-
En la congregación, responda al cariño tierno de JehováLa Atalaya 1973 | 15 de julio
-
-
altivo antes del tropiezo. Mejor es ser humilde de espíritu con los mansos que dividir el despojo con los que a sí mismos se ensalzan.”—Pro. 16:18, 19.
22. ¿Cuál es la actitud apropiada para con: (a) ¿Los que tiene circunstancias favorables y habilidades? (b) ¿Los que requieren tiempo y entrenamiento para progresar?
22 La actitud de Dios para con los humildes es evidente, y todos deben adoptarla. Algunos con circunstancias favorables y habilidades naturales se aplican y logran buen progreso cristiano. Ha de darse encomio debido a este adelantamiento. La persona con tal habilidad, responsabilidad y privilegios debe reconocer que algunas otras personas no poseen estas cosas. Hay otros que se benefician del entrenamiento y la operación del espíritu de Jehová, y con el tiempo progresan y reciben privilegios teocráticos adicionales. Eso es muy bueno y también muestra apropiado progreso cristiano. Además, hay muchos en la congregación cristiana que son nuevos o cuyas circunstancias todavía no les han permitido progresar, y a éstos también los tenemos que ver desde el punto de vista de Dios. Sería razonamiento humano incorrecto el considerar a estos individuos algo retraídos como de poca importancia. Dios se interesa en ellos y puede usarlos de muchas maneras valiosas, y lo está haciendo.
23. (a) ¿Quiénes deben ser ayudados, y por quiénes? (b) En armonía con Santiago, ¿qué hemos observado todos que es cierto?
23 Por eso, con este punto de vista apropiado, que todos, los de condición humilde así como otros, se ayuden unos a otros. Esto incluiría el ayudar a los que son niños literalmente, a los jóvenes en años. También a los que son ancianos, quizás enfermizos, y quizás hasta a las personas que se sienten inferiores se les debe dar ayuda. Todos pueden beneficiarse espiritualmente de los de condición humilde que, a medida que responden a las provisiones amorosas de Jehová, suministran apoyo y fuerzas a la organización de la congregación del pueblo de Jehová. La asociación de congregación y la asociación personal son valiosas en esto, haciendo que todos se den cuenta de la veracidad de la aseveración bíblica de que “Dios compuso el cuerpo, dando más abundante honra a la parte que le hacía falta.” (1 Cor. 12:24) Ciertamente los siervos de Jehová, todos sin excepción, concuerdan con las observaciones del escritor bíblico Santiago, cuando dijo: “Ustedes . . . han visto el resultado que Jehová dio [a Job], que Jehová es muy tierno en cariño y misericordioso.”—Sant. 5:11.
-
-
Las ovejas conocen la voz de su pastorLa Atalaya 1973 | 15 de julio
-
-
Las ovejas conocen la voz de su pastor
EL SIGUIENTE informe sobre el pastorear en el Oriente Medio esclarece de modo interesante la ilustración de Jesús en Juan 10:2-5, donde, refiriéndose a las ovejas, dice que conocen la voz de su pastor y que reciben nombres:
“El pastor moderno . . . tiene una memoria maravillosa, que retiene el nombre de todas las ovejas. A veces los rebaños se componen de centenares de ovejas, y no obstante cada una tiene nombre y el pastor lo conoce, y llama a cada oveja por su nombre correcto. . . . [Un observador] cuenta que ha observado a pastores con rebaños en las laderas del monte Hermón: ‘Cada pastor . . . entrena sus ovejas a venir cuando las llama, a ir en orden, de dos en dos o de cuatro en cuatro, en cuadros y círculos; una del círculo exterior en un rebaño de mil ovejas viene cuando se le llama por nombre.’ Es la voz del pastor la que reconoce la oveja.
“En una ocasión un extraño le declaró a un pastor sirio que las ovejas conocían la indumentaria y no la voz de su amo. El pastor dijo que era la voz la que conocían. Para demostrar esto, cambió indumentaria con el extraño, que fue entre las ovejas con la indumentaria del pastor, llamando a las ovejas pero imitando la voz del pastor, y trató de conducirlas. Ellas no conocían su voz, pero cuando el pastor las llamó, aunque estaba disfrazado, las ovejas corrieron inmediatamente al oír su llamada.”—Orientalisms in Bible Lands, por E. W. Rice, págs. 159-161.
-