Sombras de unidad de familia encierran promesa
“Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el hombre que le teme y obra justicia es aceptable a él.”—Hech. 10:34, 35, NM.
1, 2. (a) ¿Qué condición en la cristiandad ha hecho de su adoración de Dios una cosa vana? (b) ¿Qué condición semejante existe en el paganismo, pero qué propósito de Dios es seguro?
NADIE que esté cumpliendo fielmente los justos requisitos de Jehová necesita jamás sentirse inferior o fuera de lugar en medio del pueblo de Dios. Los principios de justicia e imparcialidad que predominaron en la congregación cristiana fueron establecidos por Cristo Jesús aun antes de que la primera congregación de testigos de Jehová comenzara a funcionar en Jerusalén inmediatamente después del derramamiento de la fuerza activa de Dios sobre los ciento veinte discípulos reunidos en el Pentecostés de 33 d. de J.C. Los pueblos de la cristiandad en este respecto, como en muchos otros, han hecho de la adoración una cosa vana al constituir una clase especial de clérigos educados quienes pretenden un lugar de preferencia en la organización y quienes, por el ejemplo que ponen, exaltan a algunos otros que tal vez sean influyentes y degradan a la mayoría hasta que muchas personas sinceras sienten que no son bienvenidas y que son indeseables.
2 Esta condición no está limitada a la cristiandad. Por todo el mundo se han levantado barreras divisivas las cuales, algunos opinarán, para siempre han desunido a la humanidad. Familia se establece sobre familia, tribu sobre tribu; clases se dividen en subclases, y dentro de las fronteras de algunas naciones se levantan castas que fatalmente determinan las asociaciones de uno y ordenan el curso de toda su vida desde su nacimiento. Pero, ¿qué puede hacerse acerca de ello?, se preguntará. ¡Ciertamente no hay esperanza de alivio dentro de nuestra generación! “No sean engañados: Dios no es alguien de quien se pueda mofar.” (Gál. 6:7, NM) El propósito de Jehová de tener unidad y de que exista por toda la tierra la relación de familia unida no dejará de ser efectuado; y los que confían en el cumplimiento de su propósito ansiosamente insisten en que la imparcialidad de reconocimiento e igualdad de oportunidad, que ya existen dentro de sus verdaderas congregaciones del día presente, sean guardadas tan celosamente como lo fueron en los días primitivos de su pueblo.
PROVISIÓN TEMPRANA IDENTIFICA PROPÓSITO
3. ¿Qué propósito de Dios de largo alcance se manifestó en las facultades de procreación de Adán?
3 Adán y Eva, en el Edén, tenían la perspectiva de una familia que un día llenaría toda la tierra. Las facultades de procreación que Jehová, su propio gran Padre, les dió verdaderamente eran una evidencia de la unidad que había de existir entre toda esta vasta familia humana. Porque ¿no podía este primer hombre decir verdaderamente que toda carne en la tierra, formada a la imagen y semejanza de su gran Dios y Padre, brotaría de su propio cuerpo? ¿No había sido formada de su propia costilla su esposa y compañera en este proyecto de procreación de largo alcance de modo que ella era ‘hueso de sus huesos y carne de su carne’? Y ahora la unión que Jehová Dios había autorizado para ellos y para su prole iba a producir de estos primeros padres cientos, miles, sí, millones de su propia clase, todos relacionados unos con otros, todos hijos de Adán e hijos de Dios.—Gén. 1:28.
4. ¿Cuál fue el resultado del acto de Adán de despreciar el propósito de Dios, y cómo agravó la situación Caín?
4 ¡Qué tragedia que antes de que se diera a luz al primer bebé hermoso en honor del Creador, Adán voluntariosamente desechara su derecho legal a esta herencia de vida eterna procedente de Dios y fuera literalmente echado de la gran organización y familia de Dios! ¡Y qué burla del propósito declarado de Jehová cuando el primer hijo de Adán, producido en su amargura, fué ambiciosamente llamado Caín por su madre esperanzada; pues, ella dijo: “He adquirido hombre con ayuda de Jehová”! (Gén. 4:1) Verdaderamente él mostró ser un hijo de su padre carnal, sin embargo, cuando se levantó después de un acto de adoración incorrecta y violentamente rompió lo que quedaba de la unidad de familia de Adán asesinando vilmente a su propio hermano. “Y ¿por qué causa le degolló? Porque sus propias obras eran inicuas, pero las de su hermano eran justas.”—1 Juan 3:12, NM.
5. ¿Cómo se demostró entonces el propósito de Dios de poblar la tierra por medio de familias?
5 Empero, que el propósito de Dios de poblar la tierra todavía ha de efectuarse por medio del arreglo de familia lo demostró él claramente unos mil quinientos veintiséis años después en los días de Noé. El registro divino declara: “Estas pues son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet; y les nacieron hijos después del diluvio. De éstos fueron pobladas las costas de las naciones, en sus tierras, cada una según su lengua, conforme a sus familias, en sus naciones.” (Gén. 10:1, 5) El mandato de procreación expresado de nuevo a Noé de manera típica tuvo un cumplimiento de muestra en las setenta familias mencionadas en este capítulo diez del Génesis y las cuales fueron constituídas como una sociedad patriarcal. Otros ochocientos cincuenta y siete años y el punto recibió énfasis de nuevo cuando Jehová organizó a los descendientes de Abrahán, cabeza de familia, en una nación y la dividió en tribus y “fueron inscritos en genealogías, según sus parentelas, por sus casas paternas.” (Núm. 1:18) Sí, indisputablemente la relación de familia es hechura de Dios y él ha derramado su rica bendición sobre los que reconocen y justiprecian adecuadamente su provisión para este fuerte vínculo de unidad. Como el salmista declaró: “Pero levanta al pobre pueblo de la miseria, y le aumenta las familias como rebaños de ovejas.”—Sal. 107:41.
6. ¿Cómo puede mostrarse que Dios no estaba poniendo en funcionamiento una sociedad de castas de familia?
6 Pero ciertamente, alguien objetará, ¿no prueba este hecho verdaderamente la validez de la sociedad de castas, que Dios no sólo autoriza el sistema de castas de familia sino que en realidad lo puso en funcionamiento en estos casos? Y ¿no causaría esta división desunión y con el tiempo distinciones de clases que resultarían en que una familia fuera elevada sobre otra por medio de una superioridad aceptada o forzada? Pablo, cabalmente versado en la historia de los tratos de Dios con Su pueblo, arguyó: No. Puesto de pie en el Areópago con los atenienses y los muchos extranjeros visitantes delante de él, atinada pero enérgicamente hizo la observación de la nivelación de clases: “E hizo [Dios] de un solo hombre toda nación de hombres, para habitar sobre la entera superficie de la tierra, y decretó las estaciones señaladas y los límites fijos de la habitación de los hombres, para que buscaran a Dios, por si le buscaran a tientas y realmente le encontraran.” (Hech. 17:26, 27, NM) Tampoco estaba Pablo estableciendo un principio nuevo en este respecto, porque unos catorce años antes Pedro, al reconocer al primer cristiano gentil incircunciso aceptado por Dios, dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el hombre que le teme y obra justicia es aceptable a él.” (Hech. 10:34, 35, NM) Aquí otra vez, el judío natural, Pedro, bajo inspiración de la fuerza activa de Dios, repitió lo que Moisés mismo, como mediador de Dios para la nación judía, había recordado a los judíos al comienzo de su historia: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses . . . que no hace acepción de personas ni toma regalos.” (Deu. 10:17) También se nota del fiel rey Josafat que cuando colocó jueces sobre la nación les amonestó: “Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis por parte de un hombre, sino por parte de Jehová, el cual es con vosotros en el asunto de juicio. . . . tened cuidado y hacedlo así; porque para con Jehová nuestro Dios no hay maldad, ni acepción de personas, ni admisión de cohechos.” (2 Cró. 19:6, 7) Claramente, entonces, sin importar la manera en que él haya escogido llevar a cabo su propósito, los principios de justicia e igualdad de Jehová, que él había establecido desde el principio de sus tratos con la humanidad y los cuales han sido registrados indeleblemente como parte íntegra de sus propias declaraciones sagradas, no le permitirían favorecer a individuos debido a la relación de familia, ni le darían lugar a manifestar parcialidad a ciertos grupos de familia selecta. La desunión y distinción de clases que afligen al mundo actualmente no son el resultado del arreglo de Jehová con la humanidad, sino más bien son el resultado de un esfuerzo organizado en oposición directa a la voluntad y propósito de Dios.
7. ¿Qué haría posible que las muchas unidades de familia organizadas por Noé mantuvieran una unidad común, y qué cosa indudablemente la rompería?
7 El que esta conclusión es verídica se confirma por el Registro en el relato de la oposición que surgió al arreglo de Dios de la sociedad patriarcal después del Diluvio. Como ya hemos observado, Dios había hecho provisión por medio de Noé para poblar la tierra a manera de muestra por las setenta cabezas de familia, descendientes de Noé. Noé, organizador sabio como era y enterado de las trampas que acosan al hombre imperfecto en su ambición, rehusó exaltar a una familia sobre otra, o permitir que alguien, incluyéndose él mismo, fuera hecho rey y así gobernara sobre sus hermanos. Sabía que el hombre no necesitaba ninguna otra fuerza unificadora que el reconocimiento de Jehová como el Soberano Supremo y la aceptación de Su ley como la regla de acción adecuada para el hombre. Sabiamente mantuvo por su propio proceder que la adhesión a estos principios haría posible que todas las muchas familias y pueblos que habían de desarrollarse naturalmente de este comienzo ‘habitaran sobre la entera superficie de la tierra’ y que lo hicieran con paz y unidad. Mediante esta misma muestra, cualquier parcial elevación de clase rompería esta sociedad armoniosa. ¿Cuáles fueron los acontecimientos subsiguientes que habían de probar que esto era cierto? Noé vivió para ver precisamente tal tentativa hecha en esa dirección.
PROGRAMAS DE “RAZA SUPERIOR” TRAEN RUINA
8. ¿Cuál fue el primer esfuerzo organizado para establecer un sistema de castas, y en qué resultó?
8 De la línea de su hijo menor Cam surgió otro presuntuoso semejante a Caín con ambición de ocupar un puesto prominente. El notorio Nimrod, cuyo nombre todavía está ligado a la matanza desenfrenada de animales, emprendió un programa de edificación mundial de un solo hombre en desafío a Jehová. En vez de adherirse al entonces bien establecido y reconocido principio de la unidad de familia y al programa de Noé instituído divinamente de la emigración de las familias hasta los fines de la tierra, él comenzó a trabajar en la dirección opuesta y para efectuar miras diferentes. Evidentemente su programa de exaltar un gobierno humano centralizado y de sujeción violenta de la gente estaba cobrando ímpetu, porque está escrito de sus adherentes: “Y dijeron: ¡Vamos! edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue a los cielos, y hagámonos un nombre para que no seamos dispersados sobre la faz de toda la tierra.” Para manifestar que ésta no era su razón para hacer divisiones de familias, y para manifestar su disfavor de tal actitud de “superioridad de clases,” Jehová forzó el cumplimiento de su propio propósito mediante el sencillo recurso de confundir sus lenguas. “Y así Jehová los dispersó desde allí sobre la faz de toda la tierra; y cesaron de edificar la ciudad.” (Gén. 11:4, 8) Así terminó en derrota ignominiosa el primer esfuerzo organizado del hombre por establecer un sistema de “casta” superior en desafío a Jehová.
9. ¿Qué esfuerzo semejante se hizo por la primera potencia mundial, y cómo le fué?
9 Este esfuerzo de ninguna manera iba a ser el intento final del hombre. Tampoco se aprendió esta lección tan amargamente como para impedir que otra nación hiciera otros y hasta más violentos esfuerzos por llegar a ser la “raza superior.” Estimulado por su herencia adámica de obstinación y su insaciable deseo de dominar a sus hermanos, esta vez Egipto, la primera potencia mundial, surgió como el defensor de la “supremacía de raza.” Por temor de que los israelitas, a quienes ellos habían hecho esclavos en su país, se multiplicaran y se volvieran contra ellos en tiempo de guerra, organizaron y pusieron en operación un programa cuya mira era la exterminación de los israelitas como nación. “Entonces mandó Faraón a todo su pueblo, diciendo: Todo hijo que naciere le echaréis al río; mas a toda hija guardaréis la vida.” (Éxo. 1:22) Exterminando a los varones, ellos razonaron, las hijas de los israelitas con el tiempo se verían obligadas a casarse con los hombres egipcios y la raza gradualmente sería absorbida, y mientras tanto el peligro de ser derrocados pasaría para los egipcios. Sin embargo, ellos no tomaron en cuenta el poder y propósito de Jehová ni la fe inmovible de los israelitas mismos. Jehová oyó el clamor de su pueblo y les levantó un libertador y por la fuerza de Su propio brazo los sacó a la vista de todo Egipto y quebrantó el poder de este primer imperio mundial. De esta manera el programa de “raza superior” de Egipto resultó en su propia ruina, condenado por Jehová Dios en otra demostración inequívoca de su actitud hacia este asunto de superioridad de clases o razas.
10. ¿Qué programa moderno de “raza superior” siguió el mismo modelo?
10 Asimismo en tiempos modernos Jehová Dios ha demostrado su mano contra los que tratan de exaltarse como una “raza superior.” De las páginas de la historia moderna sale este mismo espíritu de egomanía e intolerancia en la persona de Hítler y su esfuerzo del día moderno del genocidio. Indisputablemente ha quedado establecida la realidad del odio que le tenía al pueblo escogido de Dios en estos tiempos, los testigos de Jehová. Y debido a que los judíos carnales mismos en un tiempo fueron el pueblo escogido de Dios siempre han sido blancos de ataque para Satanás y sus incautos. Con razón, entonces, ellos también sintieron la mano de hierro de la opresión y fueron traídos al borde de la exterminación en aquellas tierras dominadas por los nazis. Pero después del maltrato que este loco les ocasionó a los fieles testigos de Jehová y después de la oposición violenta de éste al mensaje del Reino él también fué derribado al suelo y consigo su “raza superior.” ¡Que todas esas “mentes superiores” tomen debida nota!
11. ¿Por qué razones no puede decirse que Jehová favoreció la superioridad de razas al exaltar a Israel?
11 Al llegar a este punto alguien pudiera de nuevo levantar una objeción. ¿No se manifestó Jehová mismo a favor de este principio cuando seleccionó a los israelitas como su pueblo y los exaltó por encima de todos los demás pueblos? ¿No podría decirse que Jehová estaba favoreciendo la superioridad de raza de parte de la nación judía? Pero otra vez nos dirigimos a los oráculos divinos y hallamos un enfático ¡No! Jehová no engañó a los israelitas en cuanto a la razón por la cual los escogió. “A ti te escogió Jehová tu Dios, para que le seas un pueblo de exclusiva posesión, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra. No por ser vosotros más numerosos que todos los pueblos, os ha amado Jehová y os ha escogido; (porque vosotros erais el más pequeño de todos los pueblos); sino por el amor de Jehová hacia vosotros, y por guardar el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó Jehová con mano fuerte, y os redimió de la casa de servidumbre, librándoos de mano de Faraón, rey de Egipto.” (Deu. 7:6-8) Indisputablemente, la superioridad de esta nación dependería de que fuera y permaneciera como un pueblo para exaltar el nombre de Jehová, porque el salmista cantó: “Él empero los salvó por causa de su nombre, para dar a conocer su poder.”—Sal. 106:8.
12. ¿Por qué no retendría Dios a Israel inalterablemente como pueblo debido a su amistad con Abrahán?
12 Cierto, Dios mismo había dicho que era debido al juramento que había prestado a sus padres. Pero el hecho de que no se obligó mediante eso a mantener a la nación entera como propia de él se manifiesta claramente por lo que aconteció en el desierto en el segundo año después que ella salió de Egipto. Después que diez de los doce espías que fueron enviados a Canaán para inspeccionar la tierra regresaron con un informe desfavorable y horrendo, Jehová se airó con la nación por esta manifiesta falta de fe. “Jehová dijo entonces a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de tratar este pueblo con desprecio? ¿y hasta cuándo no creerán en mí, a pesar de todas las señales que he hecho en medio de él? Los heriré con peste y los desheredaré, y haré de ti una nación más grande y más fuerte que ellos.” (Núm. 14:11, 12) Siglos después Juan el Bautista también dió testimonio sobre este punto cuando condenó a algunos de los descendientes naturales de Abrahán: “Descendientes de víboras, ¿quién les ha mostrado cómo huir de la ira venidera? Por lo tanto produzcan frutos que sean propios del arrepentimiento. Y no se pongan a decir dentro de ustedes mismos: ‘Como padre tenemos a Abrahán.’ Porque les digo que Dios tiene poder para levantarle hijos a Abrahán de estas piedras.” (Luc. 3:7, 8, NM) Claramente Jehová no estaba interesado en un pueblo simplemente por causa del pueblo mismo o debido a alguna supuesta “superioridad” que su relación con él pudiera darle. Ni estaba instituyendo aquí una “raza superior” que para siempre pudiera decir que ocupaba una posición favorecida debido a la amistad que existía entre Dios y su antepasado Abrahán. Jehová Dios nunca cambia sus principios justos y ha mantenido consistentemente el arreglo que estableció en el Edén.
EL ISRAEL TÍPICO UNA FAMILIA UNIDA
13. ¿Cómo dió énfasis Jehová al hecho de que el sacerdocio no era una casta especial?
13 No es extraño, entonces, que en la organización de Israel no se dejara lugar para hacer posible alguna distinción de clases bajo la Ley; tampoco estuvo Jehová instituyendo un sistema de castas cuando estableció el sacerdocio como un cuerpo oficiante y un medio de acercamiento a él para los israelitas. Dado que Jehová estaba recalcando la condición cargada de pecado de los judíos, era necesario que se hiciera alguna provisión mediante la cual pudieran acercarse a Jehová para adorarlo. Los sacerdotes, estando consagrados y santificados a este servicio; podían suministrar este medio de acercamiento mediante los diversos sacrificios y ofrendas arreglados bajo los términos del pacto de la Ley. Pero aunque se les dió a los sacerdotes este privilegio peculiar, Jehová todavía recalcó el hecho de que él era Dios de todo Israel. “En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo.”—Jer. 31:1.
14. ¿Cómo entró la tribu de Leví a esta posición favorecida?
14 Además, originalmente no fueron los levitas los que habían sido apartados como los escogidos de Dios. En Egipto, cuando el ángel de Jehová pasó a través de la tierra y mató a todos los primogénitos de los egipcios, todos los primogénitos de todas las familias de Israel fueron santificados por Jehová y llegaron a ser suyos por razón de que la vida de ellos se les perdonó. Así todas las familias quedaron representadas imparcialmente en Su posesión. Ahora bien, según la práctica en tiempos antiguos, los hijos mayores normalmente con el curso del tiempo servirían de sacerdotes de todas maneras, pero, al establecer su sacerdocio nacional, Jehová, por su propio derecho de acción independiente, tomó a los levitas en lugar de ellos. “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Y en cuanto a mí, he aquí que he tomado a los Levitas de en medio de los hijos de Israel, en lugar de todos los primogénitos (los que abren la matriz) de entre los hijos de Israel; y serán míos los Levitas. Por que todos los primogénitos son míos: pues en el día que herí a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, santifiqué para mí todos los primogénitos de Israel, así de hombres como de bestias; míos serán. Yo Jehová.” (Núm. 3:11-13; vea también los versículos 44-51) Por esto es que Jehová al inaugurar el pacto de la Ley dijo a todas las familias de Israel: “Ahora pues, si escuchareis atentamente mi voz y guardareis mi pacto, me seréis un tesoro especial, tomado de entre todos los pueblos; pues que mía es toda la tierra: y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxo. 19:5, 6) Ciertamente, entonces, Jehová no estuvo instalando con los levitas un sacerdocio elevado ni haciendo una distinción de clases.
15. (a) ¿Qué evidencias manifiestan que no se les dió prominencia indebida a las familias de Israel? (b) ¿Cómo se evitó la parcialidad?
15 Otra evidencia de que no se les daba prominencia extraordinaria a las familias de Israel es el hecho de que se permitía el matrimonio entre miembros de diferentes tribus pero no se permitía en casos en que resultaría en que la herencia de la tierra saliera de la tribu. (Núm. 27:5-11; 36:1-12) Aunque se prohibía el matrimonio con extranjeros, había ciertas condiciones en que hasta podía efectuarse un matrimonio con una mujer tomada cautiva en la guerra. (Deu. 21:10-13) Se recordará que Rahab, una antepasada de Cristo Jesús, recibió la bienvenida de Salmón a la tribu de Judá, y que éste se casó con ella, como también fué el caso con Rut, quien llegó a ser la esposa de Booz. (Mat. 1:2-5; Jos. 6:23, 25; Rut 4:10, 13) En el asunto de matrimonio es notable también que aunque un hombre fuera siervo podía casarse con la hija de su amo. (1 Cró. 2:34, 35) De esto se ve que los siervos ocupaban una posición muy favorecida en Israel. Es verdad que se permitía la esclavitud, pero ¿no se le daba énfasis al hecho de que toda la nación de Israel estaba esclavizada a Jehová? (Lev. 25:55, UTA) Además no se permitía vender permanentemente a un hijo natural de Abrahán como esclavo involuntario a sus hermanos. (Éxo. 21:2-8; Lev. 25:39-55; Deu. 15:12-18) Además, los siervos no debían ser oprimidos de manera alguna, sino que habían de ser tratados con consideración. Cualquier daño que les resultara a manos de sus amos había de ser reconocido y había de efectuarse el debido remedio o castigo aun al grado de dejar que el siervo se fuera libre debido a la pérdida de un ojo o un diente. (Éxo. 21:20, 21, 26, 27, 32) Tampoco debía detenerse el salario; pago puntual se requería a todo tiempo. (Lev. 19:13; Deu. 24:14, 15) Llega a ser aparente entonces que aunque las clases aparecieron en Israel la ley no permitía parcialidad de ninguna clase contra algún grupo o individuo debido a su condición social en la vida. Sólo los que eran enemigos de la nación eran apartados o considerados como parias.—Deu. 7:1-3.
16. ¿Qué se representa por el hecho de que se dió una misma ley para el nativo y el extranjero?
16 Aquí de nuevo, sin embargo, vemos la misericordia de Dios manifestada. Aunque se dió un mandato positivo de destruir completamente a todos los que estaban ilegalmente en la tierra que se había dado a los israelitas como herencia, Jehová hizo provisión para los extranjeros que eran de disposición favorable para con los judíos. Si querían someterse a la circuncisión y guardar todas las leyes de Israel, serían aceptados como parte de la nación y recibirían muchas bendiciones igual como el judío nativo. (Núm. 15:14-16) Aquí entonces en todo respecto hay en la nación de Israel un cuadro hermoso de la unidad que existe en las congregaciones del pueblo de Jehová hoy, el que hubiera una misma ley tanto para el nativo como para el extranjero representando bien el que hay un mismo conjunto de consejo teocrático para la “manada pequeña” de los ungidos y para las “otras ovejas,” que viven juntos como “una sola manada,” una familia sin división.