¿Puede usted hacer remunerador el tiempo de ocio?
¡TIEMPO de ocio! Cuando uno oye estas palabras, quizás piense en descanso, o en hacer algo que ha estado postergando. O quizás tenga ideas en cuanto a cómo emplear el tiempo de una manera que considere entretenida y divertida. Pero, aunque el pensarlo puede presentar una expectativa bastante atractiva, el tiempo de ocio puede tener un resultado perjudicial.
¿A qué se debe esto? Pues, como explica la Biblia, “la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.” (Gén. 8:21) Si una persona no se guía dentro de los límites del buen principio, puede causarse daño durante su tiempo de ocio. Esto no significa que no debería disfrutar plenamente de su tiempo libre. Debería hacerlo. Pero no debe quedar después con una sensación de disgusto o de pesar por haber desperdiciado el tiempo o haberlo empleado incorrectamente.
A las personas que consultan la Biblia sobre asuntos de la vida les sirve de protección el tener presentes las palabras del apóstol Pablo: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Cor. 10:31) Pablo también escribió: “Esforcémonos por alcanzar las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificar los unos a los otros.” (Rom. 14:19) Estos textos suministran normas excelentes por las cuales juzgar el valor de la manera en que la persona emplea su tiempo. Esto no exige que uno sea intolerante o fanático, sin poder emplear tiempo para hablar de algún tema que no sea de la Biblia. Tampoco excluye el poder gozar de las cosas que Dios ha provisto, dentro de los límites que él ha establecido. (1 Tim. 4:4) Dios hizo al hombre con la habilidad de disfrutar de los deleites de la buena asociación. El hombre también puede disfrutar de la belleza y de las artes y de los numerosos y variados aspectos de esta asombrosa Tierra, que Dios le dio al hombre como su hogar. El mismo Hijo de Dios no condenó el que uno gozara de las cosas que le dan placer. En un banquete de bodas en Galilea, como tal vez usted recuerde, ejecutó un milagro que suministró un abastecimiento fresco del mejor vino, que, según dice la Biblia, “regocija el corazón del hombre mortal.”—Sal. 104:15; Juan 2:3-11.
SE NECESITA UN CAMBIO
Hoy la mayoría de las personas tienen un día o dos libres del trabajo seglar cada semana. También tienen las noches. Los que llenan todas sus noches trabajando en otro empleo, están perdiendo una parte importante de su vida. Y, si tienen familias, están privándolas de un rasgo muy necesario de la vida de familia. Si las circunstancias lo hacen posible, es mucho mejor tener tiempo libre para cosas edificantes que el poseer mucho en sentido material.
El esparcimiento más provechoso no consiste tanto en no hacer nada o en tener pura “diversión.” Es un cambio de paso u ocupación, particularmente un cambio que edifique a la persona en una fase de su vida que por lo general obtiene menos tiempo y atención. Todo individuo necesita equilibrio, y el tiempo de ocio debería utilizarse para lograr una vida y personalidad equilibradas.
APLICANDO UN PROVERBIO
En el Israel de la antigüedad, la gente trabajaba en la agricultura, por lo general; algunos tenían negocios u oficios. Los proverbios del rey Salomón constituyeron consejo para Israel en todo campo de la vida. Realmente eran el consejo inspirado de Dios para la gente. Uno de estos proverbios declara: “Prepara tu trabajo fuera, y alístatelo en el campo. Después también tienes que edificar tu casa.” (Pro. 24:27) Este proverbio muestra que la responsabilidad del hombre es, primero efectuar su trabajo, lo cual suministra las cosas necesarias y seguridad para la familia, y entonces dar atención a los de su casa misma.
De modo que en Israel diariamente se pasaban largas horas en los campos, salvo en día de sábado. Este día de descanso por lo general se usaba para considerar y enseñar la ley de Dios. El padre también usaba tiempo con otros propósitos. Esto incluía viajes a Jerusalén para las fiestas, tiempo empleado en fiestas de la vendimia y de la cosecha, bodas y otras actividades, todo lo cual era educativo y recreativo.
Los proverbios inspirados, puesto que tratan de la naturaleza humana, que no cambia, pueden aplicarse en principio a la sociedad moderna. Es verdad que todo el mundo está bajo mayor presión y tensión, pero la gente por lo general tiene más tiempo de ocio. El paso y la tensión de nuestro día serán mucho menos opresivos y la vida será mucho más refrescante y deleitable si el tiempo que no se emplea en el “campo,” sea en la granja o la fábrica, o el mundo comercial, se emplea en ‘edificar uno su casa.’
Un requisito principal es tener un interés genuino en el bienestar de los hijos y en su edificación, para que los hijos puedan afrontar los problemas de la vida y saber qué hacer. Por lo tanto, el tiempo libre del trabajo puede emplearse, primero, en una consideración por la familia en que se abarquen asuntos de toda clase. Entonces los problemas, cuando surjan, serán sacados a luz más libremente donde se puedan ventilar y resolver o corregir.
El padre puede establecer la relación apropiada teniendo a su hijo consigo cuando usa tiempo libre del trabajo seglar para efectuar reparaciones en la casa, o trabajar en el auto de la familia, o en la cortadora de césped. Que el muchacho realmente participe en el trabajo; así aprende a ser muy hombre. Igualmente, la madre puede arreglar las cosas para que su hija participe con ella en cosas que hay que hacer en el hogar. Por este entrenamiento la hija llega a ser verdadera mujer.
UN EJEMPLO MODERNO
Los que aceptan la Biblia como la Palabra de Dios y que tratan de seguir su instrucción tienen el modo más claro y más directo de ayudar a sus hijos con plena seguridad de que están haciendo las cosas correctas. Al mismo tiempo están utilizando su tiempo de ocio de la manera más deleitable, más satisfaciente. ¿Cómo se logra esto? Como ilustración útil consideremos brevemente el ejemplo que se halla entre los testigos de Jehová. Son personas que afrontan los mismos problemas que afronta toda persona en esta era de movimiento acelerado. Pero al observarlos uno encuentra que no les parecen demasiado gravosas estas cosas. La mayoría de ellos rehúsan estar tan interesados en ganar dinero que sacrifiquen todo su tiempo de ocio. Se encargan de apartar ese tiempo.
La razón es que estas personas se han dirigido a la Biblia para investigar la esperanza que ofrece. Su estudio de ella les ha convencido de que el Creador, que realmente es dueño de toda la humanidad, tiene un propósito maravilloso de traer alivio y vida por su reino mesiánico. Les parece que debido a esto le deben a él devoción completa... que realmente todo su tiempo debe emplearse de alguna manera provechosa dentro de los límites de sus arreglos.
Estos cristianos sacan de la Biblia el punto de vista de que el servicio a Dios envuelve a un grado extenso el comunicarse con otros. Ésta de veras es la ocupación más agradable que Dios ha provisto para la humanidad. Cuando se comunican cosas buenas, el resultado es placer sin paralelo, y el gozo que ello da dura después de haberse terminado la conversación, porque es edificante.
Los testigos de Jehová normalmente arreglan su tiempo de ocio de modo que puedan emplear una buena porción de él en el ministerio de la Palabra. Esto significa que toman su tiempo libre del trabajo, a menudo los sábados por la tarde y los domingos, para ocuparse en hablar a otros acerca de la Biblia, sus principios, y la esperanza que para la humanidad presenta el reino de Dios. No circunscriben esto a sus amigos y familias, sino que hablan a la gente de su vecindario, yendo a sus hogares. Llevan consigo a sus hijos. Conducen estudios bíblicos en los hogares de las personas que muestran interés, a menudo en otras horas libres, como en las noches.
Es un hecho interesante y sobresaliente, cuando se ha entrevistado a muchos de ellos, que jamás se ha oído que alguna de estas personas diga, después de emplear unas cuantas horas participando en esta ocupación, que le parecía que había desperdiciado su tiempo, aunque tal vez haya empleado en ello todas sus horas de ocio de ese día. Y miles de personas con quienes los testigos de Jehová han empleado tiempo considerando o estudiando la Biblia de esta manera opinan lo mismo, aunque les ha costado una hora de su tiempo libre cada semana.—Mat. 11:29, 30.
Pero el estudiar y considerar la Biblia y el asistir a las reuniones de congregación no ocupa todo el tiempo libre de los testigos de Jehová. Hay períodos de ocio que se usan para descanso completo, y gran parte de éste se encuentra en asociación con la familia y los amigos. Son variadas las maneras en que efectúan esto. Puede consistir en comer juntos. Puede ser una gira campestre o un paseo, o el viajar a algún lugar cercano que es interesante o recreativo. Hay un intercambio de pensamientos, sentimientos, ideas y experiencias que mitiga la presión del vivir cotidiano y estimula y edifica.—Rom. 1:11, 12.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Toda persona necesita algún tiempo para diversión o esparcimiento en una forma de que realmente disfrute, y nadie puede ser el juez de otro en cuanto a qué forma de esparcimiento escoja, con tal que no viole principios correctos. Alguien quizás se ocupe en una afición, como la ebanistería, el construir radios, el pintar, el cultivar flores, la fotografía, el coser, el bordado de aguja, el aprender otro idioma, etcétera. Otro quizás emplee algún tiempo escuchando buena música, leyendo, mirando televisión, andando en el bosque, yendo a ver los escaparates, o cualquiera de un gran número de cosas. El simplemente descansar o dormir a veces puede ser lo mejor.
Puede que la actividad de que uno disfrute le parezca pérdida de tiempo a otro. No obstante, si le resulta en recreación y provecho al individuo, y no se extralimita en ello, sino que observa moderación y mantiene equilibrio, no hay por qué censurarlo.
El apóstol Pablo considera ciertos asuntos, como el comer o no comer de ciertos alimentos, y la observancia de cierto día como día de descanso o como día común. Entonces dice a los que estaban juzgando según sus ideas u opiniones personales: “¿Por qué juzgas a tu hermano? O por qué también menosprecias a tu hermano? . . . cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios. Por lo tanto ya no andemos juzgándonos los unos a los otros, sino más bien hagan que esto sea la decisión suya: el no poner delante de un hermano tropiezo ni causa para dar un traspié.” Si una persona considera que una cosa es incorrecta para ella misma, sería incorrecta para ella, como indica además Pablo: “Solo donde el hombre considera que algo es contaminado, para él es contaminado.”—Rom. 14:10-14.
A la inversa, como el apóstol dice enseguida, no debemos insistir en nuestro “derecho” de hacer algo de lo cual personalmente disfrutamos si es causa de trastorno o tropiezo para otros. No podemos usar legítimamente la excusa de que es “nuestro propio asunto,” si es algo que no es realmente esencial. Pablo aconseja: “Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece.”—Rom. 14:21.
Todos haríamos bien en preguntarnos: ¿Considero con suficiente seriedad la manera en que utilizo mi tiempo libre? ¿Lo desperdicio? ¿o cumplo con él algún propósito provechoso? Si utilizo una noche en alguna forma de recreación o entretenimiento, ¿observo moderación? ¿o me acuesto tan tarde que estoy soñoliento y soy ineficaz el día siguiente? O, si sucede que es la noche del sábado o una noche que precede a un día libre del trabajo, ¿me quedo viendo una película o un programa de televisión de medianoche, o haciendo alguna otra cosa de modo que tenga que dormir hasta muy avanzada la mañana siguiente, perdiendo así una buena porción de la mejor parte del día? Si la respuesta es Sí, y especialmente si esto sucede con frecuencia, es uso desequilibrado del tiempo y debería hacerse un cambio. Si la actividad en la que se ocupó uno fue tal que lo dejó a uno sintiéndose vacío, no remunerado, y con cierto sentimiento de pena por haber desperdiciado tiempo, esto sería una indicación de que es necesario revisar sus actividades recreativas.
CUANDO SE REÚNE UN GRUPO
Cuando una familia, o dos o tres familias se reúnen, hay una gran variedad de cosas que se pueden hacer. Es bueno el que tanto los niños como los de mayor edad puedan estar envueltos en la conversación o actividad. Para los que aman la Biblia, probablemente lo más edificante y deleitable de todo sea leer la Biblia, cada uno leyendo por turno unos cuantos versículos, entonces haciendo preguntas y comentando sobre la materia. Los lectores de esta revista o de su compañera ¡Despertad! o de otras publicaciones de la Watch Tower, sin duda disfrutarán de leer y considerar la materia de éstas de manera semejante.
A algunos les gustan los juegos. Si se participa en juegos de alguna clase, basados en la Biblia o de otro tipo, es mejor minimizar el espíritu de competencia. Así se evita el hacer prominentes a uno o dos del grupo mientras que otros se sienten abochornados o inferiores. Con este fin, se pueden escoger juegos que no pongan a ningún individuo “en aprietos.” Que las personas puedan ofrecer voluntariamente una expresión o quedarse calladas. Las preguntas se pueden dirigir al grupo más bien que a algún individuo. Cualquiera que desee hablar puede hacerlo; sin embargo todos pueden oír y aprender.
Una cosa importante que debemos recordar en todos los casos es que al disfrutar de una cosa no debemos abusar del tiempo de otros, tiempo que ellos quisieran usar para otra cosa. Todos deben usar buen juicio en cuanto a la duración y la frecuencia de las visitas. Los proverbios, de nuevo, aconsejan sabiamente de este modo: “Haz cosa rara tu pie en la casa de tu semejante, para que no tenga lo suficiente de ti y ciertamente te odie.”—Pro. 25:17.
TIEMPOS CRÍTICOS EXIGEN CAUTELA
La Biblia predijo “tiempos críticos, difíciles de manejar,” como una de las señales de los “últimos días” de este sistema de cosas que está deteriorándose rápidamente. (2 Tim. 3:1) Vemos un aumento repentino en la delincuencia y en la inmoralidad, junto con la pornografía en las películas y en la página impresa. Se hace cada vez más peligroso el estar donde se reúnen muchedumbres para películas, acontecimientos deportivos y otras formas mundanas de entretenimiento. Hace poco se descubrió una bomba en uno de los teatros más grandes de la ciudad de Nueva York. Robos, atracos y hasta motines presentan una amenaza a los que asisten a esas reuniones.
Aunque existe esta condición, la persona joven que solo conoce el modo de vivir que se lleva a cabo en estos tiempos críticos quizás encuentre atractivos algunos de sus entretenimientos extremos. Quizás quiera disfrutar de correrla ahora, con la idea de tener una vida más seria, juiciosa, más tarde. Cualquier persona que tenga ideas como ésta debe comparar sobriamente su actitud con las palabras del escritor inspirado de Eclesiastés, quien aconsejó: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos. Pero sabe que debido a todas éstas el Dios verdadero te traerá a juicio.”—Ecl. 11:9.
El fervor de gozar de las cosas es natural entre los jóvenes. El corazón se inclina a eso. Dios, por supuesto, quiere que no solo los jóvenes, sino todos, disfrutemos con gozo de la vida. Pero Dios especialmente advierte a los jóvenes que hay que ejercer restricción. (2 Tim. 2:22) Si hay placer sin freno y las cosas que se hacen no son buenas, la persona tendrá que rendir cuentas a Dios de sus actos. En vista de esto, el escritor de Eclesiastés continúa:
“Por lo tanto quita de tu corazón la vejación y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad.” La juventud es transitoria; no dura mucho. Por eso durante este tiempo evite abusos que traigan libertinaje, calamidad y el disfavor de Dios. Seleccione el esparcimiento y disfrute apropiados ahora.—Ecl. 11:10.
Mientras la selección disponible de buenas películas, programas de televisión y otras formas de entretenimiento se hace cada vez más estrecha, tanto los ancianos como los jóvenes deben tener cada vez más cuidado. Paradójicamente, esta situación obra hacia el bien para el cristiano. Tiende a hacer que él dirija la mente más exclusivamente a las cosas fundamentales que traen satisfacción y galardón. Sí, lo impele a ‘hacer todas las cosas para la gloria de Dios,’ lo cual a la vez edifica y contribuye a la paz.