“Tu palabra es la verdad”
“Enséñanos a orar”
ES DIFÍCIL desarrollar y mantener una buena y afectuosa relación con otros sin alguna clase de comunicación. De igual manera, no se puede preservar una estrecha relación con el Creador, Jehová Dios, sin comunicarse con él por medio de la oración. Debido a que aprecian este hecho, los padres cristianos se encargan de enseñar a sus hijos cómo orar. Lo que enseñan, por supuesto, debe estar basado en la Biblia, la Palabra de verdad de Dios. El ejemplo de Jesucristo al enseñar a sus discípulos acerca de la oración es un modelo para los padres, particularmente para los padres cristianos dedicados.
Cuando en cierta ocasión Jesucristo terminó de orar, uno de sus discípulos se le acercó, diciendo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan también enseñó a sus discípulos.” Contestando esta petición, Jesús manifestó un modelo o patrón para la oración: “Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día. Y perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en tentación.’”—Luc. 11:1-4.
Al dar esta oración modelo, Jesús no se proponía que sus seguidores la memorizaran y que de ahí en adelante la repitieran con regularidad. Esto es evidente por el hecho de que Jesús había, en una ocasión anterior, usado palabras diferentes al presentar la misma oración modelo. (Mat. 6:9-13) En esa ocasión él comenzó la oración con las palabras: “Mas al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como las gentes de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír. Pues bien, no se hagan semejantes a ellos, porque Dios su Padre sabe qué cosas necesitan ustedes aun antes de que se las pidan.”—Mat. 6:7, 8.
Por lo tanto, al usar la oración modelo de Jesús como base, los padres cristianos pueden ayudar a sus hijos a ver cuáles asuntos son debidos temas de oración... la santificación del nombre de Dios, la venida del reino de Dios en contra de sus enemigos, las necesidades diarias y el perdón de los pecados. Por supuesto, hay muchas otras oraciones registradas en la Biblia, especialmente en los Salmos, y éstas pueden ser usadas para instrucción adicional.
Después de dar la oración modelo, Jesús presentó una ilustración que destacaba la anuencia de Jehová a contestar las oraciones. Al aplicar la ilustración, Jesús dijo: “Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!” (Luc. 11:13) Los padres pueden imitar el ejemplo de Jesús ayudando a sus hijos a apreciar que Jehová Dios ciertamente oye y contesta las oraciones. Una buena manera en que los padres pueden hacer esto es por medio de decirles cómo Jehová ha contestado sus propias oraciones personales.
Para que la enseñanza acerca de la oración llegue al corazón de los niños, éstos deben poder ver que sus padres se apoyan en Jehová Dios por guía en tratar con los asuntos de la vida. La profundidad de devoción y gratitud con la que se expresa su padre al representar a la familia en sincera oración puede tener un efecto saludable sobre ellos. Los puede impulsar a que se acerquen a Jehová en oración.
A los niños también se les debe enseñar la manera apropiada de acercarse a Dios en oración. La necesidad de esto puede mostrarse por una ilustración de la vida real. Por ejemplo, al visitar a un amigo, la persona hace saber que ha llegado; no simplemente entra en la casa. En muchos países esto se hace tocando a la puerta. Similarmente, hay una manera correcta de acercarse a Dios, el Soberano Universal, y esa manera es por medio de Jesucristo. A sus discípulos Jesús les dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí. Si ustedes piden algo en mi nombre, lo haré.”—Juan 14:6, 14.
A medida que los hijos oigan las oraciones de otros, notarán que con frecuencia al comienzo de la oración las peticiones y las expresiones de gracias son ofrecidas en el nombre de Jesús y que la oración es concluida en el nombre de Jesús. Al enseñárseles que el Hijo de Dios instruyó que las oraciones fueran ofrecidas en su nombre, los niños también harán lo mismo.
Los niños también observarán que por lo general las oraciones concluyen con la palabra “Amén.” Así es que sería bueno explicarles el significado de este término. Significa “verdaderamente,” “así sea.” “Amén” implica una firme aprobación de la oración, confianza en la capacidad de Dios para contestarla y una ferviente esperanza de que él lo hará.
Cuando la familia se reúne, el padre cristiano por lo general representa a la madre y a los hijos en la oración. Pero quiere estar seguro de que sus hijos se sienten motivados a orar por sí solos. Por lo tanto sería bueno que el padre señale que en su caso la oración con la familia no es suficiente, porque él tiene asuntos personales sobre los que orar. Puede estimular a sus hijos a hacer lo mismo, tal vez antes de ir a la cama o después de levantarse en la mañana. Además, por palabra y ejemplo, puede grabar en sus hijos que las oraciones no deben ser repeticiones. Cuando el corazón de los hijos está motivado por lo correcto, ellos se expresarán libremente a su Padre celestial.
Al principio las oraciones de los niños quizás sean muy breves. Pero, si estas oraciones emanan de un corazón apreciativo, tienen valor a los ojos de Jehová Dios. En una de sus ilustraciones, Jesús describió a un recaudador de impuestos que oraba con la debida humildad, “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, pecador.” (Luc. 18:13) Esa oración sincera, aunque breve, tuvo mucho más valor que la del fariseo orgulloso que oró: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni aun como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero.”—Luc. 18:11, 12.
Así, si la enseñanza de los padres está en armonía con la Palabra de Dios, no tienen que preocuparse excesivamente acerca de lo que sus hijos están diciendo en sus oraciones privadas a Jehová. En tanto que sus corazones estén debidamente motivados, los hijos continuarán progresando espiritualmente. De hecho, los padres quizás necesiten ejercer cuidado a fin de no estorbar el que sus hijos se expresen libremente, desde el corazón, en sus oraciones personales. Obviamente un padre humano no apreciaría el que su esposa hiciera que todos sus hijos se expresaran exactamente de la misma manera cuando le dieran gracias a él o le pidieran algo. Jehová Dios no piensa de manera diferente en cuanto a este asunto, porque él hizo al hombre a su imagen. Por lo tanto los padres se pueden regocijar cuando su enseñanza y buen ejemplo impulsa a sus hijos hasta el grado de orar a Dios por sí mismos, usando sus propias palabras.
En resumen, entonces, al enseñar a los hijos a orar, los padres pueden concentrarse en edificar en estos pequeños aprecio por Jehová Dios, el Oidor de la oración. También querrán considerar por qué es esencial la oración y qué asuntos son temas de oración. La Biblia debe ser la base para tales instrucciones, porque contiene la verdad acerca de esos asuntos. El ejemplo de los padres también debe reflejar profundo aprecio por Jehová Dios y la provisión de la oración. Esa enseñanza por medio de palabra y ejemplo requiere un verdadero esfuerzo. Pero bien vale la pena.