hombre temeroso de Dios no perdió tiempo, sino que se dió prisa en ir a sus yernos con las noticias que eran una sacudida para la ciudad: “Lot salió y empezó a hablar a sus yernos que habían tomado a sus hijas, y seguía diciendo: ‘¡Levántense! ¡Salgan de este lugar, porque Jehová destruye la ciudad!’ Pero a los ojos de sus yernos parecía como un hombre que estaba bromeando.”—Gén. 19:14, NM.
¡Pensaban que Lot estaba bromeando! Y sin embargo, ¿no podemos oír la urgencia en su voz al seguir diciendo él: “Salgan de este lugar”? Pero sus parientes que se desternillaban de risa pensaban tan increíble el que el Dios del cielo destruyera la ciudad de ellos que ni siquiera investigaron la amonestación de Lot. De modo que los yernos se abandonaron al destino de la destrucción eterna que ellos mismos escogieron. Porque “Jehová hizo que lloviera azufre y fuego desde Jehová, desde los cielos, sobre Sodoma y sobre Gomorra.” La risa burlona cesó para siempre en Sodoma; su día de juicio no había sido broma.—Gén. 19:24, NM.
Fué idéntico el destino de toda la gente que no huyó de Sodoma, fueran hombres, mujeres o niños. Ellos pagaron la pena de la destrucción eterna, porque era un día de juicio. Sodoma y Gomorra, dice un escritor de la Biblia, Judas, “son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador siendo sometidas al castigo judicial de fuego eterno.”—Judas 7, NM.
DÍA DE JUICIO DESDE 1918
¿Qué quiere decir todo esto? El apóstol Pedro contesta: “Condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra reduciéndolas a cenizas, estableciendo un modelo para las personas impías de cosas que habían de venir.” Así que el día del juicio de Sodoma representó el día del juicio que vendría sobre las gentes de las naciones en los “últimos días,” en los cuales estamos ahora. A partir de 1918 el Rey entronizado Cristo Jesús ha estado juzgando a las gentes de las naciones. Jesús no tiene que estar sobre la tierra para hacer esto, sino que lo hace invisiblemente desde el cielo como él predijo: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán juntadas delante de él, y él separará a la gente una de otra.” ¿Qué le sirve a Jesús de base para hacer su juicio? La reacción de las gentes a la predicación que los testigos de Jehová hacen de las buenas nuevas acerca del reino establecido. Jesús predijo que esta obra mundial de dar el testimonio se haría durante su segunda presencia: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.”—2 Ped. 2:6; Mat. 25:31, 32; 24:14, NM.
“El fin consumado” significa la culminación de este período de juicio, la guerra del Armagedón. Entonces Jehová hace cumplir su fallo de condenación por medio de “la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles en fuego llameante, al traer él castigo merecido sobre los que no conocen a Dios y los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. Estos mismos pagarán la pena de destrucción eterna.” De manera que los que mueren en el Armagedón pagarán la misma pena que pagó la gente de Sodoma; es decir, ellos no tendrán una “resurrección de juicio” durante el día del juicio de mil años, sino que permanecerán muertos para siempre.—2 Tes. 1:7-9, NM.
El sobrevivir al Armagedón y entrar en el día milenario de juicio, durante el cual la humanidad será conducida de nuevo a la perfección, será una bendición incomparable. Es una bendición asequible a todos, no importa la vida que hayan vivido antes, si prestan atención ahora al mensaje amonestador y adoran a Jehová en servicio obediente. Casi todos, sin embargo, adoptan la actitud de indiferencia, la cual los coloca en la clase de las cabras. El Señor predijo esta actitud mental. “Así como aconteció en los días de Noé,” y “así como aconteció en los días de Lot,” declaró Jesús, “de la misma manera será en aquel día cuando el Hijo del hombre ha de ser revelado.” La gente en el día de Noé estaba demasiado ocupada para escuchar a Noé; en caso de hacerlo se burlaban de él. En el tiempo de Lot algunos de los ciudadanos de Sodoma pensaron que su día de juicio era solamente una broma. Se rieron con ganas, pero su risa fué interrumpida por la destrucción eterna de ellos. De modo que Jesús nos dice que no nos portemos de la misma manera olvidadiza e inclinada a no investigar. Pedro lo dice también: “En los últimos días vendrán burladores con sus burlas.” ¿Cuál será el motivo de su risa? La predicación de las buenas nuevas de que Cristo ha tomado su poder real y está juzgando ahora a las gentes de las naciones. Las masas creen que esto, junto con la amonestación urgente acerca del Armagedón, es poco creíble, que es sólo una broma.—Luc. 17:26, 28, 30; 2 Ped. 3:3, NM.
Pero los testigos de Jehová no están bromeando. Ellos no predicarían sin cesar año tras año, día tras día, de casa en casa, en los hogares de la gente y en las vías públicas si su mensaje fuera una broma. Lo consideran cosa de tan gran seriedad que en dar la amonestación acerca de la proximidad del Armagedón dedicaron, en 1954, la suma descomunal de 80,814,996 horas. Aproveche usted la oportunidad de oír cabalmente este mensaje, el más urgente de todos los mensajes. Haga una investigación cuidadosa usando su Biblia. Su vida está envuelta en ello. Por lo tanto acuérdese de los ciudadanos de Sodoma que se rieron y lo que les resultó. Acuérdese de la comparación amonestadora que Jesús hizo entre aquel tiempo y el de hoy en día. Aprovéchese ahora por medio de saber que este día de juicio actual con certeza no es una broma.
Lo que teme el inicuo eso vendrá sobre él; asimismo lo que desean los justos les será dado. Cuando pase el torbellino ya no existirá el inicuo; pero el justo tiene un cimiento eterno.—Pro. 10:24, 25.
[Ilustraciones de la página 581]
EDÉN
DILUVIO
SODOMA Y GOMORRA
DESDE 1918
JUICIO DE MIL AÑOS