¿Debe usted cubrirse la cabeza cuando ora?
HACÍA frío y viento el día en que los amigos de la viuda difunta estuvieron de pie en la nieve en torno del sepulcro abierto. El ministro de calvicie incipiente dijo unas cuantas palabras consoladoras y entonces oró.
Si usted hubiera estado allí, ¿le habría parecido que durante la oración todos los presentes deberían haberse quitado toda cobertura de la cabeza? La pregunta pudiera ser especialmente pertinente en un tiempo invernal como aquél. Pero, realmente, ¿le parece a usted que siempre que ora debe descubrirse la cabeza, o pudiera ser que usted creyera que durante la oración definitivamente debería tener cubierta la cabeza?
La oración es importante. Dios quiere que oremos. (Sal. 145:18; 50:14, 15) Se comprende que nuestras oraciones deben ser apropiadas, hechas a la Persona apropiada, sobre asuntos adecuados y de la manera correcta. Aunque la Biblia no alista reglas interminables acerca de la oración y el orar, sí ofrece consejo específico en cuanto a tener uno la cabeza cubierta cuando ora.
Ese consejo no está en las Escrituras de antes del cristianismo, pues Dios no requirió que todos los israelitas se cubrieran la cabeza cuando oraran, aunque algunos quizás lo hayan hecho por reverencia. Sin embargo, él sí les mandó a los sacerdotes israelitas que se cubrieran la cabeza con una prenda que la cubriera, y el sumo sacerdote hasta tenía un turbante especial. (Lev. 8:13; Éxo. 28:40; 39:27-29) Evidentemente estas personas se cubrían la cabeza como señal de sumisión a Dios durante todo su servicio en el templo, no solo cuando oraban.
‘Pero ¿no se cubren la cabeza los judíos hoy día cuando oran?’ quizás pregunte alguien. Sí, ahora la mayoría de ellos hacen eso. Sin embargo, el antiguo Talmud judío muestra que el cubrirse la cabeza para orar era opcional. Por eso el profesor Jacob Lauterbach dijo: “La costumbre de orar sin cubrirse la cabeza o con la cabeza cubierta de ninguna manera es cuestión de ley. Simplemente es asunto de propiedad y decoro sociales.”
Sin embargo, para los cristianos este asunto es mucho más que una simple costumbre local o religiosa. Las Escrituras Cristianas (o, “Nuevo Testamento”) dan consejo muy al grano sobre el asunto, al decir: “Todo varón que ora o profetiza con algo sobre la cabeza avergüenza su cabeza; mas toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza, porque es una y la misma cosa como si fuera mujer con la cabeza rapada. Porque si la mujer no se cubre, que también se trasquile.”—1 Cor. 11:4-6.
¿Qué razón hay para eso? ¿Y cuándo aplica?
¿POR QUÉ CUBIERTA O DESCUBIERTA?
Tocante a comprender lo que el apóstol Pablo escribió acerca de cubrirse la cabeza y orar, considere el versículo anterior: “Quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez la cabeza de la mujer es el varón; a su vez la cabeza del Cristo es Dios.” (1 Cor. 11:3) Sí, Pablo estaba considerando el principio divino de jefatura o dirección por un cabeza, y en particular su aplicación en la adoración pública.
Como explicó el apóstol, el Creador le asignó al hombre, a quien creó primero, posición de cabeza y autoridad sobre su esposa, quien fue hecha de la costilla del hombre. Tocante a la posición de cabeza, el hombre era “imagen y gloria de Dios” pues a él no se le asignó otra cabeza en la Tierra. Sin embargo, su esposa e hijos sí tienen un cabeza terrestre a quien están en sujeción relativa.—1 Cor. 11:7-10; Efe. 5:22-24; 6:1.
El principio de la jefatura también aplica en las actividades de congregación. Pablo escribió que las mujeres deben respetar y esforzarse por cooperar con los hombres que tienen que efectuar la enseñanza y el orar. (1 Cor. 14:33-35; compare con 1 Timoteo 2:11, 12.) Por lo tanto, en la mayoría de los casos, una mujer allá en el primer siglo E.C. no predicaba ni oraba en la congregación.
¿Por qué, entonces, consideró Pablo el cubrirse la cabeza? ¿Cuándo era apropiado y cuándo inapropiado eso? ¿Y cómo aplica eso hoy día?
Pablo escribió que la mujer al orar debería cubrirse la cabeza —fuera con un sombrero, bufanda o velo para la cabeza— como “señal de autoridad.” (1 Cor. 11:10) Aquello sería evidencia de que ella reconocía el principio de jefatura. Pero ¿cuándo tendría que cubrirse la cabeza? Considere estas tres situaciones:
En el día de Pablo el espíritu santo de Jehová dio dones milagrosos a algunos cristianos, como la aptitud para profetizar o hablar en lenguas. Por ejemplo, en una reunión del primer siglo pudiera ser que el espíritu impeliera a una cristiana a profetizar. (1 Cor. 12:4-11; Hech. 21:8, 9) O, pudiera haberse dado el caso de que solo mujeres asistieran a una reunión de congregación. Puesto que no habría ningún varón bautizado que llevara la delantera en orar o en enseñar, una cristiana tendría que hacerlo. Por otra parte, pudiera haber la posibilidad de que una esposa cristiana tuviese un esposo incrédulo y en ciertas ocasiones se esperara que orara o enseñara la Biblia en presencia de él. En cualquiera de estas situaciones la mujer tendría cubierta la cabeza, como “señal de autoridad,” manifestando así que reconocía el principio de jefatura.
SU “CABEZA”... ¿QUIÉN?
Podemos apreciar mejor la importancia de que los cristianos así como las cristianas satisfagan las instrucciones de Dios en cuanto a cubrirse la cabeza al notar qué efecto pudiera tener no hacerlo.
Recuerde que el apóstol escribió que el hombre que ora “con algo sobre la cabeza” está haciendo algo. ¿Qué? El texto griego original dice que “está avergonzando la cabeza de él,” o, “avergüenza su cabeza.” De modo similar, la mujer que “ora o profetiza” con la cabeza descubierta “avergüenza la cabeza de ella,” o, “avergüenza su cabeza.” ¿A quién o qué se alude como “cabeza” en cada caso?
Esto se puede comprender a la luz del versículo anterior. Allí Pablo dijo que “la cabeza de todo varón es el Cristo” y “la cabeza de la mujer es el varón.” (1 Cor. 11:3) Por consiguiente, se puede razonar que el hombre que ora con la cabeza cubierta en un sentido deshonra a Cristo. Al cubrirse la cabeza cuando ora, el hombre estaría obrando como si fuese una esposa con un cabeza visible en la Tierra más bien que ser responsable a Cristo como su cabeza. Correspondientemente, se puede decir que la mujer que ora con la cabeza descubierta está avergonzando a su “cabeza” en el arreglo cristiano: su esposo (si es casada), su padre o la posición de cabeza de varones cristianos de la congregación.
Algunos comentadores ofrecen otro punto de vista. Llaman la atención al hecho de que Primera a los Corintios 11:4, 5 declara que todo hombre que ora o profetiza con algo “sobre la cabeza” avergüenza “su cabeza” y la mujer que ora o profetiza con “la cabeza descubierta” avergüenza “su cabeza.” En ambos casos se menciona la propia cabeza física de la persona inmediatamente antes de decirse que la “cabeza” es avergonzada. Por eso algunos expresan el pensamiento de que Pablo pudo haber querido decir que el cristiano o la cristiana que obra incorrectamente en cuanto a cubrirse la cabeza se avergüenza a sí mismo o a sí misma.
En las Escrituras Hebreas leemos acerca de personas a las cuales se les devolvió, o que se acarrearon sobre su propia cabeza, oprobio, maldad, dificultad, violencia, culpa por derramamiento de sangre y perjuicio. (Neh. 4:4; 1 Sam. 25:39; Sal. 7:16; 2 Sam. 1:16; 1 Rey. 2:32, 44) En estos casos la cabeza representa a la persona misma, pues es la parte del cuerpo más responsable de sus acciones.
Además, cuando Pablo consideró el asunto de cubrirse la cabeza dijo que si un hombre tiene el pelo largo, “es para él una deshonra.” Y escribió que “le es vergonzoso a la mujer ser trasquilada,” como si fuese una esclava o hubiese sido sorprendida en inmoralidad; la que se causa oprobio es la mujer misma.—1 Cor. 11:14, 6.
Tomando en cuenta la manera en que Pablo introduce todo este tema recalcando el arreglo divino de jefatura, parece patente que cuando el hombre cristiano trata con desprecio este principio de jefatura definitivamente deshonra a Cristo; de modo similar, una mujer podría deshonrar a su esposo, su padre o los varones de la congregación. Sin embargo, al mismo tiempo es cierto que la persona que hace caso omiso del arreglo divino de jefatura y sujeción simultáneamente le acarrea vergüenza a su propia cabeza.
EL CUBRIRSE LA CABEZA AL ORAR
Pablo consideró principalmente lo que era apropiado en “las congregaciones de Dios,” particularmente en las reuniones. (1 Cor. 11:16, 20-34) Por consiguiente, sus instrucciones en cuanto a cubrirse la cabeza durante la oración no se relacionan fundamentalmente con la oración cuando la persona está sola, sino con la oración en un grupo, en adoración pública. Esto lo confirma el que se incluya el profetizar junto con la oración. No es probable que en aquel tiempo una persona profetizara sola en su habitación donde quizás estuviera haciendo sus oraciones personales.—Mat. 6:6.
Por consiguiente, ni el hombre ni la mujer estarían obligados bíblicamente a aplicar las instrucciones en cuanto a cubrirse la cabeza cuando oraran en privado a Dios. Si una mujer que tuviera descubierta la cabeza estuviese efectuando trabajo doméstico y se detuviera para orar, no tendría que cubrirse la cabeza. De modo similar, un hombre cristiano que estuviera caminando por la calle con el sombrero puesto podría hacer una oración a Dios. Si sus propios sentimientos personales lo instaran a quitarse el sombrero, debería hacerlo. Pero el consejo de Dios acerca de cubrirse la cabeza no lo requiere específicamente.
¿Qué hay de las oraciones en las actividades de congregación o en la familia? En armonía con el principio de la jefatura, si un hombre bautizado está presente, él debe orar con la cabeza descubierta. Eso es cierto en la familia aun cuando solo el esposo y la esposa oren juntos.
Sin embargo, pudiera haber ocasiones en que una cristiana tuviera que cubrirse la cabeza para orar. Como en el primer siglo, una hermana tendría que orar en voz alta en una reunión debido a que no hubiese ningún hermano presente. O, pudiera ser que un esposo incrédulo le pidiera a su esposa cristiana que orara en voz alta por la familia en una comida. En tales situaciones una hermana estaría encargándose de una función que normalmente sería atendida por alguien que tuviera posición de cabeza sobre ella, un hermano de la congregación o su esposo. Por consiguiente, tendría que cubrirse la cabeza. Al hacer esto mostraría su respeto al principio divino de jefatura y evitaría ‘avergonzar su cabeza.’—1 Cor. 11:5.a
Finalmente, ¿qué hay de cubrirse la cabeza cuando usted forma parte de un grupo pero no expresa personalmente la oración? Considere, por ejemplo, la oración al lado del sepulcro que mencionamos al principio. ¿Tendría que cubrirse la cabeza una mujer que estuviese presente durante la oración? No, porque no estaría llevando la delantera en la adoración pública ni desempeñando una función que normalmente se esperaría que manejara un miembro varón de la congregación. Ella estaría escuchando la oración y diciendo “Amén.” Por consiguiente, el que ella se cubriera la cabeza o no lo hiciera no indicaría que estuviera cayendo en falta en cuanto a su respeto al principio de jefatura. Igualmente, el hombre que escucha la oración al lado del sepulcro no estaría bajo obligación bíblica de tener la cabeza descubierta ni cubierta. Podría hacer cualquiera de las dos cosas, pero probablemente consideraría sus propios sentimientos y lo que fuera inofensivo para otros. Si a un hombre le parece que debe quitarse el sombrero cuando la oración de otro lo representa, él, por supuesto, puede seguir los dictados de su conciencia personal.
¡Qué excelente es que, sin formular una enciclopedia de reglas, Jehová haya provisto en su Palabra alguna guía acerca de la oración! Al tener presente esto, podemos acercarnos al Supremo del universo y al mismo tiempo manifestar nuestro respeto a uno de sus principios fundamentales, el de jefatura.
[Nota]
a Para más detalle en cuanto a que una mujer enseñe en la congregación o en la presencia de un hermano o su esposo, vea La Atalaya del 1 de diciembre de 1972, páginas 733, 734.