Una relación estrecha y preciada
1, 2. (a) ¿De qué manera llegó a estar Jesús relacionado estrechamente con sus “hermanos”?(b) ¿Cómo está enlazado esto con la cena del Señor?
UNA cosa se destaca muy claramente al considerar el cumplimiento del cuadro del primogénito de Israel, y ésa es la relación sumamente estrecha efectuada por Jehová entre Jesús y la congregación espiritual de los primogénitos, que participan con él como parte de la simiente de Abrahán. Considerando otra vez la carta de Pablo a los hebreos, notamos que él recalca esto en Hebreos 2:10-18, donde explica que “al traer muchos hijos a la gloria [celestial]” fue adecuado “hacer al Agente Principal [Jesucristo] de su salvación perfecto por medio de sufrimientos.” Y dado que estos muchos hijos son “participantes de sangre y carne, él [Jesús] también participó igualmente de las mismas cosas, para que por medio de su muerte pudiera anonadar al que tiene los medios para causar la muerte, es decir, al Diablo . . . porque él verdaderamente no está asistiendo a ángeles de manera alguna, sino que está asistiendo a la simiente de Abrahán. Por consiguiente él fue obligado a ser como sus ‘hermanos’ en todo respecto, para que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en cosas pertenecientes a Dios, a fin de ofrecer sacrificio propiciatorio por los pecados de la gente.”
2 Sí, estos hijos están relacionados estrechamente con Jesús como parte de la simiente prometida, pero ahora deseamos atraer su atención a otra semejanza estrecha que se menciona, a saber, que tanto Jesús como estos “hermanos” suyos son “participantes de sangre y carne.” Esto inmediatamente establece un eslabón estrecho con la cena del Señor y con las verdades que consideró entonces Jesús, las cuales prometimos repasar.
3. ¿Cómo se acercó Jesús a la pascua final con sus discípulos?
3 Como fiel judío, Jesús siempre había observado la fiesta anual de la pascua el 14 de nisán; mas, conociendo a ciencia cierta que terminaría su ministerio y completaría su derrotero sacrificatorio a tiempo como la verdadera “víctima de la pascua,” se acercó a esta pascua final con sus discípulos como una ocasión que estaría señalada del significado más grande. Aun el escoger la casa donde iba a celebrarse estuvo señalado de circunstancias excepcionales, un caso interesante de presciencia detallada, como Pedro y Juan hallaron que fue cierto, “como él [Jesús] les había dicho.” Y luego, “cuando llegó la hora” y estaba reclinado a la mesa con sus discípulos, él les dijo: “Mucho he deseado comer con ustedes esta pascua antes que padezca.”—Luc. 22:7-16.
4. Según registró Pablo, ¿qué instituyó Jesús al concluir su última pascua, y dando qué detalle?
4 Al concluir la cena de la pascua, después de observar todos sus requisitos, Jesús inició algo enteramente nuevo. Considerando el registro que Pablo dio, que le fue dado por revelación directa “del Señor,” leemos lo que sucedió, cómo el “Señor Jesús la noche que iba a ser entregado tomó un pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: ‘Esto significa mi cuerpo que está a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí.’ Hizo igual respecto a la copa también, después que hubo terminado la cena, diciendo: ‘Esta copa significa el nuevo pacto por virtud de mi sangre. Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí.’”—1 Cor. 11:23-25.
5. (a) ¿Qué es sobresaliente en el discurso final de Jesús a sus discípulos? (b) ¿De qué hay que guardarse con respecto a la cena del Señor?
5 Al considerar este relato, incluyendo también lo que Jesús dijo a sus discípulos esa noche (registrado en Juan, capítulos 13 al 17), junto con textos relacionados, parece que hay dos cosas principales que se recalcan, a saber, los beneficios recibidos y los beneficios compartidos por los que comen el pan y beben la copa de manera digna. Los que están autorizados para participar seguramente no querrán ser culpables de comer y beber “indignamente,” como advierte el apóstol, por eso inmediatamente mencionaremos brevemente uno o dos conceptos falsos que dan lugar a puntos de vista y prácticas no bíblicos, aunque se creen y se desempeñan con toda sinceridad.—1 Cor. 11:27.
6. ¿Está justificada una observancia frecuente de la cena del Señor?
6 Primero, las palabras de Jesús: “Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban,” no justifican el observar frecuentemente la cena del Señor. ¿Cuántas veces se observaba la pascua? Solo una vez al año, por supuesto, en la fecha de aniversario, nisán 14, y los judíos no podían y no soñarían en hacerlo de otra manera. En esa fecha, dentro de las mismas veinticuatro horas en las cuales observó la pascua, Jesús murió en cumplimiento de lo que fue representado por ella, y murió “una vez para todo tiempo.” Pablo dijo que “cuantas veces comen este pan y beben esta copa, siguen proclamando la muerte del Señor.” Lógicamente, por lo tanto, esta celebración que sirve como memorial de su muerte debería observarse anualmente como un aniversario el 14 de nisán, el cual, este año, comenzó al ponerse el sol el 17 de abril de 1962.—1 Cor. 11:25, 26; Heb. 9:26.
7. ¿Cómo se muestra que la doctrina de la transubstanciación no es veraz bíblicamente?
7 En segundo lugar, las palabras de Jesús: “Esto significa mi cuerpo . . . mi sangre [o, tan a menudo traducido: Esto es mi cuerpo . . . mi sangre]” no justifica la doctrina de la transubstanciación. El pan y el vino no llegaron a ser literalmente su carne y sangre en aquel tiempo, como enseña tal doctrina. Tampoco es repetido tal milagro supuesto por un hombre que sirve de sacerdote en cada celebración de la misa. En ningún sentido necesita ser repetido el sacrificio de Cristo. Este es uno de los argumentos más fuertes en la carta a los hebreos, donde Pablo dice: “Ni es con el fin de que él [Cristo] se ofreciera a sí mismo muchas veces . . . Pero él ahora se ha manifestado una vez para todo tiempo en la consumación de los sistemas de cosas para apartar el pecado por medio del sacrificio de sí mismo.” Por ese único sacrificio nosotros “[los cristianos verdaderos] hemos sido santificados por medio del ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para todo tiempo.”—1 Cor. 11:24, 25; vea Hebreos 9:25–10:10.
8. ¿Qué manera de hablar usó a menudo Jesús, y por qué es esto importante?
8 Jesús estaba hablando de manera vívida, como a menudo lo hizo, cuando dijo: “Esto significa [es] mi cuerpo . . . mi sangre.” Fue de manera semejante que dijo en otra ocasión: “Soy la puerta de las ovejas.” Mas, ¿quién cree por un instante que él literalmente llegó a ser una puerta?—Juan 10:7.
9. ¿Por qué es incorrecto y perjudicial considerar la cena del Señor como un sacramento?
9 Finalmente, Jesús no instituyó un sacramento, que significa un rito o ceremonia religioso exterior que imparte mérito a los que lo observan. Es naturaleza humana confiar en observancias exteriores, pensando que de alguna manera se mantiene mediante ello una posición favorable a la vista de Dios. La nación de Israel cometió ese error, y la misma cosa se ve en la cristiandad hoy día. Jesús solo dio dos cosas de naturaleza simbólica a sus seguidores, el bautismo y la cena del Señor, pero el observarlas efectúa más daño que bien si las realidades representadas mediante ellas no han acontecido en realidad y no están siendo llevadas a cabo todavía en el corazón y mente y manera de proceder.
10. Un estudio de este tema conduce a un aprecio de ¿qué cosas buenas?
10 Pero examinemos ahora los aspectos más positivos y constructivos de este tema importante, para que podamos entender y apreciar mejor los magníficos beneficios simbolizados en la cena del Señor y otorgados a los primogénitos espirituales. No solo se representa el recibir estos beneficios, sino que, aun más notablemente, la manera maravillosa en que comparten ciertos beneficios y privilegios, no solo unos con otros, sino con Cristo Jesús y principalmente con Jehová mismo.
BENEFICIOS RECIBIDOS
11. Al decir: “Esto significa mi cuerpo,” ¿a qué se estaba refiriendo Jesús?
11 Considere primero las palabras de nuestro Señor cuando, al tomar el pan, dijo: “Esto significa mi cuerpo que se dará a favor de ustedes.” Al considerar textos relacionados, es evidente que Jesús se refirió a su propio cuerpo carnal. Cuando vino a Juan para ser bautizado, Jesús se aplicó las palabras escritas hacía mucho tiempo por inspiración en el Salmo 40:6-8, como se muestra por la referencia de Pablo a esto, cuando dice: “Cuando [Jesús] entra en el mundo él dice: ‘“Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.”. . .Entonces dije yo: “¡Mira! yo he venido. . .para hacer tu voluntad, oh Dios.”’” Por eso al efectuar su derrotero sacrificatorio, “Cristo sufrió en la carne,” culminando esto con la provisión efectiva del precio de rescate cuando “él mismo cargó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero.”—Luc. 22:19; Heb. 10:5-7; 1 Ped. 4:1; 2:24.
12. ¿Qué importancia atribuye la Biblia a la sangre de una criatura humana, y cómo aplica esto en el caso de Jesús?
12 Mas el “hombre Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente,” no fue, por supuesto, simplemente carne, así como no lo fue el “primer hombre Adán [que] vino a ser alma viviente,” y con quien Jesús fue una correspondencia perfecta. Un alma humana viviente es una criatura de carne y sangre. En realidad, es la sangre, más bien que la carne, lo que la Biblia usa para representar la vida o alma. “La sangre es el alma,” y “la sangre es lo que hace expiación debido al alma en ella.” Por consiguiente “por medio de él [Jesús] tenemos la liberación mediante rescate por la sangre de ése, sí, el perdón de nuestras transgresiones, conforme a las riquezas de su bondad inmerecida.” Apropiadamente, Pablo menciona tanto la sangre como la carne cuando describe cómo Jesús entregó su existencia humana para sus discípulos, abriendo así el camino para conseguir vida en el cielo, el “camino para entrar en el lugar santo por la sangre de Jesús, el cual él inauguró para nosotros como un camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, su carne.”—1 Tim. 2:5, 6; 1 Cor. 15:45; Deu. 12:23; Lev. 17:11; Efe. 1:7; Heb. 10:19, 20.
13. ¿De qué clase de emancipación disfrutan los seguidores de Cristo?
13 Como se mencionó previamente, no solo se asegura así la certeza de la recompensa celestial para éstos, sino que el hecho de que Jesús participara de sangre y carne ha resultado en una liberación presente de “la autoridad de la oscuridad,” porque él murió para que “pudiera emancipar a todos los que por temor de la muerte estaban sujetos a la esclavitud durante toda su vida.” ¿Qué clase de emancipación? Hablando a los que son introducidos en la organización o familia sobre la cual él, el Hijo, es la cabeza nombrada, Jesús dijo: “Si permanecen en mi palabra, ustedes verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. . .. Además, el esclavo no permanece en la familia para siempre; el hijo permanece para siempre. Entonces si el Hijo los hace libres, realmente serán libres.” ¡Qué excelentes beneficios son éstos!—Col. 1:13; Heb. 2:15; 3:6; Juan 8:31-36.
14, 15. (a) ¿Cómo se le da al beber un significado simbólico en la Biblia? (b) ¿Qué se muestra por la acción de los que están autorizados a comer el pan y beber la copa, y cómo apoyan esto las palabras de Jesús?
14 Ordinariamente comemos y bebemos para sostenernos con vida. Pero esta acción sencilla a menudo recibe un significado simbólico en la Biblia, como cuando Jesús le habló a la mujer al lado del pozo, diciendo: “Si hubieras conocido el don gratuito de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber,’ le habrías pedido a él, y él te hubiera dado agua viva . . . una fuente de agua burbujeando para impartir vida eterna.” (Juan 4:10, 14) Asimismo, los que están autorizados para comer el pan y beber la copa en la cena del Señor están mostrando simbólicamente que reconocen agradecidamente los beneficios, los beneficios de vida, recibidos del sacrificio por Jesús de su propia carne y sangre dado a favor de ellos. Así puede decirse que, figuradamente por medio de la fe, están comiendo la carne de él y bebiendo la sangre de él. Si dejamos de apreciar la posición verdadera, esto puede parecer extremado y aun objetable. Recuerde, sin embargo, que Jesús mismo lo expresó así, lo que hizo que los judíos murmuraran contra él. Aun muchos de sus discípulos se escandalizaron y dejaron de seguirlo; aunque Pedro, hablando por los doce, dijo: “Tú tienes dichos de vida eterna; y hemos creído y llegado a saber que tú eres el Santo de Dios.” Las palabras mismas que Jesús usó, que causaron reacción tan fuerte, fueron éstas: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo. . . .A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el día postrero; porque mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en unión conmigo, y yo en unión con él.”—Juan 6:51, 53-56, 68, 69.
15 Estas palabras de Jesús que citamos al último nos hacen recordar el otro aspecto del tema en el cual nos interesamos, es decir, el participar de una relación estrecha y preciada, en unión con él.
BENEFICIOS COMPARTIDOS EN EL NUEVO PACTO
16. ¿Qué se indicó por el ambiente de la cena del Señor, y por la manera en que Jesús habló a su Padre en oración?
16 El mismo ambiente en medio del cual se dijeron las palabras cuando Jesús invitó a sus once discípulos fieles a comer el pan y beber la copa, todos reclinándose a la misma mesa, indica una relación amigable e íntima. Para ilustrar, si usted quisiera pedir un favor especial a un hombre influyente, que contestara: ‘Venga y véame con respecto a ello en mi oficina,’ pues, usted esperaría que el asunto se discutiría a semejanza de un negocio. Pero si dijera: ‘Venga a casa y coma con nosotros y entonces hablaremos respecto a ello,’ claro que usted sentiría inmediatamente que había ganado más de la mitad de la batalla. Jesús habló con respecto a algunas de las verdades más preciosas y más profundas cuando estuvo con sus discípulos esa última noche, y en la oración de conclusión a su Padre celestial, registrada en el capítulo 17 de Juan. Esa oración y aun su introducción en sí mismas muestran la relación muy estrecha de que Jesús mismo disfrutaba con su Padre. Había estado hablando a sus discípulos, mirándolos a medida que hablaba; luego solo necesitaba ‘levantar los ojos al cielo’ y continuaba hablando, pero ahora hablándole a su Padre. Fue tan sencillo como eso.—Juan 17:1.
17. (a) ¿Dónde aprendemos en cuanto al nuevo pacto, y qué contraste se muestra allí? (b) ¿Cuáles son las condiciones del nuevo pacto?
17 Cuando Jesús tomó la copa de vino para pasarla a sus discípulos, él dijo: “Esta copa significa el nuevo pacto por virtud de mi sangre, la cual ha de ser derramada a favor de ustedes.” (Luc. 22:20) Esta referencia a un nuevo pacto es muy importante, tanto en lo que toca a beneficios recibidos como también a beneficios compartidos. Dirigiéndonos otra vez a la carta a los hebreos, hallamos lo que nos ayuda a identificar este pacto y apreciar su significado. Un nuevo pacto denota un contraste con un pacto anterior, antiguo, y generalmente la necesidad de algo nuevo denota el rechazamiento del antiguo. Sobre este punto Pablo dice: “Al decir él ‘un nuevo pacto’ ha hecho anticuado el anterior. Ahora aquello que se ha hecho anticuado y que se está haciendo viejo está por desvanecerse.” El anterior fue el viejo pacto de la ley hecho con el Israel carnal por medio de Moisés como mediador. Mas Jehová ‘halló falta en el pueblo’ bajo ese pacto; por eso, remontándonos hasta el día del profeta Jeremías leemos que se prometió un nuevo pacto, con estas palabras: “‘Este es el pacto que concluiré con la casa de Israel después de aquellos días,’ es la declaración de Jehová. ‘Pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. . . . Les perdonaré su error, y no recordaré más su pecado.’”—Heb. 8:8, 13; Jer. 31:33, 34.
18. ¿Cuáles dos cosas efectúa la sangre derramada de Jesús con respecto al nuevo pacto?
18 Para que un pacto sea hecho válido, y también para que la iniquidad sea perdonada, se requiere el derramamiento de sangre. “Porque un pacto es válido habiendo víctimas muertas, . . . y a menos que se derrame sangre ningún perdón se efectúa.” Jesús es el mediador del nuevo pacto, validado por su sangre derramada, lo cual también provee la base legal para el verdadero perdón de pecados, aun para ‘limpiar nuestra conciencia,’ mientras que el viejo pacto de la ley, basado en sacrificios de animales, solo hizo tal provisión de manera exterior y típica, al “grado de limpieza de la carne.”—Heb. 9:13, 14, 17, 22.
19. ¿Con quiénes se hace el nuevo pacto?
19 ¿Con quiénes se hace el nuevo pacto? Con los cristianos que componen la iglesia verdadera, la “manada pequeña” que participa con Jesús en el trono celestial de su reino, comenzando con los que participaron en aquella primera cena instituida por Jesús. Él sabía que otros serían introducidos en la misma relación, como se demuestra por su oración: “Yo hago petición, no concerniente a éstos nada más, sino también concerniente a los que ponen fe en mí por medio de la palabra de ellos.” (Juan 17:20) Estos componen el Israel espiritual, en contraste con la nación del Israel carnal bajo el pacto de la ley, inaugurado en el monte Sinaí. Este trato con el Israel espiritual es un cuadro diferente, por supuesto, cuando se compara con el que se discutió previamente, cuando Dios trató especialmente con los primogénitos judíos antes de salir de Egipto. El pacto de la ley fue hecho por medio de Moisés con la nación entera, no solo con sus primogénitos.
20. ¿Qué debe recordarse con respecto a las muchas ilustraciones de la Biblia?
20 Entre paréntesis, indicamos que la Biblia está llena de cuadros e ilustraciones, dados como “ejemplos” para nuestro provecho hoy día. Cada cuadro tiene su propio significado y, en general, no deberíamos tratar de que un cuadro encaje con otro, así como no deberíamos hacerlo con las muchas ilustraciones dadas es las Escrituras Cristianas Griegas, tratando de que “ovejas” cuadren con “soldados,” o con “piedras vivas.”—1 Cor. 10:11; Juan 10:14; 2 Tim. 2:3; 1 Ped. 2:5.
21. ¿Qué proceder gobernó el ofrecer los sacrificios de comunión, y qué se representó mediante ello?
21 Considerando los sacrificios que se ofrecieron en la inauguración del viejo pacto de la ley, notamos que incluían “sacrificios de comunión.” Brevemente, la sangre de tales sacrificios era rociada sobre el altar de Jehová, también llamado una “mesa,” y la grasa era quemada en él como parte del sacrificio de Jehová. El sacerdote que oficiaba recibía el pecho y la pierna derecha como porción suya, y los israelitas que presentaban este sacrificio comían el resto de la carne mientras estaban en la tienda de reunión. En la ceremonia de inauguración en el monte Sinaí el rasgo posterior lo observaron “setenta de los hombres de mayor edad de Israel,” que representaban al pueblo. En tal ocasión los israelitas disfrutaron de comunión especial con Jehová a su “mesa.” Al mismo tiempo se les prohibió ofrecer sacrificios a los demonios a la mesa de ellos, como lo hacían las naciones circunvecinas, que practicaban la religión falsa.—Lev. 7:11-37; 17:5-7; Exo. 24:9-11; Eze. 44:16.
22. ¿De qué manera enlazó Pablo estos sacrificios con la cena del Señor?
22 Pablo pensaba en estas cosas como uno de los ejemplos para nuestro provecho cuando, enlazándolo con la cena del Señor, escribió a los israelitas espirituales en Corinto: “La copa de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es participar en común de la sangre del Cristo? El pan que partimos, ¿no es participar en común del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque somos muchos, somos un solo cuerpo, porque todos nosotros estamos participando de ese solo pan. Miren lo que es Israel según la carne: Los que comen los sacrificios, ¿no son participantes con el altar? Ustedes no pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios.”—1 Cor. 10:16-18, 21.
23. ¿Qué compañerismo especial se indica mediante ello por los participantes, (a) unos con otros, (b) con Cristo Jesús, y (c) con Jehová?
23 Resumiendo la posición, podemos ver que la cena del Señor ha de considerarse como cena sacrificatoria, y el sacrificio de Cristo se asemeja al sacrificio de comunión como ya se describió. Los cristianos en el nuevo pacto muestran por beber la copa y comer el pan que están participando y disfrutando de comunión estrecha y compañerismo preciado: (1) Unos con otros, en el ministerio del nuevo pacto como la congregación unida de israelitas espirituales, formando “un solo cuerpo” bajo su Cabeza, Jesucristo; también (2) con Cristo Jesús, participando del beneficio del perdón de pecados por medio de su sacrificio de sangre y carne, también ‘participando en sus sufrimientos,’ ‘sometiéndose ellos mismos a una muerte como la de él,’ con la esperanza de ser “participantes de la naturaleza divina” en la “primera resurrección”; y, lo más importante de todo, (3) participando con Jehová Dios como el Autor de todo el arreglo.—2 Cor. 3:6; Fili. 3:10; 2 Ped. 1:4; Apo. Rev. 20:6.
24. ¿Sobre qué base es la unión con Jehová de importancia previa, y cómo recalcó Jesús esto en su oración?
24 Sobre este último punto, recuerde que fue Jehová quien hizo posible que Jesús ofreciera tal sacrificio, por consiguiente Pablo habló apropiadamente de la “copa de Jehová” y la “mesa de Jehová.” Fue a Jehová que Jesús ofreció el mérito de su sacrificio, para que fuera usado de acuerdo con la voluntad divina, primero para provecho del Israel espiritual. Es el nuevo pacto de Jehová. Jesús dio gran énfasis a esta relación estrecha y preciada con el Padre celestial en su oración a favor de sus discípulos en esa última noche con ellos, al orar que “todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, para que ellos también estén en unión con nosotros,. . .para que ellos sean perfeccionados en uno, para que el mundo tenga conocimiento de que tú me enviaste y que tú les has amado así como me has amado a mí.”—Juan 17:20-26.
25. ¿Dónde y cómo describió Pablo el ministerio del nuevo pacto, y cómo confirmó Pedro esto?
25 En el resumen que acabamos de hacer, hay uno o dos puntos, que no se han discutido previamente, sobre los cuales deseamos hacer unos cuantos comentarios. Primero, con respecto al ministerio del nuevo pacto, Pablo se explaya en esto en 2 Corintios 3:4–4:6, mostrando que su gloria aventaja por mucho a la del pacto de la ley. Él dice que “nosotros [los cristianos] . . . reflejamos como espejos la gloria de Jehová,” primero ‘nuestro propio corazón estando iluminado con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo,’ y luego, al predicar las buenas nuevas, reflejando esa luz y “haciendo manifiesta la verdad” a otros. Cierto, las “otras ovejas” del Señor, en virtud de la asociación estrecha con el resto de la manada pequeña todavía en la Tierra, participan en este mismo ministerio, mas la previa carga o responsabilidad descansa en los que están en el nuevo pacto, el Israel espiritual, descrito por Pedro como “‘una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ del que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa.”—Juan 10:16; 1 Ped. 2:9.
26. (a) ¿Cómo se aplica el mérito del rescate de manera especial a favor del Israel espiritual? (b) ¿Qué distinción se demuestra así con respecto a las “otras ovejas”?
26 Otra vez, es importante recordar que el mérito del sacrificio de Cristo, aplicado a favor de los que llegan a ser israelitas espirituales, que resulta en que sean justificados o sean declarados justos por Dios mientras están en la carne, tiene un propósito especial. Es la voluntad divina que éstos sean sacrificados con Cristo, lo cual no podría tener lugar aceptablemente a menos que primero estuvieran justificados. Entonces son engendrados por Dios como sus hijos espirituales con una nueva esperanza de vida celestial. Esto se efectúa por la operación del espíritu de Dios, el cual también los unge o les da reconocimiento legal como miembros del cuerpo, o la congregación, del cual Cristo es la Cabeza. Aquí, también, vemos una clara distinción en cuanto a las “otras ovejas.” Pueden sufrir y aun entregar su vida al ponerse de parte del reino de Dios, mas no sacrifican su esperanza de vida en la Tierra en el paraíso restaurado. El espíritu de Dios opera a favor de ellos para sostenerlos y equiparlos en su participación en el servicio del Reino y en la conducta correcta, mas eso no aviva dentro de ellos la esperanza de una resurrección celestial.—Rom. 5:1, 2; 8:15-17; Col. 1:18.
27. (a) ¿Por qué deberían asistir a la cena del Señor todos los de disposición de oveja? (b) ¿Qué verdades vitales se recalcan entonces para provecho de todos?
27 Habiendo repasado brevemente los beneficios maravillosos recibidos y los beneficios compartidos por los que están en el nuevo pacto, también la relación estrecha y preciada en la cual entran, podemos apreciar más plenamente cuan maravilloso privilegio tienen, además de una gran responsabilidad. Las “otras ovejas” también deberían aprender con respecto a estas verdades importantes, que forman una parte vital del propósito de Dios, aunque no puedan entrar en ellas en el sentido de experimentarlas ellos mismos. Verdaderamente, entonces, la reunión anual en que se incorpora la cena del Señor de veras es singular. Todas las personas que sinceramente se interesan en ella son bienvenidas y deberían esforzarse por asistir. Tal reunión es una expresión de adoración verdadera, porque puede decirse que todos los presentes asisten a la “mesa de Jehová,” en un sentido simbólico, aunque solo participan de los emblemas de pan sin levadura y el vino los que tienen el testimonio del espíritu de Dios de que ellos son sus hijos espirituales, ‘herederos de Dios y coherederos con Cristo.’ Mas al escuchar lo que se dice esa noche todos comprenden otra vez la importancia de servir a Jehová en los intereses de su reino con el espíritu de adoración indivisa y exclusiva, la importancia de mantenerse limpios de cualquier derrotero que los identificara como estando sirviendo a la “mesa de los demonios,” y la importancia de mantenerse en unidad estrecha con la sociedad del nuevo mundo de testigos dedicados de Jehová, porque éste es el tiempo en que Jehová ha congregado a todas las ovejas “en unidad . . . cual manada en el aprisco.”—Miq. 2:12; Juan 10:16.
28. ¿Qué cumplimiento tuvo el Salmo 116 con respecto a Jesús, y cómo aplica a todos los que están en el nuevo pacto?
28 Sin embargo, los que saben que la esperanza celestial es suya y que tienen el testimonio del espíritu como se acaba de mencionar, deberían participar de los emblemas, pero teniendo cuidado de hacerlo dignamente, “después de un escrutinio.” Estos hijos espirituales deben recordar bien todo lo que está envuelto para mantener su unidad preciada y estrecha unos con otros, con su Señor y Cabeza y, sobre todo, con Jehová. Apreciando todo lo que han recibido de sus manos, su oración debería ser igual a la de Jesús, como la conocemos de cierto salmo profético: “¿Qué le pagaré de vuelta a Jehová por todos sus beneficios para mí?” La determinación inmutable de ellos igualmente debe ser igual a la de él, como se expresa en ese mismo salmo: “A ti [Jehová] ofreceré el sacrificio de agradecimiento, y el nombre de Jehová invocaré. Mis votos pagaré a Jehová.” Fielmente cumpliendo su derrotero sacrificatorio, ‘probándose fieles aun hasta la muerte,’ ellos son sostenidos por la gloriosa promesa de Jesús: “Te daré la corona de la vida.” ¡Qué confortación y qué fuerte seguridad debe haberle dado a Jesús en su hora de necesidad, igualmente a los que siguen el mismo derrotero sacrificatorio, leer la palabra que Jehová hizo que fuera registrada hace tanto tiempo para provecho de ellos: “Preciada a los ojos de Jehová es la muerte de sus leales”!—1 Cor. 11:28; Apo. Rev. 2:10; Sal. 116:12-19.