El “pastor excelente” y sus “otras ovejas”
“Y tengo otras ovejas, que no son de este redil, a ésas también tengo que traer.”—Juan 10:16.
1. ¿Qué diferencia existe entre el “pastor excelente” y un “asalariado”?
UN PASTOR excelente difiere de un asalariado, que está interesado solo en el pago que va a conseguir. Jesús dijo: “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas. El asalariado, que no es pastor y a quien las ovejas no pertenecen como suyas propias, ve venir al lobo y abandona las ovejas y huye —y el lobo las arrebata y las desparrama— porque es asalariado y no le importan las ovejas.”—Juan 10:11-13.
2. (a) Al decir que el “pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas,” ¿a qué se refería Jesús en su propia experiencia? (b) ¿A favor de qué sirvió en general el que Jesús entregara su alma humana?
2 Allá en el Oriente Medio el pastorear ovejas afuera en los pastos tenía sus peligros. Recordamos que en cierta ocasión el pastorcillo David tuvo que matar a un oso y a un león para salvar la vida de las ovejas de su padre Jesé. (1 Sam. 17:34-36) Jesús habló acerca de lobos que hacían presa de las ovejas. El hacer huir a un lobo pudiera poner a un pastor en peligro de recibir daño corporal. Un pastor excelente no huiría como un asalariado en busca de su seguridad personal, sino que protegería a las ovejas contra las bestias que estuvieran en busca de presa. Un “pastor excelente” estaría dispuesto hasta a ‘entregar su alma a favor de las ovejas’ para no perder ni una sola de ellas. Al llamar atención a esto, Jesús predijo su propia muerte como alma humana a favor de las “ovejas” de Jehová. Pero Jesús estuvo dispuesto a cumplir a plenitud con esta característica de un “pastor excelente.” Su Padre celestial, Jehová Dios, quien es el Dueño de las “ovejas” terrestres, estuvo dispuesto a arreglar que su Hijo entregara su alma humana a favor de las “ovejas” a quienes su Padre amaba tanto. El “alma” humana de Jesús fue ofrecida como sacrificio de rescate para recomprar a la humanidad de la muerte, que había heredado del pecador Adán.
3. (a) Según Juan 10:14, 15, Jesús se comparó a ¿qué, respecto a su Padre? (b) Para compartir la promesa abrahámica con el “rebaño pequeño,” ¿qué estuvo dispuesto a hacer Jesús?
3 Un “pastor excelente” también alcanza intimidad con cada oveja del rebaño y le asigna un nombre individual por el cual llamarla a sí para acariciarla o atender sus necesidades. Con este rasgo de un pastor del Oriente Medio presente, Jesús pasó a decir: “Yo soy el pastor excelente, y conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y yo entrego mi alma a favor de las ovejas.” (Juan 10:14, 15) Jesús se consideraba una “oveja” figurativa. Era el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) En el último libro de la Biblia, Revelación, 28 veces se llama a Jesús el “Cordero.” Jesús se consideraba representado por el carnero que el patriarca Abrahán ofreció en lugar de su hijo Isaac, a quien Abrahán se había mostrado dispuesto a ofrecer en sacrificio, en obediencia al mandato de Jehová. (Gén. 22:1-13) Isaac recibió y pasó a Jacob la promesa abrahámica. Como Isaac, Jesús heredó la promesa abrahámica y estuvo dispuesto a ser sacrificado para compartir la promesa con su “rebaño pequeño.”
4. ¿‘Arrebató’ Jesús el “rebaño pequeño” de la mano de su Padre? ¿Cómo veía Jesús a ese “rebaño”?
4 Está claro, pues, que Jesús estaba sinceramente interesado en la salvación del “rebaño pequeño” dentro del “aprisco” del arreglo del pacto abrahámico. Él los estimaba como una dádiva de alto valor procedente de su Padre celestial. Tal como dijo: “Lo que mi Padre me ha dado es algo mayor que todas las otras cosas, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.”—Juan 10:29.
“TENGO OTRAS OVEJAS”
5. ¿Qué indica que Jesús estaba interesado en más que solo salvar a seres humanos comparables a ovejas para introducirlos en la vida celestial?
5 Aunque las iglesias de la cristiandad no creen y enseñan así, Jesús está interesado en más que solamente salvar a criaturas humanas para introducirlas en la vida celestial. Jesús dijo: “Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor.” (Juan 10:16) Entonces, ¿quiénes son esas “otras ovejas”?
6. (a) ¿Qué enseñan las iglesias de la cristiandad respecto a “este redil” y las “otras ovejas”? (b) ¿Qué indican la mención del paraíso en Lucas 23:43 por Jesús y su parábola de las ovejas y las cabras?
6 Las iglesias de la cristiandad alegan que el “redil” del que habló Jesús allí había de contener solo cristianos judíos, mientras que las “otras ovejas” son los que llegan a ser cristianos de entre los no judíos o gentiles; y que tanto los judíos creyentes como los gentiles creyentes llegan a ser un “solo rebaño” bajo el “un solo pastor” en el único redil espiritual. Pero esa enseñanza no concuerda con otros textos bíblicos que tienen que ver con el asunto. Aunque el apóstol Juan no lo menciona en su relato evangélico, Jesús sí habló acerca de un paraíso terrestre bajo su reino y se refirió a otros como “ovejas” además del “rebaño pequeño” de sus coherederos celestiales. Cuando Jesús dio su profecía sobre la “señal” de su presencia entonces futura y de la conclusión del sistema de cosas, la cerró, según el relato de Mateo, con la parábola de las ovejas y las cabras. Aquellas “ovejas” se distinguirían de los “hermanos” espirituales de Cristo, para los cuales estas personas semejantes a ovejas hacen cosas buenas.—Luc. 23:43; Mat. 24:3; 25:31-46.
7. ¿Por qué bien pudiera haber recordado Juan la parábola de las ovejas y las cabras de Jesús y comprender el número encerrado en “este redil”?
7 El apóstol Juan estaba familiarizado con aquella parábola, porque él y su hermano Santiago y también Pedro y Andrés fueron los que promovieron la profecía de Jesús al haberle interrogado privadamente acerca de la “señal,” y Juan oyó aquella profecía en su totalidad. (Mar. 13:3, 4) Por eso, cuando él registró las palabras de Jesús acerca de las “otras ovejas” bien pudo haber recordado la parábola de las ovejas y las cabras dada por Jesús. Él era el apóstol de edad avanzada a quien se dio la Revelación que expuso el hecho de que las 12 tribus del Israel espiritual contendrían solo 144.000 miembros. Por eso él sabía que el “aprisco” que contenía al “rebaño pequeño” encerraría solo a una cantidad limitada de todos los que se salvarían.
8. ¿A qué compara el apóstol Pablo a las 12 tribus del Israel espiritual con relación a un árbol, y, de modo típico, qué representaron las partes principales de ese “árbol”?
8 En el capítulo 11 de Romanos el apóstol Pablo compara a esas 12 tribus del Israel espiritual con las ramas de un olivo cultivado. La raíz de ese olivo simbólico fue prefigurada por el patriarca Abrahán, el antepasado de la nación de Israel según la carne. El tronco del árbol representó por lo tanto a los patriarcas que le sucedieron, Isaac, Jacob y los 12 cabezas patriarcales de las 12 tribus del Israel natural. (Hech. 7:8) Las ramas que crecían desde este tronco representaron a los miembros judíos de las 12 tribus del Israel natural, circunciso. Naturalmente éstos eran herederos de la promesa abrahámica en cuanto a la “descendencia” por medio de la cual todas las familias y naciones de la Tierra se bendecirían para alcanzar vida eterna. Por esa razón los judíos naturales circuncisos fueron los primeros en estar en vías de recibir la oportunidad de componer esa “descendencia de Abrahán.”
9. En cuanto a su naturaleza, ¿qué eran esas “ramas” simbólicas, y quién, por lo tanto, era la verdadera “raíz,” y quién el tronco del árbol?
9 Ahora bien, nosotros sabemos que esa “descendencia” es una descendencia espiritual, una descendencia que es engendrada por Jehová Dios para que sean sus hijos espirituales. Él era la verdadera “raíz” de ese olivo espiritual. Su Hijo, Jesucristo, era el miembro principal y esencial de esa “descendencia” del Abrahán Mayor, Jehová Dios, y por eso Jesucristo fue representado por el tronco de este olivo simbólico. Por consiguiente, las “ramas” de tal árbol representarían a los discípulos fieles que llegan a ser coherederos de él como miembros menores de la espiritual “descendencia de Abrahán.” Pues bien, ¿habría una cantidad ilimitada de “ramas”?
10. ¿Cómo muestra Pablo en Romanos 11:11-32 que habría solo una cantidad limitada de “ramas” en ese olivo simbólico?
10 El apóstol Pablo muestra que habría solo una cantidad limitada de “ramas” en ese olivo espiritual. ¿Por qué? Porque señala que cuando se desgajaba una de las ramas naturales el árbol no desarrollaba allí otra rama natural. En vez de eso, en su lugar se insertaba una rama de acebuche. De modo que esta rama de acebuche trasplantada no aumentaba la cantidad de ramas del árbol. La cantidad o número de ramas desde el tronco de ese árbol quedaba igual. Así, cuando de ese árbol espiritual se desgajaba a judíos circuncisos naturales por rechazar en su incredulidad a Jesucristo como la Descendencia Principal del Abrahán Mayor, entonces se injertaba a personas no judías, o a gentiles, en los lugares que antes habían ocupado aquellas “ramas” naturales que habían sido cortadas.—Rom. 11:11-32.
11. En Gálatas 3:26-29, ¿cómo muestra Pablo que a los que están en el redil del Israel espiritual no se les ha de clasificar como judíos y gentiles?
11 Correctamente, pues, a aquellas ramas de aquel árbol del pacto abrahámico no se les debe considerar como judíos naturales y gentiles extranjeros. A todos se les debe considerar como israelitas espirituales. El apóstol Pablo es quien indica eso mismo. Después de considerar la promesa abrahámica y la descendencia de Abrahán, pasa a decir: “Todos ustedes, de hecho, son hijos de Dios por medio de su fe en Cristo Jesús. Porque todos ustedes que fueron bautizados en Cristo se han vestido de Cristo. No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni macho ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús. Además, si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán, herederos con respecto a una promesa.”—Gál. 3:8, 16, 26-29.
12-14. (a) En Gálatas 4:21-31, ¿a quién como madre espiritual señala Pablo al escribir a los cristianos gálatas? (b) Por eso, ¿pone énfasis Pablo en cualquier elemento judío del “rebaño pequeño” dentro de “este redil”?
12 El apóstol Pablo escribió la carta a los gálatas para los años 50-52 E.C. Esto fue por lo menos 17 años después que Jehová había clavado el pacto de la Ley al árbol sobre el cual su Hijo Jesucristo fue fijado. Sin embargo, en las congregaciones de Galacia había algunos cristianos que querían entrar en la esclavitud a la Ley de aquel pacto de la Ley mediado por Moisés en el monte Sinaí en Arabia. En esto querían acompañar a los judíos anticristianos que se apegaban a la Jerusalén terrestre y al templo material edificado allí por el rey Herodes el Grande, quien trató de hacer que se diera muerte a Jesús cuando Jesús era niño. Aquella Jerusalén había sido prefigurada por Agar, la esclava de Abrahán, y era como una madre para los judíos que todavía deseaban mantenerse en servidumbre a la ley mosaica en vez de aceptar a Jesucristo como el Moisés Mayor. Por consiguiente, respecto a esto, Pablo escribió:
13 “Pero la Jerusalén de arriba es libre, y ella es nuestra madre. . . . Ahora bien, nosotros, hermanos, somos hijos pertenecientes a la promesa lo mismo que lo fue Isaac. . . . Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una sierva, sino de la mujer libre. Para tal libertad Cristo nos libertó. Por lo tanto estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud.”—Gál. 4:21 a 5:1 inclusive.
14 Isaac, el hijo de Abrahán, no era judío o israelita. Él, en su condición de hijo de Sara, la mujer libre de Abrahán, fue el padre de Jacob, a quien se dio el nombre de Israel y quien llegó a ser el padre de Judá. Los cristianos que pertenecen al “rebaño pequeño” en “este redil” del Pastor Excelente Jesucristo son como Isaac en ser herederos de la promesa abrahámica. La Jerusalén celestial es la madre espiritual de ellos, prefigurada por Sara la madre de Isaac el hebreo, no un judío.
15, 16. En Juan 10:16–18, ¿dice Jesús que él tiene que introducir las “otras ovejas” en un solo “redil” de modo que tengan “un solo pastor”?
15 Después de considerar el “aprisco” que contiene a los miembros de la compuesta “descendencia de Abrahán,” Jesús toma otra dirección cuando pasa a decir: “Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor. Es por eso que el Padre me ama, porque entrego mi alma, a fin de que la reciba de nuevo. Nadie me la ha quitado, sino que la entrego de mi propia iniciativa. Tengo autoridad para entregarla, y tengo autoridad para recibirla de nuevo. El mandamiento acerca de esto lo recibí de mi Padre.”—Juan 10:16-18.
16 Notamos que Jesús no dice que él ‘tiene que traer’ a aquellas “otras ovejas” a “este redil.” Más bien, dice que “llegarán a ser un solo rebaño,” porque habrá tan solo el “un solo pastor.”
17. ¿Qué se pudiera argüir debido al hecho de que Jesús pasa sencilla e ininterrumpidamente desde una consideración de “este redil” a hablar de “otras ovejas”? Pero, ¿es esto necesariamente así?
17 Pues bien, porque Jesús pasa con tanta sencillez desde una consideración de “este redil” hasta la presentación de las “otras ovejas,” el lector pudiera tender a pensar que las dos acciones se siguen una a la otra rápidamente, sin que haya algún gran lapso de tiempo entre una y otra, ciertamente no siglos de tiempo. Además, que por tal razón Jesús tiene que estarse refiriendo a traer a “este redil” a los pueblos no judíos, los gentiles, según la historia de la expansión de la congregación cristiana en los días de los apóstoles. De modo que pudiera concluirse que Jesús no estaba haciendo aquí una profecía de largo alcance de algo que estuviera muy distante en el tiempo. Pero tal conclusión no es necesariamente la correcta. Tal conclusión no ve una diferencia entre “este redil” y “un solo rebaño.”—Compare con Revelación 7:8, 9.
18. ¿Podía Jesús hacer una profecía de largo alcance? ¿Por qué cosa anterior tenía que esperar la bendición de todas las familias de la Tierra?
18 Jesús tenía el don de la visión profética y por eso podía dar su parábola de las ovejas y las cabras aunque ésta hubiera de realizarse 1.900 años después. Él era el miembro básico o fundamental de la prometida “descendencia de Abrahán” y por tanto estaba profundamente interesado en la salvación de todas las familias y naciones de la humanidad por bendecirse éstas para la eternidad mediante aquella descendencia. Tal bendición tenía que esperar hasta que se completara aquella compuesta “descendencia de Abrahán” de 144.000 miembros bajo él. Esto envolvería 19 siglos de tiempo, como muestran los hechos de la historia. Es verdad que los que se bendijeran serían personas semejantes a ovejas de todas las familias y naciones, pero serían “otras ovejas,” porque no pertenecerían a “este redil” de herederos de la promesa abrahámica. De manera que no podían ser israelitas espirituales, sino que, en sentido relativo, eran gentiles.
19. A la luz de lo que precede en el capítulo 7 de Revelación, ¿quiénes componen la “grande muchedumbre” que se describe en Revelación 7:9–17?
19 En plena armonía con esto está el hecho de que, después que el apóstol Juan vio que se sellaba a las 12 tribus del Israel espiritual, como se describe en Revelación 7:1-8, vio la visión de la “grande muchedumbre” sin número de los que no son israelitas espirituales y que, por lo tanto, son “otras ovejas.” A éstos se les vio de pie delante del trono divino, y decían: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.” De éstos se dice que sobreviven a la “grande tribulación,” y emprenden el rendir servicio sagrado a Jehová Dios en su templo día y noche. El “pastor excelente” da a estas “otras ovejas” su atención amorosa, porque leemos: “El Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida.”—Rev. 7:9-17.
20. ¿Cuándo y dónde empezó a cumplirse la visión de la “grande muchedumbre,” y con qué demostración?
20 En concordancia con ese orden de las cosas que se da en el capítulo 7 de Revelación, fue en la primavera del año 1935, ya 20 años dentro de la “conclusión del sistema de cosas” que empezó en 1914, que se dio la explicación de la visión de la “grande muchedumbre” que se encuentra en la Revelación. Esto sucedió el 31 de mayo de 1935, en la asamblea que se celebró en la ciudad capital de los Estados Unidos de América. En aquella ocasión J. F. Rutherford, el presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, presentó su conferencia sobre el tema: “La grande muchedumbre,” y explicó que se trataba, no de una clase celestial secundaria, sino de una clase terrestre, las “otras ovejas” del “pastor excelente.” Esta información se publicó más tarde en las columnas de la revista La Atalaya. Entonces ciertamente el “pastor excelente” empezó a traer sus “otras ovejas” y éstas empezaron a escuchar su voz y a seguirle, porque el día siguiente después de aquella explicación de Revelación 7:9-15 hubo 840 personas que simbolizaron su dedicación a Dios por medio de Cristo por bautismo en agua. La mayoría de éstas afirmaban que eran de la “grande multitud” de las “otras ovejas” de Cristo.—Rev. 7:9, Versión Autorizada.
21. (a) Por eso, además del “rebaño pequeño,” ¿por quiénes más entregó su alma el “pastor excelente”? (b) ¿Cómo recibió de nuevo su alma este pastor, y en expresión del amor de quién?
21 El “pastor excelente” entregó su “alma” también por estas “otras ovejas” que no pertenecen al “redil” de los herederos de la promesa abrahámica. El apóstol Juan, quien era uno de la clase de la “descendencia” abrahámica, escribió: “Él [Jesucristo] es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, empero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 2:1, 2) Jehová Dios, el Padre celestial, amó a su Hijo por hacer esto. Por su aprecio de corazón a esto, Jesús, el “pastor excelente,” dijo delante de los que le odiaban entre los judíos: “Es por eso que el Padre me ama, porque entrego mi alma, a fin de que la reciba de nuevo.” (Juan 10:17) El Padre desplegó su amor al “pastor excelente” abnegado al levantarlo de entre los muertos al tercer día. De este modo el Hijo de Dios recibió de nuevo su “alma,” o ser, pero en un nivel de vida celestial.
22. A pesar de atentados contra su vida, ¿por qué no le había quitado ningún hombre el alma humana a Jesús, hasta que él dijo las palabras registradas en Juan 10:18?
22 Hasta el tiempo en que Jesús habló acerca de las “otras ovejas” se había atentado varias veces contra la vida de este “pastor excelente.” Pero nunca hizo él nada que mereciera muerte a manos de los hombres. Esto explica por qué dijo: “Nadie me la ha quitado, sino que la entrego de mi propia iniciativa. Tengo autoridad para entregarla, y tengo autoridad para recibirla de nuevo. El mandamiento acerca de esto lo recibí de mi Padre.”—Juan 10:18.
23. ¿Cuándo entregó Jesús su alma humana por iniciativa propia, y por qué?
23 Pocos meses después se suministró la prueba de esta declaración. En la noche en que Jesús fue traicionado en el jardín de Getsemaní, cuando su discípulo Pedro trató de protegerlo con una espada, Jesús dijo: “¿Crees que no puedo apelar a mi Padre para que me suministre en este momento más de doce legiones de ángeles? En tal caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que tiene que suceder de esta manera?” (Mat. 26:53, 54) Así, después de dejar que sus apóstoles huyeran de su lado, Jesús se entregó por propia iniciativa a las muchedumbres que vinieron a arrestarlo y a hacer un atentado final contra su vida. Al hacer esto, Jesús no estaba malgastando su vida.
24. ¿Qué autoridad plena en cuanto a su alma había recibido Jesús de su Padre, y cómo fracasó el intento final por impedir que ejerciera esa autoridad?
24 Jesús tenía de su Padre celestial la autoridad de tomar este proceder, pero quedó a su propio libre albedrío el hacer aquello. Su autoridad de recibir su alma de nuevo por una resurrección dependía de que se entregara abnegadamente de buena gana. Porque sí entregó su alma hasta la muerte, su Padre celestial lo vistió con la autoridad de recibirla de nuevo del Único que podía levantarlo de entre los muertos. Ningún poder en el cielo ni en la Tierra podía bloquear esta autoridad que le permitía a Jesús recibir su “alma,” o vida, de nuevo. Por eso, ni el sello del gobernador que fue colocado sobre la gran piedra que cerró la entrada a la tumba en la cual él fue enterrado después de haber muerto sobre el árbol, ni la guardia de soldados que fue colocada en la tumba para evitar que sus discípulos se robaran el cadáver, pudieron bloquear a Jesús en cuanto a ejercer al tercer día su autoridad dada por Dios.—Mat. 27:62 a 28:15 inclusive.
25. Puesto que Jesús no perdió su vida humana por desobediencia a Dios, ¿cómo se le hizo disponible para usarla en pro de la humanidad?
25 Realmente, Jesús tenía de su Padre celestial el mandato de hacer todo esto. Por eso, al tercer día de su muerte, Jehová Dios emitió el mandato de que su Hijo obediente se levantara de entre los muertos y recibiera vida de nuevo, en la región espiritual con su Padre celestial. Puesto que Jesús no había perdido su vida humana por desobediencia a Dios, también recibió el derecho y título a la vida humana perfecta para que pudiera presentárselos a Jehová Dios en su templo celestial y hacer expiación por el pecado del mundo entero.
26. (a) Así se abrió el camino para que todas las familias de la Tierra hicieran ¿qué? (b) ¿Cuándo fue que, notablemente, la “grande muchedumbre” de las “otras ovejas” de Jesús empezó a bendecirse?
26 Así, se abrió el camino para que todas las familias y naciones del mundo ‘se bendijeran’ por medio del Principal de la “descendencia de Abrahán.” (Gén. 12:1-3; 22:15-18) La “grande muchedumbre” de las “otras ovejas” del Pastor Excelente empezaron a ‘bendecirse’ por medio de él cuando se dedicaron a Jehová Dios por medio de él y simbolizaron esta dedicación por bautismo en agua. Entonces escucharon la voz del Pastor Excelente y le siguieron, junto con el resto ungido de la descendencia abrahámica. Esto comenzó a acontecer notablemente en la asamblea de Washington (D.C.) de 1935. Desde entonces el resto ungido ha dado la bienvenida a todas las “otras ovejas” y, tal como predijo Jesús, ha llegado a haber “un solo rebaño” bajo el “un solo pastor.”
27. ¿Quiénes además de la “grande muchedumbre” que sobrevive a la “grande tribulación” llegarán a ser parte de las “otras ovejas” del Pastor Excelente, y cuándo?
27 Durante el reino milenario del “un solo pastor,” el entronizado Jesucristo, todos los muertos redimidos de la humanidad serán levantados de su sueño de la muerte y tendrán la oportunidad de ‘bendecirse’ por medio de llegar a ser parte de las “otras ovejas” del Pastor Excelente. Entre éstos estará el que había sido “portero” del “aprisco” que representaba el arreglo del pacto abrahámico, a saber, Juan el Bautizante. (Juan 10:1-3) Jesús conducirá a los obedientes a “fuentes de aguas de vida.” La “grande muchedumbre” de los que sobrevivan a la venidera “grande tribulación” serán una bendición a los resucitados miles de millones de personas para que estas personas puedan beneficiarse de las “fuentes de aguas de vida.” (Rev. 7:9-17) Todas las personas semejantes a ovejas podrán unirse con la “grande muchedumbre” en decir: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.”—Rev. 7:10; 20:11-14.
[Diagrama en la página 17]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
El arreglo de Jehová para sus “ovejas”
(1) El “pastor excelente”: Jesucristo, quien entrega su alma por las “ovejas”
(2) “El portero”: Juan el Bautizante, quien presenta el “pastor” a las “ovejas”
(3) “El aprisco”: El redil del Reino relacionado con el arreglo del pacto abrahámico
(4) Las “ovejas” de este redil: El “rebaño pequeño,” de judíos y gentiles
(5) “La puerta de las ovejas”: Jesús
(6) El “extraño,” “ladrón,” “asalariado”: Apóstatas y pastores falsos
(7) Las “otras ovejas”: La “grande muchedumbre” y otras personas que heredan la región terrestre del Reino
(Vea también “La Atalaya” del 1 de octubre de 1946, páginas 291-301)