Capítulo 12
La glorificación del Mesías
1. El profeta Isaías (53:7-12) recibió inspiración de Jehová para decir ¿qué, en cuanto a lo que debería preceder a la glorificación del Mesías?
ANTES de la glorificación tiene que venir el sufrimiento. Por esta experiencia pasaría el “siervo” mesiánico de Dios. Al predecir que éste era el propósito divino respecto al Mesías, Dios hizo que su profeta Isaías del siglo octavo antes de nuestra era común dijera bajo inspiración:
“Fue oprimido, aunque él se humilló y no abrió su boca; como cordero que es llevado a la matanza, y como oveja que delante de sus esquiladores está muda; sí, él no abrió su boca. . . . Por lo tanto le dividiré una porción entre los grandes, y él dividirá el despojo con los poderosos; porque descubrió su alma hasta la muerte, y fue contado con los transgresores, sin embargo llevó el pecado de muchos, e intercedió por los transgresores.”—Isaías 53:7-12, según la versión en inglés de la Sociedad Judía de Publicación (JPS); Hechos 8:32-35.
2. Después de enterarse de que Juan había sido aprisionado, ¿qué mensaje empezó a dar Jesús?
2 Hasta el precursor del Mesías se vio obligado a sufrir por su fidelidad a la ley de Dios. Después que había dirigido muchos discípulos bautizados a Jesús, fue aprisionado por el gobernante de distrito de Galilea, Herodes Antipas, el hijo de Herodes el Grande, y más tarde, durante una celebración del cumpleaños de Herodes, fue decapitado. (Mateo 14:1-12) Jesús, después de haberse enterado del arresto y aprisionamiento de Juan, empezó a dar el mensaje de Juan. “Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’”—Mateo 4:12-17.
3. Moisés sufrió por preferir ser ¿qué? ¿y cómo debería corresponder con eso la experiencia de Jesús?
3 Como Juan el que Bautizaba, Jesús no estuvo predicando el reino terrestre de los Macabeos, que muchos judíos querían ver restaurado. Estuvo predicando el “reino de los cielos,” el reino de Dios que tenía una relación con el rey David de la antigüedad. Al sufrir no dejó de parecerse al profeta Moisés. En cuanto a la firme fe de Moisés, está escrito en Hebreos 11:25, 26: “Escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado, porque estimó el vituperio del Cristo como riqueza más grande que los tesoros de Egipto; porque miraba atentamente hacia el pago del galardón.” Puesto que el Mesías sería un profeta semejante a Moisés, y Moisés sufrió antes y después de haber sido nombrado (ungido) profeta de Jehová, era solo lo de esperarse que el Mesías Jesús también hubiera de sufrir. De hecho, sus sufrimientos serían mayores que los de Moisés.—Deuteronomio 18:15.
4. ¿En el nombre de quién fue Moisés a su pueblo, y cómo corresponde esto con el caso de Jesucristo?
4 Fue en el nombre del Dios Todopoderoso, Jehová, que Moisés fue enviado de regreso a Egipto para conducir a su pueblo fuera de la esclavitud allí. (Éxodo 3:13-15; 5:22, 23) Tal como Moisés se encontró con oposición, así le sucedió también a esta correspondencia de él del primer siglo. A los que no ponían fe en él como el Mesías enviado desde Dios, Jesús dijo:
“Yo he venido en el nombre de mi Padre, pero ustedes no me reciben; si algún otro llegara en su propio nombre, recibirían a ése. ¿Cómo pueden creer ustedes, cuando aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que proviene del único Dios? No piensen que yo los acusaré al Padre; hay quien los acusa, Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza. En realidad, si creyeran a Moisés me creerían a mí, porque aquél escribió de mí. Pero si no creen los escritos de aquél, ¿cómo creerán mis dichos?”—Juan 5:43-47.
5. ¿Por qué deberían haber creído los judíos que Jesús vino en el nombre de su Padre celestial, y cuándo expresó creencia en eso una muchedumbre?
5 Notamos cómo Jesús respondió a los que no lo aceptaban como el Mesías y que le dijeron: “¿Hasta cuándo has de tener nuestras almas en suspenso? Si eres el Cristo [Mashíahh], dínoslo francamente.” Jesús les pidió que dejaran que sus obras mesiánicas hablaran por él, al decir: “Se lo dije a ustedes, y sin embargo no creen. Las obras que hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio acerca de mí. Pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen.” (Juan 10:24-27) Pero hubo algunos judíos que creyeron que Jesús había venido en el nombre de su Padre celestial. Por eso, cinco días antes de la Pascua de 33 E.C., cuando Jesús, montado en un asno, entró en Jerusalén en cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9, una muchedumbre de ellos lo aclamó y gritó: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!”—Juan 12:1, 12, 13; Mateo 21:4-9; Marcos 11:7-11; Lucas 19:35-38; Salmo 118:26.
6. ¿En el nombre de quién vigiló Jesús sobre sus apóstoles fieles?
6 Por fin, en la noche de la Pascua, después de celebrar esta fiesta con sus fieles discípulos o apóstoles, Jesús oró a Jehová y dijo:
“He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo. Tuyos eran, y me los diste, y han observado tu palabra. . . . Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre que tú me has dado, para que sean uno así como lo somos nosotros. Cuando estaba con ellos yo los vigilaba por causa de tu propio nombre que tú me has dado; y yo los he guardado.”—Juan 17:6, 11, 12.
Así, al venir en el nombre de Jehová, Jesús fue un profeta semejante a Moisés.
IDENTIFICADO TAMBIÉN POR MILAGROS Y PROFECÍAS
7. ¿Por qué ejecutó Moisés señales delante de los egipcios y los israelitas, y qué comparación existe entre sus señales y las del Mesías en cuanto a cantidad?
7 Tanto a los israelitas como a los egipcios el profeta Moisés les probó que había venido en el nombre del único Dios vivo y verdadero por medio de muchos milagros. Estas eran “señales” dadas por Dios en prueba de que Jehová había enviado a Moisés. (Éxodo 4:1-30; 7:1-3; 8:22, 23; 10:1, 2; Deuteronomio 34:10, 11) Los antiguos israelitas no le exigieron a Moisés una “señal del cielo,” y por consiguiente los israelitas del primer siglo E.C. estaban fuera de lo correcto al pedirle tal señal a Jesús. (Mateo 16:1-4) No es descrédito decir que las señales milagrosas que ejecutó Moisés fueron sobrepasadas por mucho por las que ejecutó Jesús en prueba de que era el Mesías.
8. ¿Con qué comenzó Jesús sus “señales,” y qué efecto tuvieron las “señales” en sus discípulos y en Nicodemo?
8 Jesús no hizo como Moisés y convirtió el agua en sangre, pero sí convirtió agua en el mejor de los vinos cuando el surtido se agotó en un banquete de bodas en Caná de Galilea. Esto fue solo el principio, según lo que está escrito en Juan 2:11: “Jesús ejecutó esto en Caná de Galilea como principio de sus señales, y puso de manifiesto su gloria; y sus discípulos pusieron su fe en él.” En cuanto a la Pascua de 30 E.C., el registro nos dice: “Cuando estuvo en Jerusalén en la pascua, en la fiesta de ésta, muchos pusieron su fe en el nombre de él, viendo las señales que él ejecutaba.” (Juan 2:23) Por ejemplo, el fariseo Nicodemo, un gobernante de los judíos y miembro del Sanedrín de Jerusalén, visitó a Jesús de noche y dijo: “Rabí, sabemos que tú como maestro has venido de Dios; porque nadie puede ejecutar estas señales que tú ejecutas a menos que Dios esté con él.”—Juan 3:1, 2; 7:50, 51; 19:39, 40.
9. ¿Qué comparación existe entre los milagros de Jesús y los de Moisés en cuanto a clase?
9 ¿Curó Moisés la lepra? Jesús curó a muchos leprosos en la tierra de Israel. ¿Dividió Moisés las aguas del mar Rojo para salvar a su pueblo? Jesús anduvo sobre las aguas del mar de Galilea y calmó sus aguas durante una peligrosa tormenta de viento. Cuarenta años vivieron los israelitas de maná del cielo en el desierto y murieron después de eso. Jesús suministró un maná del cielo en el sacrificio de su propia humanidad perfecta, para que todos los que coman de él por fe vivan para siempre. (Juan 6:48-51) Moisés nunca curó todos los casos de enfermedad y debilidades que Jesús curó. Moisés nunca levantó a nadie de entre los muertos. Jesús levantó a más personas de entre los muertos que los profetas Elías y Eliseo, una de las cuales fue Lázaro de Betania, quien había estado muerto y encerrado en su tumba por cuatro días. (Juan 11:1-45; 12:1-9) Hasta los enemigos de Jesús tuvieron que confesar que él ejecutaba muchas señales, porque dijeron: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación.”—Juan 11:46-48; 12:37.
10. ¿Qué testimonio dio Pedro, tanto a judíos en el Pentecostés en Jerusalén como a gentiles en Cesarea, acerca de los milagros de Jesús?
10 Sin exagerar el caso, pues, el apóstol Pedro pudo decir a miles de judíos en el día de fiesta de Shavuoth (Semanas) de 33 E.C.: “Varones de Israel, oigan estas palabras: A Jesús el nazareno, varón públicamente mostrado por Dios a ustedes mediante obras poderosas y portentos y señales que Dios hizo por medio de él en medio de ustedes, así como ustedes mismos lo saben.” (Hechos 2:22) Unos años después este mismo Pedro, al declarar los hechos del caso, en Cesarea, a algunos gentiles interesados que mostraban favor a los judíos, dijo:
“Ustedes conocen el tema acerca de cual se habló por toda Judea, comenzando desde Galilea después del bautismo que Juan predicó, a saber, Jesús que era de Nazaret, cómo Dios lo ungió con espíritu santo y poder, y fue por la tierra haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo; porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo tanto en el país de los judíos como en Jerusalén.”—Hechos 10:37-39.
11, 12. (a) ¿Cómo se parece Jesús a Moisés como profeta? (b) ¿Qué hay acerca de la más extensa profecía de Jesús en cuanto a que se haya cumplido?
11 ¿Fue profeta Moisés? ¡Sí, ciertamente! Y lo mismo fue el Mesías Jesús. Él habló muchas parábolas o ilustraciones proféticas. Predijo que sería traicionado por su propio apóstol Judas y cómo ocurriría su propia muerte y por quiénes, y también que sería levantado del sepulcro al tercer día de su muerte. Predijo la destrucción de Jerusalén, que ocurriría a manos de los romanos en 70 E.C. Su más extensa profecía fue la que se registró en los relatos conservados en los capítulos veinticuatro y veinticinco de Mateo, el capítulo trece de Marcos, y el capítulo veintiuno de Lucas. Esta profecía la dio en respuesta a la pregunta que le hicieron sus discípulos en cuanto a cuándo ocurriría la destrucción de Jerusalén con su templo, y qué sería la “señal” de su regreso mesiánico y “presencia” (parousía) y la de la “conclusión del sistema de cosas.”
12 Como testimonio de la exactitud de esta profecía, rasgos de ella se cumplieron durante aquella generación en el primer siglo, y, más notablemente todavía, rasgos correspondientes y otros detalles se han cumplido sobre nuestra propia generación desde 1914 E.C., un año desde el cual hemos tenido guerras, escaseces de alimento, terremotos, pestes, persecución de sus seguidores, angustia mundial, y en el futuro hay una “grande tribulación” insuperada.—Mateo 24:21.
13. ¿Qué comparación existe entre Jesús y Moisés en cuanto a que hubiera profecías que lo hubiesen predicho y que se cumplieran en él?
13 El profeta Moisés no tuvo profecías que lo hubiesen predicho a él y que se cumplieran en él. Pero en todas las Escrituras Hebreas, desde Génesis hasta Malaquías, hay centenares de profecías que se cumplieron en Jesús desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección, en prueba de que él era verdaderamente el Mesías, la “descendencia” que sería magullada “en el talón” por la Gran Serpiente, Satanás el Diablo. Él mismo llamó la atención de sus discípulos a esto después que Dios lo levantó de entre los muertos. El registro de Lucas 24:25-48 nos dice:
“De modo que él les dijo: ‘¡Oh insensatos y lentos de corazón para creer en todas las cosas que hablaron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo [Mashíahh] sufriese estas cosas y entrase en su gloria?’ Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas les interpretó cosas tocantes a él mismo en todas las Escrituras. . . .
“En seguida les dijo: ‘Estas son mis palabras que les hablé estando aun con ustedes, que tenían que cumplirse todas las cosas escritas en la ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.’ Luego les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras, y les dijo ‘De esta manera está escrito que el Cristo [Mashíahh] sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones... comenzando desde Jerusalén, ustedes han de ser testigos de estas cosas.’”
14. ¿Qué escribió Moisés acerca de maldiciones obre Israel y acerca de hacer a un criminal algo bajo maldición de Dios? ¿Con quién en mira?
14 En el capítulo veintiséis de Levítico y Deuteronomio 28:15-68 el profeta Moisés escribió todas las invocaciones de mal y maldiciones que le vendrían a la nación de Israel por no cumplir con su pacto de la Ley con Jehová Dios. Moisés también escribió:
“Y en caso de que llegue a haber en un hombre un pecado que merezca la sentencia de muerte, y se le haya dado muerte, y lo hayas colgado en un madero, su cuerpo muerto no debería quedarse toda la noche en el madero; antes bien, sin falta debes enterrarlo ese mismo día, porque cosa maldecida de Dios es el que ha sido colgado; y no debes contaminar tu terreno, que Jehová tu Dios te está dando como herencia.”—Deuteronomio 21:22, 23.
Esta ley evidentemente fue dada por Dios teniendo presente a su Mesías. ¿Por qué? Para que la nación de Israel fuera salvada de la maldición que le venía por violar su pacto de la Ley con Dios, el Mesías tenía que morir en un madero como maldito en lugar de Israel.
MUERTE Y GLORIFICACIÓN
15. En el día de la Pascua de 33 E.C. ¿qué se hizo para que el Cordero de Dios fuera ejecutado por no judíos?
15 El 14 de Nisán, el día de la Pascua, del año 33 E.C., el cordero pascual fue muerto y preparado para ser comido, aun por los propios apóstoles de Jesús. (Mateo 26:1-30; Marcos 14:1-26; Lucas 22:1-39) Pero, ¿qué hay de aquel a quien Juan el Bautista llamó “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”? (Juan 1:29, 36) Más tarde, después de la cena de la Pascua aquella noche, él fue traicionado por el apóstol Judas Iscariote y fue arrestado por un grupo armado que se lo llevó y lo entregó a los líderes religiosos de Jerusalén. Fue sometido a juicio por el Sanedrín judicial y sentenciado a muerte según la interpretación que ellos daban a la Ley. En vista de que estaban limitados en cuanto a la ejecución de la pena de muerte, aquel cuerpo judicial que había condenado a Jesús lo entregó al gobernador gentil, Poncio Pilato, como perturbador de la paz y sedicioso criminal. Sus acusadores insistieron en que fuera colgado en un madero hasta morir.
16. Delante de Pilato, ¿qué dijo Jesús acerca del reino y de la verdad?
16 Jesús, cuando estuvo siendo sometido a juicio delante de Poncio Pilato, señaló que su reino mesiánico sería celestial, no terrestre en Jerusalén del Oriente Medio. Cuando Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús respondió: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente.” Ante esta respuesta, Pilato preguntó: “Bueno, pues, ¿eres tú rey?” Jesús respondió: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.”—Juan 18:33-37.
17. ¿Cómo fue Jesús entonces ‘contado con los transgresores,’ y qué esperanza impartió a uno de los transgresores?
17 De mala gana, Pilato cedió a las demandas de los acusadores de que Jesús fuera colgado en un madero. El lugar de ejecución resultó estar en Gólgota (“Lugar de la Calavera”), o Calvario, fuera de los muros de Jerusalén. Fue colgado entre dos malhechores criminales, “transgresores.” Los que eran versados en la Ley de Moisés veían a Jesús sobre el madero como “cosa maldecida de Dios.” Aunque así “fue con los transgresores que fue contado,” Jesús todavía retuvo en la mente la esperanza de un Paraíso terrestre para la humanidad bajo su futuro gobierno mesiánico. Por consiguiente, cuando uno de los transgresores, que llegó a darse cuenta de que Jesús era hombre inocente y víctima propiciatoria por pecadores, le dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino,” Jesús respondió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.”—Lucas 23:39-43; 22:37.
18. ¿Cómo hizo Jesús su sepulcro con los inicuos y con los ricos, y en qué condición estuvo en el Seol?
18 Como a mitad de la tarde de aquel día de la Pascua, Jesús murió. “Descubrió su alma hasta la muerte.” “Derramó su alma hasta la mismísima muerte.” (Isaías 53:12, JPS; NM) En armonía con Deuteronomio 21:22, 23, fue enterrado aquella misma tarde. Fue colocado en una tumba recientemente cortada que pertenecía a un hombre rico, y de esta manera hizo “su sepultura aun con los inicuos, y con la clase rica en su muerte, a pesar de que no había hecho violencia y no hubo engaño en su boca.” (Isaías 53:9) Así, también, el alma de Jesús fue al Seol, el sepulcro común de la humanidad. Allí fue cierto lo siguiente en cuanto a Jesús muerto: “Los muertos nada saben ya . . . no hay obra, ni empresa ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro [en Sheol, margen] adonde vas.”—Eclesiastés 9:5, 10, Moderna; Reina-Valera Revisada.
19. ¿Cuándo y cómo cumplió Jehová su propia profecía inspirada en Salmo 16:10, y por qué surgió una pregunta en cuanto a dónde estaba Jesús?
19 Sin embargo, el rey David había escrito proféticamente: “Porque no dejarás mi alma entre los muertos [en sheol, margen], ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me harás conocer el sendero de la vida: en tu presencia está la plenitud de gozo; a tu diestra se hallan delicias eternamente.” (Salmo 16:10, 11, Mod; RVR) En fidelidad a la profecía que Él mismo había inspirado, Jehová el Dios Todopoderoso resucitó al Mesías Jesús al tercer día, el 16 de Nisán, el día en el cual el sumo sacerdote Caifás en el templo ofreció a Jehová una “gavilla de las primicias” de la cosecha de la cebada. (Levítico 23:9-14; 1 Corintios 15:20, 23) Cierto fue que la tumba donde pusieron a Jesús fue hallada vacía, pero, ¿por qué fue que no lo pudieron hallar en ningún lugar sus propios discípulos? ¿Por qué fue que durante los cuarenta días después de su resurrección él se les aparecía de súbito y tan de súbito desaparecía, para probarles que todavía estaba vivo de entre los muertos’?—Hechos 1:1-3; Juan 20:1-31; Mateo 28:1-18.
20. ¿Cómo explica Pedro la resurrección de Jesús, y cómo describe Pablo la resurrección correspondiente de los discípulos de Jesús?
20 El apóstol Pedro, a quien Jesús resucitado se le apareció una vez en privado, nos da la explicación de estas materializaciones que eran como las que los ángeles de la región de los espíritus habían hecho en los días de los profetas de la antigüedad. Pedro dice: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.” (1 Pedro 3:18, 19, Reina-Valera Revisada; Biblia de Jerusalén; 1 Corintios 15:5; Lucas 24:34) En la resurrección a él se le hizo como se predice que les sucederá a sus discípulos fieles en la resurrección de éstos:
“Se siembra en deshonra, se levanta en gloria. Se siembra en debilidad, se levanta en poder. Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual. Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual. Así también está escrito: ‘El primer hombre Adán vino a ser alma viviente.’ El último Adán vino a ser un espíritu dador de vida.
“Sin embargo, esto digo, hermanos, que carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni tampoco la corrupción hereda la incorrupción. . . . Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción y esto que es mortal se vista de inmortalidad, entonces se efectuará el dicho que está escrito: ‘La muerte es tragada para siempre.’”—1 Corintios 15:43-45, 50-54.
“Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.—Romanos 6:5.
21. Dios resucitó a Jesús para que fuera ¿qué clase de persona? y por lo tanto ¿cómo fue que Jesús retuvo el mérito de su sacrificio humano?
21 Por consiguiente, la evidencia bíblica prueba que Jesucristo fue resucitado como Hijo de Dios con vida de espíritu en inmortalidad e incorrupción. (Hechos 13:32-37) Por eso, al resucitar de entre los muertos, Jesucristo no retiró del altar de Dios su cuerpo humano como sacrificio por medio de volver a tomar su cuerpo humano. (Hebreos 10:1-10) Tal como en el Día de Expiación anual se disponía de los cuerpos de aquellas víctimas animales cuya sangre se llevaba al Santísimo para el pecado, así Dios aceptó el sacrificio de la naturaleza humana de Jesús y se deshizo del cuerpo humano de Jesús. ¿Cómo? No sabemos. (Hebreos 13:10-13; Levítico, capítulo dieciséis) Aunque el Dios Todopoderoso no resucitó a su Hijo Jesucristo en un cuerpo humano, el Hijo de Dios resucitado sí retuvo el valor o mérito de su sacrificio humano, que era como la sangre de los sacrificios que el sumo sacerdote judío llevaba al Santísimo del templo para hacer expiación por el pecado.
22, 23. (a) Como persona de la región de los espíritus por la resurrección, ¿qué pudo hacer Jesús entonces según se prefiguró por el sumo sacerdote en el Día de Expiación? (b) ¿Por qué estaba Jesús ahora en una posición más fuerte para magullar a la serpiente “en la cabeza”?
22 Como Hijo de Dios de la región de los espíritus, Jesucristo pudo ascender de vuelta al cielo en el día cuarenta desde su resurrección de entre los muertos. Varios de sus discípulos fieles fueron testigos de ese ascenso o ascensión. (Hechos 1:1-11) Tal como el sumo sacerdote judío en el Santísimo rociaba la sangre de la Expiación hacia el Arca del Pacto cubierta de oro, así Jesús entró en la presencia celestial de Dios y presentó el valor o mérito de su sacrificio humano perfecto. (Hebreos 9:11-14, 24-26) Entonces el Dios Altísimo lo sentó a Su propia diestra como el “sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec.”—Salmo 110:1-4; Hechos 2:31-36; Hebreos 5:10; 10:11-13.
23 De esta manera el Hijo de Dios fue recompensado con una posición celestial más alta o encumbrada que la que había tenido antes de llegar a ser un hombre perfecto y haber sido magullado “en el talón” por la Gran Serpiente. Volvió a tomar el nombre que tenía antes de haber sido humano, Miguel, de modo que de nuevo hubo un “Miguel el arcángel” en el cielo. (Judas 9; Revelación 12:7) La glorificada “descendencia” de la “mujer” de Dios estaba ahora en una posición mucho más fuerte para magullar la cabeza de la Serpiente al tiempo debido de Dios.—Génesis 3:15.
24, 25. (a) Tanto judíos como gentiles pueden alegrarse de que el Hijo de Dios no sea ¿qué clase de Mesías? (b) En Filipenses 2:5-11, ¿qué actitud mental se nos exhorta a tener?
24 ¡Qué agradecida y alegre debe estar toda la humanidad, tanto judíos naturales como gentiles, de que el Mesías prometido de Dios haya de ser un Mesías celestial sin muerte, y no un simple “ungido” humano terrestre como el rey David! Bajo inspiración profética, David reconoció humildemente a este personaje altamente ensalzado como su Señor, y ésta debería ser nuestra actitud también. Se nos exhorta a tener esta actitud mental de sumisión en las siguientes palabras inspiradas:
25 “Retengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo [Mashíahh] Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a un arrebatamiento, a saber, que debiera ser igual a Dios [no reputó como botín (codiciable) ser igual a Dios, Nácar-Colunga]. No, antes bien se despojó a sí mismo y tomó la forma de esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, hallándose en estilo de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. Por esta misma razón también Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo [Mashíahh] es Señor para la gloria de Dios el Padre.”—Filipenses 2:5-11. Vea también 2 Corintios 5:16.