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¿Necesitamos ayuda para entender la Biblia?La Atalaya 1981 | 1 de julio
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Escrituras con actitud mental escéptica para asegurarse de que aquellas cartas tuvieran apoyo bíblico, de que los escritores realmente sabían de qué estaban hablando.
CÓMO VEMOS AL “ESCLAVO”
Podemos beneficiarnos de esta consideración. Si ya hemos establecido qué instrumento Dios está usando como su “esclavo” para distribuir el alimento espiritual a su pueblo, de seguro que Jehová no se siente complacido si recibimos ese alimento como si pudiera contener algo dañino. Debemos tener confianza en el conducto que Dios está usando. En las oficinas centrales de Brooklyn, de donde emanan las publicaciones bíblicas de los testigos de Jehová, hay más ancianos cristianos maduros, tanto del “resto” como de las “otras ovejas,” que en cualquier otro lugar de la Tierra.
Es cierto que los hermanos que preparan estas publicaciones no son infalibles. Los escritos de ellos no son inspirados como lo son los de Pablo y otros escritores bíblicos. (2 Tim. 3:16) Y por eso, a veces, ha sido necesario, a medida que el entendimiento se ha hecho más claro, corregir algunos puntos de vista. (Pro. 4:18) Sin embargo, el resultado de esto ha sido un refinamiento continuo del cuerpo de la verdad basado en la Biblia en el cual convienen los testigos de Jehová. A través de los años, a medida que se han hecho ajustes a ese cuerpo de la verdad, éste se ha hecho cada vez más maravilloso y más aplicable a nuestra vida en estos “últimos días.” Los comentadores bíblicos de la cristiandad tampoco son inspirados. A pesar de que afirman tener gran conocimiento, no han logrado sacar a relucir ni siquiera verdades bíblicas básicas... tales como la de la Tierra paradisíaca venidera, la importancia del nombre de Dios y la condición de los muertos.
Más bien, el registro que se ha hecho la organización del “esclavo fiel y discreto” por más de 100 años nos obliga a llegar a la conclusión que expresó Pedro cuando Jesús preguntó a sus apóstoles si ellos también querían dejarlo, a saber: “¿A quién nos iremos?” (Juan 6:66-69) ¡No hay duda alguna! Todos necesitamos ayuda para entender la Biblia, y no podemos encontrar la guía bíblica que necesitamos fuera de la organización del “esclavo fiel y discreto.”
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Jesús como ingeniero de acústicaLa Atalaya 1981 | 1 de julio
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Jesús como ingeniero de acústica
El libro por Auguste Paes “Isolation Sonore et Acoustique Architecturale” (Aislamiento acústico y acústica arquitectónica) contiene un capítulo sobre la oratoria al aire libre. Es interesante notar, bajo el encabezamiento “La predicación del Evangelio,” lo siguiente:
“Los textos del Evangelio declaran: ‘Subiendo a una de las barcas . . . le rogó [a Simón] que se alejara un poco de tierra; y . . . enseñaba desde la barca a la muchedumbre.’—Luc. 5:3, ‘Biblia de Jerusalén.’
No hay ningún indicio de que las riberas inclinadas del lago de Genesaret hayan cambiado de manera considerable desde cuando acontecieron esos sucesos. Apliquemos, por lo tanto, estos textos a los contornos más comunes de sus riberas del día actual. . . .
“Presentes están todos los elementos más propicios para la recepción del sonido. Primeramente, todo el auditorio puede ver al discursante y recibir directamente el sonido. Debido a la inclinación del terreno, los oyentes que más alejados están del discursante están situados en posición más elevada en la ribera. Además, la superficie tranquila de las aguas del lago provee el mejor reflector de sonido. El sonido así reflejado sigue una trayectoria muy semejante a la del sonido directo. . . . la claridad del sonido queda inalterada, con una amplificación de seis decibelios. Este reflector está situado en la dirección de la difusión de la voz, a saber, delante del discursante.
“Por último, aquí tenemos un ejemplo que prueba una regla práctica importante: el discursante no debe estar demasiado cerca del auditorio.”
Cuando la Escuela Bíblica de Galaad de la Sociedad Watchtower estaba ubicada en el norte del estado de Nueva York, el instructor en oratoria pública ilustraba estos principios por medio de hablar desde el extremo de una charca a sus estudiantes que estaban sentados en un anfiteatro al otro lado de la charca.
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