¡Sea buen oyente!
“Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, y halle su alma su deleite exquisito en la grosura misma.”—Isa. 55:2.
1. ¿Cuáles son los principales conductos que tenemos para aprender?
JEHOVÁ DIOS diseñó el cuerpo humano con dos oídos y así suministró uno de los conductos más importantes que tenemos para aprender. Durante los primeros años de la vida aprendemos a hablar y entender un idioma por medio de ellos. Son nuestro conducto principal para aprender en ese tiempo. Durante el resto de nuestra vida aumentamos en conocimiento por instrucción verbal que nos dan nuestros padres, maestros, patronos y otros. Nuestros ojos, por supuesto, también son órganos importantes para aprender. Se cree que estos dos órganos —los oídos y los ojos— son los medios por los cuales obtenemos el 98 por ciento de lo que aprendemos en nuestra vida. Pero lo bien que nos sirvan nuestros oídos de conducto para aprender depende de nuestra habilidad como escuchadores.
2. Explique por qué el escuchar afecta el aumento de nuestro conocimiento.
2 Está escrito en Proverbios 18:15: “El corazón del entendido adquiere conocimiento, y el oído de los sabios procura hallar conocimiento.” Obtenemos conocimiento por medio de los oídos cuando escuchamos a otras personas. Esto significa prestar atención y considerar reflexivamente lo que dicen. Significa esforzarnos por impedir que la mente vague a otras cosas, ya que eso hace que los oídos se hagan sordos aunque funcionen apropiadamente de manera física. Para oír, nuestra mente tiene que ser receptiva a los sonidos transmitidos a ella por medio de nuestros oídos. Piense en las veces en que alguien le dijo a usted algo en una ocasión en que su mente estaba en otras cosas y más tarde usted sinceramente afirmó que aquello jamás se le dijo a usted. Sus oídos fielmente transmitieron los sonidos a su mente, pero usted no oyó porque no estaba escuchando.
3. ¿Cómo nos habla hoy Dios, y por qué debemos escucharle?
3 Una inmensa fuente de sabiduría y conocimiento de la cual podemos aprender constantemente es Jehová Dios mismo, nuestro Creador. Está escrito en su Palabra: “Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.” (Pro. 2:6) Él nos habla hoy por medio de su Palabra escrita, la Biblia. Sea que usemos nuestros ojos para leer lo que contiene o usemos nuestros oídos para oír lo que otra persona lea en voz alta de ella, obtenemos el conocimiento que él dio a los escritores bíblicos de la antigüedad. Así uno llega a estar espiritualmente bien alimentado. Es con buena razón, entonces, que Jehová Dios dice en Isaías 55:2: “Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, y halle su alma su deleite exquisito en la grosura misma.” Al permitir que nuestra mente se alimente del conocimiento edificante y de las cosas sanas que Dios provee en su Palabra inspirada podemos conseguir salud espiritual. Tal como la gordura indica salud cuando se compara con la condición enflaquecida de una persona que padece de desnutrición, así la gordura espiritual indica salud espiritual, y esto es lo que la profecía les promete a los que escuchan atentamente a Jehová.
4-6. (a) ¿Por qué es Samuel un ejemplo de un buen oyente? (b) ¿Quiénes más en la Biblia manifestaron buena habilidad como escuchadores, y cómo queda patente esto?
4 El profeta Samuel es un ejemplo de un buen oyente. El prestaba atención cuidadosa siempre que Jehová le hablaba. Cuando todavía era muchachito, Jehová lo llamó mientras estaba acostado en su lugar en el templo. Samuel dijo en respuesta: “Habla, porque tu siervo está escuchando.” (1 Sam. 3:10) Debido a que la mente de Samuel no estaba divagando hacia otras cosas, como los deberes que tenía que desempeñar ese día en el templo, mientras Jehová hablaba, pudo recordar todo lo que se le dijo y pudo contárselo más tarde al sumo sacerdote Elí. El escuchó cuidadosamente, completamente absorto en lo que Jehová le decía. Este es un ejemplo excelente de escuchar bien para nosotros hoy.
5 ¿Qué hace usted cuando está sentado en medio de un auditorio al cual se le está pronunciando un discurso bíblico? ¿Escucha usted tan atentamente como Samuel, o permite usted que su mente se deslice a otros pensamientos y así pierde mucho de lo que se dice? El solo escuchar a medias no es la manera de aumentar su conocimiento y entendimiento de la Palabra de Dios. ¿Puede usted imaginarse a los apóstoles de Jesús solo escuchando a medias cuando les hablaba en el monte de los Olivos acerca de las cosas que sucederían en los últimos días? No es probable que algunos de ellos estuvieran pensando en otras cosas como en si un pájaro que estuviera rascando cerca de allí habría encontrado una lombriz o no, o si había o no algún pariente entre la gente que se podía ver arremolinándose en torno del patio del templo al otro lado del valle del Cedrón. Sin duda alguna tenían la mente completamente concentrada en lo que Jesús decía. Al escucharle mostraron ser sabios. Obtuvieron información edificante de la fe y sostenedora de la vida de parte del propio Hijo de Dios.
6 Durante todo el ministerio de Jesús los apóstoles escucharon tan atentamente que años después pudieron recordar los detalles de sus conversaciones. Ocho años después de morir Jesús, Mateo escribió estos detalles en lo que ahora es el libro de Mateo en la Biblia. Sesenta y cinco años después el apóstol Juan escribió muchos detalles íntimos de lo que Jesús dijo e hizo en lo que ahora es el libro de Juan en la Biblia. El espíritu de Dios les ayudó a recordar lo que habían oído, pero si no hubiesen escuchado, los detalles no habrían estado en su mente para que el espíritu santo se los hiciera recordar. (Juan 14:26) El cultivar el hábito de escuchar, de oír bien, cuando alguien habla acerca de las verdades de la Palabra de Dios es tan importante para nosotros hoy como lo fue para los apóstoles.
HAGA UN HÁBITO DEL ESCUCHAR
7. ¿Con cuánta eficacia se calcula que acostumbramos escuchar, y qué podemos hacer para mejorar?
7 De todo el tiempo que pasamos comunicándonos con otras personas, el 45 por ciento de éste lo empleamos escuchando. Aunque ésta es una de las cosas que hacemos con más frecuencia en nuestra vida, se calcula que operamos en un nivel de escuchar de aproximadamente 25 por ciento de eficacia. Quizás algunas personas hasta tengan niveles más bajos. Ciertamente vale la pena el esfuerzo que se necesita para mejorar su habilidad como escuchador, que es tan importante en su vida cotidiana. Tiene que efectuarse un esfuerzo concienzudo para lograr esto. Tan pronto como usted descubra que su mente comienza a divagar durante un discurso, hágala volver a lo que sus oídos están escuchando. Puesto que el conocimiento de la Palabra de Dios es vitalmente necesario para tener buenas relaciones con él, usted tiene un buen aliciente para prestar más que atención pasajera a lo que se dice de ella.
8. ¿Cómo puede uno hacerse sordo al orador aunque sus oídos estén funcionando apropiadamente?
8 Con esfuerzo el escuchar bien puede llegar a ser un hábito, pero requerirá tiempo el romper el hábito malo de permitir que la mente divague libremente de un pensamiento desconectado a otro durante un discurso. Esas excursiones mentales pueden hacer que usted quede sordo a lo que el orador esté diciendo aunque sus oídos funcionen apropiadamente. No será sino hasta que usted vuelva de la excursión que las palabras que entran en sus oídos tendrán sentido en su mente. Pero entonces es difícil recoger la línea de razonamiento y argumentación del orador debido a lo que se ha perdido. Le sería de mucho más provecho a usted ejercer suficiente esfuerzo para vencer la tendencia que su mente tiene de vagar. Una vez que establezca el hábito de escuchar, será mucho más fácil mantener su mente puesta en lo que sus oídos estén escuchando.
9. ¿Qué se da a entender por ‘prestar más que la acostumbrada atención’ a las cosas que se oyen?
9 En Hebreos 2:1 está escrito: “Por eso es necesario que prestemos más que la acostumbrada atención a las cosas oídas por nosotros, para que nunca nos deslicemos.” La manera en que los apóstoles escucharon a Jesús es la de ‘prestar más que la acostumbrada atención.’ Eso era escuchar con atención. Más que la acostumbrada atención no es escuchar a medias. No es permitir que la mente vague a las cosas que se hayan hecho el día antes o a las que se piense hacer mañana. No es luchar con un problema personal o preocuparse acerca de algo mientras alguien discursa. Significa meditar en lo que él dice y aplicar a su propia vida los principios o consejo bíblicos que él presenta. Lo que hace importante y de valor un discurso bíblico no es el individuo que habla, sino la información que él explica de la Palabra de Dios. Todo lo que sea de esa Palabra divina merece más que la atención que se acostumbra dar a las cosas comunes que se oyen todos los días.
MODOS DE MEJORAR EL HÁBITO DE ESCUCHAR
10-12. (a) ¿Por qué es el interés un factor que figura de manera importante en el escuchar bien? (b) ¿Qué nociones preconcebidas evita el buen oyente?
10 El interés es un factor que figura de manera importante en el escuchar bien. Cuando Dios dio a Noé las dimensiones del arca, Noé las obtuvo todas correctas porque tenía interés en lo que Dios le decía y escuchó con atención extasiada. Pero la persona que llega a la conclusión de que el tema del cual un orador va a hablar es árido y falto de interés comete un error que es común en los que no son buenos oyentes. Esta conclusión produce falta de interés y estimula a la mente a vagar a otros pensamientos. Otra persona que sí escucha quizás mencione al concluirse la conferencia algunos de los hechos interesantes y buenos argumentos que el orador presentó; pero los cuales perdió el que no escuchó. Entonces quizás desee haber prestado atención más cuidadosa, y quizás le sorprenda saber que perdió tanto.
11 El buen oyente evita la noción preconcebida de que cierto tema no es interesante. Concluye que el orador no estaría hablando allí si no tuviera algo digno de decirse, de modo que sintoniza para ver lo que puede aprender. Es mejor hacer eso que desperdiciar el tiempo moviéndose nerviosamente en una silla deseando que el orador termine. En vez de sacar precipitadamente la conclusión de que el tema no será interesante, resuélvase a hallar algo de interés en él tal como un hecho que no conociera usted antes, una manera nueva de expresar algo, un argumento que se pueda usar, etc. Solo el esfuerzo de tratar de hallar algo interesante puede lograr mucho para ayudarle a prestar atención.
12 Otro factor que contribuye al escuchar defectuoso es llegar con anticipación a la conclusión de que el orador no tiene nada que valga la pena decir. Esta es una actitud peligrosa que los buenos oyentes evitan. Comprenden que otras personas saben cosas que ellos no saben y que es probable que un orador tenga detalles de información valiosa que ha juntado de la investigación que él efectuó al preparar el discurso. De modo que escuchan para pescar estos detalles de información y añadirlos a su fondo de conocimiento.
13. ¿Por qué es incorrecto llegar a la conclusión de que un orador que no exhibe habilidad al hablar no va a decir nada que valga la pena?
13 Quizás el orador no exhiba habilidad al hablar, pero ésa no es razón para decidir que no vale la pena prestarle un oído que escuche. No significa que la materia que tenga sea de poco valor. El apóstol Pablo evidentemente no era un orador refinado, pero las cosas que decía eran dignas de atención cuidadosa. En su segunda carta a los corintios revela la opinión que algunas personas tenían de su habilidad como orador cuando dice: “Porque, dicen ellos: ‘sus cartas son de peso y enérgicas, pero su presencia en persona es débil y su habla desdeñable.’” (2 Cor. 10:10) A pesar de esta opinión que algunas personas tenían de él, los que pasaron por alto sus faltas como orador y escucharon lo que dijo aumentaron mucho su entendimiento de la Palabra y los propósitos de Dios. Así que la presentación, la gramática apropiada, la coherencia y la pronunciación correcta no son los factores más importantes de un discurso, aunque sí facilitan el escuchar. El razonamiento, los argumentos, los hechos y los principios son más importantes.
14. Explique por qué la velocidad con que pensamos puede contribuir al hábito de no escuchar bien.
14 Todavía otro factor que contribuye al modo inadecuado de escuchar es la gran diferencia que hay entre la velocidad con la que hablamos y la velocidad de nuestros pensamientos. Ilustrándolo con el idioma inglés, ese idioma se habla a una proporción media de 125 palabras por minuto, pero cuando se habla a un auditorio esta proporción probablemente sea algo más baja, alrededor de 100 palabras por minuto. Tomando en cuenta que nuestra mente piensa a una velocidad media de por lo menos 400 a 500 palabras por minuto, hay bastante tiempo para que la mente haga otras cosas. Esto la tienta a irse tras pensamientos no relacionados. Un buen oyente usa esta diferencia de velocidad para grabar en su mente lo que dice el orador, y hay varias maneras en que se puede hacer esto.
15, 16. ¿Cómo podemos usar bien la gran velocidad con que pensamos para mejorar nuestra habilidad como escuchadores?
15 Por lo que un orador esté diciendo trate de adelantar el siguiente punto. Así podrá usar la velocidad mayor de su mente para adelantarse al orador, y si el punto en que usted piensa es correcto, el aprender se refuerza por el hecho de que el punto entra dos veces en la mente. Por otra parte, cuando el punto en que usted piensa es diferente, se puede hacer una comparación de los dos para determinar por qué el orador escogió el otro punto. Así usted se valdrá de la mejor manera que empleamos para aprender, a saber, por medio de comparación y contraste.
16 Busque los elementos que el orador usa para apoyar sus puntos. Esto ayudará a avaluar el discurso. Durante las pausas haga rápidos resúmenes mentales de lo que él ha dicho, notando cómo se está recalcando y desarrollando el tema. Analice los puntos que él presenta en cuanto a su relación con el tema. El tema se puede comparar al cubo de una rueda al cual están adheridos todos los puntos sostenedores, como los rayos, que sirven de sostén a todo el discurso. Por desgracia, algunos oradores no hablan con coherencia y no dan énfasis a su tema. Cuando uno se halla en el auditorio de tal orador, tendrá que esforzarse aun a mayor grado para impedir que su mente se vaya a hacer excursiones.
17. ¿Por qué es mejor escuchar para discernir principios que para captar hechos?
17 El escuchar con el único fin de conseguir hechos no es la manera de ser persona que escucha y retiene lo que oye. Los hechos se pueden recordar mejor cuando se ve claramente la manera en que están enlazados con el argumento y la manera en que lo apoyan. A menos que se observe alguna conexión, los hechos aislados se olvidan pronto. Por esta razón, los buenos oyentes escuchan principalmente para conseguir la idea principal que los hechos apoyan. Así perciben los principios y pueden usarlos como hilos para enlazar todo el discurso, con sus hechos, en un todo que se puede comprender. Es posible recordar los hechos sostenedores recordando los principios y entendiendo por qué razón se mencionan. Actúan como ganchos en los cuales se cuelgan los hechos. Al sacar los principios de su memoria por lo general traerán consigo los hechos.
18. ¿Qué método de hacer apuntes hay que puede mejorar la habilidad de uno como escuchador y su retención de lo que diga el orador?
18 El hacer apuntes es muy útil para recordar lo que se ha dicho. Una buena práctica es usar dos hojas de papel. Marque una con “Principios” y la otra con “Hechos.” Al progresar el discurso anote los principios que el orador aclare y luego en la otra hoja los hechos que los sostengan. Haga los apuntes breves para que la mayor parte del tiempo se pueda emplear escuchando. Un buen oyente por lo general escucha durante varios minutos sin hacer ningún apunte, y luego hace un resumen breve de una oración, de lo que oyó. En el ínterin la habilidad de la mente para pensar rápidamente puede estar analizando el discurso, resumiendo lo que se dijo y adelantándose a lo que se pudiera decir.
LOS BENEFICIOS DEL HÁBITO DE ESCUCHAR BIEN
19. ¿Cuáles son algunos de los beneficios del hábito de escuchar bien?
19 En el mundo de los negocios un individuo llega a ser un empleado valioso cuando muestra que es buen oyente y que se puede depender de él para entender correctamente y retener instrucciones verbales. Pero de mucho mayor importancia es el provechoso conocimiento espiritual que puede obtener por medio de ser un buen oyente cuando se pronuncian conferencias sobre temas bíblicos como se hace en las diversas asambleas de los testigos de Jehová año tras año así como en sus Salones del Reino. Puesto que la persona de término medio carece de tiempo para efectuar toda la investigación bíblica que se necesita para preparar estas conferencias, puede ensanchar mucho su conocimiento personal de la Palabra de Dios siendo buen oyente. Los puntos de vista y argumentos frescos y estimulantes de tales conferencias pueden fortalecer su fe y profundizar su aprecio de la verdad bíblica. El buen consejo le ayuda a mantener buena conducta y una actitud saludable. Son muchos los beneficios de prestar atención cuidadosa.
20. ¿A qué se pueden comparar hoy los discursos bíblicos, y de qué manera nos benefician?
20 Pudiéramos comparar estos discursos bíblicos a las ocasiones en que la nación de Israel se reunía como auditorio enorme, y un orador le hablaba acerca de la ley de Dios. Una de estas ocasiones fue poco después de haber cruzado el río Jordán y haber entrado en la Tierra Prometida. Después de la caída de las ciudades de Jericó y Hai, se reunieron en un valle angosto entre el monte Ebal y el monte Gerizim. Desde un punto ventajoso, probablemente del lado del monte Ebal donde él había edificado un altar, Josué les leyó la ley de Dios. (Jos. 8:30-35) Es muy fácil que una voz alcance a oírse a través de este valle angosto. Lo que oyeron refrescó su memoria acerca de lo que Dios requería de ellos y les recordó que dependían de él. Así también sucede con los discursos bíblicos hoy.
21. ¿Dónde es razonable concluir que estaban los hijos de los israelitas cuando Josué habló al pueblo reunido, y por qué era bueno esto?
21 Es difícil imaginarse que los padres que estaban en esa reunión hayan permitido que sus hijos anduvieran corriendo, hablaran o anduvieran sin rumbo entre la muchedumbre reunida mientras Josué hablaba. Es más probable que los niños hayan estado allí mismo con sus padres, prestando atención cuidadosa, aunque algunas de las cosas que Josué dijo les hayan sido difíciles de entender. Aprendieron a respetar la Palabra de Dios y recibieron un buen fundamento para crecer a la madurez espiritual. ¿Debería ser diferente de manera alguna hoy?
22. ¿Cómo pueden enseñar los padres a sus hijos a llegar a ser buenos oyentes?
22 Desde una edad temprana se les puede enseñar a los niños a quedarse sentados durante una conferencia y a prestar atención. Se les puede animar a escoger uno o dos puntos del discurso y a estar listos para hablar a sus padres acerca de ellos al concluir el programa. En realidad, los padres pueden hacerles unas cuantas preguntas. Esto debe estimular a los niños desde una edad temprana a desarrollar el buen hábito de escuchar, hábito que los capacitará, a medida que crezcan, a “hacer una defensa ante todo el que les exija razón” de su esperanza.—1 Ped. 3:15.
23. ¿Cómo pueden beneficiar a uno las conferencias bíblicas sobre cosas que son difíciles de entender?
23 Las conferencias sobre temas difíciles de entender someten a buena prueba la habilidad de uno como escuchador. Si uno es mal oyente pronto su mente se pone a vagar sin rumbo. Al concluir la conferencia el individuo se va sin haber obtenido provecho de la fuerte carne espiritual que contenía, y así se ha perdido una oportunidad de crecer espiritualmente. El buen oyente, por otra parte, se esfuerza por estar más atento que de costumbre, tratando con mayor empeño de identificar los principios y de razonar sobre los argumentos que los sostienen. Aunque no entienda todo lo que esté en el discurso, lo que sí entienda elevará su conocimiento bíblico y ensanchará algo más su entendimiento. No se quedará estancado en el crecimiento espiritual, no pudiendo tomar nada que no sea leche espiritual. Así es como fortalece los fundamentos de su fe y se hace más hábil en digerir las cosas espiritualmente profundas de la Palabra de Dios.—Heb. 5:12-14.
24. ¿De qué provecho son las conferencias en que se presentan el consejo y la disciplina de la Palabra de Dios, y cómo puede uno mostrar que les tiene aprecio?
24 Sea una persona madura o inmatura, necesita el consejo y disciplina de la Palabra de Dios como los necesitaban los israelitas para saber dirigir sus pasos al proseguir al futuro. “Escucha el consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas sabio en tu futuro.” (Pro. 19:20) Sin esa guía es muy fácil dar un paso en falso que pueda llevar a uno al camino ancho que lo aleja de la meta de la vida eterna. (Mat. 7:13, 14) Ese consejo se da en los discursos del Salón del Reino y especialmente en las grandes asambleas de distrito anuales del pueblo de Jehová. Ahora bien, ¿qué hay de la persona que vaga por el terreno de la asamblea cuando se está dando tal consejo? ¿Está siguiendo el consejo de Proverbios 19:20? ¿Está aprendiendo a mantener recta la senda de su vida a los ojos de Dios? ¿Está aprendiendo a evitar los desastrosos peligros insospechados? Y, ¿qué hay de la persona que se va antes de que el orador termine? ¿No sacaría mayor provecho si esperara unos cuantos minutos más y escuchara todo lo que el orador dice? ¿No sería eso mostrar mayor aprecio a una provisión cuyo propósito es instruirlo y fortalecerlo espiritualmente?
25, 26. ¿Por qué les es vitalmente importante a los cristianos ser buenos oyentes en este tiempo?
25 Durante el corto tiempo que le queda a este viejo sistema de cosas, necesitamos fe fuerte así como el conocimiento que nos permita dar un excelente testimonio a la gente de este viejo sistema de cosas y a sus gobernantes. Para hacer esto necesitamos el esclarecimiento bíblico, los argumentos fortalecedores, las palabras estimulantes de ánimo y el consejo disciplinario que se presentan en los discursos en las asambleas así como en los discursos en los Salones del Reino. Por medio de éstos la organización de Jehová nos está enseñando a través del oído, dándonos los medios para ser sabios en el proceder que escojamos seguir en el futuro. Por lo tanto, es vitalmente necesario ser un buen oyente. Considere que el saber escuchar es tan importante para nosotros como el saber hablar. Tal como estamos obligados bíblicamente a hablar acerca de las cosas excelentes de la Palabra de Dios, igualmente estamos obligados a escucharlas.
26 Si usted es buen oyente, el adelantamiento espiritual de usted llegará a ser manifiesto no solo a usted mismo, sino también a otros a quienes hable. (1 Tim. 4:15, 16) Escuche atentamente y use apropiadamente los oídos que Dios le dio. Con el conocimiento que usted pueda conseguir por medio de escuchar aumente en salud y grosura espirituales para su propio bienestar eterno.