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Parte 23—“Hágase tu voluntad en la tierra”La Atalaya 1959 | 1 de diciembre
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y en lo que concernía al nombramiento teocrático de los superintendentes de las congregaciones. Ciertamente las veinticuatro personas de edad avanzada que el apóstol Juan vió en su visión celestial coronadas y sentadas en tronos alrededor del trono del Dios Altísimo no eran “ancianos” que hubieran sido elegidos democráticamente por las congregaciones abajo en la tierra. Eran “ancianos” a quienes el Soberano del universo había escogido debido a su crecimiento cristiano cabal y su integridad probada. Ciertamente, también, las “siete estrellas” que Juan vió sobre la mano derecha del glorificado Jesucristo y que representaban a los “ángeles” o superintendentes de las congregaciones de la clase ungida del santuario de Jehová eran “ancianos” cabalmente crecidos o desarrollados que habían sido escogidos y que eran gobernados, no por las congregaciones según el proceder democrático de la séptima potencia mundial, sino por la Cabeza Suprema de la organización teocrática por medio de Jesucristo. (Apo. 1:16, 20; 2:1; 4:4, 10, 11) Muy apropiadamente al resto de la clase del santuario sobre la tierra se le hizo estar y funcionar en armonía con esta regla teocrática al debido tiempo de Jehová.
(Continuará)
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1959 | 1 de diciembre
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Preguntas de los lectores
● En Juan 3:16, 17, ¿a qué “mundo” amó tanto Dios, y a qué “mundo” fué que Dios envió a Jesús, no a juzgar, sino a salvar?
En el relato de Juan de la vida de Jesús la palabra española “mundo” se traduce de la palabra griega kosmos, que aparece por lo menos setenta y nueve veces en el texto original del relato de Juan. Fundamentalmente, kosmos significa “orden,” es decir, un orden constituido, un arreglo, un orden de cosas según cierto diseño, un arreglo de cosas según cierto modelo.
Sin embargo, siempre que leemos en el relato de Juan la palabra kosmos, no debemos en cada caso pensar inmediatamente en un mundo formado de cielos y tierra, los cielos estando compuestos de invisibles fuerzas espirituales que gobiernan y la tierra estando compuesta de criaturas humanas sujetas y sumisas al gobierno de aquellas fuerzas espirituales invisibles. Por consiguiente no debemos pensar inmediatamente en las clases de mundo que han estado o todavía estarán asociadas con esta tierra—el mundo edénico de la inocencia de Adán y Eva; el mundo fuera del jardín de Edén o el mundo de los impíos de antes del Diluvio; el presente mundo de los “cielos y la tierra actuales”; y el venidero nuevo mundo de “nuevos cielos y una nueva tierra.” Si siempre pensamos en mundos de esa clase tal vez nos hallemos desorientados y nos preguntemos cuál de esos varios mundos es el que se da a entender.
Por ejemplo, considere los primeros cuatro usos de Juan de la palabra kosmos o “mundo.” Leemos: “La luz verdadera que da luz a toda clase de hombre estaba para entrar al mundo [1]. Estaba en el mundo [2] y el mundo [3] vino a la existencia por medio de él, pero el mundo [4] no le prestó atención. Vino a su propio hogar, pero su propio pueblo no lo recibió.” (Juan 1:9-11) Ahora bien, ¿a qué mundo vino Jesús como la luz verdadera? Es cierto que esto aconteció durante el tiempo del mundo formado de los “cielos y la tierra actuales.” (2 Ped. 3:7) Pero, ¿es éste el “mundo” que Juan 1:9-11 da a entender? ¿Fué éste el mundo que “vino a la existencia por medio de él”? ¿Fué éste “su propio hogar” al cual vino, pero ninguno del cual lo recibió?
Tenemos que tener presente que Jesús salió de las regiones invisibles, espirituales y más altas y entró en las regiones visibles, terrestres o carnales y más bajas. Por esto él dijo a los judíos: “Ustedes son de las regiones de abajo; yo soy de las regiones de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.” (Juan 8:23) Aquí Jesús estaba identificando un mundo con las “regiones de arriba,” y otro mundo con las “regiones de abajo.” Él dijo que la gente de las regiones de abajo era “de este mundo.” Él mismo, siendo de las regiones de arriba, por lo tanto ‘no era de este mundo.’ ¿Qué, entonces, era este mundo? Sí, era un orden establecido o un arreglo; pero para que hubiese un orden o arreglo, tenía que haber cosas o gente para que fueran establecidas en cierto orden o para que
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