Manteniendo un punto de vista equilibrado para con los expulsados
1, 2. (a) ¿Por qué es correcto que una congregación cristiana tome acción en cuanto a los que ejercen una influencia inmoral entre ella, y quiénes tienen una responsabilidad especial en este respecto? (b) ¿Qué peligros paralelos existen al manejar estos asuntos?
UN POCO de levadura puede fermentar toda la masa. Así también la influencia inmoral puede infiltrarse y corromper a una congregación entera. Correctamente, toda congregación debe querer protegerse contra tal influencia, y especialmente los ancianos de la congregación deben interesarse en hacer esto.—1 Cor. 5:6; Hech. 20:28-30.
2 Hay un verdadero peligro en ser descuidados en este asunto, como la congregación de Corinto fue descuidada en cuanto a un malhechor que estaba en medio de ella, al no tomar acción para sacar aquella influencia semejante a “levadura.” Pero hay un peligro paralelo. ¿Cuál? El de ir más allá de lo debido en la otra dirección, yendo de descuido a rigidez y dureza.
3, 4. ¿Cuál es el significado de las palabras de Pablo en 2 Corintios 2:11?
3 Podemos notar la advertencia que dio el apóstol Pablo en su segunda carta a los corintios, evidentemente (según el contexto) en relación con el pecador descrito en su primera carta al cual había sido necesario ‘remover de entre ellos.’ (1 Cor. 5:1-5, 13) En ese caso este malhechor evidentemente se había arrepentido. Después de hablar en cuanto a que la congregación perdonara a éste por la tristeza que les había causado como congregación, Pablo pasó a decir, “para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios.” (2 Cor. 2:5-11) ¿Qué quiso decir el apóstol con esto?
4 Los “designios” de Satanás son el devorar a cualesquiera de los siervos de Dios que pueda, y anda en derredor “como león rugiente” para lograr esa mira. (1 Ped. 5:8) El hombre que había sido expulsado en Corinto había sido ‘entregado’ a Satanás en el sentido de que había sido despedido de la congregación y así había sido echado al mundo bajo el dominio de Satanás. (1 Cor. 5:5; Hech. 26:18; 1 Juan 5:19) Como un “poco de levadura” en “toda la masa,” este hombre había sido “la carne” o elemento carnal dentro de la congregación; y al remover a este hombre incestuoso la congregación inclinada a lo espiritual había destruido la “carne” de en medio de ella. Ahora el designio o mira de Satanás sería tener asida dicha presa hasta que lograra engullirse completamente al hombre, destruyéndolo espiritualmente. Si la congregación, aunque con toda buena conciencia, fuese a ser demasiado cautelosa y renuente en cuanto a recibir de vuelta al malhechor ya verdaderamente arrepentido, demorando innecesariamente su restablecimiento, esto serviría bien el propósito del Adversario. (Compare con 2 Corintios 2:7.) Por eso, otras traducciones de 2 Corintios 2:11 dicen: “Pues no se le debe permitir a Satanás que nos aventaje; conocemos muy bien sus ardides.” (New English Bible) “Para que no seamos engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos [lo que busca, Goodspeed].”—Biblia de Jerusalén.
5, 6. (a) En cuanto a las personas que han sido expulsadas, ¿qué actitud incorrecta tienen que evitar los ancianos y los miembros de congregación cristianos? (b) Ilustre esto.
5 Los ancianos de la congregación, así como los miembros individuales de una congregación, por lo tanto, deben guardarse de desarrollar una actitud que se asemeje a la que fomentaban algunos escritores rabínicos judíos para con los gentiles al tenerlos por enemigos virtuales. Es propio odiar el mal que haya cometido el expulsado, pero no es propio odiar a la persona ni es propio tratar a éstos de manera inhumana. Como se hizo notar antes, algunos escritos rabínicos sustentaban que, aun si estuviesen en peligro de muerte, no debería extenderse ninguna ayuda a los gentiles. Supongamos, pues, que un miembro de una congregación cristiana que navegara en una lancha en un lago viera zozobrar otra lancha en que fuese una persona expulsada, arrojando al agua al expulsado donde luchara por permanecer a flote. ¿Podría el cristiano pasar por alto el peligro en que está esa persona, alejarse remando y sentirse libre de culpa delante de Dios... puesto que el que estuviera en peligro de ahogarse estaba expulsado, considerado como “hombre de las naciones”? Ciertamente que no. Eso sería cruel e inhumano. No podemos imaginarnos a Cristo Jesús haciendo eso; la verdad es que ningún otro judío del primer siglo que tuviera un punto de vista equilibrado habría reaccionado así para con un gentil o un recaudador de impuestos en tal aprieto.
6 Pero considere una situación menos extremada. ¿Qué hay si una mujer que hubiera sido expulsada asistiera a una reunión de congregación y al salir del salón encontrara que su automóvil, estacionado cerca de allí, tuviera un neumático desinflado? ¿Deberían los miembros varones de la congregación, viendo su aprieto, rehusar ayudarla, quizás dejando que viniera una persona mundana y lo hiciera? Esto también sería un acto innecesariamente falto de bondad e inhumano. Sin embargo situaciones como ésta se han desarrollado, quizás con toda buena conciencia, pero debido a una falta de equilibrio en el punto de vista.
7. ¿Qué podemos aprender del propio ejemplo de Jehová Dios tocante a esto?
7 Si imitamos a nuestro Padre celestial recordaremos que hasta mostró cierta consideración para con la primera pareja humana después de su expulsión en Edén, proveyéndoles ropa. (Gén. 3:21) Esta fue una bondad inmerecida para con ellos. Como Jesús recordó a sus discípulos, Jehová Dios “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.” (Mat. 5:45) El apóstol Pablo mostró que, a pesar del derrotero independiente que las naciones gentiles emprendían de modo contrario al camino de Dios, Jehová “no se dejó a sí mismo sin testimonio por cuanto hizo bien, dándoles lluvias desde el cielo y épocas fructíferas, llenando sus corazones por completo de alimento y de alegría.” (Hech. 14:16, 17) De modo que, el no “mezclarse en la compañía” de una persona, o el tratar a ésta como “hombre de las naciones,” no impide que seamos decentes, corteses, considerados y humanitarios.
LO QUE SIGNIFICA COMPAÑERISMO ESPIRITUAL
8. (a) ¿Qué significa la expresión griega para “mezclarse en la compañía de,” que usa el apóstol Pablo en 1 Corintios 5:9, 11? (b) ¿Qué significa tener “compañerismo” con otro? (c) ¿Es tener compañerismo con los malhechores si los exhortamos al arrepentimiento?
8 La expresión griega que usó Pablo para “mezclarse en la compañía de” es el verbo synanamígnymi, que significa “mezclarse o juntarse.” El verbo básico envuelto (mígnymi) se usa en Mateo 27:34 para describir el mezclar vino con hiel y en Lucas 13:1 para describir que Pilato había mezclado sangre con sacrificios. De modo que envuelve una verdadera fusión o mezcla, una unión en una combinación o compuesto. El que nosotros nos ‘mezcláramos en la compañía’ de otros querría decir que existiera compañerismo entre nosotros. El término “compañerismo” tiene el sentido de “camaradería; consorcio; amistad,” habiendo una “comunidad [o, participación común y mutua] de interés, sentimiento, etcétera.” (The World Book Dictionary) De modo que, el tener compañerismo con otro significa aceptar a la otra persona como estando en una posición igual con uno mismo, estando interesado en sus modos de ver y abrigándolos, compartiendo éstos con una actitud receptiva y favorable. El tener compañerismo espiritual con otra persona sería, de hecho, pasar juntos un ‘buen rato’ tratando de asuntos espirituales. Pero cuando exhortamos a una persona al arrepentimiento no estamos uniéndonos con ella en una unión amigable; no estamos compartiendo con ella alguna actitud y sentimiento impropios que haya mostrado sino, más bien, estamos tratando con ella como una persona que necesita corrección.
9. (a) ¿Qué determinaría si sería apropiado el que un anciano de congregación hablara palabras de exhortación a una persona expulsada con la que se encuentra? (b) ¿Por qué obraría correctamente el anciano al exhortar a una persona que hubiera sido expulsada pero que no estuviera siguiendo el derrotero que se describe en 2 Juan 7-11?
9 ¿Qué hay, pues, si un anciano de la congregación se encontrara con un individuo que hubiera sido expulsado, quizás en la rutina diaria del anciano, en la calle, en su trabajo seglar o actividad similar? ¿Estaría obrando el anciano fuera de armonía con la acción de expulsión de la congregación si le hablara a éste, instándolo a ‘volverse’ y tratar de reconciliarse de nuevo con su Padre celestial? Las circunstancias gobernarían. Por supuesto, si el expulsado estuviera siguiendo un derrotero como el de los falsos maestros y propagandistas que se describen en 2 Juan 7-11, tratando deliberadamente de influir en otros y hacerlos adoptar creencias falsas o prácticas inmorales, el anciano no querría tener nada que ver con tal persona. Pero no todos los que se deslizan a un camino pecaminoso se hacen ‘engañadores y anticristos.’ Por eso, si esa persona no es de esa clase, ¿no daría lugar el propio ejemplo de Jehová Dios a que el anciano le hablara unas palabras al expulsado exhortándolo a esforzarse por volver a ganar una posición buena con Dios? En vez de estar fuera de armonía con la expulsión, por sus palabras de exhortación el anciano realmente mostraría su apoyo a tal acción de expulsión como una que había sido correcta y necesaria.
10-12. (a) ¿Continúan todas las personas que son expulsadas manifestando los rasgos o modos de ser que hizo que fueran semejantes a “levadura”? Ilustre. (b) Por lo tanto, ¿a qué circunstancias debería dárseles debida importancia para determinar la actitud correcta para con los expulsados? (c) ¿Cómo ilustra la parábola del hijo pródigo este entendimiento de los asuntos?
10 Podemos notar, también, que en 1 Corintios 5:11 el apóstol advierte contra el mezclarse en la compañía de uno que “sea” fornicador o practicante de alguna otra clase de maldad seria. Sin embargo, ¿qué hay del que ha sido expulsado por ser persona de esa clase pero que después de eso, ya sea en un punto temprano o en un punto posterior del tiempo, da evidencia consistente de haber descontinuado dicha práctica incorrecta, dejando de efectuarla? ¿Se puede decir que todavía ‘es’ fornicador o fornicadora o la clase de malhechor que fue y que hizo que fuese semejante a “levadura” para con la congregación?
11 Por ejemplo, una persona joven expulsada por fornicación quizás se case después de eso, críe una familia y lleve una vida respetable. O el que fue expulsado por borrachera quizás abandone tal práctica y, si bebe, solo lo haga con moderación. Por tales cambios estos individuos pueden volver a ganar ahora el respeto de la comunidad. Es posible que éstos todavía no hayan venido y pedido formalmente el ser restablecidos en la congregación. Sin embargo, ¿no hay una diferencia evidente entre éstos y otros que continúan sin cesar en la maldad que les acarreó la expulsión? Los que abandonan la práctica incorrecta quizás manifiesten aún algo de aprecio por la verdad cristiana, quizás hasta defendiendo la verdadera congregación cristiana cuando alguien habla mal contra ella. ¿No debería dárseles debida importancia a dichas circunstancias y no deberían tener un efecto sobre nuestra actitud como congregación para con estas personas?
12 Ciertamente si el hijo pródigo de la parábola hubiera regresado a casa en una condición de embriaguez, quizás arrastrando a una de sus compañeras rameras, la reacción del padre no habría sido la misma. Pero el padre tenía razón para creer que el hijo se acercaba con un motivo correcto y, en vez de sospechar lo peor, el padre esperó lo mejor y salió al encuentro de su hijo que había errado.
13. (a) ¿Qué evidencia de arrepentimiento sobrepuja a la de palabras, como lo muestran las declaraciones de Juan el Bautista y el apóstol Pablo? (b) ¿Cómo aplica entonces este principio en el caso de una persona que ha sido expulsada?
13 Hoy, también, queremos darnos cuenta de que una de las mejores evidencias de arrepentimiento no es simplemente en palabras, expresadas formalmente, sino en acciones. (Compare con 1 Juan 3:18.) De consiguiente, cuando ciertos individuos vinieron a Juan el Bautista (que estaba bautizando a personas en símbolo de arrepentimiento para el perdón de pecados), Juan no vio su acción formal como el factor más importante o lo único que se necesitaba. Más bien, les dijo que se fueran y ‘produjeran frutos propios de arrepentimiento,’ citándoles ejemplos de tal fruto o buenas obras, como el mostrar generosidad misericordiosa, dejar de defraudar y de cometer extorsión, abstenerse de acosar o dar falso testimonio contra otros. (Mat. 3:7, 8; Luc. 3:7-14) El apóstol Pablo exhortó de modo similar a la gente a que “se arrepintiesen y volviesen a Dios, haciendo obras propias del arrepentimiento.” (Hech. 26:20) Por lo tanto, cuando una persona que fue expulsada cesa la práctica incorrecta que hizo que la congregación la removiera como “levadura,” se puede considerar este cambio como por lo menos alguna indicación de que está ‘volviéndose’ y arrepintiéndose de su derrotero anterior.—Hech. 3:19.
14. ¿De qué otra manera puede manifestar el que ha sido expulsado “fruto propio de arrepentimiento,” y bajo qué circunstancias pudiera parecerle bueno a un anciano abordar a tal persona?
14 El que fue expulsado también puede dar alguna evidencia de “fruto propio de arrepentimiento” por medio de venir a las reuniones cristianas que están abiertas al público. Por otra parte, si él o ella llega allí para presentar argumentos a favor de un derrotero incorrecto o para justificarlo y para tratar de persuadir a otros a adoptar un punto de vista no bíblico, tal persona está en la posición que se describe en 2 Juan 7-11. Pero donde no hay ningún esfuerzo por hacer esto, no estaría fuera de armonía con el consejo bíblico el que un anciano abordara a esta persona (quizás al notar su presencia en las reuniones varias veces) y dijera palabras de exhortación con la mira de efectuar una curación espiritual y plena restauración como miembro aprobado de la congregación.—Sant. 5:19, 20.
15. Cuando una persona que ha sido expulsada está seriamente impedida en cuanto a llevar a cabo su deseo de asistir a las reuniones, ¿qué se podría hacer apropiadamente?
15 En algunos casos el que fue expulsado quizás tenga un verdadero impedimento para llegar a tales reuniones cristianas, aunque tenga el deseo de hacerlo. Es posible que el lugar de reunión esté a una distancia considerable y quizás no haya transporte público a ese lugar. O quizás otras circunstancias personales o físicas resulten ser un obstáculo severo para asistir a las reuniones. En un caso, una mujer que había sido expulsada gastaba ocho dólares en taxi para llegar a una sola reunión. Informó a los ancianos que quería asistir pero que financieramente no podía continuar viniendo a tal costo. Hasta demostró lo genuino de su deseo un domingo caminando toda la distancia. Si los miembros de la congregación vieran a esta persona caminando tan larga distancia al lugar de reunión y tuvieran lugar en su automóvil para llevarla, ¿no sería una acción humanitaria el ayudarla?
16. ¿Por qué hay que ejercer precaución en tales arreglos, y por eso el consejo de quiénes sería prudente pedir?
16 Por supuesto, donde no hay evidencia de ‘frutos propios de arrepentimiento’ y se sabe que el individuo todavía continúa en un derrotero inmoral, esto alteraría los asuntos, puesto que el suministrarle transportación o ayuda similar con regularidad podría resultar ser causa de vituperio para la congregación con la comunidad. Por esa razón, cuando los miembros de la congregación saben de alguien que ha sido expulsado y que aparentemente necesita y desea ayuda para poder asistir a las reuniones, harían bien en pedir el consejo de los ancianos de la congregación antes de hacer arreglos para eso ellos mismos.—1 Ped. 2:12; 3:16.
DENTRO DEL CÍRCULO DE FAMILIA
17. ¿Qué obligaciones y relaciones bíblicas permanecen en vigor dentro del círculo de la familia a pesar de las acciones de expulsión?
17 Puesto que las relaciones consanguíneas y maritales no se disuelven por una acción de expulsión de congregación, la situación dentro del círculo de la familia requiere consideración especial. La mujer cuyo esposo es expulsado no queda libre del requisito bíblico de respetar la jefatura marital que él ejerce sobre ella; solo la muerte o el obtener un divorcio bíblico de un esposo resulta en esa libertad. (Rom. 7:1-3; Mar. 10:11, 12) El esposo igualmente no es liberado de amar a su esposa como “una sola carne” con él aunque ella fuese expulsada. (Mat. 19:5, 6; Efe. 5:28-31) De modo similar los padres permanecen bajo el mandamiento de ‘seguir criando a sus hijos en la disciplina y regulación mental de Jehová’ aunque un hijo o una hija bautizado, que todavía es menor de edad, sea expulsado. (Efe. 6:4) Y los hijos y las hijas, de cualquier edad, permanecen bajo la obligación de ‘honrar a su padre y a su madre’ aunque uno o ambos de éstos sean expulsados. (Mat. 15:4; Efe. 6:2) Esto no es difícil de entenderse cuando consideramos que, de acuerdo con las Escrituras, los cristianos han de mostrar debida honra hasta a los funcionarios políticos de este mundo.—Rom. 13:1, 7.
18. ¿Cómo pueden los padres cumplir su obligación de criar a sus hijos en la disciplina y regulación mental de Jehová y todavía respetar la acción de expulsión de la congregación?
18 Los miembros de la familia pueden cumplir estas obligaciones bíblicas y no obstante no mostrarse fuera de armonía con una acción de la congregación en que se expulsa a un miembro del círculo de la familia. Hacen esto al no tener compañerismo espiritual con esta persona. Pero ¿cómo pueden los padres llevar a cabo el mandamiento de disciplinar a sus hijos en armonía con la Palabra de Dios cuando uno de sus hijos es expulsado? Todavía pueden usar la Palabra de Dios u otras publicaciones que tratan de la Biblia al entrenar al hijo o hija, pero usan éstas de manera correctiva, no como si pasaran un ‘buen rato’ considerando asuntos espirituales con tal persona de la manera que podrían hacerlo con los otros hijos. La manera en que se maneje esto queda a decisión de los padres. Esto no quiere decir que muestren falta de bondad, pero no otorgan al hijo o hija expulsado la misma relación espiritual aprobada que se concede a los otros. Se debe animar al hijo o hija expulsado a asistir al estudio familiar de la Biblia a fin de recibir la “regulación mental de Jehová.”
19. ¿Cómo puede un cristiano casado contribuir a la restauración de su cónyuge expulsado sin estar fuera de armonía con la acción de expulsión de la congregación?
19 De modo similar, cuando se expulsa a un cónyuge, el otro cónyuge, como “una sola carne” con éste, correctamente puede hacer cuanto pueda por llevar a éste al arrepentimiento y su restauración en la congregación. El abstenerse de compañerismo espiritual no excluiría el uso de la Biblia o publicaciones que explican la Biblia, pues, como hemos visto, el compañerismo entraña una mutualidad de sentimiento y punto de vista, una igualdad de camaradería. Si el cónyuge en buena posición usa la Palabra de Dios o publicaciones que se basan en ella como medio puramente restaurativo y correctivo, esto no constituiría dicho compañerismo. De consiguiente el esposo que estuviera planeando leer cierto material bíblico podría animar a una esposa expulsada a escuchar su lectura de ello. O una esposa cuyo esposo estuviera expulsado podría preguntarle si estaría dispuesto a escuchar mientras ella efectuara dicha lectura. Por supuesto, puede haber una discusión como resultado de tal lectura. En tal caso, el abstenerse de compañerismo de modo espiritual se mantiene cuidando de que no haya participación en ningún sentimiento o actitud incorrecto manifestado por el expulsado ni ninguna anuencia a aceptar cualquier condonación de la acción incorrecta que resultó en que él o ella fuera expulsado. (Vea el libro Organización para predicar el Reino y hacer discípulos, página 170.)
20. (a) Si un padre permitiera que regresara a casa un hijo o hija menor de edad expulsado, ¿requeriría eso necesariamente que él fuera removido de una posición de responsabilidad en la congregación? ¿Qué está envuelto? (b) ¿Qué pondría en tela de juicio lo aconsejable de que continuara en tal posición de responsabilidad?
20 En algunos casos puede que un hijo o hija menor de edad sea expulsado por algún derrotero inmoral y abandone el hogar. Más tarde, quizás éste reconsidere el asunto y pida permiso para volver a casa. Sea que esto se permita o no depende de los padres, particularmente del padre, el decidirlo. Cuando el hijo o hija expresa anuencia a respetar la jefatura de los padres, el padre puede decidir permitir tal regreso y usarlo como medio para lograr la posible rehabilitación del hijo o hija. Si el padre es anciano o siervo ministerial, esto no necesariamente requeriría que fuera removido de esa posición mientras todavía goce del respeto de la congregación. Por supuesto, si el hijo o hija quisiera volver y todavía continuar en la práctica inmoral que llevó a la expulsión, difícilmente estaría cuidando bien el padre los intereses espirituales de su familia si permitiera que esa fuente de contaminación espiritual regresara al círculo de la familia. Esto pondría en duda apropiadamente sus cualidades para cualquier posición de responsabilidad en la congregación.—1 Tim. 3:4, 5, 12.
21. ¿Quiénes son los que correctamente tienen que determinar el grado de asociación que se ha de tener con parientes expulsados que viven fuera del hogar? ¿Cuándo únicamente tendrían que ver con ello los ancianos de la congregación?
21 En cuanto a miembros de familia expulsados (no hijos o hijas menores de edad) que vivan fuera del hogar, cada familia tiene que decidir a qué grado tendrá asociación con éstos. Esto no es algo que los ancianos de la congregación pueden decidir por ellos. Lo que les interesa a los ancianos es que no se vuelva a introducir “levadura” en la congregación por medio de compañerismo espiritual con los que tuvieron que ser removidos por ser semejante a “levadura.” Por lo tanto, si un padre o madre expulsado va a visitar a un hijo o hija o a ver a sus nietos y se le permite entrar en el hogar cristiano, esto no concierne a los ancianos. Tal persona tiene el derecho natural de visitar a sus parientes consanguíneos y su prole. De modo similar, cuando hijos o hijas rinden honra a su padre o a su madre, aunque esté expulsado, al visitar para ver cómo está de salud física o qué necesidades tenga, este acto en sí no es compañerismo espiritual.
22. Además de hijos o hijas menores de edad, ¿por qué podrían otros miembros de familia expulsados posiblemente ser aceptados en un hogar cristiano como residentes, y de quiénes depende esta decisión?
22 En algunos casos en que un padre o madre expulsado es de edad avanzada o no disfruta de buena salud y necesita atención, quizás al hijo o hija le parezca aconsejable traer a tal padre o madre al hogar para cumplir con obligaciones filiales apropiadas. Así, también, los padres cristianos de un hijo o hija expulsado que ya no sea menor de edad quizás decidan aceptarlo de vuelta en el hogar debido a que éste tenga un grave problema de salud o haya quedado incapacitado en un accidente o esté en una condición de necesidad financiera. Estas son decisiones humanitarias que las familias cristianas tienen que hacer y no se requiere que los ancianos de la congregación intervengan donde no haya evidencia sólida de que se haya vuelto a introducir una influencia corruptora dentro de la congregación.
23. ¿Bajo qué circunstancias no se les concedería apropiadamente el entrar a visitar un hogar cristiano aun a miembros de la familia?
23 Sin embargo, aun en los casos que tienen que ver con parientes, cuando un expulsado usa sus vínculos de familia como medio para llevar a cabo actividad semejante a la descrita en 2 Juan 7-11, sus parientes cristianos niegan apropiadamente a éste la entrada a sus hogares, informando al expulsado, en cambio, que él o ella no es bienvenido puesto que la visita es con el propósito de promover creencias o conducta incorrectas.—Jud. 3, 4; compare con Deuteronomio 13:6-8.
24. Cuando no están envueltas relaciones carnales, ¿quiénes esperan sabiamente los miembros de la congregación que tomen la delantera en cualquier restauración de expulsados?
24 Cuando no están envueltas relaciones carnales, los miembros de la congregación harán bien en reconocer lo aconsejable que es dejar que los ancianos, como pastores del rebaño, lleven la responsabilidad principal de exhortar o trabajar para la rehabilitación de los expulsados que, aunque en un sentido todavía están ‘bastante lejos’ como el hijo pródigo que regresaba, no obstante, suministran evidencia de desear emprender un derrotero correcto. En algunos casos es posible que a los ancianos les parezca que ciertos miembros podrían ayudar en la rehabilitación de un expulsado, quizás debido a haber tenido parte en ayudar originalmente a éste a venir a un conocimiento de la verdad bíblica.
BENEFICIOS DE UN PUNTO DE VISTA EQUILIBRADO
25. (a) ¿Qué hará posible que mantengamos un punto de vista equilibrado para con los expulsados? (b) ¿Cómo es que una persona ‘es entregada a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvado,’ como se expresa en 1 Corintios 5:5?
25 El adherirse a las Escrituras, ni minimizando lo que dicen ni leyendo en ellas algo que no dicen, hará posible que mantengamos un punto de vista equilibrado para con los expulsados. Siempre tendremos presente la razón de la expulsión: mantener pura y aprobada por Dios a la congregación, libre de influencia corruptora. Tal “levadura” haría que toda la “masa,” la congregación, ‘fermentara’ espiritualmente. De modo que la congregación en realidad ‘destruye’ esta pecaminosa influencia carnal de en medio de ella echando al malhechor no arrepentido afuera al mundo dominado por Satanás, haciéndolo para que el “espíritu,” la actitud, sentimiento y motivación dominantes de la congregación sean preservados, salvados.—1 Cor. 5:5.
26. (a) ¿Qué podrán reflejar los miembros de la congregación si tienen un punto de vista equilibrado, y cómo puede tener esto un efecto muy provechoso y alentador sobre las personas que desean ser aceptadas de vuelta en la congregación? (b) Ahora, ¿qué puede parecerles aconsejable a los ancianos hacer en el caso de ciertas personas expulsadas que viven en la zona que sirve la congregación?
26 Al mismo tiempo un punto de vista equilibrado nos mantendrá reflejando armoniosamente las cualidades divinas de nuestro Padre celestial, que es tanto justo como misericordioso. Por lo tanto los que hayan sido expulsados y cuyo corazón sinceramente los mueva a querer regresar no sentirán razón alguna para vacilar o abrigar dudas en cuanto a la manera en que serán recibidos sus esfuerzos por volver. No temerán el ser rechazados con frialdad o indiferencia. Se darán cuenta de que su situación no es desesperanzada y que los ancianos de la congregación les mostrarán provechosamente lo que necesitan hacer para volver a ganar una posición aprobada en la congregación del pueblo de Dios y disfrutar plenamente de todos sus beneficios. Cuando los ancianos tienen verdadera razón para creer que algunos expulsados que viven en la zona que sirve la congregación ignoran estas provisiones, quizás les parezca aconsejable comunicarles esta información.
27. (a) ¿Qué es esencial para que una persona sea restaurada a una posición aprobada en la congregación? (b) ¿Por qué deben los que están deseosos de restauración sentirse movidos a manifestar esta cualidad y dar los pasos necesarios, causándole gozo a toda la familia de Dios en el cielo y en la Tierra?
27 Es cierto, para volver a tener una posición aprobada en la congregación se requerirá una manifestación genuina de humildad de parte de la persona que fue expulsada. (Isa. 57:15; Sant. 4:8-10) Pero la vida misma está envuelta y, puesto que el “tiempo acepto” de la buena voluntad y tolerancia de Dios ya se está acercando a su fin, ciertamente no querrán dejar que el orgullo les impida volver a su Padre celestial y tratar de tener una buena posición de nuevo con él y plena asociación con Sus hijos espirituales o hijos en perspectiva en su relación de familia feliz. (2 Cor. 6:1, 2) Más bien estarán agradecidos a Dios de que ha hecho provisiones tan misericordiosas para perdón y restauración, y reconocerán que ‘esta cualidad bondadosa de Dios está tratando de conducirlos al arrepentimiento.’—Rom. 2:4.