¿Vuelve usted la otra mejilla?
CUANDO alguien le abofetea en la mejilla derecha, ¿le vuelve usted la otra también? En el sermón del monte Jesús estableció esto como regla de conducta que debieran seguir los cristianos. ¿La practica usted? Cuando se le hace un mal ¿se halla usted diciendo: “Tal como hizo conmigo, así voy a hacerle a él”? Muchas personas opinan que hay que devolver daño por daño y mal por mal para que no se aprovechen de uno. ¿Y usted? ¿Cree usted que las palabras de Jesús son agradables al oído pero imprácticas para seguir?—Pro. 24:29.
Hoy en día los cristianos profesos generalmente alaban las enseñanzas de Jesús como sublimes, pero las creen imprácticas en este mando inicuo. Como Oliverio Wendell Holmes tan aptamente lo expresó: “La mayoría de la gente está dispuesta a usar el Sermón del Monte como bandera bajo la cual navegar pero pocos se disponen a usarlo como timón mediante el cual guiarse.” Al estilo fariseo, los de la cristiandad a menudo “dicen pero no hacen.”—Mat. 23:3.
“A partir de 1914 el mundo ha tenido un nuevo carácter . . . terminó una larga época de paz general y comenzó una nueva edad de violencia,” según H. R. Trevor-Roper, rector de la Universidad de Oxford. Junto con la nueva edad de violencia vino una nueva serie de normas de conducta: ‘Estafe a otros antes que le estafen a usted.’ ‘Adquiera todo lo que pueda, y conserve todo lo que adquiera.’ ‘Combata el fuego con el fuego.’ La gente ha llegado a gobernarse por estas normas; las considera más prácticas. Nikita Khrushchev expresó recientemente su punto de vista respecto a las enseñanzas de Cristo y en particular su opinión respecto al volver la otra mejilla. “No estoy de acuerdo con lo de volver la otra mejilla. Si alguien me abofeteara en la mejilla izquierda le devolvería el golpe al fulano en la derecha, y lo haría con tanta fuerza, además, que le volaría la cabeza.”
¿Ha producido fruto pacífico esta política de ser agresivo, de ‘hacer a otros como hacen con uno’? ¿Es verdaderamente práctica? La evidencia muestra que ha resultado en una “edad de violencia.” Nunca antes se había visto tanto temor, desconfianza y odio. Una vez que se le da principio al ciclo de rendir mal por mal, bofetón por bofetón, daño por daño, avanza y aumenta de velocidad como la embestida de un alud que se lleva a la destrucción cuanta cosa o persona está en su camino. Una vez que comienza es difícil detenerlo; pero es posible hacerlo. Medite en las enseñanzas de Cristo, considere su valor, y luego póngalas en práctica.
Jesús dijo: “No resistas al que es inicuo; pero al que te dé un bofetón en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” (Mat. 5:39) Ahora bien, Jesús no dijo que si alguien le da un puñetazo en la mandíbula que usted debiera de levantarse del suelo y ponerle el otro lado de su rostro como blanco. No; ¡qué insensato y ridículo sería eso! Un bofetón no se da con la mira de causar daño físico sino solo de insultar o de provocar a una pelea. Lo que Jesús decía era que, si alguien tratara de provocarle a una pelea o a un argumento, ya fuera dándole un bofetón literal con la mano abierta o hiriéndole con palabras insultantes, no sería correcto tomar represalias. “No devuelvan mal por mal a nadie. . . . No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien.” Pedro dijo que los cristianos no estarían “devolviendo mal con mal ni injuria con injuria, sino, por lo contrario, dando una bendición, porque ustedes fueron llamados a este derrotero, a fin de que hereden una bendición.”—Rom. 12:17, 21; 1 Ped. 3:9.
Hace años era costumbre desafiar o provocar a otro a un duelo abofeteándole en la cara con un guante. Debido al orgullo o el temor a la opinión pública pocos tenían suficiente virilidad para volver la otra mejilla. En Francia, durante el reinado de Enrique IV, se dice que no menos de cuatro mil hombres perdieron la vida en duelos en solamente un año. Hoy, de hecho, se hace la misma cosa. ¡Qué pronto se ofenden personas y naciones y se provocan a peleas y guerras! El volver la otra mejilla se toma por seña de debilidad. ¡Qué rápidas son en devolver insultos las personas insultadas! El blanco de una lengua chismosa pronto llega a ser disparador de palabras ponzoñosas, las cuales hieren y matan reputaciones y amistades. ¿Cómo es posible detener este cielo vicioso? ¡Haga lo que dijo Jesús de volver la otra mejilla! Sí, haga lo que dice el sabio proverbio: “No digas: ‘Tal como hizo conmigo, así voy a hacerle a él.’”—Pro. 24:29.
¿Es práctico adoptar este proceder hoy? ¿No se aprovecharán de uno? ¿No lo considerarán débil si vuelve la otra mejilla? Eso es lo que por lo general se cree, pero exactamente lo contrario es verdad. Los demás generalmente reaccionarán según la acción de uno. Si uno es frío y desagradable, es probable que reciba una reacción fría y desagradable; pero cuando se es afectuoso y congenial para con otros, ¿no ha hallado que generalmente son así para con usted? Si otros tratan de dar comienzo a un ciclo de mal dándole un bofetón en la mejilla, ¿para qué dejar que se haga un ciclo? ¿Por qué no seguir ‘bendiciendo a los que lo persiguen’? Es muy difícil seguir hostil hacia alguien que es amoroso y bondadoso. “Si el que te odia [tal vez le haya dado un bofetón en la mejilla] tiene hambre, dale pan de comer; y si tiene sed, dale agua de beber.” Ensaye esto y vea si no impide el ciclo diabólico del mal y pone en movimiento el método usado por Cristo de bendecir. No desista, sino continúe en ello; “sigue venciendo el mal con el bien.”—Rom. 12:14; Pro. 25:21.
Que Khrushchev y los líderes mundanos semejantes a él sigan viviendo según su regla de ‘volarle la cabeza al otro si trata de comenzar algo.’ El proceder de ellos seguirá causando malos sentimientos, palabras odiosas, y quizás conduzca a conflictos adicionales entre las naciones. Es mucho mejor que nosotros como cristianos sigamos las enseñanzas de Jesús no solamente como norma bajo la cual navegar sino como timón por medio del cual podemos guiarnos en un rumbo que nos conduzca a la paz y unidad con nuestro prójimo y, con el tiempo, dentro del nuevo mundo de Dios de paz y justicia.