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Nacidos para creer en DiosLa Atalaya 1961 | 15 de octubre
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su actividad.” “Dios es Dios, no del desorden, sino de la paz.” El orden y diseño que hay en el universo son prueba de ese hecho. La presencia de la vida implica un dador de vida. Jehová, es “la fuente de vida.”—Deu. 32:3, 4; 1 Cor. 14:33; Sal. 36:9.
Otro hecho que se destaca en la naturaleza es que nuestro Dios es un Maestro Creador que ama la belleza. La majestad de la salida y de la puesta del Sol, la Luna y las estrellas, las flores y los árboles, los colores vistosos en las escamas del pez y las plumas del pavo real nos dicen que Jehová ama la belleza. (Sal. 104:24) Sabemos también que Jehová es un Dios amoroso, porque en el género humano hallamos el amor de la madre por su hijito, el amor de hombres y mujeres el uno para con el otro. También vemos que la falsedad se traiciona y la injusticia siega una recompensa horrenda. ¿Podemos imaginarnos que estas cualidades se originen en un Autor que no sabe nada del amor, de la justicia, y del juicio? No, no podemos. La Biblia nos dice que “Dios es amor,” que “la justicia y el juicio son el lugar establecido de su trono.”—1 Juan 4:8; Sal. 97:2.
Nada puede ser más verídico que el que Dios existe, según lo que testifican tan elocuentemente tanto la Biblia como la naturaleza. Por lo tanto, en la misma Palabra de Dios, a los incrédulos se les llama apropiadamente insensatos y con equidad se les juzga inexcusables.—Sal. 14:1; Rom. 1:20.
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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1961 | 15 de octubre
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Siguiendo tras mi propósito en la vida
Según lo relató W. J. Simpkins
LA GENTE a menudo dice: “Si pudiera vivir mi vida de nuevo, la viviría de otro modo.” Sin embargo, puedo decir honradamente que si tuviera que vivir mi vida de nuevo, lo haría tal como lo he hecho durante los últimos treinta y nueve años, o por lo menos los últimos treinta y un años. Digo los últimos treinta y un años porque realmente comencé a vivir cuando tenía ocho años de edad.
Fue entonces que mi papá comenzó a concurrir a las reuniones de los testigos de Jehová. Vino a casa un domingo y me dijo que tenían reuniones para los jóvenes también y que podía ir si quería. Me mostró donde eran, a un kilómetro y medio de casa. Siendo curioso, fui. En la “escuela dominical,” que tenían en esos días, estaban estudiando un libro llamado “Creación.” Una de las señoras mayores del estudio de los adultos era la maestra. Al segundo o tercer domingo que concurrí nos dio una hoja de papel a cada uno con algo escrito y dijo que deberíamos estar preparados para decir algo sobre el tema el domingo siguiente. Bueno, no sabía de qué se trataba, pero le pregunté a papá y me dijo que era un texto de la Biblia y me enseñó a buscarlo en la Biblia. Lo encontré muy interesante. Concurrí todos los domingos por un tiempo. Pero a medida que pasaba el tiempo la clase se achicaba y el arreglo de la escuela dominical se suspendió y los dos o tres que quedábamos tuvimos que reunirnos con los mayores.
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