Preguntas de los lectores
● A veces hay cambios de puntos de vista sobre temas bíblicos que se explican en las publicaciones de la Sociedad. Nosotros hablamos de lo que creemos como “la verdad.” Pero, ¿cambia la “verdad”?—W. P., EE. UU.
Realmente la Biblia es la que habla de creencias que están en armonía con las Escrituras como “la verdad.” En 2 Pedro 2:2 la adoración que se basa en tales creencias se llama el “camino de la verdad.” No obstante, concerniente a ese camino de la verdad leemos en Proverbios 4:18: “La senda de los justos es como la luz brillante que se está haciendo más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido.” De modo que no sabemos todo lo que hay que saber. De hecho, aunque sea introducido el sistema de cosas después del Armagedón no sabremos todo. A través de toda la eternidad siempre habrá más que aprender. Esto se indica por lo que Pablo escribió en Romanos 11:33: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!”
Ha de esperarse, entonces, que a veces haya cambios de puntos de vista. Nuestra creencia básica puede ser verdad bíblica sólida, pero puede haber algunos detalles que no entendíamos plenamente en el pasado. Con el tiempo, teniendo la ayuda del espíritu de Jehová, se nos aclaran esos asuntos.
Por ejemplo, hace unos cuantos años tuvimos una excelente serie de artículos en La Atalaya sobre las “autoridades superiores.” (Números de 1 de mayo al 1 de junio de 1963.) Antes de que se publicaran esos artículos, sabíamos y enseñábamos que Jehová es el Altísimo, y que Jesucristo es segundo a Él en poder y autoridad. Sabíamos que debemos ser observantes de la ley, pero que, cuando hubiese un conflicto entre la ley del hombre y la de Dios, obedeceríamos a Dios como gobernante más bien que a los hombres. Esas verdades básicas son iguales hoy que antes; no han cambiado. Sin embargo, mediante escrutinio cuidadoso de las Escrituras hemos llegado a apreciar que ciertos textos bíblicos deben aplicarse de manera diferente. Por ejemplo, comprendimos que las “autoridades superiores” que se mencionan en Romanos 13:1 no son Jehová Dios ni Jesucristo, sino los gobernantes políticos. Eso también aplica a Tito 3:1 y 1 Pedro 2:13, 14. Sin embargo, la verdad básica no ha cambiado. Nuestro punto de vista para con Dios y para con el Estado es igual que antes.
Sucede de igual manera con nuestro estudio de la resurrección. Creíamos en la resurrección de los muertos antes de nuestra serie reciente de artículos de La Atalaya (números del 15 de julio al 15 de agosto de 1965) sobre el tema y creemos en ella ahora. También creíamos que 144.000 serían levantados a la vida celestial con Cristo. Creíamos que muchos más serían resucitados como humanos; que algunos de ellos serían los que habían servido fielmente a Dios en el pasado, y que otros serían los que habían vivido ‘injustamente.’ También creíamos que se efectuaría un gran trabajo educativo cuando fueran levantados. Esas verdades no han cambiado. Pero ahora vemos que, según las Escrituras, más habrán de regresar de los que esperábamos. Por eso, en vez de desechar la verdad de la resurrección, ha sido amplificada, y nuestro aprecio al amor y misericordia de Jehová al proveer la resurrección ha sido acrecentado.
Esto se halla en contraste directo con lo que sucedió entre ciertos hombres de los cuales Pablo escribió a Timoteo según se registra en 2 Timoteo 2:18: “Estos mismos se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha ocurrido; y están subvirtiendo la fe de algunos.” Esos hombres ya no tenían ninguna esperanza en la resurrección; creían que lo que se hallaba en el pasado era todo lo que habría de suceder en cuanto a ello. Pero estaban desechando la verdad que había enseñado Jesús. Así mismo en la cristiandad ha habido cambios de puntos de vista; pero están rechazando la Biblia como mito y desechando su código moral como anticuado.
¡Qué tremenda diferencia entre lo que sucede entre ellos y lo que Jehová está efectuando para su pueblo a fin de armonizar aun más nuestro modo de pensar con su inspirada Palabra de verdad!
● ¿Por qué, después de perdonar a Adonías, el rey Salomón hizo que se le diera muerte cuando pidió a Abisag como esposa suya?—R. F., EE. UU.
A fin de entender las acciones de Salomón, primero considere los antecedentes. Cuando David se hallaba en su vejez y aparentemente muy debilitado por su larga y vigorosa vida, sus siervos escogieron a la hermosa virgen Abisag para servirle de enfermera y compañera. (1 Rey. 1:1-4) Aunque David “no tuvo coito con ella,” evidentemente se le consideraba como esposa o concubina de él. Como tal, según la antigua costumbre oriental, ella llegaría a ser propiedad de su heredero cuando muriera David.
El relato concerniente a Abisag precede directamente a los detalles del esfuerzo infructuoso para conseguir la corona hecho por el hijo mayor sobreviviente de David, Adonías. Parecería que se colocó así para esclarecer las acciones de Adonías durante la primera parte del reinado de Salomón. Después de ascender al trono, Salomón extendió perdón condicional al pseudorey Adonías. Más tarde Adonías persuadió astutamente a la madre de Salomón, Batseba, a que le pidiera a su hijo que le diera Abisag como esposa. Salomón concluyó que la petición de Adonías indicaba un esfuerzo sutil de este usurpador para fortalecer su pretensión falsa al trono de Israel, no simplemente el deseo de tener una esposa hermosa. El rey reaccionó revocando el perdón de Adonías y ordenando su muerte.—1 Rey. 2:13-25.
Por consiguiente, Salomón no actuó por celos desenfrenados o irresponsables, sino para proteger su puesto legítimo como el rey ungido sobre “el trono de Jehová.”—1 Cró. 29:23.