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El ministerio como carreraLa Atalaya 1961 | 15 de septiembre
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difíciles de entender, recordar pasajes bíblicos, una presentación mejor en revisitas, mejoramiento en conducir estudios bíblicos, y así sucesivamente. Cuando haya logrado una meta, fíjese una nueva para que avance continuamente y no esté inmóvil.
Sea un siervo de Dios progresivo, siempre teniendo el ministerio como su interés y ocupación principal. En vez de estar demasiado preocupado en la obtención de cosas materiales, busque “primero el reino y su justicia.” (Mat. 6:33) Haga del ministerio su carrera.
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Los principios del decálogo siempre válidosLa Atalaya 1961 | 15 de septiembre
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Los principios del decálogo siempre válidos
JEHOVÁ Dios mismo escribió el Decálogo o los Diez Mandamientos. Él “procedió a dar a Moisés dos tablillas del testimonio, tablillas de piedra sobre las cuales había escrito el dedo de Dios.”—Éxo. 31:18.
Estos Diez Mandamientos son parte de ‘todas las cosas que Dios hizo que se escribieran para nuestra instrucción.’ Aunque como cristianos ‘no estamos bajo la Ley Mosaica sino bajo bondad inmerecida o gracia,’ estamos obligados por los principios incorporados en esos mandamientos, porque ellos siempre son válidos. Este hecho, nótese, refuta completamente la pretensión de los altos críticos de que la Palabra de Dios muestra una evolución tanto en lo que el hombre ha entendido acerca de Dios como en su adoración de Él. Más bien, estos principios muestran que el Dios de Moisés es también el Dios de Jesucristo, porque los principios incorporados en lo que Moisés transmitió son idénticos a los de Jesucristo y sus discípulos inspirados. Esto puede verse en el hecho de que tanto Moisés como Jesucristo resumieron los requisitos de Dios en los dos grandes mandamientos: Amar a Dios, amar al prójimo.—Rom. 15:4; 6:14; Mar. 12:30, 31.
El primero y el segundo mandamientos incorporan el mismo principio, a saber, que Jehová Dios correctamente requiere que se le adore singularmente, con devoción exclusiva, sin ningún dios o imagen rival. Estos primeros dos mandamientos son tan básicos que los hallamos traspasados literalmente a las Escrituras Cristianas Griegas: “Hijitos, guárdense de los ídolos.” “Yo digo que las cosas que las naciones sacrifican las sacrifican a demonios, y no a Dios, y no quiero que ustedes lleguen a ser participantes con los demonios. No pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios. O ‘¿estamos incitando a Jehová a celos’? Nosotros no somos más fuertes que él, ¿verdad?” ¡Absolutamente no!—Éxo. 20:2-6; 1 Juan 5:21; 1 Cor. 10:20-22.
En el caso de los cristianos, sin embargo, hay una extensión de estos principios. De modo que el apóstol escribe: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la Tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial,
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