Después del Armagedón—un nuevo mundo justo
El Armagedón limpiará la Tierra de toda injusticia. Pero, ¿qué asegura que el nuevo mundo de después del Armagedón será justo para siempre?
A MUCHAS personas les parece increíble el que alguna vez pudiera haber un mundo justo. ¿Cómo podrían los habitantes de tal clase de mundo mantenerse en el camino de justicia? ¿Qué seguridad hay de que el gobierno no se volvería corrupto y oprimiría a la gente? Juzgando solamente por el registro de la historia seglar, muchas personas hallan poca razón para esperar un nuevo mundo justo. Siendo desconfiadas, tal vez se vuelvan agnósticas, como lo hizo el abogado norteamericano Roberto G. Ingersoll, quien echó una mirada a los gobiernos pasados y dijo:
“Un gobierno fundado sobre cualquier cosa que no sea la libertad y la justicia no puede permanecer en pie. Todos los naufragios en cualquier lado de la corriente del tiempo, todos los naufragios de las grandes ciudades, y todas las naciones que se han ido—todos son una advertencia de que ninguna nación fundada sobre la injusticia puede permanecer en pie. Desde el Egipto amortajado en arena, desde el desierto de mármol de Atenas, y desde cada piedra caída y desmoronada de la en un tiempo poderosa Roma, viene un lamento, por decirlo así, el clamor de que ninguna nación fundada sobre la injusticia puede permanecer en pie permanentemente.”a
Así es que aun personas que carecen de fe en la Santa Palabra de Dios, la Biblia, tienden a reconocer que un gobierno justo es el requisito primordial y completamente esencial para un mundo justo. Si las personas desconfiadas o agnósticas se dirigieran a la Biblia y examinaran cabalmente las promesas de Dios y vieran cómo él las ha cumplido en lo pasado, hallarían seguridad de que un nuevo mundo justo no solo es posible sino seguro.
TODA INJUSTICIA DESARRAIGADA
Antes de poder establecerse semejante mundo, es obvio que toda injusticia tiene que ser desarraigada, erradicada, para que no permanezca ninguna influencia corruptora. El Dios Todopoderoso hará esto en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Ese será un gran día, el predicho “día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios,” y, como lo llama el apóstol Pedro, “el día de juicio y de la destrucción de hombres impíos.” Esta será una obra cabal de exterminación de la iniquidad, así como Pedro sigue asegurándonos: “El día de Jehová vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con un ruido de silbido, pero los elementos estando intensamente calientes serán disueltos, y la tierra y las obras en ella serán descubiertas.”—Apo. 16:14; Rom. 2:5; 2 Ped. 3:7, 10.
El Armagedón, entonces, será un tiempo en el cual esta tierra o sociedad humana será expuesta como injusta. Ninguna injusticia será oculta de los ojos de Dios de modo que vaya a quedar impune, porque la palabra de la profecía dice: “¡Mira! Jehová está saliendo de su lugar para pedir cuentas del error del habitante de la tierra contra él, y la tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre.” (Isa. 26:21) De manera que toda injusticia será expuesta y castigada por los ejecutores celestiales de Jehová bajo el comando de guerra del Rey Jesucristo, acerca de quien está escrito proféticamente:
“Cíñete tu espada en el muslo, oh poderoso, con tu dignidad y tu esplendor. Y en tu esplendor prosigue al buen éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia, y tu diestra te instruirá en cosas que inspiran temor. Tus flechas son agudas—debajo de ti siguen cayendo pueblos—en el corazón de los enemigos del rey.”—Sal. 45:3-5.
En el Armagedón el Rey Jesucristo toma su espada, con la cual derribar y destruir las naciones que están arruinando la Tierra. Además de ceñirse esta autoridad de ejecutor prefigurada por la espada, él se ciñe dignidad y esplendor, saliendo en el glorioso papel de Rey y Vindicador de Jehová. El Rey-Guerrero de Jehová cabalga a la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en la causa de la verdad, para establecer la verdad de toda la Palabra escrita de Dios. Cabalga en su simbólico corcel de guerra al Armagedón para vindicar la soberanía universal de Jehová y santificar el nombre divino—el más grande acto de justicia. Cabalga adelante a la victoria también en la causa de establecer la justicia en todo el universo. El libro de Apocalipsis representa al Rey cabalgando en un caballo blanco y teniendo un arco con el cual disparar flechas a todos sus enemigos. (Apo. 6:1, 2; 19:11-16) Este Arquero experto no yerra el blanco, matando a personas justas; no, él dirige sus rápidas flechas de destrucción hasta el corazón de todos los que se oponen al justo nuevo mundo de Dios. Ningún enemigo de la justicia sobrevivirá al paso victorioso del Rey que asegura la entrada triunfante de un justo nuevo mundo.
GOBERNANTE Y GOBIERNO JUSTOS
Después de describir el paso del Rey a caballo en el Armagedón en la causa de la justicia, el salmista inspirado nos da seguridad de que el gobierno del nuevo mundo nunca se corromperá, puesto que está escrito acerca de su Gobernante: “Dios es tu trono hasta tiempo indefinido, aun para siempre; el cetro de tu soberanía real es un cetro de rectitud. Has amado la justicia y odias la iniquidad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con el aceite de exultación más que a tus compañeros.”—Sal. 45:6, 7; Heb. 1:8, 9.
Jesucristo fue ungido con el “aceite de exultación” cuando fue instalado en su trono celestial como Rey en 1914 d. de J.C., en cumplimiento de profecías bíblicas, así como esta revista ha explicado a menudo. Ese fue un tiempo de exultación para Jesucristo, una experiencia muy refrescante después de haber esperado por diecinueve siglos a la diestra de Dios. Habiendo sido introducido en el gozo de ser el Rey reinante de Jehová sobre todo el universo, él nunca abusará de su poder. El cetro de su reino es uno de rectitud, uno en el cual jamás habrá ni el más mínimo rastro de maldad. Jesús probó su amor a la justicia y su odio a la iniquidad cuando estuvo en la Tierra, probándolo aun hasta la muerte en fidelidad a Dios. Pero ahora él ha sido resucitado de entre los muertos y colocado en una posición responsable en la cual puede luchar por la justicia y ponerla en vigor con todo el poder necesario en el cielo y sobre la Tierra. Además, él no cambia, puesto que “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y eternamente.”—Heb. 13:8.
En vista de esta seguridad de parte de Dios, que todas las personas que han añorado un gobierno justo acudan al Rey de Jehová, regocijándose en el conocimiento de que él jamás se volverá a la claudicación y opresión. El reino de Dios en las manos de Jesucristo constituirá los justos “nuevos cielos” de ese nuevo mundo, y la promesa de Dios se cumplirá, tal como el apóstol Pedro declaró después de haber descrito la exposición y el castigo de toda injusticia: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.
El que la justicia morará con seguridad en el nuevo mundo de Dios se asegura adicionalmente por el hecho de que Jesucristo el Rey también será el Juez. Respecto a este Juez el apóstol Pablo escribió: “El [Dios] ha fijado un día en que se propone juzgar a la tierra habitada en justicia por medio de un hombre a quien ha nombrado, y él ha proporcionado una garantía a todos los hombres con haberlo resucitado de entre los muertos.” (Hech. 17:31) El que Jehová resucitara de entre los muertos a Jesús constituye seguridad de que todos los habitantes del nuevo mundo serán juzgados con justicia, incluyendo a los que vuelvan a la vida en lo que Jesús llamó “una resurrección de juicio.” (Juan 5:28, 29) El Juez y Rey de Dios no juzgará según las apariencias exteriores ni por rumor y chisme sino que él tendrá el espíritu de sabiduría que proviene de Jehová Dios. Además, él tiene el temor de Jehová; de modo que el profeta Isaías dio esta descripción de Aquel que ha sido nombrado por Dios para gobernar y juzgar el justo nuevo mundo:
“Y el espíritu de Jehová tiene que asentarse en él, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío, el espíritu de conocimiento y de temor de Jehová; ya habrá disfrute por él en el temor de Jehová. Y él no juzgará según cualquier mera apariencia a sus ojos, ni reprenderá simplemente según la cosa que oigan sus oídos. Y con justicia él deberá juzgar a los humildes, y con rectitud deberá administrar reprensión a favor de los mansos de la tierra.”—Isa. 11:2-4.
Verdaderamente Jesucristo es el Gobernante y Juez ideal, porque él gobierna en el temor de Jehová. ¡Qué bendiciones significa eso para el género humano obediente! El rey David de tiempos antiguos se refiere a este tiempo bendito al decir, en sus últimas palabras: “El Dios de Israel dijo, la Roca de Israel me habló: ‘Cuando el que gobierna sobre el género humano es justo, gobernando en el temor de Dios, entonces es como la luz de la mañana, cuando brilla en salida el sol, una mañana sin nubes. Del resplandor, de la lluvia, sale hierba de la tierra.’” (2 Sam. 23:3, 4) Jehová de ese modo compara al gobernante que teme a Dios con la influencia de la luz del Sol en una mañana sin nubes después de la lluvia, al refrescar y vigorizar la creciente vegetación verde de la Tierra, de modo que brote hierba nueva de la tierra. Refrescante, entonces, será la atmósfera del nuevo mundo. Ninguna cosa ofensiva, ninguna cosa que huela a injusticia estropeará la vida en un nuevo mundo bajo un Rey tan temeroso de Jehová; por eso el salmista pinta con palabras este cuadro de ese tiempo glorioso:
“Defienda él la causa de tu pueblo con justicia y de tus afligidos con decisión judicial. Descenderá como la lluvia sobre el césped cortado, como chubascos copiosos que mojan la tierra. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.”—Sal. 72:2, 6, 7.
HABITANTES HAN DE PERMANECER JUSTOS
No solo permanecerá justo el gobierno del nuevo mundo, sino que los habitantes también tienen que continuar en el camino de la justicia. Lo harán. En ese nuevo mundo no vivirá nadie que no sea amante de la verdad y de la justicia y que no permanezca en armonía con los principios de la rectitud. Todos tienen que aprender la justicia de Dios, como se predijo en Isaías 26:9: “Con mi alma te he deseado en la noche; sí, con mi espíritu dentro de mí sigo buscándote; porque, cuando hay juicios procedentes de ti para la tierra, justicia es lo que ciertamente aprenderán los habitantes de la tierra productiva.” Por medio de permanecer en el camino de la justicia, los habitantes del nuevo mundo de Dios recibirán bendiciones abundantes. La propia salvación de ellos se asegurará: “Oh cielos, causen un gotear desde lo alto; y que los cielos nublados mismos escurran justicia. Que se abra la tierra, y sea fructífera con salvación, y haga que la justicia misma brote al mismo tiempo. Yo mismo, Jehová, lo he creado.”—Isa. 45:8.
Para vivir en el justo nuevo mundo de Dios y estar en línea para una salvación a la vida eterna en salud perfecta, uno no puede esperar hasta después del Armagedón para aprender la justicia. Tiene que comenzar ahora, obedeciendo el mandato de Jesucristo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia.” (Mat. 6:33) Tenemos que ponernos de acuerdo, entonces, con la justicia de Dios ahora por medio de familiarizarnos con la manera en que él quiere que vivamos. No podemos engañar a Dios por medio de adoptar una mera apariencia exterior de rectitud, como la de los guías religiosos del día de Jesús. Jesús sabía lo que verdaderamente se hallaba en el corazón de ellos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque se asemejan a sepulcros blanqueados, que por fuera realmente parecen ser hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda clase de inmundicia. De esa manera ustedes también, por fuera realmente, parecen ser justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y desafuero.”—Mat. 23:27, 28.
De modo que no podemos ocultar un corazón desaforado mediante una manta de justicia exterior; Dios ve lo que somos hasta el corazón. Debemos recordar que el espíritu de Dios, espíritu de consejo y de sabiduría y conocimiento, está en el Juez y Rey, Jesucristo, que él está respaldado por el Soberano Supremo del universo, el Examinador de corazones: “Jehová está escudriñando todos los corazones, y está discerniendo toda inclinación de los pensamientos.” “El crisol es para la plata y el hornillo para el oro, pero Jehová es el examinador de los corazones.” (1 Cró. 28:9; Pro. 17:3) Este Examinador de corazones no necesita ningún instrumento mecánico, como por ejemplo una máquina de rayos X. Él fácilmente puede determinar lo que es una persona en el corazón, cuáles son sus pensamientos más recónditos. Así Jehová escudriña el corazón y él determina si uno tiene un buen corazón, si sus pensamientos y motivos son justos. Puesto que ninguna injusticia pasará sin ser expuesta y castigada en el Armagedón, ahora es el tiempo en el cual comenzar a vivir para el justo nuevo mundo.
Este examen divino de corazones, además, asegura que el nuevo mundo seguirá justo para siempre. Jehová se interesa en la condición de corazón de la persona porque le importa justificar a criaturas para vida eterna en ese nuevo mundo. Si a cualquiera con un corazón injusto se le concediera el derecho de vivir para siempre, entonces alguna clase de maldad o rebelión surgiría en el futuro. Pero Jehová determina si el corazón de uno está firmemente establecido en la rectitud; entonces Dios sabe que tal persona merece el don de la vida eterna.
Tal, entonces, es la esperanza de todos los que aman lo que es correcto. Acuda al Rey de Dios, Jesucristo, y a su reino celestial. Muestre su fe por medio de tomar todos los pasos necesarios ahora para vivir para el justo nuevo mundo. Deje que la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová le ayude. Ellos se interesan en que usted goce de las bendiciones predichas en el Salmo 85:10, 11: “La bondad amorosa y la veracidad, se han encontrado; la justicia y la paz-se han besado. La veracidad misma brotará de la misma tierra, y la justicia misma mirará desde los mismos cielos.”
[Nota]
a The Great Quotations. compilado por Jorge Seldes, pág. 350.