-
Dando el lugar de primera importancia a los intereses del ReinoLa Atalaya 1961 | 1 de noviembre
-
-
ahorré mi voz. Con una contribución de la congregación para compensar lo que resta, puedo, mediante la bondad inmerecida de Jehová, asistir a la Escuela del Ministerio del Reino.”
Un siervo de congregación de Brooklyn, Nueva York, dijo que en tres distintas oportunidades habló a su patrono para pedirle licencia para asistir a la Escuela del Ministerio del Reino. Se le negó las tres veces, y la tercera vez la respuesta fue colérica. Tres días más tarde era tiempo para partir para la escuela, por lo tanto el hermano volvió a hablar a su empleador, esta vez pidiendo toda su paga, dado que iba a tener que decir Adiós. En esta oportunidad, después de una larga conversación en la cual se explicó de nuevo el propósito de la escuela, se concedió la licencia.
Algunos que han concurrido a la escuela han perdido sus empleos seglares al hacerlo, pero ni aun a éstos les parece que el Señor los hubiera abandonado. ¡Nada de eso! Él los bendijo mucho más allá de sus expectativas con cosas buenas en la Escuela del Ministerio del Reino. Tampoco dejará de escuchar sus oraciones, al pedirle: “Danos nuestro pan para el día de acuerdo con las necesidades del día.” (Luc. 11:3) Como Jesús mismo lo aseguro, los que busquen con ahínco primero el reino de Dios hallarán que todas las otras cosas necesarias para la vida les son agregadas.—Mat. 6:33.
El ejemplo de estos superintendentes de dar el lugar de primera importancia a los intereses del Reino es excelente. Ellos son, como dijo el apóstol Pablo que deberían ser: “dechados de la grey.” (1 Ped. 5:3) Otros que están asociados con la sociedad del nuevo mundo emularán su buen ejemplo. Cuando se enfrenten a circunstancias en las cuales el trabajo seglar pudiera hacer que les fuera imposible concurrir a una asamblea del pueblo de Jehová o cuando el trabajo seglar comience a ocupar el tiempo de las reuniones de congregación, recordarán el consejo que se halla en Hebreos 13:7: “Acuérdense de aquellos que los están gobernando, los cuales les han hablado la palabra de Dios a ustedes, y al contemplar los resultados de su conducta imiten la fe de ellos.”
-
-
Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1961 | 1 de noviembre
-
-
Preguntas de los lectores
● La Atalaya del 15 de marzo de 1961 declaró que la congregación cristiana, al empezar en el Pentecostés, “tenía seis de los ocho creyentes judíos que fueron usados para escribir los restantes veintisiete libros de la Santa Biblia.” Uno de los que no estaban presentes fue, por supuesto, el apóstol Pablo. ¿Quién fue el otro?—M. W., Indonesia.
De Hechos 1:13, 14 se desprende que Mateo, Juan y Pedro, apóstoles y escritores de las Escrituras Cristianas Griegas, estaban presentes, porque allí se menciona a todos los apóstoles fieles. Y puesto que también se dice que allí estaban los hermanos, o hermanastros, de Jesús, también estaban incluidos Santiago y Judas. Existe una razón doble para creer que Marcos fue uno de los primeros creyentes: Primero, parece que él fue el joven que, en escasas vestiduras, huyó en la noche en que Jesús fue traicionado, porque Marcos es el único que menciona este incidente, y si hubiese sido otro y no él, no hay duda de que él lo hubiera mencionado por nombre. Segundo, la congregación incipiente usaba la casa de la madre de Marcos como lugar en que se adoraba, lo que parecería indicar que tanto ella como su hijo Marcos se habían hecho seguidores de Jesús antes de la muerte de éste.—Mar. 14:51, 52; Hech. 12:12.
Esto, entonces, aparte de Pablo, dejaría solamente a Lucas. El hecho de que lo más probable era que él no estaba presente en el Pentecostés lo manifiesta claramente la introducción de su Evangelio, porque él habla de “los que desde el principio llegaron a ser testigos oculares y servidores del mensaje” y que “nos los entregaron,” mostrando así que él no era un testigo ocular. Además, la referencia primera a Lucas, pero solo por medio del pronombre personal “nos,” viene después de la conversión de Saulo, que después llegó a ser el apóstol Pablo.—Luc. 1:2; Hech. 16:10.
-