Ante todo, tengan amor intenso los unos para los otros
1, 2. Según el apóstol inspirado, ¿qué, ante todo, debemos cultivar si queremos vivir en el nuevo orden de Dios?
EN VISTA del cercano “fin de todas las cosas,” ¿cuál es la cosa sobresaliente que deben cultivar los que desean la vida en el futuro Nuevo Orden? En 1 Pedro 4:8-10, escribe el apóstol inspirado:
2 “Ante todo, tengan amor intenso los unos para los otros, porque el amor cubre una multitud de pecados. Sean hospitalarios los unos para con los otros sin rezongar. En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al servirse los unos a los otros como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras.”
3, 4. En vista de lo que sabemos que habrá definitivamente en el nuevo orden de Dios, debemos hacer ¿de qué cosa nuestro verdadero interés ahora?
3 No hay manera de que sepamos qué papel, si acaso, desempeñarán en la Tierra durante el nuevo orden de Dios cosas como automóviles, aparatos de televisión, aparatos estereofónicos o cosas similares. Pero hay algo que sí sabemos que va a haber en ese nuevo orden, algo presente con lo que tratamos todos los días. ¿Qué es eso?
4 Gente; gente que, como usted mismo, ama lo que es correcto. Por eso, en vez de edificar nuestros intereses y vidas en torno de artículos y artefactos fabricados de este orden actual, cosas que no sabemos con certeza que continuarán, ¡cuánto mejor y más prudente hacer de la gente nuestro verdadero interés y aprender a hallar el gozo genuino en hacer cosas a favor de otros! La vida en el venidero nuevo orden ciertamente estará llena hasta el borde de esta ayuda amorosa y de “servirse los unos a los otros.” Si podemos hallar verdadero placer y verdadera satisfacción en hacer eso ahora —gustándonos mucho el servir a otros, el ser útiles, el trabajar para sus mejores intereses, el ser considerados y hospitalarios— hemos progresado mucho hacia el feliz éxito en el vivir del Nuevo Orden.
5. (a) ¿Qué efectuará un “amor intenso,” y por qué es vital esto? (b) Sírvase comentar sobre los textos al fin de este párrafo.
5 Para hacer eso nuestro amor tiene que ser, como dice el apóstol, “intenso,” o, como otras traducciones lo expresan, “inagotable,” “con plena fuerza,” “jamás insincero.” (Versión Latinoamericana; New English Bible; Jerusalem Bible) Literalmente, la palabra griega original que se vierte “intenso” significa “desplegado.” Nuestro amor, por lo tanto, no puede ser indiferente, restringido a hacer solo lo que nos parece que tenemos que hacer, o lo que nos parece que no nos causará incomodidad, tampoco será limitado a unos cuantos favorecidos. Tiene que estirarse, extenderse tanto en cuanto a incluir a tantos como sea posible como también en cuanto a esforzarse con intensidad. Solo esa clase de amor hará posible que mantengamos unidad vital con nuestros hermanos bajo una extensa variedad de circunstancias que pudieran hacer tirantes nuestras relaciones y resultar en que nos hiciéramos criticones o nos inclináramos a poner de manifiesto las imperfecciones y faltas de nuestros hermanos haciendo de ellas puntos de discusión. Pero un “amor intenso” se ‘desplegará’ para abarcar cualesquiera de tales circunstancias.—Compare con Proverbios 10:12; Colosenses 3:12-14.
6, 7. (a) ¿Qué preguntas pudiéramos hacernos para determinar si nos falta intensidad en nuestro amor? (b) ¿Cómo es que tal amor ‘cubre una multitud de pecados’? ¿Por qué será necesario esto aun después de la “tribulación grande”?
6 ¿Es nuestro amor así ahora? En las pocas horas a la semana que por lo general pasamos con nuestros hermanos, ¿cubre nuestro amor las faltas de otros? O, ¿tendemos a dejar que estas faltas nos inquietan, nos provoquen? A algunos les es difícil llevarse bien con otros, y por eso permiten que se desarrollen desacuerdos, que se produzca frialdad. Pero si a una persona le es difícil llevarse bien con sus hermanos ahora durante unas cuantas horas a la semana, ¿qué hay, pues, si sobrevive para entrar en el nuevo orden de Dios y se halla rodeada completamente de sus hermanos, cada día y durante todo el día?
7 Un “amor intenso” no permitirá que uno piense detenidamente en ofensas, abrigando recuerdos de ellas al grado de sentir encono hacia individuos, persistiendo en tales pensamientos desagradables y rehusando dejar que se disipen. Al echarlos de la mente y del corazón o al dar pasos positivos para mejorar las relaciones, tal amor “cubre una multitud de pecados.” Nos impele a extender nuestra ayuda a los que tienden a debilitarse o deslizarse al error, y no simplemente ser criticones o chismear acerca de ellos. (Sant. 5:20) Puesto que los pecados no desaparecerán de la Tierra de la noche a la mañana en el nuevo orden venidero, necesitamos este amor intenso para asegurarnos de mantener una relación excelente con Jehová Dios, que “es amor,” y con su Hijo, cuyo propio amor intenso le impelió a dar su mismísima vida a favor de los pecadores.—Rom. 5:6-8.
8. (a) ¿A qué derrotero nos insta además Pedro como una expresión de amor intenso? (b) ¿Cómo nos ayudará esto al prepararnos para el Nuevo Orden?
8 También podemos mostrar este amor mediante nuestra hospitalidad. “Sean mutuamente hospitalarios”; “recíbanse unos a otros en sus casas sin quejarse.” (1 Ped. 4:9, New American Bible; Versión Popular) Sí, cualquier cosa que hagamos en armonía con esto debe ser libre de queja, porque Dios solo ama al “dador alegre.” (2 Cor. 9:7) Es posible que se tenga que efectuar mucho compartir de cosas materiales en el período inicial después que pase la “tribulación grande.” Cualquier inclinación hacia el ser poco generosos o mezquinos podría crearnos graves dificultades entonces. Si, por otra parte, mostramos un espíritu como el de los cristianos de Jerusalén que abrieron sus casas para recibir y alimentar a sus nuevos hermanos de entre los tres mil discípulos recién bautizados, entonces nos estamos alistando para vivir en el Nuevo Orden. (Hech. 2:46; 4:32-35) Como insta el apóstol Pablo: “Compartan con los santos según sus necesidades. Sigan la senda de la hospitalidad.”—Rom. 12:13.
EXCELENTES MAYORDOMOS DE DONES DE DIOS
9. ¿De qué manera ha ‘recibido un don’ cada uno de la congregación cristiana, y qué debe hacer con él?
9 “En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al servirse los unos a los otros [pónganse al servicio de otros, Je].” Así obramos “como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras.” (1 Ped. 4:10) Y, de veras, ninguno de nosotros se halla sin algo que dar al servir a nuestros hermanos. Todo el que entra en el arreglo teocrático de Dios recibe un don. Cada uno tiene cosas que hacer, asignaciones de servicio o responsabilidades. No todos somos, por decirlo así, fundidos con un molde idéntico, teniendo personalidades, habilidades, talentos, fuerzas, conocimiento o posesiones idénticos. Sin embargo, cualquier cosa que tengamos, en resumidas cuentas, se lo debemos a Dios. (Rom. 12:6-8; 1 Cor. 4:7) Apreciando esto, no dejaremos que nuestro “don” permanezca ocioso, como si estuviera guardado en un cofre de tesoro. (Mat. 25:14-30) Tenemos que usarlo, utilizarlo, en el servicio de otros.
10. ¿Qué significa el que seamos “mayordomos de la bondad inmerecida de Dios”?
10 El hecho de que se nos llama “mayordomos de la bondad inmerecida de Dios” muestra que el “don” es un depósito. Al aceptar dicho don el recipiente llega a estar bajo responsabilidad al Dador, Jehová Dios. Un “mayordomo” o administrador doméstico en tiempos bíblicos era nombrado por el dueño de la casa y tenía que tratar con los diversos miembros de la familia. Habría de tratarlos de tal modo que les fuera de ayuda. El mayordomo estimulaba a los consiervos a llevar a cabo sus propios deberes con fidelidad. ¿Nos ha favorecido Dios con privilegios, oportunidades, asignaciones o responsabilidades? Esta es una bondad inmerecida de su parte y queremos usar esa bondad inmerecida para efectuar su voluntad, para cumplir el propósito por el cual se nos mostró tal bondad o favor.—Compare con Lucas 12:42-44.
11. ¿Cómo es que la bondad inmerecida de Dios, de la que podemos ser mayordomos, se ‘expresa de diversas maneras,’ y es cierto esto también de los ancianos?
11 En su sabiduría Dios ha suministrado “variedades de ministerios” guiados por el mismo espíritu, y “variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios que ejecuta todas las operaciones en todos.” Por su espíritu, Dios puede ayudar a cada uno de nosotros a usar o desarrollar lo que tenemos, “con un propósito provechoso.” (1 Cor. 12:4-7) Aunque todos ellos han de llenar requisitos básicos, los ancianos, como ‘mayordomos’ de Dios (Tito 1:7), también tienen sus fuerzas y habilidades particulares. Quizás algunos sobresalgan en enseñar desde la plataforma, mientras que otros quizás sean más fuertes al enseñar sobre una base más informal, quizás al ayudar a miembros de congregación o familias con problemas personales por medio de visitas en sus hogares o en conversación privada.—Hech. 20:20.
12. (a) ¿Cómo se ve variedad similar entre todos los miembros de la congregación al usar sus ‘dones’ al servir? (b) Sírvase comentar sobre Romanos 12:6-8.
12 De modo similar, los miembros individuales de la congregación tienen dones variantes que pueden usar al servirse los unos a los otros. Todos pueden participar en las reuniones, y la variedad de expresiones y habilidades tiene un efecto enriquecedor. Al participar en predicar las buenas nuevas del Reino a la gente en sus hogares, algunos podrán poner un excelente ejemplo al colocar literatura bíblica o al iniciar conversaciones y al refutar objeciones. Otros posiblemente tengan especialmente buen éxito al comenzar y conducir estudios bíblicos de casa. Quizás algunos tengan excelente habilidad para hacer que los recién llegados a los lugares de reunión se sientan inmediatamente bienvenidos y ‘en su elemento.’ O quizás uno tenga habilidad extraordinaria para tratar a los jóvenes o los niños, que también necesitan sentir que importan y merecen atención. Otro quizás efectúe un excelente servicio cuando se trata de visitar a miembros de la congregación que están enfermos o que posiblemente están pasando por abatimiento, pudiendo alegrarlos y animarlos en su fe en la benignidad de Jehová. Como Pablo escribió a los cristianos de Roma en cuanto a los dones que Dios les dio: “Entonces, puesto que tenemos dones que difieren según la bondad inmerecida que se nos dio, sea profecía, profeticemos según la proporción de fe que se nos dio; o un ministerio, ocupémonos en este ministerio; o el que enseña, ocúpese en su enseñanza; o el que exhorta, ocúpese en su exhortación; el que distribuye, hágalo con liberalidad; el que preside, hágalo con verdadera solicitud; el que muestra misericordia, hágalo con alegría.”—Rom. 12:6-8.
13. En vez de llevar a autosatisfacción, ¿cómo debería estimularnos la variedad de expresión de la bondad inmerecida de Dios, y qué efecto debe tener esto sobre la congregación?
13 Por eso, aunque todos podemos esforzarnos continuamente por mejorar y también por aprender de los excelentes ejemplos de otros, nunca tendremos motivo para sentirnos desanimados porque no podemos efectuar exactamente lo que otro puede. Todos podemos recibir de “la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras” y dar de lo que hemos recibido. Si cada uno contribuye lo que puede dar, sea hombre o mujer, la congregación se hace espiritualmente rica por la extensa variedad de dones y es semejante a un cuerpo sano en que todos sus muchos miembros trabajan armoniosamente para el bien de todo el cuerpo. (Compare con Romanos 12:3-5.) Tal dar altruista a favor de otros no cesará cuando Jehová Dios pase a su pueblo a través de la “tribulación grande” para que entre en su nuevo orden.
HABLANDO Y SIRVIENDO PARA GLORIA DE DIOS
14. ¿Qué “don” debemos apreciar especialmente para ‘servirnos los unos a los otros,’ y qué debe impelernos a hacer esto?
14 Ciertamente todos nosotros debemos querer llenar nuestra mente y corazón de las verdades de la Palabra inspirada de Dios, siendo diligentes en nuestro estudio de ella. Entonces siempre tendremos algo que verdaderamente valga la pena para contribuir de índole espiritual, algo muy superior a cualesquier dones de joyas preciosas u oro y plata, debido a las magníficas bendiciones que resulten. (Pro. 2:1-6; 3:13-18) Especialmente los que tienen el privilegio de servir de ancianos en las congregaciones deben desear hacer esto. Deben estar interesados en particular en llevar a cabo el consejo adicional del apóstol Pedro:
15, 16. ¿Cómo podemos ‘hablar como si fueran las sagradas declaraciones formales de Dios’ en armonía con el consejo de Pedro y Pablo?
15 “Si alguno habla, que hable como si fueran las sagradas declaraciones formales de Dios; si alguno sirve, que sirva como dependiendo de la fuerza que Dios suministra; para que en todas las cosas Dios sea glorificado por medio de Jesucristo. De él son la gloria y la potencia para siempre jamás. Amén.”—1 Ped. 4:11.
16 Ahora, a medida que se acerca tanto el fin del viejo orden, hay verdadera necesidad de hablar con convicción y con fe. ¿Así es como habla usted cuando tiene el privilegio de servir delante de la congregación o al hablar con sus hermanos de asuntos espirituales? ¿Es usted como Pablo, que “no [vino] con extravagancia de habla o de sabiduría [humana],” sino cuya habla y predicación fueron “con una demostración de espíritu y poder [de Dios],” para que la fe de sus oyentes “no estuviese en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”? (1 Cor. 2:1, 4, 5) Lo que nos capacitará a hacer esto no es la destreza personal o una agradable ‘manera de expresarnos,’ sino conocimiento sólido de la Palabra de Dios y sus principios y plena conciencia de la importancia de representar fielmente esa Palabra y adherirnos reverentemente a ella.
17. ¿Por qué deben tratar en particular los ancianos de aplicar este consejo a medida que nos acercamos al Nuevo Orden?
17 En los días adelante entre ahora y la “tribulación grande” quizás el pueblo de Dios se enfrente a circunstancias, peligros y problemas muy serios. Los que tienen el privilegio de ‘pastorear el rebaño de Dios’ ciertamente querrán poder mostrar que su consejo, guía y juicio están fundados firmemente sobre la infalible Palabra de Dios. Como Jesús, quieren poder decir: “Está escrito.” (Mat. 21:13) Entonces sus hermanos sabrán que su confianza y seguridad están bien cifradas... no en humanos sino en Dios, que, por medio de su Hijo y por su espíritu, está usando a estos hombres a favor de sus siervos. Vidas están envueltas, y la falta de diligencia o interés en este respecto jamás podría merecer la aprobación del Gran Pastor, Jehová Dios, y su Pastor Excelente, Cristo Jesús. Y cualquier servicio que se les pida a los ancianos cristianos que lleven a cabo en el futuro en el nuevo orden de justicia, el equiparse y entrenarse así ahora ciertamente les será de provecho entonces.—Juan 10:11; Hech. 20:28-30; 1 Ped. 2:25; 5:1-4.
18. ¿Cómo podemos todos nosotros seguir el buen ejemplo de los ancianos en nuestra habla, y de qué queremos guardarnos?
18 Los ancianos, por supuesto, han de ser “ejemplos del rebaño,” y por eso lo que aplica a ellos aplica a todos nosotros. (1 Ped. 5:3) Si realmente creemos en las promesas del nuevo orden de Dios y la proximidad de éste, mostraremos esto en nuestra habla. Mostraremos que estamos “teniendo muy presente la presencia del día de Jehová.” (2 Ped. 3:12) Pero el hablar puede ser simples palabras, y no queremos fingir “amor intenso,” amor solo ‘de palabra ni con la lengua, sino mostrarlo en hecho y verdad.’ (1 Juan 3:18) Por eso el consejo inspirado del apóstol agrega:
19. (a) ¿Por qué requiere muchas fuerzas el servir dentro de la congregación? (b) ¿Por qué pueden los que están sirviendo así ser estimulados a seguir trabajando duro y esforzándose?
19 “Si alguno sirve, que sirva como dependiendo de la fuerza que Dios suministra.” (1 Ped. 4:11) Para hablar y enseñar imitando a Jesús, Pedro, Pablo, Juan y otros pastores fieles, los ancianos de las congregaciones tienen que trabajar duro, y los que lo hacen han de ser “tenidos por dignos de doble honra” y recibir “consideración más que extraordinaria en amor por causa de su trabajo.” (1 Tim. 5:17; 1 Tes. 5:12, 13) Sus labores a favor de la congregación, ‘amonestando a los desordenados, hablando confortadoramente a las almas abatidas, dando su apoyo a los débiles, siendo sufridos para con todos,’ pueden exigir demasiado de sus fuerzas. (1 Tes. 5:14) Quizás les parezca que, como Pablo, están siendo ‘derramados como libación sobre el sacrificio y servicio público a los cuales los ha conducido la fe’ a sus hermanos. Pero las bendiciones que esto da por resultado pueden hacer que ‘se alegren y se regocijen,’ ya que su ejemplo de trabajo duro estimula a sus hermanos a servicio de todo corazón a Dios.—Fili. 2:17, 18; Heb. 13:7.
20. ¿Por qué les causó tan grande impacto a los ancianos la exhortación del apóstol Pablo acerca de este mismo punto, y qué aprendemos de ese consejo?
20 Los “hombres de mayor edad de la congregación” de Éfeso bien sabían el proceder que había seguido entre ellos el apóstol Pablo de ‘servir como esclavo al Señor con la mayor humildad de mente y con lágrimas y con pruebas.’ De modo que sus palabras deben haberles causado gran impacto cuando exhortó: “Manténganse despiertos, y recuerden que por tres años, noche y día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas. . . . No he codiciado la plata, ni el oro, ni la vestidura de nadie. Ustedes mismos saben que estas manos han atendido a las necesidades mías y a las de los que andan conmigo. En todas las cosas les he exhibido que por medio de laborar así tienen que prestar ayuda a los que son débiles, y tienen que tener presentes las palabras del Señor Jesús, cuando él mismo dijo: ‘Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.’”—Hech. 20:17-20, 31-35.
21. ¿Cómo podemos todos ‘servir como dependiendo de la fuerza que Dios suministra,’ y con qué confianza?
21 En su misericordia Dios nos ha dado a todos el privilegio de servir, de servir como “excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras.” Si confiamos con fe en “la fuerza que Dios suministra,” no ‘desistiremos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos.’ (1 Ped. 4:10, 11; Gál. 6:9) La certeza de su prometido nuevo orden debe impulsarnos hacia adelante, y su proximidad debe infundir mayor determinación en nosotros. Con el apóstol, podemos decir: “Por lo tanto no nos rendimos, mas aunque el hombre que somos exteriormente se va desgastando, ciertamente el hombre que somos interiormente va renovándose de día en día.” Nada que Dios nos ha dado que hacer es más de lo que podemos hacer si ‘servimos como dependiendo de la fuerza que Dios suministra.’ Él nos concede “poder que es más allá de lo normal” a fin de que ‘para todas las cosas tengamos la fuerza en virtud de aquel que nos imparte poder.’—2 Cor. 4:7, 16; Fili. 4:13.
22, 23. ¿Por qué nunca debemos desanimarnos o debilitarnos en nuestro servir sino, más bien, esforzarnos por hacer todavía más?
22 Quizás lo que estemos efectuando parezca insignificante a nuestros ojos y no nos coloque en una posición prominente. Sin embargo Jehová jamás deja de apreciar lo que hacemos; tampoco es “injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, en que han servido a los santos y continúan sirviendo.” Estando tan cerca el tiempo anhelado de su nuevo orden, éste es el tiempo de todos los tiempos para continuar ‘mostrando la misma diligencia a fin de tener la plena seguridad de la esperanza hasta el fin.’—Heb. 6:10, 11.
23 Nos aguardan magníficas bendiciones si hacemos esto. Y así estaremos equipados para participar cabal y felizmente y con buen éxito en esos espléndidos tiempos en el nuevo orden de Dios porque hemos concentrado nuestra atención en los asuntos que son verdaderamente vitales ahora.
24. A fin de que “en todas las cosas Dios sea glorificado por medio de Jesucristo,” ¿qué tenemos que hacer tanto ahora como en el nuevo orden venidero?
24 Sea lo que hagamos, y en todo lo que hagamos —en nuestras ocupaciones y asuntos cotidianos y vida de familia, en nuestra obra de servir la palabra de vida a los del mundo de la humanidad y al servirnos los unos a los otros en congregación cristiana— ‘hagamos todas las cosas para la gloria de Dios,’ demostrando que somos verdaderos discípulos de su Hijo amado, Jesucristo. (1 Cor. 10:31) Entonces nosotros, todos juntos, podemos servir de joya de alabanza al nombre de Jehová en toda la Tierra, como un pueblo preparado para vivir en su nuevo orden. Porque “de él son la gloria y la potencia para siempre jamás. Amén.”—1 Ped. 4:11.