Capítulo 6
Una congregación ungida para proclamar el Reino
1. ¿Qué cuestiones había con relación a la salvación mundial hace dos mil años?
HOY DÍA nos enfrentamos a cuestiones de importancia mundial. Se relacionan con cuestiones que hubiéramos afrontado si hubiéramos vivido hace casi dos mil años, en el Oriente Medio. ¡En aquel tiempo aquellas cuestiones eran de importancia mundial porque giraban alrededor de un salvador mundial, un Mesías! Había llegado el tiempo en que él había de presentarse por primera vez. Por lo tanto, la gente que se interesaba en esto estaba a la expectativa de él. Cuando apareciera, ¿sería aclamado con deleite por todo el mundo de la humanidad? ¿O los desilusionaría al efectuar la comisión que tenía para aquel tiempo? ¿Quiénes quedarían convencidos de que él era el Mesías que hacía exactamente lo que las Santas Escrituras habían predicho acerca de él, y por lo tanto lo seguirían como Caudillo de ellos? ¿Quiénes no se ofenderían por él, sino que serían atraídos a él? ¿Quiénes hoy están siendo atraídos al Mesías que salva al mundo, y cómo?
2. (a) ¿Qué papel había de desempeñar el Principal de la “descendencia” de la “mujer” de Dios? (b) Los otros de la “descendencia” de la mujer habían de ser ¿quiénes, y de quién recibirían enseñanza?
2 Para nuestra guía segura hoy, recordemos que el verdadero Mesías había de ser el Principal de la predicha “descendencia” de la “mujer” de Dios, y había de ser ‘magullado en el talón’ por la Gran Serpiente, Satanás el Diablo. La “mujer” o madre de la “descendencia” es la organización celestial de Dios que es como una esposa para él y que está compuesta de santas criaturas de la región de los espíritus, angélicos “hijos del Dios verdadero.” La prometida “descendencia” de la mujer está compuesta de hijos de ella, de los cuales el Principal es el Mesías y los demás son sus seguidores espirituales. Respecto a estos miembros menores de la “descendencia” de la mujer tenemos estas palabras de Isaías 54:13 dirigidas a la “mujer” simbólica: “Y todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová, y la paz de tus hijos será abundante.” Apropiadamente, los “hijos” recibirían enseñanza del Esposo celestial de la mujer, Jehová, el Padre de la “descendencia.”—Isaías 54:5.
3. ¿A quiénes aplicó Jesús la palabra “hijos” que se encuentra en Isaías 54:13, y cómo se les enseña a éstos sin que el Maestro sea visible?
3 Jesucristo, el Principal de la “descendencia” de la mujer, aplicó las palabras dirigidas a la mujer en Isaías 54:13. ¿Con relación a qué? Bueno, cuando estuvo hablando a judíos a quienes él no atraía como el Mesías y que por lo tanto murmuraban contra él, Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los Profetas: ‘Y todos ellos serán enseñados por Jehová.’ Todo el que ha oído de parte del Padre y ha aprendido viene a mí.” (Juan 6:44, 45) Por supuesto, Jehová no es el Maestro visible de ninguno de nosotros, pero ha suministrado un Libro de Texto inspirado para nosotros. De manera que por medio de éste y por el funcionamiento de Su espíritu santo, él nos enseña los hechos acerca de la “descendencia” mesiánica de su “mujer.” De esta manera atrajo a los menores de la “descendencia” al Principal de ella, el Mesías, y forma una congregación.
4. Para el tercer año de la actividad pública de Jesús, ¿qué comparación había entre las opiniones de los apóstoles de Jesús y las del pueblo en cuanto a quién era él?
4 Para aquel tiempo, en el tercer año de la actividad pública de Jesús, el pueblo judío debería haber llegado a alguna decisión en cuanto a quién era este hacedor de milagros en el propósito de Dios. ¿Cuántos de ellos mostraban que estaban siendo “enseñados por Jehová” respecto a su Mesías? Era oportuno el que Jesús preguntara a sus apóstoles acerca de esto:
“Los interrogó, diciendo: ‘¿Quién dicen las muchedumbres que soy?’ Respondiendo, dijeron: ‘Juan el Bautista; pero otros, Elías, y todavía otros, que uno de los antiguos profetas se ha levantado.’ Entonces les dijo: ‘Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?’ Pedro dijo en respuesta: ‘El Cristo de Dios.’ Entonces en un discurso riguroso les instruyó que no anduvieran diciendo esto a nadie, pero dijo: ‘El Hijo del hombre tiene que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos y los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y al tercer día ser levantado.’”—Lucas 9:18-22; compare con Marcos 8:27-32.
5. Según Mateo 16:16-19, ¿qué le dijo Jesús a Pedro en respuesta a lo que él contestó cuando se le hizo la pregunta?
5 El relato del apóstol Mateo amplió el asunto, diciendo: “En contestación Simón Pedro dijo: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.’ En respuesta Jesús le dijo: ‘Feliz eres, Simón hijo de Jonás, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre que está en los cielos. También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro, y sobre esta masa de roca edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cualquier cosa que ates sobre la tierra será la cosa atada en los cielos, y cualquier cosa que desates sobre la tierra será la cosa desatada en los cielos.’”—Mateo 16:16-19.
6. ¿Qué muestra que Pedro no interpretó mal las palabras de Jesús acerca de la “masa de roca,” y quien, según dijo Pablo, era la “masa de roca”?
6 De este encomio dado a Pedro se desprende claramente que él era uno que había sido enseñado por Jehová y había aprendido de Él. Por eso fue atraído a Jesús y vino a él como el Mesías o Cristo. El nombre de Pedro significa “piedra,” o “trozo de roca.” Pero esto no significaba que él era la “masa de roca” sobre la cual Jesús edificaría su congregación. Tampoco era la “masa de roca” la confesión que Pedro había hecho: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.” La “masa de roca” era Jesús mismo. Pedro no interpretó mal las palabras de Jesús. Nunca alegó él que era la “masa de roca” (griego: petra) según 1 Pedro 2:4-10. Además, el apóstol Pablo, cuyos escritos fueron reconocidos por Pedro como parte de las Escrituras inspiradas, escribió: “Porque [los israelitas en el desierto] bebían de la masa de roca espiritual que los seguía, y esa masa de roca significó el Cristo.”—1 Corintios 10:4; 2 Pedro 3:15, 16.
7, 8. (a) Equivocadamente, ¿qué pensaban los apóstoles que había de ser el reino del Mesías? (b) ¿A quién se le dieron las “llaves” del reino de los cielos, pero sobre quién había de edificarse la congregación?
7 Cuando Jesús hablaba a sus apóstoles acerca del reino, ellos pensaban en un reino basado sobre el gobierno que tendría su capital en Jerusalén, donde el rey David había gobernado. Esperaban que Jesús como el Mesías estableciera su gobierno en Jerusalén, como sucesor del rey David. Evidencia de que ésta era la idea que tenían es el hecho de que le dijeran a Jesús después de la resurrección de éste de entre los muertos: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6) Por el momento, antes del día festivo del Pentecostés de 33 E.C., no entendían que el reino del Cristo resucitado sería un reino sobrehumano que gobernaría sobre mucho más que la nación terrestre de Israel. En vista de eso, fue muy apropiado el que Jesús, después de haber confesado Pedro que Jesús era el Cristo, considerara el tema del “reino de los cielos.”
8 Él daría las “llaves” de éste a Pedro. (Mateo 16:19) Aun así, la congregación sería edificada por Jesucristo sobre la “masa de roca” real, el rey mesiánico. Y, tal como las “puertas del Hades” no subyugarían a la “masa de roca” de fundamento, sino que Jesucristo sería resucitado del sepulcro al tercer día, así aquellas “puertas del Hades” no subyugarían a la congregación del Mesías. Ella también tenía que levantarse de entre los muertos.
EL AYUDANTE INVISIBLE DE LA CONGREGACIÓN
9. A los seguidores de Cristo se les juntaría para formar ¿qué? Y sin embargo, ¿qué serían también, como el antiguo Israel?
9 A diferencia de los apóstoles de Cristo, la nación de Israel permanecía confusa en cuanto a quién era Jesús en el propósito de Jehová. Por lo tanto a los israelitas individuales que lo aceptaran como Mesías o Cristo se les juntaría y se formaría con ellos una nueva nación. Esta nación sería tan congregación como congregación había sido el Israel antiguo. ¡Serían una congregación de proclamadores del rey mesiánico y su reino!
10. En 1 Pedro 2:8-10, ¿cómo señaló Pedro ese sorprendente hecho, y qué está entre las “excelencias” que se han de declarar en público?
10 El apóstol Pedro aprendió este hecho sorprendente como persona que fue ‘enseñada por Jehová.’ Una de las últimas cosas que escribió a compañeros de creencia contenía estas palabras: “Para este mismo fin también fueron señalados [los israelitas que no creían]. Pero ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa.” (1 Pedro 2:8-10) Las “excelencias” de ese maravilloso Personaje incluirían su aptitud para cumplir su propósito respecto a su Mesías a pesar de todo el antagonismo de los que rechazaran a su Hijo como Mesías. Su “pueblo para posesión especial” está bajo la obligación de alabar a Jehová por su reino mesiánico.—Isaías 43:21.
11, 12. ¿Por qué prometió Jesús enviar un “ayudante” a sus discípulos, y qué dijo Jesús acerca del ayudante?
11 La nueva “nación santa” no podría cumplir con esta obligación por su propia fuerza en medio de un mundo hostil. Jesús, sabiendo esto, dijo a sus fieles apóstoles antes de que sus enemigos lo alejaran de ellos llevándoselo bajo arresto: “No los dejaré solos y afligidos. . . . Mas el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les dije.” Además: “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ése dará testimonio acerca de mí; y ustedes, a su vez, han de dar testimonio, porque han estado conmigo desde que principié.”—Juan 14:18, 26; 15:26, 27.
12 Jesús también añadió: “Si no me voy, el ayudante de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, se lo enviaré a ustedes. . . . cuando llegue aquél, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen. Aquél me glorificará, porque recibirá de lo que es mío y se lo declarará a ustedes. Todas las cosas que el Padre tiene son mías. Por eso dije que recibe de lo mío y se lo declara a ustedes.”—Juan 16:7, 13-15.
LLEGADA DEL “AYUDANTE,” EL ESPÍRITU SANTO
13. El prometido “ayudante” sería impartido en nombre de ¿quién? y a los que creían en el nombre de ¿quién?
13 Menos de quinientos años antes de que Jesucristo les hiciera aquella promesa a sus apóstoles, en Jerusalén el gobernador Nehemías registró esta oración acerca de los tratos de Dios con los israelitas: “Fuiste indulgente con ellos por muchos años y seguiste testificando contra ellos por tu espíritu por medio de tus profetas.” (Nehemías 9:30) Y ahora, durante el tiempo en que Jesús el Mesías estaría físicamente ausente de sus discípulos, ese mismo espíritu de Jehová Dios vendría a ayudarlos. Les sería impartido solamente en el nombre de Jesús. Sería impartido únicamente a los que creyeran que Jesús era el nombre del Mesías verdadero. ¿Cuándo fue impartido originalmente?
14, 15. (a) Jesús culminó sus cuarenta días de después de su resurrección por medio de prometer a sus discípulos ¿qué cosa, que difería del bautismo de Juan? (b) ¿Qué pregunta habría en cuanto a este bautismo prometido?
14 Por cuarenta días después de haber resucitado de entre los muertos el domingo 16 de Nisán de 33 E.C., Jesús permaneció aquí en la Tierra, pero invisiblemente. A veces, hizo como los santos ángeles de la antigüedad, se materializó en forma humana, para suministrar a sus discípulos la prueba de que realmente había sido levantado de entre los muertos, pero como espíritu. En aquellas apariciones a ellos él siguió “diciendo las cosas acerca del reino de Dios.” (Hechos 1:1-3) Algunos de los apóstoles habían sido discípulos de Juan el que Bautizaba. Y ahora en el día número cuarenta, el día de su ascensión al cielo, Jesucristo puso a sus discípulos muy a la expectativa cuando les dijo: “Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo a no muchos días después de esto.” (Hechos 1:4, 5) El bautismo de judíos arrepentidos por Juan había sido en símbolo del arrepentimiento de éstos por los pecados que habían cometido contra la ley de Dios dada por medio de Moisés.
15 Aquel bautismo en agua quizás les haya dado un sentido de alivio junto con una buena conciencia. Pero ¿qué efecto tendría en los discípulos de Jesús el ser “bautizados [sumergidos] en espíritu santo”? Debería tener el efecto de comunicar energía, porque el espíritu santo de Dios es su santa fuerza activa invisible.—Mateo 3:11.
16. Según las palabras de Jesús en Hechos 1:6-8, el espíritu santo les comunicaría energía para hacer ¿qué?
16 Al llegar, ¿para hacer qué les comunicaría energía el espíritu santo de Dios a los que lo recibieran? Precisamente antes de ascender al cielo, Jesús dijo a sus discípulos: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hechos 1:6-8) En esas palabras está la respuesta a nuestra pregunta: Comunicar energía a los que recibieran espíritu santo para que dieran un testimonio mundial acerca del hecho de que Jesús es el Mesías, el Cristo.
17. En el día número cincuenta desde su resurrección, ¿en medio de qué circunstancias se cumplió la promesa que Jesús hizo a sus discípulos?
17 Jesucristo asciende al cielo. Pasan diez días. ¡Llega el día número cincuenta desde su resurrección! En Jerusalén transcurre el día festivo judío de las Semanas o Pentecostés (que significa “quincuagésimo” con aplicación a un día). Temprano en la mañana unos ciento veinte discípulos están reunidos, no en el templo de la fiesta, sino en un aposento superior, esperando. “De repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa en la cual estaban sentados. Y lenguas como de fuego se les hicieron visibles y fueron distribuidas en derredor, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse.”—Hechos 2:1-4.
18, 19. Según lo explicó Pedro, ¿qué profecía comenzó a realizarse en aquel día del Pentecostés, y cuánto tiempo después de haber sido expresada?
18 Ah, al fin, después de más de ochocientos años desde que hubo sido expresada, la profecía de Joel 2:28-32 había empezado a cumplirse. Judíos sorprendidos se reunieron para observar aquel fenómeno. Algunos acusaron a los discípulos de estar borrachos. Denodadamente el apóstol Pedro les dijo:
19 “Por el contrario, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: ‘“Y en los últimos días,” dice Dios, “derramaré algo de mi espíritu sobre toda clase de carne, y profetizarán sus hijos y sus hijas y sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños; y aun sobre mis esclavos y sobre mis esclavas derramaré algo de mi espíritu en aquellos días, y profetizarán. Y daré portentos en el cielo arriba y señales en la tierra abajo, sangre y fuego y neblina de humo; el sol se tornará en oscuridad y la luna en sangre antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová. Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.”’”—Hechos 2:16-21.
20. ¿Qué bautismo se efectuó allí, y a quién identificó Pedro como el que fue usado para efectuar el bautismo?
20 Se había efectuado el bautismo en espíritu santo, tal como Jesús lo había prometido. El que se dijera que el espíritu fue ‘derramado’ armonizaría con el hecho de que es como un elemento fluido para bautismo o inmersión. Recordamos que Dios le dio a Juan el que Bautizaba la señal acerca de Jesús, para mostrar que “éste es el que bautiza en espíritu santo.” (Juan 1:33) Como cosa que verifica este hecho, el apóstol Pedro identificó al glorificado Jesucristo como el agente que Dios usó para derramar el espíritu santo sobre estos primeros cristianos. Dijo Pedro además a aquellos celebradores judíos del Pentecostés: “A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos. Por eso, debido a que fue ensalzado a la diestra de Dios y recibió del Padre el espíritu santo prometido, él ha derramado esto que ustedes ven y oyen.”—Hechos 2:32, 33.
21. ¿Cómo podía Pedro decir que ellos habían visto y oído lo que el glorificado Jesús había derramado?
21 Ellos vieron y oyeron el funcionamiento de espíritu santo, pues vieron las lenguas como de fuego sobre las cabezas de los discípulos y oyeron los idiomas extranjeros que milagrosamente hablaron los discípulos.
22. ¿Qué otra cosa sucedió entonces con relación a los discípulos, en correspondencia con lo que sucedió con relación a Jesús después de su bautismo en agua?
22 Sin embargo, en aquel día del Pentecostés había sucedido más que solamente el que los discípulos de Jesús fueran bautizados en espíritu santo. También habían sido ungidos con espíritu santo. Tal como Jesús fue ungido con espíritu santo después de su bautismo en agua y así llegó a ser el Cristo o Ungido, así también sucedió con relación a sus discípulos. Fueron ungidos con aquello en lo cual se les bautiza.
23. Además, ¿con qué fueron sellados los discípulos, según lo explicó Pablo en 2 Corintios 1:21, 22?
23 Además, fueron sellados con ese espíritu en prenda de su herencia espiritual venidera. Esto concuerda con lo que el apóstol Pablo le dijo a la congregación cristiana de la antigua Corinto, Grecia: “El que garantiza que ustedes y que nosotros pertenecemos a Cristo y el que nos ha ungido es Dios. Él también ha puesto su sello sobre nosotros y nos ha dado la prenda de lo que ha de venir, es decir, el espíritu, en nuestros corazones.”—2 Corintios 1:21, 22.
24. ¿Qué escribió más tarde el apóstol Juan acerca del ungimiento en 1 Juan 2:20, 27?
24 El apóstol Juan, quien estuvo allí en aquel derramamiento de espíritu santo en el Pentecostés, entendió lo que había sucedido. Por eso, esto es lo que escribió a compañeros de creencia: “Ustedes tienen una unción del santo; todos ustedes tienen conocimiento. Y en cuanto a ustedes, la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les esté enseñando; antes bien, como la unción de él les está enseñando acerca de todas las cosas, y es verdad y no es mentira, y así como les ha enseñado, permanezcan en unión con él.”—1 Juan 2:20, 27.
ENGENDRAMIENTO POR ESPÍRITU SANTO
25. Para que el cristiano bautizado estuviera a la expectativa de una herencia celestial, ¿qué funcionamiento de espíritu santo era necesario que experimentara?
25 Este funcionamiento de la fuerza activa de Dios tiene otro aspecto. Jesús lo indicó cuando dijo: “A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:3, 5) El cristiano que espera una herencia celestial debe imitar a su Amo Jesús por medio de bautizarse en agua. De esta manera simboliza que se dedica a Jehová Dios, para hacer la voluntad divina. (Mateo 28:19, 20) Pero tiene que haber también un funcionamiento de espíritu santo en él. ¿Por qué? Porque, como escribe el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:50, “carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni tampoco la corrupción hereda la incorrupción.”
26. Después de escribir acerca del ungimiento, el apóstol Juan habla acerca de ¿qué relación de los ungidos con Dios?
26 Para que los discípulos califiquen para entrar en el reino celestial de Dios, tienen que “nacer otra vez” y así llegar a ser hijos espirituales de Dios. Como en el propio caso de Jesús, es el hijo espiritual de Dios quien es ungido con espíritu santo. Por esta razón es que, después de hablar del ungimiento, el ungido apóstol Juan pasa a decir, en 1 Juan 3:1-3:
“Vean qué clase de amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por eso es que el mundo no tiene conocimiento de nosotros, porque no ha llegado a conocerlo a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en él se purifica a sí mismo así como ése es puro.”
27. ¿Cómo se muestra en Juan 1:11-13 que los padres humanos no tienen nada que ver con que el cristiano “nazca otra vez”?
27 Los padres humanos no tienen nada que ver con el que una persona “nazca otra vez.” Por la propia convicción del individuo él tiene que aceptar a Jesús como el Mesías y seguirlo como el que fue ungido por Dios para ser el Rey en el reino celestial mesiánico. Entonces queda a la voluntad de Dios el engendrar o no a ese seguidor de Cristo por espíritu santo. No son padres humanos, sino Dios, quien engendra hijos para el cielo. Eso es lo que dice el apóstol Juan. Aquí están las palabras de Juan: “Vino,” es decir, Jesucristo al venir a la nación judía hace diecinueve siglos, “a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron. No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de venir a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre; y ellos nacieron, no de sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:11-13) Por el engendramiento efectuado por Dios llegan a ser sus hijos espirituales. Él no los engendra en la matriz de una madre.
“UNA NUEVA CREACIÓN”
28. ¿Quién determina el que haya de haber hijos espirituales para Dios, y cómo son éstos, en cierto sentido, “primicias de sus criaturas”?
28 ¿No deciden los padres humanos por sí mismos en cuanto a tener hijos de su propia carne y sangre? ¡Sí! Así, también, Dios decide con relación a la persona a quien engendra para que sea su hijo espiritual con una herencia celestial. “Porque fue su voluntad, él nos produjo por la palabra de la verdad, para que fuésemos ciertas primicias de sus criaturas.” Así escribe el discípulo Santiago a cristianos a quienes llama “las doce tribus que están esparcidas por todas partes.” (Santiago 1:1, 18) En la agricultura, se toman “primicias” o primeros frutos de una nueva cosecha y se dedican a Dios como cosa santa y algo que se le debe a él. Entonces, ¿quiénes son las primicias espirituales? Aquellos a quienes el Padre celestial engendra según su propia voluntad y por medio de la “palabra de la verdad.” Él saca a éstos de la familia humana para que compongan una clase que hereda el Reino celestial.
29. Para que el cristiano pueda entrar en el reino celestial, ¿qué muestra 1 Pedro 1:3, 4 que se requiere de él?
29 A la misma clase de las “primicias” el apóstol cristiano Pedro escribió lo siguiente: “Se les ha dado un nuevo nacimiento, no de semilla corruptible, sino de semilla reproductiva incorruptible, por medio de la palabra del Dios vivo y duradero.” (1 Pedro 1:23) El “nuevo nacimiento” o el “nacer otra vez” se requiere para que finalmente el cristiano entre en el reino celestial. Por eso Pedro escribe: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque según su gran misericordia nos dio un nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, a una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible. Está reservada en los cielos para ustedes.”—1 Pedro 1:3, 4; note también 1 Juan 3:9.
30, 31. (a) ¿Qué clamor levantan a Dios los que han recibido la “adopción de hijos”? (b) ¿En qué pacto están y qué clase de nación forman los que tienen tal adopción?
30 A cristianos de la provincia romana de Galacia que habían recibido la “adopción de hijos,” el apóstol Pablo escribió: “Ahora bien, porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a nuestros corazones y éste clama: ‘¡Abba, Padre!’ Así es que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo, también heredero gracias a Dios.”—Gálatas 4:5-7.
31 Los judíos convertidos al cristianismo, como Pablo mismo, ya no eran esclavos bajo el pacto de la Ley para el cual el profeta Moisés había servido de mediador. Ahora eran hijos espirituales de Dios y estaban en el “nuevo pacto” del cual era mediador Jesucristo, un Profeta mayor que Moisés. Ese nuevo pacto produce lo que el antiguo pacto de la Ley mosaica no pudo producir, a saber, “un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxodo 19:5, 6; Hebreos 8:6-13; 1 Timoteo 2:5, 6) La “nación santa” que está en el nuevo pacto es, por lo tanto, un Israel espiritual, compuesto de cristianos que son judíos o israelitas interiormente. Estos han sido circuncidados en su corazón más bien que exteriormente en la carne. Así lo leemos en Romanos 2:28, 29.
32. Según 2 Corintios 5:16-18, ¿por qué no conocemos a ningún cristiano, ni siquiera a Cristo mismo, según la carne?
32 Ante todos estos nuevos rasgos acerca de los hijos espirituales de Dios, ¿podemos sorprendernos de alguna manera de que el apóstol Pablo hable acerca de “una nueva creación”? ¡No! Es solo lógico el que él haga eso. Razonando desde el hecho de que Jesucristo había sido levantado de entre los muertos como Hijo espiritual celestial de Dios, el apóstol Pablo dice: “Por consiguiente, de ahora en adelante nosotros no conocemos a nadie [cristiano] según la carne. Aun si hemos conocido a Cristo según la carne, ciertamente ya no lo conocemos así. Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren! nuevas cosas han venido a existir. Pero todas las cosas vienen de Dios.”—2 Corintios 5:16-18.
33. Para obtener entrada en el reino celestial, ¿es necesaria la circuncisión en la carne? O, si no lo es, ¿qué es?
33 De todo esto se desprende que la circuncisión carnal de uno como descendiente carnal del patriarca Abrahán o como judío natural no es un requisito que tengamos que satisfacer para adquirir la salvación por medio del Mesías, Cristo. En el caso de las personas que esperan ir al cielo, ¿qué es necesario, en realidad? Pablo el apóstol inspirado contesta con estas palabras francas y directas: “Ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación es algo. Y a todos los que hayan de andar ordenadamente por esta regla de conducta, sobre ellos sea paz y misericordia, sí, sobre el Israel de Dios.” (Gálatas 6:15, 16) Este entero “Israel de Dios” es una “nueva creación.”
34. Para resolver la disputa en cuanto a si la circuncisión carnal era necesaria para la salvación eterna, ¿qué hizo la congregación de Antioquía?
34 Hoy personas que tienen la circuncisión carnal quizás cuestionen esas palabras del inspirado apóstol Pablo, un judío convertido al cristianismo. Pero hasta por dieciséis años después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo hubo quienes alegaron que la circuncisión carnal era necesaria para la salvación eterna. Así sucedió en Antioquía, Siria, donde los discípulos de Cristo fueron llamados por primera vez cristianos. (Hechos 11:26) Entonces, ¿qué? La congregación de Antioquía envió a Pablo y su compañero misional Bernabé y otros para que “subiesen a los apóstoles y ancianos en Jerusalén respecto a esta disputa.” (Hechos 15:1, 2) De manera que hubo un concilio de los apóstoles y ancianos de la congregación de Jerusalén, para rendir un fallo en cuanto a si era necesario que los no judíos que creían en Cristo fueran circuncidados exteriormente en la carne.
35. ¿Cómo hubo espíritu santo relacionado con el decreto que emitió el Concilio de Jerusalén, y qué decía el decreto?
35 Finalmente, después de mucha discusión y de producirse evidencia que tenía que ver con el caso, el discípulo Santiago recurrió a las palabras pertinentes de Amós 9:11, 12 que habían sido inspiradas por espíritu santo de Dios y que estaban ya cumpliéndose bajo la guía del espíritu santo. Estaba claro que aquí estaba la dirección del espíritu santo de Dios en el sentido de que la circuncisión exterior en la carne no era necesaria para los creyentes gentiles que habían sido sacados de las naciones para el nombre de Jehová. Indudablemente el espíritu santo de Dios había evocado este texto bíblico decisivo en la mente de Santiago y también lo guió en cuanto a recomendar los puntos prominentes que habían de abarcarse en la resolución que sería emitida por el Concilio de Jerusalén. Así decía el decreto del Concilio:
“Al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos y de sangre y de cosas estranguladas y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!” (Hechos 15:3-29; 21:25)
Así se decidió que lo que era necesario para que los cristianos realizaran una herencia celestial no era la circuncisión exterior en la carne, sino el ser una “nueva creación.”
36. Por su ungimiento, a la congregación engendrada por espíritu le incumbe llevar a cabo ¿qué comisión? Y respecto a eso, ¿qué les enseña Jehová?
36 Allá en el primer siglo E.C. los creyentes cristianos se regocijaron por aquella decisión del Concilio de Jerusalén. Nosotros mismos hoy todavía podemos regocijarnos por aquella misma decisión inspirada. Por las Santas Escrituras reconocemos que la congregación cristiana engendrada por espíritu como “nueva creación” está ungida con el espíritu de Jehová, tal como el Principal de esa congregación, Jesucristo. Por eso ahora le incumbe a esa congregación efectuar aquello para lo cual la comisiona ese ungimiento, a saber, “anunciar buenas nuevas a los mansos.” Jesucristo mismo no esquivó la obligación de hacer esto, sino que fijó el modelo o puso el ejemplo para todos sus seguidores. (Isaías 61:1-3) Siendo hijos espirituales de Dios, Jehová les enseña qué anunciar como “buenas nuevas” procedentes de Él. (Isaías 54:13) Por el ejemplo fiel y las palabras fieles de su Hijo Jesucristo, Jehová enseña a la congregación cristiana que las nuevas salvavidas que han de anunciarse por todas partes son las buenas nuevas del reino mesiánico de Dios.