¿Desconoce usted sus bendiciones?
¿ES USTED una persona que cree que el mundo es monótono, sin sorpresas o significado, y que cree que estaría en mejor situación muerta que viva? Quizás no sea el mundo, sino usted, quien esté equivocado. ¡Es asombroso la diferencia maravillosa que puede hacer en lo que contemplamos un punto de vista mejorado!
Por ejemplo, un día sombrío un ama de casa dio un vistazo por la ventana de su cocina. El cielo se veía gris, la vista era triste y no inspiradora. Se volvió a su trabajo esperando que el mundo de afuera se alegrara pronto. En ese preciso instante pasó un limpiador de ventanas. Pronto ella lo puso a trabajar en las ventanas de la cocina lavando de ella la acumulación de polvo y humo. Cuando el ama de casa se dio vuelta para mirar por sus ventanas ya lavadas, para asombro suyo las cosas se veían menos tristes. Había los subidos colores de las flores, el verde suave del césped, los niños que jugaban, los árboles y los cerros en la distancia—todos éstos le dieron un aprecio más profundo de la belleza que la rodeaba. Se dio cuenta de que nada había cambiado en el mundo de afuera. Ella sencillamente hizo limpiar sus ventanas y pudo discernir mejor la belleza que había estado presente todo el tiempo.
Tal vez todos necesitamos un lavado de las ventanas mentales de vez en cuando, para que contemplemos menos de la monotonía de las cosas en nuestro derredor y más de las bendiciones.
“Yo nunca voy a ninguna parte,” se quejó un ama de casa. “Yo nunca veo ninguna cosa. Estoy metida en este apartamiento y aquí es donde permanezco.” Su queja suena bastante legítima, pero ¿es de valor suficiente como para dejar que indisponga la actitud de uno? El mismo tener un lugar donde vivir es una preciosa bendición en sí mismo. Muchas personas en el mundo darían mucho por un apartamiento en el cual vivir. El privilegio de ver cosas es una bendición preciosa también. Póngase usted en la posición de Ernesto Ek. Durante cuarenta y ocho años él no vio sino sombras oscuras y vagas en el día y solo negrura en la noche. Era ciego. Sin embargo vivió con esperanza y halló que la vida valía la pena. Un día Ek se sometió a una operación. Su vista fue restaurada. ¡Para él las palabras ahora no pueden describir la bendición que es la vista! Tal vez el estar metido en un apartamiento no sea la mejor vida, pero quizás con un poco de lavado de ventanas mentales pueda usted aprender a apreciar las bendiciones que hay dentro del hogar, tales como sus hijos, sus muebles, un buen libro, la Biblia.
¿Sufre usted de alguna inhabilidad de cualquier índole o está postrado en cama? Su desgracia puede llegar a ser una tensión terrible si usted permite que ella empañe sus ventanas mentales y no permite que otras bendiciones se vean a través. ¿Tiene que paralizarse la vida tan solo porque usted no está completamente sano de cuerpo? ¡Qué disparate! Hay miles de personas parecidas a usted que están viviendo una vida activa y feliz. La cosa que hay que hacer es mantener limpias las ventanas de su mente para que pueda ver a través de ellas y gozar de las otras bellezas que la vida le brinda. Use cualesquier miembros sanos que tenga de tal modo que ayude a otros, y usted pronto verá que éste es el hecho que hace que la vida valga la pena. Las cosas que hacemos solamente para satisfacer nuestros deseos personales parecen perder rápidamente su sabor, pero hay una satisfacción más profunda y más duradera en satisfacer las necesidades de otros. Los cristianos confinados en sus casas a menudo hallan placer abundante en escribir cartas o usar el teléfono para contar a otros acerca de su esperanza en la vida a base de la Biblia. El dar a otros es lo que mantiene vivo nuestro interés en la vida y hace que anhelemos el mañana. El secreto de la felicidad es el dar. No desconozca esta bendición.—Hech. 20:35.
Quizás tenga usted un marido alcohólico o una esposa que despilfarra en partidas de bingo el dinero por el cual usted ha trabajado arduamente. Ninguna de estas condiciones obra a favor de una vida feliz. Pero, ¿qué sentido hay en permitir que tales cosas velen las ventanas de su mente con odio amargo y hastío hacia la vida? Tal vez no sea placentero tener un marido ebrio en la casa, pero otras cosas quizás lo sean. Concentre su mente en sus hijos, en hermosear y redecorar el interior de su hogar, en llegar a ser cocinera o costurera adiestrada, y se sorprenderá usted de cuánto más alegre se pone la vida.
¿Está usted cesante, o tiene dos empleos y ningún tiempo para usted mismo? Ambas situaciones dejan miserables a los hombres.
El estar sin trabajo ciertamente no es agradable, pero todo no está perdido. Busque el lado alegre; por lo general hay uno. El que usted esté sin trabajo quizás le dé más tiempo para estar con la familia, para ponerse al día con algún estudio que le haga mucha falta y para trabajos de reparación en casa. Hombres que han estado cesantes por mucho tiempo a menudo se dejan amargar, tanto, en realidad, que cuando llegan a solicitar un empleo su disposición amargada impide que llenen los requisitos. Guárdese de una disposición avinagrada por medio de estar consciente de sus bendiciones.
La gente que dice querer tener un poco de tiempo para sí misma a menudo está demasiado ocupada ganando dinero. El materialismo la tiene en una vorágine. Está de mal humor porque se concentra en lo que no tiene en vez de apreciar las cosas que tiene. He aquí un poco de consejo sano e inspirado que puede traerles felicidad si tan solo le hacen caso: “Que su manera de vivir sea exenta del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes.” “Ciertamente es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con suficiencia en sí mismo.” (Heb. 13:5; 1 Tim. 6:6) El secreto, entonces, está en cultivar un aprecio por las cosas que usted tiene y deleitarse en ellas en vez de estar siempre en busca de algo nuevo y diferente. No desee tanto, sea menos ambicioso, menos quejumbroso y las ventanas de su mente estarán abiertas para hacerse apreciar más las bendiciones que le rodean.
Generalmente los que hallan la belleza son los que la buscan, los que oyen la verdad y gozan de su poder dador de libertad son los que escuchan por ella, los que aman son los que son amados recíprocamente, los que sacan gozo de la vida son los que la aprecian. Mantenga limpias las ventanas de su mente para que aprecie este hecho: “La bendición de Jehová—eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella.” Que las bendiciones de Jehová nunca pasen inadvertidas por usted, porque son ellas las que hacen que la vida valga la pena.—Pro. 10:22.