Los jóvenes preguntan...
¿Realmente me conviene concertar citas?
“EL QUE quieras casarte o no con el muchacho no tiene nada que ver con esto. El concertar citas es solo parte de tu desarrollo natural como persona,” dijo una mujer de más edad a su sobrina de quince años de edad, Mary Ann. “Tienes que aceptar las oportunidades según surjan... buenas o malas,” siguió diciendo ella. “Después de todo, si siempre rechazas a los muchachos, te convertirás en una muchacha impopular, y nadie te invitará a salir.”
Mary Ann, a quien un amigo acababa de invitar a salir, se encaraba a un problema tremendo. Ella confesó: “Sabía que absolutamente no estaba preparada para casarme. Pero las palabras de mi tía hicieron mella en mí. ¿Estaría dejando escapar una buena oportunidad? El muchacho tenía su propio automóvil, mucho dinero; y yo sabía que me divertiría muchísimo con él. ¿Debería salir con él o no?”
En muchos países del mundo la respuesta a esta pregunta hubiera sido un rotundo: No. Es poco común la idea de que un muchacho y una muchacha solteros estén juntos para disfrutar de su compañía mutua solos. Sin embargo, si vives en un país donde el concertar citas es la costumbre, puede que, al igual que Mary Ann, te preguntes: “¿Es el concertar citas realmente el mejor proceder para mí?”
Los jóvenes admiten que hay una diversidad de razones para concertar citas. Algunos de ellos ven que “todos los demás” salen con alguien, y por eso no quieren presentar la apariencia de ser diferentes ni impopulares. Algunos jóvenes carecen de amor propio, de modo que tienen que “probar” su valía por medio de tener un novio o una novia. El deseo de hallar calor y afecto es definitivamente una de las razones principales por las que muchos jóvenes conciertan citas. “Necesitaba sentir que alguien me amaba y apreciaba,” explicó Ann, de dieciocho años de edad. “Puesto que no tenía una relación estrecha con mis padres, me volví a mi novio en busca de alguien que fuera realmente comprensivo, con quien pudiera desahogarme y establecer una relación estrecha.” Aunque algunos jóvenes conciertan citas con diferentes personas, a menudo terminan saliendo con un solo amigo o amiga que sea realmente de su agrado y en quien puedan confiar.
Pero a pesar de todas estas razones, otra fuerza subyacente está envuelta que suele servir de gran impulso para concertar citas.
“La flor de la juventud”
Cuando se llega a la adolescencia, usualmente se levanta una ola de deseo sexual a medida que el cuerpo se prepara para desempeñar su papel en la procreación. La Biblia describe este período como “la flor de la juventud,” y recomienda que uno espere hasta que haya “pasado” este período antes de casarse. (1 Corintios 7:36) Durante esta etapa, aumenta el interés de la mayoría de los jóvenes en las personas del otro sexo.
La Biblia describe la poderosa atracción que existe entre ambos sexos como ‘embriagante,’ capaz de poner a uno en un “éxtasis.” El simple hecho de estar en presencia del novio o novia de uno puede acelerar el latido del corazón. (Proverbios 5:19; Cantar de los Cantares 4:9; 5:4) Quizás tú hayas sentido una fuerza tan poderosa como ésa. Mientras más contacto tienes con el otro sexo, más intensa se hace esta fuerza... sea que tú quieras o no. Así estás hecho. La atracción normal que existe entre ambos sexos puede degenerar muy rápidamente en un “apetito sexual” incontrolable. Esto puede resultar en inmundicia sexual y fornicación, lo cual acarrea una multitud de problemas, incluso una conciencia arruinada.—Colosenses 3:5.
En los lugares donde el concertar citas es popular, algunas personas tratarán de hacerte creer que el triunfo o fracaso de tu vida entera depende del concertar citas. Esto es totalmente falso. Si consideras seriamente algunos factores importantes, puedes recibir ayuda para decidir si tú debes concertar citas o no... prescindiendo de lo que otros hagan.
Pregúntate
¿Se ha desarrollado plenamente mi personalidad y el concepto que tengo de la vida? Por medio de no acostumbrarte a establecer una relación con tan solo un muchacho (o muchacha), podrás disfrutar de muchos tipos diferentes de amistad. Hallarás que mediante éstas adquirirás el aplomo necesario para sentirte cómodo (o cómoda) con personas del otro sexo, sin la presión constante de ‘esmerarte.’ Podrás observar a parejas casadas y ver las cualidades que se necesitan para ser una “esposa capaz” o un buen esposo. Se te hará más fácil reconocer la clase de cónyuge que quieres, al igual que verás claramente el papel que desempeñarás en el matrimonio.—Proverbios 31:10.
¿Quiero jugar con los sentimientos de otra persona? Mary Ann reconoció que no estaba preparada para casarse. Así que se preguntó: “¿Quiero simplemente aprender ‘cómo comportarme’ con los hombres a expensas de los sentimientos de otra persona? ¿Querría que otra persona me hiciera lo mismo?” Ella decidió que no le gustaría. Mary Ann creía en la siguiente regla que dio Jesucristo, y trataba de vivir de acuerdo con ella: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.”—Mateo 7:12.
¿Qué dicen mis padres? Tus padres han probado sin duda el amor que te tienen y el hecho de que se preocupan por tu bienestar. A menudo pueden ver peligros que, debido a tu envolvimiento sentimental, quizás no veas. ¿Sabías que, según cierta encuesta que tenía que ver con 14.552 adolescentes, casi el 93 por ciento de los padres desaprobaban que sus hijos fijaran la atención en una sola persona del otro sexo? Por supuesto, no todos los padres están en contra del concertar citas, pero, ¿por qué hay tantos que se oponen a que sus hijos fijen la atención en una sola persona del otro sexo? Recuerda, en un tiempo ellos fueron jóvenes. ¿Pudiera ser que ellos saben los verdaderos problemas que pueden surgir cuando una pareja joven pasa mucho tiempo junta? Se ve que se tiene presente tu bienestar cuando la Biblia dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, ... ‘para que [les] vaya bien.’”—Efesios 6:1-3.
¿Quiero realmente seguir los preceptos morales de la Biblia? Inevitablemente llegarás a la conclusión de que mientras más tiempo estés con personas del otro sexo, mayor será tu deseo de tener relaciones sexuales. Por ejemplo, Michelle, que comenzó a salir con muchachos durante la “flor de la juventud,” confesó: “Si te excitas por estar en estrecha compañía con un muchacho, la próxima vez que estés cerca de él te excitarás aún más rápido. De hecho, a veces todo lo que se requería era una pequeña chispa para excitarme en sentido sexual. ¡Y es tan difícil de controlar!” Michelle no pudo controlar sus emociones y cometió fornicación. ¿Quieres tú, personalmente, evitar esa clase de conducta? Recuerda, si juegas con lo que puede llevarte a la inmoralidad, puedes terminar ‘quemándote’ gravemente en sentido emocional, físico y espiritual.—1 Tesalonicenses 4:3-8; Proverbios 6:27, 28.
¿Qué quiero realmente de la vida? Joven, ¿estás preparado o preparada para los traumas emocionales que a menudo son consecuencia del concertar citas?a ¿Estás preparado para asumir las serias responsabilidades que vienen con el matrimonio y el cuidado de una familia? ¿Quieres renunciar a la libertad relativa que tienes ahora a fin de atarte a otra persona emocionalmente y de otras maneras? Puede que termines sintiéndote como se sintió una muchacha de dieciséis años de edad, quien dijo: “Estoy cansada y sencillamente disgustada conmigo misma y mi preocupación por los muchachos y el concertar citas todo el tiempo. Sé que hay muchas otras cosas más provechosas que vale la pena hacer, pero parece que caigo en esta trampa vez tras vez.”
Bueno, Mary Ann no ‘cayó en la trampa del concertar citas.’ Ella dijo: “Decidí que no iba a dejar que las actitudes de otros influyeran en mí con relación al concertar citas. No iba a concertar citas sino hasta que tuviera suficiente edad, estuviera preparada para el matrimonio y viera a alguien que tuviera las cualidades que yo quería en un esposo.”
Con el tiempo ella conoció a un cristiano maduro, y ya ha estado casada felizmente por más de seis años. “Lo interesante fue que me di cuenta de que no me había perdido nada,” reflexiona Mary Ann, quien ahora tiene treinta y dos años de edad. “Mi vida ha sido, y todavía es, feliz y plena. Nuestro matrimonio simplemente aumentó ese gozo.”
Joven, sé honrado contigo mismo. Considera seriamente lo que es de mayor y duradero provecho tanto para ti como para otros. Aunque muchos de tus compañeros concierten citas, nunca olvides que se requiere verdadera madurez emocional para decir: ‘¡Esperaré hasta que esté listo para casarme, antes de concertar citas!’
[Nota a pie de página]
a Vea el artículo “¿Es el concertar citas diversión inocente?” en ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1982. En un número futuro se considerará si es aconsejable o no el matrimonio de adolescentes.
[Comentario en la página 14]
“Estoy cansada y sencillamente disgustada conmigo misma y mi preocupación por los muchachos y el concertar citas todo el tiempo. Sé que hay muchas otras cosas más provechosas que vale la pena hacer, pero parece que caigo en esta trampa vez tras vez.”—Una muchacha de dieciséis años de edad
[Recuadro en la página 15]
Antes de concertar citas, pregúntate:
● ¿Se ha desarrollado plenamente mi personalidad y el concepto que tengo de la vida?
● ¿Quiero jugar con los sentimientos de otra persona?
● ¿Qué dicen mis padres?
● ¿Quiero realmente seguir los preceptos morales de la Biblia?
● ¿Qué quiero realmente de la vida?