Capítulo 5
El primero que fue ungido con espíritu santo y poder
1, 2. (a) ¿Quién había de ungir al Mesías prometido, y con qué? (b) ¿Qué profecía de Isaías había de citar y aplicar a sí mismo él?
A LOS reyes y sumos sacerdotes del Israel antiguo se les ungía para su puesto por medio de derramar aceite oficial sobre su cabeza. ¿Se ungió de esa manera al Mesías prometido? ¡No! El Mesías genuino había de ser uno a quien Dios ungiría “con espíritu santo y poder.” (Hechos 10:38) Él sería el que estaría autorizado para citar y aplicar a sí mismo las palabras proféticas de Isaías 61:1-3:
2 “El espíritu del Señor Soberano Jehová está sobre mí, por motivo de que Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos. Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los llevados cautivos y la apertura ancha de los ojos aun a los prisioneros; para proclamar el año de la buena voluntad de parte de Jehová y el día de la venganza de parte de nuestro Dios; para consolar a todos los que están de duelo; para hacer la asignación a los que están de duelo por Sión, para darles una prenda de adorno para la cabeza en vez de cenizas, el aceite de alborozo en vez de duelo, el manto de alabanza en vez del espíritu desalentado; y se les tiene que llamar árboles grandes de justicia, el plantío de Jehová, para que él sea hermoseado.”
3. ¿Por qué no resultaron ser el Mesías prometido hombres de tiempos anteriores para con quienes el espíritu de Dios se hizo activo?
3 En el caso de los hombres de tiempos anteriores el espíritu de Dios los envolvió o se hizo operativo sobre ellos o los llenó. Pero nunca fueron ungidos con él. Por lo tanto, no resultaron ser el Mesías anhelado. Esto fue verdad hasta en cuanto a Juan el que Bautizaba, del cual el ángel Gabriel había dicho a su padre, el sacerdote Zacarías: “Será lleno de espíritu santo aun desde la matriz de su madre.”—Lucas 1:15.
4. Aunque Juan el que Bautizaba había estado lleno de espíritu santo desde la matriz de su madre, ¿qué confesó acerca del Cristo?
4 De Jerusalén fueron enviados sacerdotes y levitas para que Juan mismo les dijera quién era él oficialmente debido a la obra que estaba haciendo. ¿Cómo respondió Juan a esto? “Él confesó y no negó, sino confesó: ‘Yo no soy el Cristo.’ Y le preguntaron: ‘¿Qué, entonces? ¿Eres Elías?’ Y dijo: ‘No lo soy.’ ‘¿Eres El Profeta?’ Y contestó: ‘¡No!’ Por lo tanto le dijeron: ‘¿Quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices acerca de ti mismo?’ Dijo: ‘Yo soy la voz de alguien que clama en el desierto: “Hagan recto el camino de Jehová,” así como dijo el profeta Isaías.’”—Juan 1:19-23; Isaías 40:3; Malaquías 4:5, 6; Deuteronomio 18:15-19.
5, 6. (a) ¿Para hacer qué con referencia al Cristo envió Dios a Juan? (b) ¿Cómo se contrastó Juan con el verdadero Mesías o Cristo?
5 Así Juan, aunque lleno del espíritu santo, negó que él fuera el Prometido que tendría la unción del espíritu de Dios. No trató de ser un falso Cristo, sino que confesó que era simplemente el precursor del verdadero Cristo o Mesías. De hecho, Dios lo envió a bautizar al verdadero Cristo o Mesías en agua.—Juan 1:29-34.
6 El registro siguiente en Lucas 3:15-17 da más testimonio acerca de la honradez de Juan con relación a este asunto: “Ahora bien, estando el pueblo en expectativa y todos discurriendo en sus corazones acerca de Juan: ‘¿Acaso será él el Cristo?’ Juan contestó, diciendo a todos: ‘Yo, por mi parte, los bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, la correa de cuyas sandalias no soy digno de desatarle. Él los bautizará con espíritu santo y fuego. Su aventador está en su mano para limpiar por completo su era y para recoger el trigo en su granero, mas la paja la quemará con fuego que no se puede apagar.’”
7. ¿Por qué sería menos deseable el ser bautizado con fuego que el ser bautizado con espíritu?
7 Las palabras de Juan mostraban claramente que el Mesías no solo sería bautizado o ungido con el espíritu de Dios, sino que también podría bautizar a otros con espíritu santo. Mucho mejor le sería a una persona ser bautizada con espíritu santo y no ser bautizada con fuego que destruyera a la persona tal como a paja inútil que fuera destruida en un fuego que no se apaga hasta que la paja queda totalmente consumida.—Mateo 3:7-12.
8. ¿Por qué esperaba la gente en aquel tiempo la aparición del Mesías, y por qué era urgente para ellos aquel asunto?
8 No es extraño que ‘el pueblo estuviera en expectativa.’ Probablemente habían calculado con las Escrituras que era el tiempo debido para el aparecimiento del Mesías. Por eso se pusieron a razonar en cuanto a si Juan el que Bautizaba era o no el Mesías prometido. (Daniel 9:24-27) El asunto del Mesías o Cristo era un asunto urgente. Dios, Aquel que enviaba al Mesías, no iba a extender el tiempo indefinidamente. Él se había resuelto a enviar el Mesías, y tenía un tiempo señalado para hacer realidad esta determinación suya. Él no pospone las cosas, sino que se apega a su horario según se da en su Palabra.
9. ¿Cómo muestra Gálatas 4:4, 5 que Dios no se da a dilaciones?
9 Gálatas 4:4, 5 dice: “Cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer y que vino a estar bajo ley, para que librara por compra a aquellos bajo ley, para que nosotros, a nuestra vez, recibiésemos la adopción de hijos.”
10. ¿De dónde envió Dios su Hijo a tiempo, y para venir de una mujer de qué nacionalidad?
10 El apóstol Pablo, escritor de esas palabras, dijo mucho en cuanto a tiempos y sazones en los arreglos de Dios. Dice que el Hijo de Dios había de ser un libertador de los judíos por medio de una compra. Por esta razón había de ser el Mesías, el Cristo, de ellos. ¿De dónde lo envió Dios? Pues, del cielo, donde este “Hijo unigénito” había estado desde que Dios lo hubo creado muchísimo tiempo atrás. El que él llegara a estar “bajo ley” significó que nació como judío, israelita, miembro de la nación que estaba en el pacto de la Ley con Jehová, el pacto para el cual Moisés había sido el mediador. De modo que la mujer de la cual viniera el Hijo de Dios tenía que ser judía, estar ella misma bajo la ley mosaica.—Gálatas 3:19-25.
11. En vista de la diferencia de ubicaciones entre el Hijo de Dios y la mujer, ¿qué era necesario para que el Hijo llegara a ser el Mesías?
11 Tenía que acontecer un milagro, un milagro que solo Dios el Todopoderoso podía efectuar. Su Hijo “primogénito,” la Palabra o Logos, estaba arriba en el cielo como poderosa persona de espíritu, mientras que la mujer, de la cual él tenía que venir si quería ser el Mesías, estaba acá abajo en la Tierra. El Hijo no podía, como estaba, meterse en la matriz de esta mujer judía. Entonces, ¿qué? Bueno, el Hijo tenía que despojarse de todo lo que era mientras estaba “en la forma de Dios.” Era necesario que su vida le fuera transferida desde los cielos invisibles a la matriz de la mujer. Así llegaría a nacer “en la semejanza de los hombres.” Esto exigía que el Hijo de Dios se humillara en gran manera. (Filipenses 2:5-8) Pero el Hijo estuvo dispuesto a hacer esto por amor a su Padre y con el propósito de servir según los objetivos de su Padre celestial.
12. ¿Quién fue la “mujer” que Dios escogió, y por qué tenía que ser el “primogénito” de ella el Mesías?
12 ¿Cómo ejecutó este milagro el Padre celestial? ¿Qué medios utilizó? En esto estuvo implicada una “mujer.” Es posible que muchas israelitas, particularmente las de la tribu de Judá, hayan querido ser la madre del Mesías prometido. Pero no les tocaba a ellas escoger por sí mismas ser la madre del Mesías. El Padre celestial del Mesías era el Único que podía seleccionar en este caso. Lo hizo. La mujer que escogió fue una “doncella” no casada. (Isaías 7:14) Si ella ya hubiera estado casada y hubiera tenido hijos, esto hubiera hecho que surgieran preguntas en cuanto a quién era el padre y en cuanto a herencia y derechos. Por eso la “doncella” a quien Dios escogió resultó ser una “virgen.” (Mateo 1:22, 23) El nacimiento del “primogénito” de Dios como hombre perfecto de sangre y carne tenía que ser, correspondientemente, el nacimiento del “primogénito” de la mujer también.—Colosenses 1:15; Juan 3:16, 17.
13. ¿A quién envió Dios a Gabriel en un segundo mandado, y cómo se le hizo visible a ella Gabriel?
13 También era necesario que la mujer fuera descendiente del rey David el hijo de Jesé. Estando en tal relación con el rey David, la mujer podría conferir a su hijo primogénito un derecho natural respecto al reino de David sobre las doce tribus de la “casa de Jacob” (Israel). Apropiadamente, la mujer que fue escogida había nacido en la “ciudad de David,” la ciudad de Belén, en la provincia de Judá. (Lucas 2:11) Pero cuando Dios le hizo saber a la mujer que la iba a favorecer altamente, ella vivía en el pueblo galileo de Nazaret. Unos seis meses antes de esto, Dios había enviado al ángel Gabriel para anunciarle al sacerdote Zacarías el venidero nacimiento de un hijo al que se había de llamar Juan, y apropiadamente Dios ahora envió a Gabriel a la madre futura del Mesías que había de ser presentado por Juan. La mujer era la virgen judía llamada María, hija de Helí de la línea real de David. Gabriel se materializó en forma humana para aparecérsele a María. Su saludo hizo que María se sobresaltara. ¿Por qué le dijo este visitante que se le presentó de súbito que Jehová estaba con ella? ¿Por qué con ella?
14. ¿Qué dijo Gabriel al explicarle a María por qué Dios estaba con ella?
14 Esto se debía a que Jehová la había seleccionado para que llegara a ser la madre del glorioso rey mesiánico. De modo que Gabriel dijo: “No temas, María, porque has hallado favor con Dios; y, ¡mira! concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y gobernará como rey sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.”—Lucas 1:26-33.
15. ¿Qué dijo el ángel que había de funcionar en María, y con qué efecto?
15 ¿Cómo podía sucederle esto a una “doncella” que no estaba casada, a una “virgen”? Esta fue la pregunta de María, y hubiera sido la nuestra también. Por eso, notemos ahora lo que había de funcionar en María. “En respuesta el ángel le dijo: ‘Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso también lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.’”—Lucas 1:34, 35.
16. (a) ¿Por qué había de ser “santo” lo que naciera de María? (b) ¿Cómo pudiera haberle respondido María a Gabriel, pero cómo lo hizo?
16 “Espíritu santo” iba a entrar en acción, y esto resultaría en el nacimiento de algo “santo.” Este sería un parto virginal. Para Dios esto no era un milagro de imposible ejecución, pues el ángel Gabriel concluyó con estas palabras a María: “Con Dios ninguna declaración será una imposibilidad.” (Lucas 1:37) ¿Cómo respondió María a todo esto? Ella pudo haber dicho: ‘Pero, ¡un momento! ya estoy comprometida para casarme con el carpintero José el hijo de Jacob, de la casa real de David. Estoy obligada a llegar a ser la madre de sus hijos. No puedo romper mi compromiso con José. ¡Tendrá que excusárseme de esto!’ Así, realmente parecía que había complicaciones, pero Dios también estaba al tanto de éstas. Por eso, con fe, María le respondió a Gabriel: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración.”—Lucas 1:38.
17. ¿Qué le sucedió ahora al Hijo “primogénito” de Dios en el cielo, y qué se le dijo a José el prometido de María que hiciera?
17 Ahora había llegado el tiempo para que María concibiera por un milagro del Dios Todopoderoso. Súbitamente, sin que María en la Tierra lo supiera, el Hijo “primogénito” de Dios desapareció del cielo. Su fuerza de vida fue transferida abajo al cuerpo virginal de María. Así, “durante el tiempo que su madre María estaba comprometida para casarse con José, se halló que estaba encinta por espíritu santo antes que se unieran. Sin embargo, José su esposo, porque era justo y no quiso hacer de ella un espectáculo público, tenía la intención de divorciarse de ella secretamente. Pero después de haber reflexionado acerca de estas cosas, ¡mire! el ángel de Jehová se le apareció en un sueño, diciendo: ‘José, hijo de David, no tengas miedo de llevar a María tu esposa a casa, porque lo que ha sido engendrado en ella es por espíritu santo. Dará a luz un hijo, y tienes que ponerle por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.’”—Mateo 1:18-21.
18. Realmente, ¿de quién era hijo Jesús, y por qué era profético su nombre?
18 El nombre Jesús era profético. Es la forma acortada de Jehosúa, que significa “Jehová Es Salvación.” Apropiadamente, el que llevaba este nombre había de ‘salvar a su pueblo de sus pecados.’ Había de ser, no el hijo de José, sino el “Hijo de Dios,” como dijo Gabriel.
19. ¿Por qué no fue Jesús el hijo de María un nuevo Hijo de Dios, y por qué no fue “Dios encarnado” o “un Dios-hombre”?
19 El milagroso hijo primogénito de María no había de ser un nuevo Hijo de Dios, sino que era de hecho el Hijo de Dios que ya había existido por muchísimo tiempo, cuya vida fue transferida del cielo a la Tierra por medio de María como madre humana. Lógicamente, no se le podría llamar lo que muchos religiosos de la cristiandad lo llaman, “Dios encarnado,” una expresión que no se encuentra en la Biblia inspirada. En el cielo el Hijo “primogénito” de Dios había llevado el título de la Palabra (o Logos). Por lo tanto, en Juan 1:14 leemos: “De modo que la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre.” El clero de la cristiandad se equivoca al llamarlo “un Dios-hombre,” porque, en 1 Timoteo 2:5, 6, se le llama “un hombre, Cristo Jesús.” Él nunca alegó que era, y no podía alegar que era, el Dios Altísimo.—Juan 20:31; Lucas 1:32.
¿UNGIDO POR QUIÉN Y CON QUÉ?
20. ¿Dónde nació el hijo primogénito de María, y por qué?
20 Durante el reinado de César Augusto, emperador del Imperio Romano pagano, Jesús nació en Belén-Judá, para cumplir la profecía de Miqueas 5:2. Esto fue a principios del otoño del año 2 antes de nuestra era común. Mientras José y María estaban en Belén con relación a un registro, ella “dio a luz su hijo, el primogénito, y lo envolvió con bandas de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el lugar de alojamiento.”—Lucas 2:7.
21. ¿A quiénes se hizo testigos oculares terrestres en la noche del nacimiento de Jesús, y cómo?
21 ¡El Mesías en perspectiva había venido! Esa fue la noticia emocionante que un glorioso ángel de Dios anunció a unos pastores que guardaban vigilias sobre sus rebaños de noche afuera en los campos cercanos a Belén. “El ángel les dijo: ‘No teman, porque, ¡miren! les declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les nació hoy un Salvador, que es Cristo el Señor.’” Aunque el recién nacido Jesús en el pesebre de Belén no estuvo al tanto de ello, “de súbito se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, alabando a Dios y diciendo: ‘Gloria en las supremas alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad.’” Entonces los pastores que habían recibido la información se pusieron a buscar al nene en el pesebre y lo hallaron, y así fueron recompensados con ser testigos oculares del nacimiento de Jesús en aquella importante noche.—Lucas 2:8-20.
22. ¿Cuándo llegó a ser Jesús lo que el ángel lo llamó, “Cristo el Señor,” y cómo?
22 ¿Cuándo llegó a ser este Jesús de hecho “Cristo el Señor”? No al octavo día desde su nacimiento, cuando fue circuncidado. Él no fue ungido en aquel día. Esto sucedió cuando tenía treinta años de edad. Él fue a donde estaba Juan el que Bautizaba, que entonces estaba bautizando en el río Jordán. No le pidió a Juan que lo ungiera con ningún aceite oficial para ser el rey mesiánico sobre las doce tribus de Israel. Pidió que se le bautizara en agua, como muchos otros judíos lo habían hecho durante los meses de la actividad pública de Juan. “Ahora bien, cuando todo el pueblo se bautizó, Jesús también fue bautizado y, mientras oraba, se abrió el cielo y bajó sobre él el espíritu santo en forma corporal como paloma, y salió una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.’”—Lucas 3:21-23.
23. ¿Cómo dio testimonio Juan el que Bautizaba en cuanto a la manera en que Jesús fue hecho Cristo?
23 Después de eso el profeta Juan dio testimonio de esto a discípulos suyos, a quienes dijo: “Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, éste es el que bautiza en espíritu santo.’ Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”—Juan 1:33, 34.
24. ¿Qué le dijo Andrés a su hermano que había hallado, y qué reconoció Natanael en cuanto a Jesús?
24 Unos cuarenta días después del bautismo de Jesús en el río Jordán, Juan llamó la atención de dos de sus discípulos a Jesús. Ellos siguieron a Jesús y aceptaron instrucción bíblica de él. Transportarlo de gozo por su maravilloso hallazgo, uno de ellos, Andrés, buscó a su hermano llamado Pedro y le dijo: “‘Hemos hallado al Mesías’ (que, traducido, significa Cristo).” Poco después llevaron ante Jesús a un hombre llamado Natanael. Después de escuchar a Jesús, Natanael le dijo: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.” Esto fue, de hecho, una confirmación por Natanael de que el ungido Jesús era el Mesías, el Cristo.—Juan 1:35-49.
UN MESÍAS O CRISTO ESPIRITUAL
25. A pesar de que el bautismo de Juan era para pecadores, ¿por qué hizo Jesús que él lo bautizara?
25 Puesto que cuando estuvo en la Tierra Jesús era un Hijo de Dios puramente humano y no tenía pecados por los cuales arrepentirse, ¿por qué hizo que lo bautizara un hombre que estaba predicando el bautismo de arrepentimiento y para el perdón de pecados? Lo hizo con el propósito de cumplir la profecía de Salmo 40:6-8. Su bautismo en agua simbolizó la plena presentación de sí mismo “para hacer tu voluntad, oh Dios,” según esa voluntad le fuera revelada de entonces en adelante. (Hebreos 10:5-10) Esa voluntad divina lo dirigiría en cuanto a cómo actuar como el Mesías o Cristo.
26. ¿Qué cambio señaló en la vida de Jesús lo que se oyó que la voz de Dios dijo desde el cielo, y por qué era esto necesario para él?
26 Al salir Jesús de las aguas bautismales, se oyó del cielo la voz de Dios diciendo: “Éste es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mateo 3:17) Esto señaló un cambio en la vida de Jesús. ¿De qué manera? La declaración de Dios quería decir que ahora había engendrado a Jesús, que tenía treinta años de edad, para que fuera un Hijo espiritual de Dios. Así se había abierto el camino para que este Hijo de Dios regresara al cielo. Esto era necesario hasta para Jesús. Fue tal como más tarde él le explicó al gobernante judío Nicodemo, al decir: “A menos que uno nazca otra vez, no puede ver el reino de Dios. . . . A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es. No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez.”—Juan 3:3-7.
27. El anuncio de Dios desde el cielo en cuanto a su Hijo indicó ¿qué? con referencia a Jesús, ¿y cómo cambió ahora la relación de Jesús con María?
27 Jehová Dios, por la declaración que hizo desde el cielo, anunció que había producido un Hijo espiritual que tenía la expectativa de entrar en el reino celestial de Dios. María, madre de lo que era carne, no era la madre de este Hijo espiritual de Dios, y desde entonces en adelante no hay informe de que Jesús la haya llamado “madre.” Por consiguiente, se llama a Jesús “El que nació de Dios” que vigila a sus discípulos, sus seguidores. Por ejemplo, en 1 Juan 5:18 leemos: “El Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle.” (Biblia de Jerusalén) “El Hijo de Dios lo cuida, y el diablo no lo toca.” (Versión Popular) De modo que la relación de Jesús para con su madre terrestre, María, cambió. Desde entonces en adelante él se dedicó a cosas espirituales, no a trabajar de carpintero en el pueblo de María, Nazaret.
28. Así Jesús fue ungido para ser ¿qué clase de Mesías, y para reinar desde dónde?
28 Sobre el Hijo espiritual de Dios, que acababa de ser producido, descendió el espíritu santo de Dios, para ungirlo como el Mesías o Cristo. Él había de ser más poderoso que un simple Mesías humano de carne y sangre. Había de ser un Mesías espiritual, quien con el tiempo reinaría en el reino celestial de Dios. Al ascender al cielo este Mesías, el “trono de David su padre” sería ensalzado al cielo. Por lo tanto, tiene que ser desde un trono celestial que él “gobernará como rey sobre la casa de Jacob para siempre.”—Lucas 1:32, 33.
29. Por ser el Ungido, Jesús podía hacer que a su nombre se le juntara ¿qué título? ¿y con qué fue ungido él?
29 Después del ungimiento de Jesús con espíritu santo de Dios en el río Jordán, a su nombre se podía juntar el título de Mesías o Cristo, y correctamente se le llegó a llamar Jesús el Mesías o Jesucristo. Meses después, cuando Jesús regresaba a Galilea, una samaritana le dijo: “Yo sé que el Mesías viene, el que se llama Cristo. Cuando llegue ése, él nos declarará todas las cosas abiertamente.” Entonces Jesús le dijo calmadamente: “Yo, el que habla contigo, soy ése.” (Juan 4:25, 26) Jesús, como Mesías o Cristo, no fue ungido con aceite oficial que le hubiera sido derramado sobre la cabeza, sino con algo que solo Dios podía derramar sobre él como Hijo espiritual. ¿Con qué, pues? El apóstol Pedro contesta: “Dios lo ungió con espíritu santo y poder, y fue por la tierra haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo.”—Hechos 10:38.
30. Como en el caso de David, ¿cómo fue afectado Jesús inmediatamente después de su ungimiento, y por qué no perdió espíritu santo?
30 Ahora recordamos que, después que el pastorcillo David fue ungido con aceite por el profeta Samuel, la fuerza activa de Dios empezó a funcionar en él y lo llevó a hacer cosas notables. Precisamente así sucedió cuando Jesús llegó a ser ungido desde el cielo, por Dios. Lucas 4:1, 2 testifica lo siguiente: “Ahora bien, Jesús, lleno de espíritu santo, se apartó del Jordán, y fue conducido en derredor por el espíritu en el desierto por cuarenta días, mientras lo tentaba el Diablo.” Marcos 1:12 dice: “Inmediatamente el espíritu lo impelió a irse al desierto.” Afortunadamente, Jesús, debido a la fidelidad que demostró en el desierto mientras estaba siendo sometido a prueba por el Diablo, no perdió espíritu santo; no cesó de ser Mesías o Cristo. Demostró fidelidad a lo que su bautismo en agua simbolizó.
31. Después que Juan fue puesto en prisión, ¿bajo qué poder regresó Jesús a Galilea, y qué hizo allí?
31 En el año 30 E.C. Juan el que Bautizaba, el precursor de Jesús, fue encerrado en prisión por Herodes Antipas, el tetrarca de Galilea. De modo que Jesús salió de Judea y pasó por Samaria y regresó a Galilea. Aquí Jesús se aplicó las Escrituras por medio de las cuales podía ser identificado como el Mesías o Cristo. (Mateo 4:12-17) “Entonces volvió Jesús en el poder del espíritu a Galilea. Y su fama se extendió por toda la comarca. También, enseñaba en las sinagogas de ellos, siendo honrado por todos.” (Lucas 4:14, 15) La unción de Dios sobre él lo ayudaba mientras él enseñaba a la gente las Santas Escrituras.
32. En la sinagoga de Nazaret, ¿qué profecía de Isaías leyó en voz alta Jesús, y qué comentario hizo en cuanto a ella?
32 En la sinagoga de su pueblo de Nazaret, Jesús llamó atención al hecho de que él había sido ungido por Dios en cumplimiento de la profecía de Isaías 61:1-3 acerca del Mesías. Acerca de esto leemos en Lucas 4:16-21, como sigue:
“Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y, según su costumbre en día de sábado, entró en la sinagoga, y se puso de pie para leer. De modo que se le dio el rollo del profeta Isaías, y abrió el rollo y halló el lugar donde estaba escrito: ‘El espíritu de Jehová está sobre mí, porque me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar a los quebrantados con una liberación, para predicar el año acepto de Jehová.’ Con eso enrolló el rollo, se lo devolvió al servidor y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga se fijaron intensamente sobre él. Entonces comenzó a decirles: ‘Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír.’”
33. ¿Acerca de qué eran las “buenas nuevas” para declarar las cuales había sido comisionado Jesús, y hasta qué grado se le envió a declararlas?
33 ¡Qué hermoso proceder predijo para el Ungido de Jehová la profecía de Isaías! ¡Cuán bondadosa y benignamente había de funcionar por medio de él la fuerza activa de Jehová con la cual estaba ungido! Durante todo el transcurso de los restantes tres años de su servicio mesiánico en la Tierra él llevó a cabo amorosamente aquella comisión profética procedente de Dios. Las “buenas nuevas” que él declaró a los pobres fue el mensaje del reino mesiánico de Dios. A una muchedumbre que padecía de hambre espiritual y que deseaba retenerlo con ellos, dijo: “También a las otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.”—Lucas 4:43.
34. ¿Quiénes acompañaron a Jesús cuando fue predicando de lugar en lugar?
34 El registro posterior nos dice: “Poco después iba viajando de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios. Y con él iban los doce [apóstoles], y ciertas mujeres que habían sido curadas de espíritus inicuos y de enfermedades, María la llamada Magdalena, de quien habían salido siete demonios, y Juana la esposa de Chuza, el encargado de parte de Herodes, y Susana y muchas otras mujeres, que les servían de sus bienes.”—Lucas 8:1-3.
35. ¿Cómo amplió Jesús la actividad de evangelizar?
35 Jesús no solo proclamó él mismo las buenas nuevas del reino de Dios, sino que envió discípulos suyos a efectuar predicación similar. Después de más de un año de recibir entrenamiento de él, sus doce discípulos fueron enviados solos a proclamar el reino. Lucas 9:1, 2 nos dice: “Entonces convocó a los doce y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar dolencias. Y los envió a predicar el reino de Dios y a hacer curaciones.” El año siguiente Jesús añadió otros setenta a la fuerza evangelizadora: “Después de estas cosas el Señor designó a otros setenta y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar adonde él mismo iba a ir. Entonces les decía: ‘ . . . También, dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes, y curen a los enfermos en ella, y sigan diciéndoles: “El reino de Dios se ha acercado a ustedes.”’”—Lucas 10:1-9.
36. ¿Qué había de respaldar a aquellos evangelizadores cuando estuvieran testificando ante las autoridades gobernantes, y por eso, por qué ha resultado irresistible en nuestro tiempo la predicación del Reino?
36 La fuerza activa de Dios respaldaba al ungido Jesús mientras éste efectuaba su predicación. También había de respaldar a estos evangelizadores a quienes Jesús enviaba. No les fallaría cuando fueran llamados ante las autoridades gobernantes. Dijo Jesús: “No se inquieten acerca de cómo o qué han de hablar; porque se les dará en aquella hora lo que han de hablar; porque los que hablan no son únicamente ustedes, sino que el espíritu de su Padre es lo que habla por ustedes.” (Mateo 10:18-20; Lucas 12:11, 12) Esto se realizaría en los predicadores de las buenas nuevas del reino de Dios hasta durante la actual “conclusión del sistema de cosas.” (Mateo 24:3, 9-14) Porque el espíritu de Dios respalda la predicación del reino mesiánico ya establecido en los cielos en manos del Mesías Jesús, la predicación no ha podido ser reprimida por los hombres.—Marcos 13:10-13.
37. ¿De qué caso se informa en Lucas 5:17-26 en muestra de que el poder curativo de Jesús no fue debilitado por la oposición religiosa?
37 Puesto que el ungimiento de Jesús no procedió de los hombres, sino de su Padre celestial, Jesús “fue por la tierra haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el Diablo; porque Dios estaba con él.” (Hechos 10:38) La oposición maliciosa por parte de líderes religiosos no debilitó la fuerza que funcionaba para la ejecución de milagros. Respecto a un caso sobresaliente, está escrito: “En el transcurso de uno de los días él estaba enseñando, y estaban sentados allí fariseos y maestros de la ley que habían venido de toda aldea de Galilea y de Judea y de Jerusalén; y el poder de Jehová estaba allí para que él hiciera curaciones.” A pesar de la actitud hostil de aquellos religiosos, Jesús sanó a un paralítico desvalido, y la gente, profundamente impresionada, dijo: “¡Cosas extrañas hemos visto hoy!”—Lucas 5:17-26.
38. ¿A quién dio Jesús la honra por sus milagros, y acerca de qué pecado advirtió a los que levantaban acusaciones falsas contra él?
38 Por sus curas milagrosas, Jesús dio la honra a Aquel que era verdaderamente responsable por ellas. Así, a los que lo acusaron de estar en liga con Satanás el Diablo, a quien llamaban “Beelzebub, el gobernante de los demonios,” Jesús dijo: “Es por medio del espíritu de Dios que yo expulso a los demonios.” Por consiguiente, les advirtió a los opositores que “la blasfemia contra el espíritu no será perdonada. . . . a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero.” Los opositores habían cometido aquel pecado imperdonable por maliciosamente atribuirle al Diablo lo que era claramente un funcionamiento milagroso del espíritu santo de Dios.—Mateo 12:24-32.
LLAMADO “HIJO DE DIOS SEGÚN EL ESPÍRITU”
39. Contrario al pensamiento judío común, ¿qué habían anunciado de antemano acerca de la experiencia del Mesías las Escrituras Hebreas de ellos?
39 Allá en los días de Jesús había puntos de vista equivocados en cuanto a la clase de persona que sería el Mesías y el proceder que se le había señalado. Los opositores de Jesús no vieron que estaba escrito en sus propias Escrituras Hebreas que el Mesías primero tenía que sufrir según la voluntad de Dios, hasta la muerte misma. Siendo el principal de la “descendencia” de la “mujer” de Dios, le tenían que ‘magullar’ el “talón.” (Génesis 3:15) Después que las profecías hebreas se habían cumplido con relación a esto, el apóstol Pedro señaló este hecho a una muchedumbre de judíos en el templo de Jerusalén: “Dios ha cumplido de esta manera las cosas que él anunció de antemano por boca de todos los profetas, que su Cristo sufriría.”—Hechos 3:18.
40. ¿Por qué declaraciones a sus apóstoles mostró Jesús que sabía que el Mesías tenía que sufrir y morir?
40 Por las Escrituras Hebreas Jesús sabía que el Mesías tenía que sufrir y morir. Aunque sus apóstoles lo reconocieron como el Mesías, él produjo sorpresa al decirles que tenía que sufrir una muerte vergonzosa. Cuando el apóstol Pedro levantó objeción a tal idea, Jesús le dijo: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres.” El precursor de Jesús, Juan el que Bautizaba, sufrió a manos de los enemigos lo que éstos le quisieron hacer, y, dijo Jesús, “de esta manera también el Hijo del hombre está destinado a sufrir a manos de ellos.”—Mateo 16:21-23; 17:12, 13.
41. En el primer siglo de la era común, ¿cómo se consideraba a la congregación de los discípulos de Cristo debido a la manera en que él murió?
41 Finalmente le dieron muerte a Jesús como si hubiera blasfemado contra Dios y hubiera sido sedicioso contra el Imperio Romano. Esto resultó ser una gran piedra de tropiezo tanto para judíos como para gentiles, en lo que tenía que ver con aceptar a Jesús como el Mesías prometido. Más de veinticinco años después, judíos de Roma expresaron su actitud para con la congregación de los discípulos de Jesús al decirle al apóstol Pablo, que estaba en prisión: “Verdaderamente en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella.”—Hechos 28:22.
42. Como se ilustra en el caso del apóstol Pablo, ¿qué se hizo necesario que los cristianos probaran con las Escrituras acerca del Mesías?
42 Por consiguiente se hizo necesario que los cristianos probaran que la muerte de Jesús sobre un madero de tormento fuera de Jerusalén, más bien que desacreditarlo como el Mesías prometido de las Santas Escrituras, en realidad probaba que él era el verdadero Mesías, el Cristo de Dios. Por ejemplo, tomemos el caso del apóstol Pablo en la sinagoga de Tesalónica, Macedonia: “Según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a ellos, y por tres sábados razonó con ellos sacando sus argumentos de las Escrituras, explicando y probando por referencias que era necesario que el Cristo sufriese y se levantase de entre los muertos, y decía: ‘Éste es el Cristo, este Jesús que yo les estoy publicando.’” (Hechos 17:1-3) Años después, el apóstol Pablo estuvo de pie como prisionero ante el gobernador romano Festo y el visitante rey Agripa para declarar su caso. En la culminación de su defensa dijo:
“Porque he obtenido la ayuda que proviene de Dios continúo hasta este día dando testimonio tanto a pequeño como a grande, pero no diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que iban a efectuarse: que el Cristo había de sufrir y, como el primero en ser resucitado de entre los muertos, iba a publicar luz tanto a este pueblo como a las naciones.”—Hechos 26:22, 23.
43. ¿De qué milagro por Dios llegó a ser testigo Pablo, y cómo muestra Pedro la razón por la cual éste fue el mayor milagro de Dios?
43 Pablo había llegado a ser testigo de la resurrección, como declaró denodadamente delante de Festo y Agripa. (Hechos 26:12-18) Además, en 1 Corintios 15:3-8, Pablo testifica que, antes de su propia conversión, hubo “más de quinientos hermanos” que fueron testigos oculares del hecho de que Jesús había sido resucitado de entre los muertos. Esta resurrección de Jesucristo de entre los muertos al tercer día de su muerte resultó ser el mayor milagro de Dios. Pero Dios tenía la energía dinámica que se necesitaba para ejecutarlo. ¿Por qué fue así? El apóstol Pedro indica por qué, cuando escribe: “Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por los injustos, para conducir a ustedes a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu. En esta condición también siguió su camino y predicó a los espíritus en prisión.”—1 Pedro 3:18, 19.
44. Según Pedro, Jesús había sido hecho vivo como ¿qué?
44 ¿Qué quiso decir Pedro? Esto: Que el Dios Todopoderoso no resucitó a Jesús como persona humana, sino que lo levantó como persona de espíritu, una persona incorruptible, a prueba de muerte o inmortal, de la región de los espíritus.
45, 46. (a) Después que el espíritu de Dios descendió sobre Jesús en el río Jordán, ¿qué se declaró que él era? (b) Por la resurrección de Jesús de entre los muertos se declaró que él era el Hijo de Dios según ¿qué?
45 El cuerpo físico de Jesús había sido sembrado en la muerte, como sacrificio para que Dios dispusiera de él. Por lo tanto Jesús fue levantado a vida celestial con un “cuerpo espiritual,” glorioso, revestido de inmortalidad, que nunca más habría de morir. (1 Corintios 15:42-54) Antes de esto, en el día del bautismo de Jesús en agua, Jehová Dios lo engendró por medio de Su espíritu santo para que desde entonces en adelante fuera un Hijo espiritual de Dios con la expectativa de recibir una herencia celestial. Para testificar de que Jesús había sido engendrado, Dios habló desde el cielo, anunciando que Jesús el ungido era Su Hijo espiritual amado, aprobado. (Mateo 3:13-17) Pero en el día en que Jesús fue resucitado de entre los muertos Dios lo declaró un Hijo de Dios plenamente nacido como espíritu. Por eso es que Pablo escribe lo siguiente:
46 “Las buenas nuevas de Dios, que él prometió en tiempo pasado por medio de sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, que provino de la descendencia de David según la carne, pero que con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de santidad [¿cómo?] mediante la resurrección de entre los muertos —sí, Jesucristo nuestro Señor.”—Romanos 1:1-4.
47. En Efesios 1:19-21, ¿cómo habla Pablo acerca de lo estupendo del milagro de Dios al resucitar a Jesús?
47 El apóstol Pablo da testimonio en cuanto a lo estupendo del milagro de Jehová al resucitar a Jesucristo como espíritu inmortal al escribir además lo siguiente: “Es según la operación de la potencia de su fuerza, con la cual ha operado en el caso del Cristo cuando lo levantó de entre los muertos y lo sentó a su diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío y de todo nombre que se nombra, no solo en este sistema de cosas, sino también en el que ha de venir.”—Efesios 1:19-21; Filipenses 2:5-11; 1 Pedro 3:21, 22.
48. ¿Quién es la “mujer” a quien se alude en Génesis 3:15? Y por resucitar a Jesús, ¿qué herida sanó Dios?
48 Por ejecutar esta maravillosa resurrección de Jesucristo, el Médico celestial, Jehová, sanó la herida que la Gran Serpiente, Satanás el Diablo, había infligido en el “talón” de la “descendencia” de la “mujer” por medio de su inicua organización terrestre. (Génesis 3:15) La “mujer” en este misterio de Dios no era la pecadora Eva ni la virgen judía María, sino la organización celestial semejante a esposa de Dios compuesta de santas criaturas de espíritu. Esa organización suministró al Hijo unigénito de Dios para prestar servicio aquí en la Tierra como el prometido Mesías.—Compare con Gálatas 4:25, 26.
49, 50. El Principal de la “descendencia” de la “mujer” de Dios está ahora en la posición apropiada para hacer ¿qué? ¿Y qué cosas aclamamos que han de venir por medio de él?
49 El Principal de la “descendencia” de la “mujer” de Dios está ahora en posición apropiada para magullar en la cabeza a la Gran Serpiente, Satanás el Diablo, y aplastarlo a él junto con toda su “descendencia.” Ya no es necesario que nosotros, judíos o gentiles, esperemos la venida del verdadero Mesías en la carne a nuestra Tierra. Él sí vino y cumplió su papel en la Tierra en el primer siglo de nuestra era común. (1 Juan 4:2; 2 Juan 7) Ahora está recompensado con gloria en el cielo. Es un Mesías o Cristo espiritual, que puede hacer mucho más que un Mesías o Cristo humano terrestre.
50 ¡Toda la gloria vaya a Jehová Dios, que ungió a su Hijo Jesús “con espíritu santo y poder” para que fuera el precioso Mesías! ¡Toda aclamación a las magníficas bendiciones eternas que según lo prometido vendrán a toda la humanidad por medio del glorificado Mesías espiritual, el Cristo de Dios!—Hechos 10:38; Génesis 22:18.