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Los catálogos primitivos y el canon de las Escrituras Griegas CristianasLa Atalaya 1964 | 1 de enero
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“No se trata de que alguien los haya excluido del Nuevo Testamento: ellos lo han hecho de por sí.”—M. R. James, The Apocryphal New Testament, pág. xii.
“Solo tenemos que comparar nuestros libros del Nuevo Testamento en conjunto con otra literatura semejante para darnos cuenta de cuán extensa es la brecha que los separa de ella. A menudo se dice que los evangelios no canónicos en realidad son la mejor evidencia para los canónicos.”—G. Milligan, The New Testament Documents, pág. 228.
“Mucho del Evangelio de Tomás es tradición plenamente posterior e indigna de confianza . . . que no sirve para determinar lo que Jesús dijo e hizo.”—F. V. Filson, The Biblical Archaeologist, 1961, pág. 18.
“No se conoce material del Evangelio extracanónico que no esté (cuando puede ser probado de alguna manera) sujeto de algún modo a sospecha en cuanto a su autenticidad u ortodoxia.”—C. F. D. Moule, The Birth of the New Testament, pág. 192.
“No puede decirse en cuanto a un solo escrito conservado para nosotros desde el período primitivo de la Iglesia fuera del Nuevo Testamento que pudiera añadirse apropiadamente hoy al Canon.”—K. Aland, The Problem of the New Testament Canon, pág. 24.
INSPIRADOS POR DIOS
La verdadera prueba de canonicidad es la evidencia de su inspiración. (2 Tim. 3:16) Los veintisiete libros de las Escrituras Griegas Cristianas hallaron su lugar, no por el simple capricho de los hombres, sino por el espíritu de Dios. Nada falta y nada extra se ha agregado. Juan ya podía ver el principio de una inmensa literatura adicional en su vejez, pero, ¿se necesitaba? (Juan 21:25) Aun si pudiera hallarse un dicho genuino de Jesús en una de estas obras, eso no la haría un escrito inspirado. La Palabra de Dios en sus sesenta y seis libros es nuestra guía y su armonía y equilibrio completos dan testimonio de su calidad de completa. ¡Toda la alabanza a Jehová Dios, el Creador de este Libro incomparable! Puede equiparnos completamente y colocarnos en el camino a la vida. Usémoslo sabiamente mientras tenemos tiempo todavía.
REFERENCIAS
1 The Problem of the New Testament canon, por Kurt Aland, 1962, página 18.
2 The Text of the Epistles, por G. Zuntz, 1946, páginas 14, 279.
3 Early Christian Doctrines, por J. N. D. Kelly, 1958, página 58.
4 The New Testament Documents, G. Milligan, 1913, páginas 214, 290, 291.
5 The Epistle to the Hebrews, texto griego y notas, por B. F. Westcott, 1889, página lxxi.
6 Historic Evidence of the Authorship and Transmission of the Books of the New Testament, por S. P. Tregelles, 1852, páginas 61-63.
7 The New Archaeological Discoveries, segunda edición, por C. M. Cobern, 1917, página 334.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1964 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● Si un cristiano que conduce un auto sufre un accidente que resulta en la muerte de otros, ¿cuál sería la responsabilidad de la congregación cristiana, en vista de la posible culpabilidad de homicidio? ¿Qué hay si el conductor ha violado leyes de velocidad o de carretera de “César” o ha sido descuidado?—K. F., Alemania Occidental.
En casos de accidentes automovilísticos donde se pierde una vida o varias vidas, la cuestión del grado de culpa por homicidio, si acaso hay alguna, ciertamente merece ser considerada por el comité judicial de la congregación con la cual está asociado el conductor del auto. Aun si un tribunal de ley decide que el accidente no fue culpa del conductor, sería apropiado de parte del comité judicial de la congregación examinar al conductor y tratar de determinar si, de hecho, se podría atribuir culpa de homicidio a ese conductor. Esto es importante porque la congregación no quiere quedar bajo ninguna responsabilidad de comunidad por la pérdida accidental de vida, que surja del descuido de un cristiano o por desatención a las leyes de tráfico de “César.”
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